XXIX: ¡Haz que pare!
El pavo real representa el cosmos, los ocelos pueden ser interpretados como el sol, la luna y las estrellas en la bóveda celeste.
A Clip no le importó mucho que su auto se convirtiera en un desastre, sólo pensaba en llevar a Emeraude al hospital apenas su fuente se rompió. Ella no sentía dolor aun, pero era necesario mantenerla en observación a la espera de que algo cambiara.
—¿Mimi, te duele algo? —la cantante negó con la cabeza.
—No todavía. ¿Por qué no siento nada?
—Aun no es hora, apenas es el tapón mucoso. Pero voy a quedarme contigo, quiero que todo salga bien.
—No me dejes sola, Clip. No seas un chazer.
—¿Crees que soy el maldito Gaspar Gomez? No voy a ningún lado.
Los dos llegaron al hospital y de inmediato Mandy y otra enfermera sentaron a Emeraude en una silla de ruedas. Ella puso una mano en su vientre con una sonrisa.
—Ya casi nos conoceremos, bebé... sólo espera un poco. —rápidamente, la joven fue internada en una habitación limpia y tranquila a la espera de que su trabajo de parto iniciara.
—¿Cómo te sientes, Mimi? —el médico se sentó junto a Emeraude, y aunque sabía lo que iba a suceder en las horas siguientes no podía sentirse más nervioso y frustrado. Tenía un plan para esa noche en el que la invitaría a una cita. Pero al bebé se le ocurrió adelantarse por dos semanas.
—Creo que no debería sentirme tan bien. El bebé quiere salir. —Clip respiró hondo.
—Mi turno de hoy empezará más rápido de lo que creía. Voy a cambiarme de ropa y regreso. —Emeraude asintió y el grandote salió de la habitación. Mientras tanto, ella cerró los ojos tratando de descansar un poco antes de las horas siguientes, pues serían muy complicadas.
Cada noche, desde que se enteró de su embarazo, la cantante se tomaba un par de horas para hablar con su bebé. Esa noche no fue la excepción. Siempre le pedía perdón por negarle el derecho de conocer a su padre, pero si de alguna forma el bebé terminaba pareciéndose en algo a ella, lo comprendería mejor que nadie.
—Perdóname, bebé... por favor... te prometo que saldremos juntos adelante, ¿sí? —Emeraude trataba de ser fuerte, pero se le complicaban mucho las cosas sin Sam a su lado para eso. Y aunque en algún momento se planteó la idea de hablar con él y decirle lo que debía, pudo más la generosidad y el deseo de que él tuviera una vida sin tantas complicaciones.
Un poco de descanso fue suficiente para Emeraude, que durmió sin interrupciones hasta que Laetitia y Arne llegaron aun vestidos con los trajes de boda.
—¿Lety, qué haces aquí? Deberías estar subiendo a un avión con rumbo a Hawaii. —la novia se acercó a la cama y besó a su mejor amiga en la frente.
—Estás loca si crees que me voy a perder el nacimiento de mi sobrino o sobrina. La luna de miel puede esperar. ¿Verdad, Arne? —el alemán asintió.
—Aquí nos quedaremos, Frau Ems. —los tres sonrieron. La cantante puso su cabeza sobre la almohada.
—Bueno, supongo que tendré que estar aquí hasta que empiece a doler.
Emeraude trataba de no respirar demasiado rápido, y aunque aun no sentía dolor estaba muy nerviosa. Ni siquiera era tiempo de que las contracciones empezaran y tenía un poco de hambre. Eran las dos de la mañana cuando Clip llegó a la habitación, habiendo puesto una bata azul celeste sobre su ropa.
—Mimi, ¿cómo estás? Te veo un poco pálida. —la joven replicó con una mirada suplicante.
—Tengo hambre. Si alguien me consiguiera unas papitas...
—Tendrás todas las que quieras. Mandy te las traerá.
—Clip...
—¿Sí, Mimi?
—¿Cuándo empezará a doler?
—Tal vez en unas diez o doce horas. Ya no puedo enviarte a casa —Clip se volvió a la pareja de recién casados—, pero ustedes dos deberían ir a dormir un rato. Por favor... —Laetitia asintió.
—Volveremos a las nueve, Ems. —Emeraude sonrió mientras se despedía con la mano.
—No me iré de aquí, Lety. No te preocupes.
Clip acercó una silla a la cama de Emeraude y la tomó de la mano.
—Trata de dormir un poco más, por favor... las papitas tomarán un rato en llegar y necesitas energía. —la cantante se acomodó en la cama, aceptando lo que el muchacho le decía.
—Despiértame cuando lleguen las papitas, por favor... —él sonrió y asintió.
—Claro que sí, Mimi.
Clip cuidaba el sueño de Emeraude como si de un tesoro se tratara. En el tiempo que llevaba de conocerla se había convertido en alguien muy importante para él, pues no tenía muchos amigos fuera del gimnasio y en realidad sólo hablaba con ella. Durante su tiempo en el Cuerpo de Marines tuvo muchos compañeros, pero cuando todo su batallón se fue a Irak sin él y varios murieron en acción, se refugió en los libros de medicina para ocultar su depresión. No le había querido decir a ella que estuvo casado por tres meses con una bruja tóxica y rencorosa, pues a pesar de que eso había sido importante en su vida, no era algo que debía saber aun.
Eran las diez de la mañana cuando la cantante despertó sin que las contracciones empezaran todavía. Alex estaba con ella, y cuando abrió los ojos se encontró con un plato de papitas frente a ella.
—Buenos días, Ems. Te trajeron las papitas que querías. —Emeraude se comió una, y le siguió otra, y otra, y sólo pudo hablar cuando terminó de comérselas.
—Dios, Alex... ¡tenía mucha hambre! —el guitarrista le dio un vaso de té helado a su amiga cuando las papitas se acabaron.
—¿Cómo te sientes?
—Bien... aun no siento nada extraño —la cantante se limpió la boca con una servilleta—, pero Clip dice que eso es normal.
—Dime si empieza a dolerte algo. ¿Vale?
—Sí.
Eran casi las seis de la tarde cuando Emeraude empezó a sentir las contracciones y se llevó una gran sorpresa cuando se dio cuenta de lo dolorosas que eran. Lyle, que había cambiado de turno con Alex mientras él iba a comer, se asustó al ver que su amiga se quejaba de dolor.
—Emi, ¿qué sucede? ¿Quieres que llame a alguien? —ella asintió sin decir una sola palabra. Lyle tocó rápidamente el botón de llamado junto a la cama. En unos segundos, Mandy entró.
—Emeraude, déjame ver cómo va eso. —la enfermera metió la cabeza bajo la sábana para ver lo que sucedía con la joven de la cintura hacia abajo.
—Niña, empezó la parte complicada. Va a tomar un tiempo y espero que hayas dormido bien. Voy a buscar al doctor Matheson.
Clip entró corriendo después de unos minutos.
—¿Te duele mucho, Mimi? —ella asintió.
—Creo que me voy a quedar sin piernas, Clip. ¡Ah! —las contracciones eran un poco más dolorosas y frecuentes a medida que el tiempo pasaba, y después de unas horas, Emeraude creyó que perdería la consciencia.
Dieron las tres de la mañana. La cantante llevaba un día entero en el hospital, y después de veintisiete horas de trabajo de parto, el dolor de las contracciones era muy intenso. A pesar de que antes había sentido golpes que causaban mucho más daño, aquella sensación era diferente: estaba trayendo una vida al mundo, así que no podía importarle menos que doliera al punto del desmayo.
Después de muchísimas contracciones Emeraude trataba de no gritar de dolor, pero se le hacía muy complicado. Antes de las siete de la mañana, Clip entró a la habitación e hizo salir a todo el mundo a excepción de Mandy.
—¿Mimi, sientes esto? —el médico tocó con el dedo el lugar donde el bebé había empezado a asomar la cabeza. La joven lloró de dolor.
—¿Ya es hora, verdad? —Clip asintió y resopló para tomar un poco de energía.
—Mimi... tienes que empezar a pujar. Por favor, dime que estás lista.
—No, Clip... vas a tener que distraerme con alguna cosa mientras lo hago. ¡Esto duele mucho!
—Falta un poco, Mimi. ¡Puedes hacerlo!
—¡Ah! Distráeme con algo, ¡por Dios!
—¡Vamos, puja! —Emeraude obedeció.
—¡AAAAAAAAAAAAAH! ¡NOOOOOOO!
—Perfecto, Mimi... ¡un poco más!
—¡ME DUELE, ME DUELE, ME DUELE, ME DUELE!
—Una más, por favor... —Clip puso las manos sobre las rodillas de Emeraude mientras ella seguía sus indicaciones.
—¡MALDITA SEA! ¡DISTRÁEME CON ALGUNA MALDITA COSA!
—Sal conmigo.
—¿QUÉ?
—Lo que oíste. Acéptame una cita.
—ESTÁ BIEN —sin analizar lo que acababa de decir, Emeraude respiró un par de veces—, ¡PERO HAZ QUE PARE!
—Ya nació, Mimi. ¡Es un niño!
A Emeraude nunca se le pasó por la cabeza aceptar una cita mientras estaba teniendo un bebé. Pero al inoportuno de Clip le habría dicho que sí en cualquier circunstancia, y por razones más que obvias debía dejar ese asunto para después.
La cantante cerró los ojos y respiró hondo antes de darse cuenta de lo que había acabado de suceder. Cuando escuchó el llanto de su hijo abrió los ojos de nuevo. Clip sonreía mientras sostenía a una pequeña cosita de piel rosa con cabello rojo como el fuego, y Emeraude no podía creer que ese fuera su bebé.
—Mi... hijo... —después de limpiarlo y revisar que hubiera nacido sano, Mandy envolvió al bebé en una pequeña cobija y se lo entregó a su madre.
—Es un pequeño pelirrojo de cincuenta y dos centímetros y tres mil novecientos gramos. ¡Felicitaciones! —la enfermera puso al pequeño en los brazos de Emeraude, que aun no podía creer que de ella hubiera nacido una criatura tan pequeña y hermosa.
Las enfermeras limpiaron todo y Clip se quitó la bata quirúrgica antes de acercarse a su paciente.
—Mimi, te dejaremos sola con el bebé por un rato. Si necesitas algo no dudes en llamar a Mandy. —la cantante sonrió y asintió. Estaba cansada, pero eso no le impidió admirar a su hijo, que parecía un pequeño rayo de sol con un toque rosa en la piel.
—Pequeño... espero que puedas perdonarme. Pero no creo que sea buena idea que tu padre sepa que existes. —el precioso bebé, aceptando lo que su madre le decía sin entenderlo muy bien, le regaló una sonrisa antes de quedarse dormido.
Unas horas después, Ernie, Gretchen, Laetitia y todos los de la banda entraron con autorización de Clip, bajo la condición de hacer mucho silencio. Y cuando vieron a Emeraude con un pequeño bulto en los brazos, sus corazones se derritieron como mantequilla en una sartén caliente.
Un caluroso día de mayo, la hermosa Emeraude Blanchard dio a luz al hijo que Samuel William Arden probablemente nunca conocería. De cabello rojo como el fuego, ojos grises como el acero y una sonrisa capaz de convertir el hielo en vapor: Crimson Steely Blanchard.
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