Capítulo 31

Adeline POV.


— ¡¿PODEMOS IR?! —Alardeó Rose por sexta vez en menos de cuatro minutos.

La temporada de Hockey ya había iniciado y estaba próxima a acercarse a la final, es decir, que se encontraba en pleno apogeo. Isaac, que no estaba jugando en el equipo no se perdía ni un solo partido el cual lastimosamente, observaba desde las gradas. Primero le había afectado demasiado, pero luego poco a poco fue viéndole el lado positivo y era que su reemplazo, era una mierda, por lo que para la próxima y antepenúltima temporada para él, tenía su puesto asegurado. Palabras del entrenador, no suyas.

— ¡Que alguien la acompañe! —Exclamó Isaac cuando volvió a escuchar la voz de Rose— ¡ST. ANTHONY DE MIERDA! —Bufó cuando el equipo contrincante anotó un gol llevando el juego a un empate.

BC Eagles 3 — St. Anthony 3.

—Sabes que mi novio está jugando—Negó Soph aun con su vista clavada en el partido—No puedo despegarme de acá ni un segundo.

Rodé los ojos ante la situación.

—Vamos Rose, yo te acompañaré—Sentencié mientras me levantaba del asiento.

— ¿Alguien quiere al...—La voz de la chica se apagó ante el alarido de la multitud.

— ¡Maldición, no he podido ver! ¿Qué ocurrió? —Inquirí a Isaac.

— ¡Adeline, te amo, créeme! Pero por los próximos siete minutos haz de cuenta que no existo—Respondió mientras sus ojos no perdían de vista el disco de hockey que iba de la zona de defensa a la zona neutral y de la zona neutral a la zona de ataque.

Buen dolor de cuello tenían garantizados la mitad de los aficionados que se encontraban en la misma situación que Isaac.

— ¡¿Adeline vendrás sí o no?!

— ¡Para el próximo partido, te quedas en casa! —Advertí a Rose mientras la cogía del brazo y nos encaminamos a comprar el refrigerio que ella tanto necesitaba.

En la fila para cancelar, solo teníamos a tres personas por delante.

— ¿Sabes que Isaac va a matarte cierto? —Cuestioné vacilante a la morena frente a mí.

—Lo sé—Carcajeó—Pero en serio, no quería venir sola y la sed iba a matarme.

—Tranquila, ya esto pasara rápido—Señalé la corta fila.

—Que pesada las chicas que no respetan los hombres ajenos... ¿Cierto Sabrine? —Escuché una chillona voz tras de mí.

Por la mirada que Rose me lanzó, supe que se trataba de la amiga inseparable de Sabrine Maxwell, y por la palabras de la misma, también note que Sabrine, estaba con ella.

—Tranquila Abbi, a esas chicas las cosas no suelen durarle mucho tiempo—Soltó la rubia con un particular tono pedante.

Rodé mis ojos y sin dar pie a ninguna discusión, ignore sus palabras.

A palabras necias, oídos sordos. Chúpalo Sabrine.

Un par de minutos después, ya estábamos de regreso a las gradas.

—No sé cómo no le has callado la boca a la rubia mal operada—Gritó Soph luego de darle un trago a su Dr. Pepper.

—No iba a perder mi tiempo con ella—Esquivé a un grupo de chicos los cuales ya iban ebrios.

La euforia que se sentía en el ambiente era abrumadora, casi todas las personas se encontraban de pie y alardeaban a favor del equipo local.

Un estallido final se desató cuando nuestro equipo logró enviar el disco dentro de la arquería del equipo contrario, con el que se llevaron la victoria del partido. Para ese momento ya nos encontrábamos con los chicos, de los cuales Soph y Maddie no paraban a gritar con verdadero entusiasmo e Isaac no dejaba de vociferar con ellas. Cuando me vio, su sonrisa se hizo más grande, como si eso fuese posible, me haló del brazo y al tenerme cerca plasmó un casto beso sobre mis labios.

Las muestras de amor entre él y yo habían sido constantes en las últimas dos semanas, sin embargo, no habíamos ido más allá.

No éramos más que amigos que se daban besos y tampoco habíamos llegado a algo más que solo besos.

—Quiero matar a Rose por no haber permitido que estuvieses aquí cuando Josh hizo la anotación final—Susurró en mi oído mientras me estrechaba contra él—En ese momento quise besarte.

—Ya estoy aquí—Dije antes de besarlo.

***

La fiesta de celebración del equipo había sido organizada en el apartamento de los chicos, como solía ser.

Todos habíamos estado bebiendo y disfrutando como sólo nosotros sabíamos hacerlo.

Andressa y Paulette, se habían mostrado un poco reservadas al inicio, pero fue cuestión de minutos cuando entraron en confianza y mostraron su picante, atractiva y dulce personalidad.

Solo necesité un par de segundos para notar porque Frank se había fijado en Andressa. Era un total encanto y eso sumado a su embarazo, la hacía ver mucho más hermosa de lo que era.

Paulette por otro lado, tenía un novio, Abel, el cual se fue enseguida de la mano con Horam y ambos se fueron a otra nébula... Vaya par.

Siete shots después y cinco vasos de vodka, comencé a marearme un poco, por lo que con cuidado de no llamar la atención de nadie, caminé hasta el cuarto de Isaac y me recosté en su cama.

Comencé a reír como loca cuando recordé como una noche, hace algunos años atrás, había estado en una situación similar y había terminado por vomitar la cama de Connor. Casi quiso matarme.

Connor...

Connor aun seguía en terapia intensiva. La bala atravesó uno de sus órganos vitales y lo había enviado directo a un coma del cual no se sabía si despertaría... Saber eso había alterado completamente todo para mí, la culpa no podía conmigo.

Luego de que el mareo pasó un poco, quité mis botas, las cuales me llegaban por las rodillas, e iba a ponerme cómoda para dormir un poco cuando escuche el crujido de la puerta anunciando la entrada de alguien.

Los rizos castaños en los que tanto me gustaba hundir mis dedos aparecieron en mi campo de visión.

—Pensé que te habías ido—Su voz ronca llegó hasta mis oídos.

—Mi imprudencia no llega hasta ese nivel de irme sola en estas condiciones—Le dije mientras me acurrucaba a gusto dentro del edredón azul que adornaba su gigante cama y me protegía del frío tan fuerte que tenía.

—A veces no sé qué esperar de ti—Respondió él mientras se acurrucaba conmigo bajo el edredón.

—Nunca sabes nada.

—Te equivocas—Su tono de voz paso de ronca ebria a ronca baja bragas.

Tragué en seco y mordí mi labio inferior cuando sentí su brazo rodear mi cintura y acercarme más a él. Sus labios mordieron el lóbulo de mi oreja y subieron un poco llegando al lugar indicado para hacerme cosquillas cuando susurró:

— ¿Sabes algo si se?

Negué con mi cabeza y con un movimiento de su parte, logró voltearme y quedamos frente a frente. Nuestros ojos en un contacto visual que ya resultaba familiar. Su respiración acelerada chocando contra la mía, la cual se manifestaba con la misma velocidad que la de él.

—Dime Isaac, ¿Qué es lo que sabes? —Susurré sobre sus labios.

—El gran infierno que se desata entre tu piel y la mía.

— ¿Crees saber suficiente sobre ese infierno?

—Nadie lo conoce mejor que aquella persona que se ha quemado en él, y yo, cariño me estoy volviendo cenizas—Sentenció antes de plasmar sus labios sobre los míos.

El beso que comenzó como un simple gesto, fue tomando intensidad con cada segundo que pasaba.

La calidez de sus labios danzaba junto a los míos en una danza que solo ellos conocían a la perfección. Con sus dientes, capturó en un leve mordisco mi labio inferior y yo solté un jadeo en reacción.

—No puedes hacer soniditos así y pretender que pueda controlarme.

Me subí a horcajadas sobre él, pero procurando no rozar directamente ese lugar que nos llevaría a ambos con un simple roce a perder el control. A pesar de la tenue luz que nos acompañaba pude ver sus pupilas dilatadas observarme con ferocidad, deseando esto tanto como yo.

—No te he pedido que lo hagas.

Colé mis manos bajo su camisa y mientras mis caricias subían, mi boca buscaba camino hacia su cuello, exactamente a el punto que se encontraba entre su cuello y su oreja. Maldición, su perfume estaba concentrando totalmente en ese lugar.

Posé mis labios ahí y chupé un poco, no pude contenerme y lamí ese pedazo de piel logrando que fuese el turno de el de soltar un bajo pero perceptible jadeo.

— ¡Maldición! —Sus manos llegaron a mi cintura, invitándome a moverme un poco sobre él, buscando ese contacto que ambos deseábamos— ¿Dónde has aprendido eso?...No. Mejor no quiero saberlo—Corrigió antes de darse vuelta y quedar ahora él sobre mí.

Tomó mi pierna derecha y la enganchó tras la parte baja de su espalda, ambos gemimos cuando su entrepierna chocó directamente con la mía en un movimiento lento, pero punzante, desatando una necesidad abismal de mantenerlo y de ir en busca de más fricción, de más sensaciones...Como si eso fuese posible.

Fue el turno de sus manos de adentrarse bajo mi camiseta a la vez que volvió a besarme como solo él sabía hacerlo, y recordé, como hace minutos tenía frío...

No había duda en que lo mejor de tener frío, era entrar en calor.

Calor, calor era lo que sentía, en cada parte de mi cuerpo. Su toque me quemaba, su cercanía también y cada caricia de sus labios sobre los míos, los volvía fuego líquido.

— ¡Adeline! —Escuché la voz de Maddie tras la puerta.

—Ignórala—Dijo Isaac aun sobre mis labios.

Salí un poco del trance en el que me encontraba y detuve las caricias de sus manos, colocando las mías sobre las suyas.

Como si de una casualidad se tratase, en ese mismo momento, la música que hasta hace un segundo retumbaba fuerte, se detuvo.

— ¡Vete a la mierda Sophia! —Llegó la voz de Ralph y luego el azote de una puerta.

Mierda.

Ambos saltamos de la cama y nos apresuramos a salir, donde nos encontramos a Rose, Maddie, Paulette y su novio afuera.

—Tenemos que irnos Adeline—Susurró Maddie.

— ¿Qué ocurrió? —Cuestionamos Isaac y yo al unísono.

—No debemos preguntarle eso a ustedes porque el cabello de ambos los delata—Dijo Rose vacilante.

—Ralph y Soph se han peleado horrible—Informó Paulette—Parece que una chica se tomó ciertas libertades con él y Soph fue y beso a un chico. La cosa se ha salido un poco de control.

—Iré por el—Isaac salió corriendo en busca de su mejor amigo.

— ¿Dónde está Soph? —Titubeé un poco aún consternada por lo que me contaban.

Tiene que haber algo más en el fondo de todo esto.

Conozco a Soph, no hubiese cometido esa locura de no ser por tener sus razones.

—Ella está en el baño, pero apenas salga debemos irnos.

— ¿Tienen el número de taxi?

—Ustedes son demasiado graciosas—Dijo Abel, el novio de Paulette.

— ¿Graciosas? —Maddie enarcó una ceja.

—Sí, graciosas—Reiteró el—Obviamente no se irán en ningún taxi, yo puedo llevarlas.

— ¿Te he dicho que te amo? —Dijo la rubia a su novio mientras le frotaba con delicadeza su barba perfectamente cortada de hace algunos días.

—Me lo has demostrado nena... Muuuy bien.

Un momento después Soph se unió a nosotros y procedimos a salir del apartamento.

Maddie y Rose se vendrían con nosotros por lo que Abel solo tendría que hacer una parada.

—Chicas, dentro de dos semanas haremos un maratón de karaoke en casa, están invitadas—Anunció Paulette mientras aparcaban frente a la entrada del Van Ness.

— ¡Cuenta con que estaremos ahí! —Exclamó Rose.

— ¡Sí! —Concordó Maddie.

— ¡Amo el karaoke! —Solté yo con total entusiasmo.

—Búsquenme un novio—Fue el turno de Soph y todos estallamos en risas.

Abel, tanteó algo en su bolsillo y luego se volteó hacia ella mientras le extendía un porro.

—Toma, quizá lo encuentres en otra nébula—Y volvimos a estallar en carcajadas.

Mire a Soph sonriendo y suspire.

Que noche...

Única e impredecible. Llena de esos momentos en los que ni por más que te esfuerces en repetir volverán.

Por eso debes disfrutar cada día, cada minuto y cada segundo.

Soph hace un rato lloraba y ahora se encontraba riendo.

Ella SÍ que sabía disfrutar de los pequeños detalles de la vida.


---------------------------------------- 

Feliz dia a tod@s!!! 

¿Les gustó el capítulo?

Ya somos 5.6K!!! Gracias, gracias, gracias y nunca me cansare de agradecerles tanta satisfacción! 


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top