Capitulo 5

Adeline POV


Desde que nos habíamos visto de nuevo, unos sesenta y ocho minutos atrás,  Isaac era quien había mantenido una actitud más fresca y vacilante, entre nosotros dos. Fue por eso, que me desconcertó e incomodó muchísimo, el repentino cambio de actitud que tuvo de un momento a otro. 

Fue como si de pronto algo dentro de él hizo click, lo hizo pisar tierra y en reacción, él borró su sonrisa y tensó su rostro en una dura expresión. Me mantuve al límite y sin querer indagar en su actitud, dirigí mi mirada al frente, encontrándome con una íntima y divertida conversación inaudible entre Ralph y Soph. Solo podía observar sus bocas dibujando sonrisas y sus labios moviéndose con cada palabra que salía de ellos.

Sonreí al imaginar la cara de Soph cuando le contara con lujos y detalles todos los sucesos de la noche. Sería épica.

Tras un suspiro forzado, volví mi mirada hacia Isaac y me detuve a mirarlo por segunda vez en la noche, solo que esta vez él tenia su mirada fija en el vidrio del auto, lo cual me daba algo de ventaja en no tener que mirarlo con disimulo.

Amaba la manera en como los risos de Isaac caían sobre su frente. Creo que solo a él podrían lucirle de esa manera. Aportaban frescura y sensualidad a su aspecto, y eso, sumado a sus facciones masculinas perfectamente definidas, sus labios rosados los cuales provocaba morder y el leve rastro de una barba incipiente que amenazaba con hacer su completa aparición en los siguientes días, lo hacían lucir de una manera que no debería ser legal en ninguna parte del mundo.

Por la oscuridad en la que habíamos estado envueltos tanto en el Louie, como en Ramler Park, aun no había podido notar con exactitud el color de sus ojos. Siempre fueron una mezcla entre grises y verdes, nunca logré definirlo muy bien. 

Mis pensamientos se vieron irrumpidos cuando la voz de Ralph llegó a mí.

—Creo que deberás ayudarme a subir el culo de tu amiga al apartamento Miss manchita—dijo él, haciendome notar que ya estabamos en el estacionamiento de lo que era la lujosa residencia donde vivían Isaac y él.

Volteé a mirarlo y entrecerré mis ojos cuando agregué en un tono notablemente gracioso— Y creo que tu deberías buscarme un jodido mejor apodo que ese..."Ralphi" 

Me regaló una sonora carcajada en respuesta y lo ignoré mientras quitaba el seguro de la puerta y me bajaba del Corolla plateado 2015 de su propiedad. Abrí la puerta del asiento copiloto y tomé fuerzas para lo que se avecinaba.

—Vamos Sophia Jones. Colabora con nosotros nena—Intenté halarla, pero ella ponía resistencia.

Lo peor de las borracheras, era el momento de hacerte cargo de alguien que aplicaba el "peso muerto".  Aquí, ese momento, acababa de comenzar.

— Yo puedo sola Adeeline—Chilló ella.

Las pedas de Sophia, tenían todas algo en común: Todas solían terminar o en risas o en llanto. En el peor de los casos... ¡En risas y en llanto! Sin embargo, por ahora, ella con su actitud "graciosita" podría ser fácil de manejar.

—¡Dios! !Sophia, necesitamos que colabores!— Supliqué— Muy mala idea pensar que una noche de shots y cocteles podrían ayudar a cerrar el ciclo post Mike—Cerré mi boca abruptamente al darme cuenta del error que acababa de cometer. 

Mencionar el nombre de Mike, solo me traería como resultado una cosa.

Llanto.

—¡Jodido imbécil de Mike! ¡Lo odio! ¡Es un ex de mierda!— Exclamó con furia y rompió en un sollozo, confirmando mis sospechas. 

Me volteé y me encontré con un Ralph desconcertado.  De hecho, tan desconcertado como el día que nos conocimos. Algo me hizo pensar, que él tenía algo en contra de ver a las personas llorando. Él no sabía como disimularlo, a leguas se notaba. Suspiré, sabiendo que si eso era cierto, había una razón muy dolorosa detrás. 

Intentando desviar mi atención de él, busqué a Isaac con la mirada, pero no habían rastros de él. Ralph no pasó desapercibida mi mirada curiosa.

—Isaac dijo que nos esperaba arriba— Agregó, mientras me hacía una señal con sus manos, indicandome que le restara importancia al hecho de que Isaac se nos había adelantado. 

Asentí, pero el no pareció quedar satisfecho.

—Suele suceder. Es algo frecuente en él que a veces este normal y que de pronto se vuelva el rey del hielo. Es como si llegara su menstruación —Comentó divertido.

—Gracias a Dios le llega la menstruación—Susurró Sophia tras nosotros. Haciendonos voltear. —Espero y a mí también me baje. Lo menos que quiero es un hijo cobarde como el imbécil de su padre— Ella continuó hablando mientras se ponía de pie y cerraba la puerta del auto. Fue como si de pronto, el alcohol hubiese abandonado su cuerpo.

—Que loca bipolar—Exclamó Ralph al notar que Sophia pasó de sollozos a comentarios jocosos y por último, a comentarios ofensivos.

—Maldito puto loco imbécil—Respondió Soph a Ralph, regalandole una mirada asesina antes de comenzar a caminar vía al ascensor. Tres pasos después, se detuvo y giró sobre sus talones. Su mirada chocó directamente con la de Ralph y se sonrojó.

—¿Me disculpas por haberte dicho esas cuatro últimas palabras cuando tu solo me has soportado toda la noche hablando mierda de Mike, dándote picos, tanteando tu polla y siendo la peor ebria del siglo? —Lamentó ella, esbozando una tímida sonrisa que hacía juego con sus sonrojadas mejillas.

Negué con mi cabeza ante la escena que tenía frente a mí. 

El alcohol es peligroso— Pensé.

Ralph seguía atónito. Negó con su cabeza y comenzó a reír. Comenzó a caminar en dirección al ascensor y yo a seguirlo. Cuando recién entramos a la cabina metálica, escuchamos cuando dejo escapar en un susurró casi inaudible, tres palabras que nos hicieron reír a los tres al unísono. 

  —Que loca bipolar. 

***

Soph y yo soltamos un jadeo que dejó en evidencia nuestro asombro al entrar al apartamento que los chicos habitaban desde hace tres años. El apartamento gritaba ¡Lujo! por todas partes,pero algo que resaltaba mucho más que el lujo, era el ¡Orden! Todo parecía estar en perfecto orden y limpieza, lo cual era inquietante, pues en el apartamento solo vivían dos hombres, universitarios y de veintiún años.

Sentí pena por el desorden que teníamos Soph y yo en el duplex del Van Ness.

Al pasar la puerta, un corto pasillo nos llevó a la sala de estar. Se sentía muy parecido a conocer el paraíso masculino.  La atención principal se la llevaba un mueble color blanco en alto brillo que estaba empotrado en la pared, decorado a juego con luces led color azul oscuro que se reflejaban en toda la pared. Un televisor pantalla plana gigante en el centro y a su lado, en una repisa blanca, tres pilas de juegos de PlayStation 4, junto a la consola.

El piso era de un mármol blanco,  brillante y reluciente, que se veía decorado por una alfombra blanca y peluda que se ubicaba en el centro de la sala. A la alfombras, la rodeaba dos muebles grandes con forma de "L" en cuero blanco. 

Ralph, quien se había quedado atrás mientras respondía una llamada, volvió a nosotras y nos invitó a pasar a la cocina. Él caminó en dirección a ella y Soph y yo, lo seguimos.

—Prepararé algo de comer—dijo mientras comenzaba a buscar cosas en el refrigerador y en algunos gabinetes.

Al no ver rastros de Isaac ni en la sala, ni en la cocina. Me atreví a preguntarle a Ralph por él.

—¿Isaac? — Indagué,  mientras me sentaba en un taburete de cuero blanco con patas de acero que estaba alrededor del desayunador, en medio de la cocina.

—En su habitación. Ya debe venir con nosotros— me respondió mientras sacaba del refrigerador una pizza— ¿Pizza de maíz y pepperoni estará bien para las damas?

Soph y yo asentimos en señal de aprobación  y me volteé con rapidez al escuchar en ese momento la voz de Isaac.

—Monta esa jodida pizza de una puta vez Ralph.

Nuestras miradas chocaron por un momento y me sentí rara y vulnerable. 

—Oye, ¿me podrían decir dónde queda el baño? —Preguntó Soph mientras se ponía de pie ala espera de una respuesta.

—Vamos— Respondió Isaac— Pero primero quítate esos tacones. No necesitamos una multa por taladrar la cabeza de los vecinos del piso de abajo, en plena madrugada—Entre risas, Sophia y él se dirigieron al baño.

Me quedé pensativa e incómoda, mirando como se alejaban.

Primero. Sentí que aun algo entre Isaac y yo, no había terminado de encajar, y eso me hacía dudar de la razón por la cual había aceptado venir a pasar la noche acá.  Quizá en su momento, me pareció la mejor idea del mundo eso de recuperar el tiempo perdido— Como lo planteó él—  Pero ahora, pensándolo en frió, no me parecía tan genial. Más, tomando en cuenta, que Isaac y yo teníamos cinco años de distancia de por medio. Muchas cosas cambian en cinco años, y sin ir muy lejos, ya lo notaba. Estaba incómoda y sin saber como actuar. 

Segundo. ¿Qué diablos fue eso del cambio de humor?  ¿Acaso era bipolar? 

La idea de pasar la noche acá fue exclusivamente, suya. Y de pronto, por un encabronamiento injustificado, dejó a Ralph a cargo de la visita. ¿Que clase de anfitrión era?

Busqué las palabras adecuadas y tras un carraspeo de garganta, comencé a hablar.

—Ralph, de verdad me siento algo apenada por todo eso de quedarnos acá... — Titubeé un poco y seguí— Creo que ahora que está empezando a pasar por completo el efecto del alcohol en mí, es que he caído en cuenta de lo vergonzoso que es esto. Digo, apenas es la segunda vez que nos vemos y creo que no hay necesidad de esto. De verdad no hay problema, nosotras podemos llamar un taxi que...

  —¡Detente por amor a Dios!— Carcajeó Isaac, sentándose en el taburete junto al mio. 

Escuchar su risa me irritó por completo. 

—¿Y tú de qué cojones te ríes? Aparte de interrumpir mis buenas redactadas disculpas para Ralph, de pronto te desapareces y nos dejas acá solas con él cuando fuiste ¡Tú! de la brillante idea de que nos quedáramos acá—Me exasperé.

— ¡Oh Adie! Si pudiste vivir sin mí, cinco años de tu vida, de verdad pensé que podrías hacerlo por solo unos pocos minutos más—Agregó mientras se ponía de pie y me rodeaba en un abrazo. 

Un abrazo que no correspondí.

—Suéltame imbécil.

Las risas de Ralph me hicieron dirigir mi mirada en dirección a él. 

—Miss manchita créeme que tú y tu amiga me caen lo suficientemente bien como para no tener problema de que pasen una o más noches con nosotros. ¡En el sentido más sano posible! Y siempre y cuando no tengan problemas de comer solo comida recalentada. 

Sus palabras me hicieron reír y con ello, relajarme un poco. 

Asentí y de repente sentí una real conexión con Ralph. Sentí que tenía en él un amigo y alguien en quien confiar.

***

Isaac POV

No daba crédito a lo que estaba mirando.

Estaba mmm... ¿Impactado?

Sí, estaba jodidamente impactado.

¡Joder!

¡Esto era, guay!

¡Super guay!

O sea. Me explico.

Durante nuestros primeros dos años de habernos conocido, Ralph y yo fuimos compañeros de cuarto en la residencia universitaria. Al darnos cuenta de que no podíamos seguir estando en esa puta mierda con pocas comodidades y viendo que teníamos los recursos necesarios para pagar un alquiler entre los dos, nos mudamos a un piso del cual realmente nos sentíamos muy, pero muyyyyy orgullosos.

Durante todo este tiempo, nuestro piso fue la sede central de la mayoría de las quedadas del equipo de hockey, es decir...

¿Practica de hockey? Cenábamos en la sede central.

¿Victoria del BC Eagles? Celebración en la sede central.

¿Derrota del BC Eagles? Celebración en la sede central.

¿Qué hacían los jugadores del equipo en sus momentos de ocio? Jugar al PlayStation en la sede central.

El punto es que cada quedada, incluía chicas, chicas  por coñazo. Casi la totalidad de la población femenina del Boston College del segundo año en adelante había pasado por lo menos una vez por nuestro piso.

La mayoría había obtenido una buena peda, una memorable follada y se había largado, ¡Exacto! He ahí el punto. ¡L-a-r-g-a-d-o!

Por lo que se podría registrar esta como la primera vez que había encontrado a dos chicas, vestidas con ropa masculina de varias tallas más grandes, contoneando sus traseros, mientras preparan desayuno en nuestra cocina.

En mi idea de pedirle a Adeline y su amiga que pasaran la noche acá, nunca entró esa parte en mis pensamientos. Es decir, solo fue un impulso que tuve de pasar la mayor cantidad de tiempo posible con ella, quería saber más cosas de ella, cosas que habían pasado en todo este tiempo y aunque mis planes no habían salido de esa manera, la poca conversación que pudimos tener, la había disfrutado al máximo. En definitiva, Adeline seguía representando para mí un ancla a lo seguro. A la paz.

Ella y Soph estaban sumidas en una conversación que parecía ser muy divertida, y lo noté ya que Soph no paraba de reír. Ella carcajeaba con notable vergüenza mientras procedía a darle vuelta a los panqueques que estaban preparando.

— ¡Dios! Que por favor, alguien le diga a la chica ebria que se ríe como foca— Escuché decir a Ralph, quien pasó por mi lado directo a sentarse en un taburete.

Lo miré de reojo y negué con mi cabeza. Lo conocía, sabía que él estaba haciendo el intento de lanzarle los tejos a Soph.  

Las chicas voltearon y soltaron una risita nerviosa entre ellas.

— Chicos, ustedes tuvieron que haber visto la cara de Soph cuando le conté donde se había quedado dormida— Nos contó ella con notable gracia en su voz, refiriéndose a Soph quedándose dormida en el baño.

—¿Es que la pequeña borrachita lo ha olvidado todo?—Preguntó Ralph, mirándola fijamente, mientras enarcaba una ceja.

—Absolutamente ¡T-o-d-o!— Exclamó Soph mientras se ruborizaba por completo.

Esa fue la señal que nos indicó que ella estaba mintiendo.

—Mientes de puta mierda nena—La señaló Ralph.

Soph revoloteó sus ojos, dándose por vencida. Ella sabe que al igual que ella, nosotros tampoco olvidamos sus manos traviesas. 

—Oigan chicos, disculpen—Adeline nos miró expectante— Esperamos y no sea mucho abuso y molestia para ustedes el habernos apresurado a montar el desayuno para todos. Digo, ni siquiera sabemos si les gustan los panqueques o como los prefieren y...

Las palabras de Adeline se vieron abruptamente interrumpidas por las deRalph.

—Pero si Miss Manchita y la borracha nos han hecho el desayuno, ¿Acaso estamos  en el paraíso hermano?-cuestionó en un tono divertido él.

—¡No jodas, Ralph! No seas capullo. Solo quiero saber si no les molesta.— Hace una pausa— Aparte, lo hemos ordenado todo. Tanto el desastre de la pizza de anoche, como lo que hemos ensuciado hasta el momento.

Ralph, volvió su mirada hacía mí —Si hermano, efectivamente creo que hemos despertado en el paraíso.

—En el paraíso me sentiré cuando pruebe eso que huele jodidamente genial—dije a medida que me acercaba a un taburete.

Las chicas se esforzaron preparando una cantidad industrial de panqueques, servidos al estilo buffet con tres tipos de siropes, mantequilla, queso y miel. Acompañado de café y jugo de naranja.

Todo estaba delicioso y en ese momento, sin poder poner un filtro entre mis pensamientos y mi boca, pensé en voz alta.

—Si como cocinan...

— ¡No se te ocurra terminar de decir eso, Isaac! —Exclamó Soph con horror y  abriendo sus ojos de manera exorbitante.

Con la boca llena Ralph comentó por mí, sin importarle lo que las chicas pensaran.

— Si, estas chicas deben follar divinamente genial.

Todos reímos, pero yo, por mi salud mental, mejor no analizaba sus palabras y no pensaba nada relacionado a Adeline follando divinamente genial, y menos, en su culo apretado en el sexy y corto vestido que traía anoche.

Tarde.

Mi polla ya lo ha imaginado y ha reaccionado en respuesta.

***

El domingo finalizó en una agradable partida de Mortal Kombat con los chicos del equipo, pues  como solíamos hacer, era muy común los domingos pasadas las cinco de la tarde, hacer uno que otro maratón de algun videojuego elegido al azar.  Ellos llegaron dos horas luego de que las chicas dejaron el apartamento.

—Creo que he pateado tu trasero por décima vez en la noche hermano— dice Frank con notable burla.

—Creo que te estas aprovechando de mi desconcentración—Lo miré con frialdad y fingida molestia.

—Bueno hermano, para que no digas que soy un capullo aprovechado, creo que ya es hora de irme— Se levantó del mueble y procedió a darle un ultimo trago a su cerveza antes de hablar para todos—Chicos, este peluche, se va a su estuche.

—Creo que también me iré. ¿Aprovecharas el aventón a tu casa, Horam?— Cuestionó Josh al otro compañero del equipo.

En realidad creo que la unidad del equipo tanto dentro, como fuera de la pista de hockey, es fuerte y leal. Somos una especie de uno para todos y todos para uno. 

—Que duerman bien cabrones—Dije para todos mientras me daba la vuelta y me dirigía a mi habitación. Mi cansancio me hacía sentir que podría dormir por todo un siglo entero.

Mi mente viajó a todos los recuerdos que tenía del fin de semana. Específicamente a la parte de Adeline llegando a mi vida por segunda vez esta vez con una Soph que por fin pude conocer—borracha y no tan borracha—Pensé.

Mis amigos que amenazaban con sacarme la mierda mañana por ser el peor rival del Mortal Kombat de todo el siglo entero.

Una nueva semana de clases se avecinaba. 

Sonreí. Sonreí, porque ya había entendido que la vida era una puta y que nada duraba para siempre. Los momentos malos pasaban, sí. Pero los buenos también. Así que lo mejor sería sostenerme lo mas fuerte posible a este momento. Sin pensar en el día que me lo arrebataran de las manos.

Me sentía feliz. Sin alcohol, sin sexo y sin drogas. Estaba feliz. Solo con la leve sospecha, de que Adeline Brown, tenía algo que ver con eso.

Caí en un profundo sueño, solo con un pensamiento en mi mente: Ese negro y ajustado vestido de Adeline. 

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