XXV: ¡Universo, mi trasero!
El pavo real es independiente y le cuesta trabajo relacionarse con otros animales.
El lunes en la mañana Emeraude estaba más nerviosa que una gallina con el trasero atrapado en una madriguera de zorros. Su cita con el doctor Clip Matheson se había atrasado por casi quince minutos y le había dado un poco de tiempo a Laetitia para llegar a hacerle compañía.
—No es nada, Ems. Respondes las preguntas, te dejas hacer el ultrasonido y recibes una que otra recomendación extra. Pan comido. —la cantante le dio una última revisión a lo que traía en su bolso mientras escuchaba a su amiga.
—Lety, bebí alcohol sin saber que estaba embarazada. ¡Eso es lo que me preocupa! ¿Qué pasa si hay algún problema?
—Limítate a escuchar lo que el médico te diga. ¿Vale?
—Sí —Emeraude sonrió con delicadeza—. Gracias por venir.
—Tenía que estar aquí. Voy a ser tía, quiero saber si mi sobrino o sobrina estará bien.
Después de otros diez minutos de espera una enfermera finalmente llamó a Emeraude.
—Sigue por el corredor hasta la segunda puerta. Vaya, qué chica tan linda eres. —la joven sonrió.
—Gracias. —la enfermera sonrió de vuelta.
—Le vas a caer de maravilla a Clip. Ve, ve. —después de caminar unos pasos la cantante entró a la puerta que la enfermera le indicó. El doctor Matheson estaba de espaldas a ella, esperando que la impresora le entregara una hoja de papel.
—Dame un momento, por favor. Sólo necesito que... —el rebelde aparato emitía unos cuantos sonidos que hicieron molestar un poco al medico, pero Emeraude quiso ayudarle, se acercó a él para ser de utilidad y cuando vio su cara, estuvo a punto de desmayarse.
El doctor Clip Matheson era el mismo hombre que unos días antes le había negado una sonrisa a ella en la fiesta de los alumnos de Braulio.
—Oye, eres tú. La cantante de la banda. —los dos enrojecieron, y el doctor Matheson compensó con una tímida risa la vergüenza que le había hecho pasar a la joven el sábado. Era una hermosa risa.
—Sí, soy esa chica. Déjeme, yo... —Emeraude presionó un botón verde y la impresora siguió funcionando.
—Gracias. Vaya, estás embarazada. —la joven se sentó frente al escritorio del doctor Matheson y él dirigió sus ojos hacia la ventana, nervioso. No era capaz de sostenerle la mirada a su paciente.
—Lo estoy. Desde mitad de agosto. —el médico anotaba algo en una hoja de papel a medida que escuchaba lo que su paciente decía.
—¿Cuándo lo supiste?
—Hace unos días.
—Oye, suenas un tanto irresponsable. ¿No te diste cuenta de que algo pasaba en tu cuerpo?
Emeraude se acomodó en su silla y puso las manos sobre el escritorio del doctor Matheson. Ella podía ser cualquier cosa, menos irresponsable.
—Mi período bajaba normalmente. ¿Cómo iba a saber que algo andaba distinto conmigo? —el médico se encogió de hombros.
—Bueno, hay casos de esos... ¿sentías algo extraño últimamente?
—Un poco de cansancio...
—Ahí está.
—Mire, doctor Matheson...
—Clip —él la interrumpió con delicadeza—. Solamente Clip.
—Vale. Clip...
—Y no tienes que tratarme de usted. Me haces sentir viejo.
—Está bien. Mira, al principio creí que mi agotamiento era por otras cosas, pero todo encajó cuando me entregaron un ultrasonido en el gimnasio. Ahora me siento mal, bebí unos cuantos tragos hace unas semanas, y me preocupa mucho...
—Bueno, para eso te envió el sensei Braulio, ¿no?
—Ehm... sí. Keira fue la que hizo la cita.
—Kei es un ángel. Me parece increíble que Joanie esté viva.
—¿Por qué?
—¿No te lo dijo?
—Dijo que les habías ayudado mucho, pero no explicó exactamente en qué.
—Kei fue mi primera paciente de obstetricia, y cuando Joanie nació tenía el cordón umbilical enredado en el cuello. Estuvo sin signos vitales por dos minutos y logré revivirla. Aun me sorprende haber logrado eso sin ayuda.
—Vaya... es genial.
—Joanie tiene cuatro años ahora y de vez en cuando Kei me envía dibujos hechos por ella. Es genial.
Emeraude y Clip sonrieron. Ella, un poco nerviosa por tenerlo al frente, miró los diplomas que colgaban en la pared.
—Asclepius Matheson. Como el dios griego de la medicina. —él asintió.
—Mi madre es griega. Quería un nombre así para su hijo menor. —la cantante siguió mirando las paredes y en una estantería le sorprendió gratamente ver una figura Funko Pop de Tony Montana entre un par de figuras decorativas de origami.
—Oye, te gusta Scarface.
—Así es —el médico miró hacia el estante—. Mi película favorita.
—No me digas —Emeraude volvió a mirarlo con una sonrisa—. ¿Cuál es la posibilidad de que esa también sea la película favorita de una de tus pacientes?
—¿Es la tuya?
—Por Dios, me sé los diálogos de memoria. Nunca he ido a Miami, pero conozco casi todas sus calles de tantas horas que pasé jugando el juego. Haciendo las misiones de distribución con la patrulla de policía mientras suena Judas Priest y The Latin Brothers.
—Chica mala.
—La que no puedo ser en la vida real porque es ilegal. No soy una chazer[9], ¿sabes?
—Es obvio que no. Tu vibra es más de una Gina Montana joven, no de Elvira Hancock.
—Tampoco creo ser como Gina. Ella es demasiado... delicada.
Emeraude hizo sonar sus nudillos y Clip no pudo ignorar las costras que cicatrizaban en ellos.
—Muay thai y judo.
—¿Perdón?
—Practico muay thai y judo en el gimnasio del sensei Braulio.
—Eso suena genial. Yo hago karate y JJB. También un poco de boxeo hasta que la panza me permita hacerlo. ¿Puedo hacerlo, verdad?
—Claro que puedes. Recomendaría un poco de yoga, pero no creo que lo necesites. Pareces una chica tranquila.
—Lo soy, cuando no estoy en un escenario —la joven le dedicó una mirada inocente a Clip—. Y hablando de eso...
—Recuéstate en la camilla. Voy a hacerte el ultrasonido.
La cantante obedeció. Se recostó en la camilla y se levantó la camiseta destapando su vientre. Cuando el frío gel tocó su piel, cerró los ojos.
—Clip, el sábado pasado... —él le hizo una seña para que hiciera silencio.
—Shhh... escucha. Sólo escucha.
Unas pulsaciones intermitentes podían oírse desde la máquina de ultrasonido. Clip sonrió.
—¿Lo oyes? Latido de bebé, mira. —en la imagen de la máquina se veía una sombra difusa, pero definitivamente había una forma brillante en el centro, y luego de ver y escuchar con atención, la cantante lloró de alegría.
Era una pequeña vida formándose dentro de ella.
Emeraude estaba viendo la forma y oyendo el latido del corazón de su bebé. Eso lo convertía en algo tangible: sería madre, era real. Más real que cualquier otra cosa.
—Dios mío, ¡hay un bebé dentro de mí! —Clip asintió.
—De trece semanas, y por lo que puedo ver está sano. Todo está bien contigo, es un embarazo muy normal. ¿Puedes estar un poco más tranquila ahora? —la joven asintió mientras se secaba las lágrimas.
—Sí, ya puedo calmarme. Todo está bien, todo está bien... lo siento, normalmente no soy tan llorona. —el médico sonrió mientras limpiaba el gel del vientre de su paciente.
—Puedes relajarte. Todas las chicas se portan así cuando ven el ultrasonido por primera vez. —Emeraude se cubrió la cara con las manos.
—Lo siento, es que debo hacer esto sola. Bueno, no sola, sino que no quiero hablar de esto con...
—El padre no lo sabe, ¿verdad? —la cantante negó con la cabeza.
—No quiero que lo sepa.
—Bueno, si crees que es mejor así... no necesitas decírselo.
—Dile eso a mis amigos, Clip —la cantante palmeó la camilla con suavidad—. Quieren obligarme a hablar de eso con él, y no quiero que termine odiándome o mandándome al infierno por culpa de un par de pastillas que no hicieron su trabajo.
—Tus amigos no pueden forzarte. Creen que es lo correcto pero no mandan en ti. Cuando estés lista lo harás.
—Gracias, Clip. Oye, acerca del sábado... —un poco incómodo, el médico levantó las cejas.
—Puedo ser muy inoportuno cuando quiero.
—¿De qué hablas?
—Soy magnífico cambiando de tema.
—Pero...
—Mira, te daré una lista de alimentos que puedes comer, y si tienes alguna pregunta puedes llamarme. ¿Te parece bien?
—Está perfecto.
—¿Tienes alguna otra pregunta?
—Oye, el sábado pasado...
Clip bajó la vista y anotó algo en una hoja de papel.
—Clip, oye... —mientras él tecleaba algo en el computador, Emeraude respiró hondo.
—Estaba muy ebrio cuando te acercaste a mí el sábado. Lo siento, si hubiera llegado a mover un músculo, me habría ido de espaldas. —por fin había dado una respuesta. Tenía lógica.
—Vale... ya entiendo la cara de muerto. —el médico rió y le entregó a la cantante el papel que había estado escribiendo.
—Aquí está mi número por si necesitas algo, también puedes preguntarme cosas cuando vaya a entrenar, o algo así. ¿Hay algo más que quieras saber?
—No, todo claro.
—Bien. Habla con Mandy, la enfermera. Pídele que te programe una cita para dentro de un mes, ¿vale?
—Sí, Asclepius.
Clip arrugó la nariz.
—Eso suena como si fuera un niño y estuvieras a punto de regañarme. No lo hagas. —Emeraude levantó una ceja y sonrió antes de salir del consultorio.
—Está bien. Nos vemos, doctor Clip.
En la estación de enfermeras, Mandy y Emeraude programaban una nueva cita mientras Laetitia moría por saber lo que el doctor le había dicho.
—¿Ems, todo bien? —la cantante asintió y acercó su boca al oído de su mejor amiga.
—Lety, no vayas a hacer un escándalo, te lo ruego... el doctor Matheson es el grandote del sábado. —la chica de cabello violeta apretó los labios y respiró hondo unas cuantas veces. Cuando las dos chicas salieron del edificio, gritaron emocionadas.
—¿Ems, quéeeeee? ¡Tienes ojos clínicos para encontrártelos con el paquete completo! —Emeraude rió.
—Soy su paciente. O sea, es intocable. Aun más intocable será cuando el bebé nazca. —Laetitia hizo pucheros.
—¿Te pusiste moralista? El sábado te lo comías con los ojos.
—No sabía que era médico, y aunque hubiera querido hacerlo... no habría podido. Estaba pasado de ebrio, por eso no se movió.
—Vaya, ya decía yo que la cara en blanco tenía una razón. ¿Quieres ir a tomar algo?
—Batido de fruta, por favor...
—¡Nos vamos!
Antes de que Laetitia regresara a clase y Emeraude fuera a trabajar, las dos se detuvieron en Harvest a tomar batidos de fruta congelada y no pararon de hablar de Clip. Al terminar se encontraron en la entrada con Sam.
—¡Ems, hola! Lety. —Laetitia saludó con la mano antes de dejarlos solos y Emeraude lo abrazó.
—¡Sammy! ¿Qué haces por aquí? —él sonrió.
—Paso todos los días antes de ir a clase. Me encantan los batidos de Harvest. Son una de las pocas cosas que extrañaré cuando me vaya.
—Hoy decidí venir antes de ir a trabajar... también me gusta pasar a veces, me encanta el batido de sandía con fresa y limón. —la cantante respondió con una sonrisa.
—Tenemos varios sitios en común, ¿no?
—Sí, eso noté —Emeraude tomó del brazo al chico tatuado—. Oye, disculpa... debo ir a trabajar, ¿nos vemos por ahí?
—Claro que sí. Adiós, Ems.
Sam entró a Harvest con una sonrisa y Emeraude respiró hondo, tratando de aguantar las lágrimas. Laetitia le pasó un pañuelo con disimulo.
—¿Ems, sabes que esto es una señal, verdad?
—¿Qué señal?
—El Universo —Laetitia se cruzó de brazos y le dio un pequeño toque al marco de sus gafas—. Te está rogando a gritos que le digas a Sam que vas a tener un hijo suyo.
—¡Universo, mi trasero! No voy a decírselo.
—Ems, por favor...
—¡No! Demonios, no insistas, ¡o tendremos muchos problemas!
—Está bien. Pero dime algo: ¿qué vas a hacer si te encuentras algún conocido de Sam en unos meses y te vea con una panzota enorme? ¿Qué vas a decir?
—Algo se me ocurrirá. Pero ese es mi asunto, Lety. Ya lo solucionaré.
Emeraude sabía muy bien que tantas señales estaban en su contra y era cuestión de tiempo para que el chico tatuado notara que ella buscaba evitarlo a toda costa. Pero en su naturaleza generosa estaba la necesidad de resolver problemas con una facilidad impresionante y ese asunto no iba a ser la excepción. Después de saber las cosas por las que él estaba pasando, prefería privarlo de algo que le causaría más daños emocionales que beneficios.
Con tal de evitarle un gran sufrimiento a Sam, Emeraude estaba dispuesta a usar vestidos de hippie o sudaderas enormes para ocultarle su mayor y más complicado secreto.
[9] Chazer: Insulto en Yiddish que describe a una persona como un cerdo o alguien hipócrita y despreciable.
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