XIX: Enemigos naturales.

Las amenazas naturales de los pavos reales incluyen los gatos, zorros rojos, perros, leopardos y tigres.

Emeraude respiró hondo mientras miraba la tabla que Zack sostenía frente a ella. Después de meses de entrenamiento se enfrentaba a su reto más difícil: un examen de ascenso para recibir su cinta amarilla.

—Me rompiste un dedo una vez, Ems —susurró Zack para darle ánimo a su compañera—, esto es más blando que un hueso.

—¡Por centésima vez, no fue mi intención! —respondió Emeraude entre dientes. No podía hablar mientras Braulio y su esposa Keira, que hacían de jueces examinadores, la miraban fijamente. Perder la concentración no estaba en el plan.

—Lo sé. Sólo quería darte ánimo. Respira hondo, y recuerda el kya al soltar la patada. Contaré hasta tres...

Zack no había terminado de decir "dos" cuando Emeraude soltó un fuerte grito junto con una patada circular que aterrizó a un centímetro de la cara de su compañero, rompiendo el pedazo de madera en tres partes. Braulio celebró en silencio con una sonrisa discreta.

A técnica é boa. —mencionó Keira.

O sensei é bom. —replicó el brasileño. Su esposa soltó una cortísima risa.

Emeraude terminó su examen de ascenso con una breve inclinación a manera de saludo hacia Braulio y Keira. Luego de salir del tatami se permitió respirar hondo y dejar que sus evaluadores decidieran si merecía el cambio de grado. Zack se acercó a ella y la abrazó.

—Estuviste bien, Ems. Tendrás una buena calificación. —la joven sonrió.

—¿Fue tan difícil para ti? —el muchacho asintió.

—De hecho, fue peor. Todos mis exámenes de ascenso fueron con un par de maestros japoneses que no dejaban pasar medio error. Traídos de Okinawa, de esos viejos de ochenta años que ves caminando por la calle encorvados y luego te hacen katas tremendos y perfectos como si tuvieran diecinueve. —Emeraude suspiró aliviada.

—Me di por bien servida. Gracias, Zack.

Keira revisó el examen teórico que Emeraude le había entregado antes de hacer la parte práctica. Después de unos cuantos trazos con bolígrafo le entregó el papel a su esposo.

—¿Podemos hablar con ella en privado? —Braulio asintió. Luego le hizo una seña a Emeraude para que se acercara, a lo que ella obedeció.

—¿Me necesita, sensei?

—Sí, Blanchard. Keira quiere preguntarte sobre el examen teórico.

—Verás, Emeraude —Keira le dio un par de toques a su carpeta con el dedo—, este puntaje teórico es muy... interesante.

—¿Qué significa eso?

—Mira, si Braulio no me hubiera dicho que eres muy buena estudiante, habría pensado que este examen es absurdo. Escribiste cosas que a ningún aspirante a amarillo se le ocurrirían.

Pasando saliva, Emeraude trató de ocultar su nerviosismo.

—¿En serio? ¿Tan mal está lo que escribí? —la entrenadora se encogió de hombros.

—No voy a darte la cinta amarilla.

—Oh —la cantante bajó la vista—, si es lo que consideran correcto, lo acepto.

La joven dio un paso atrás, un poco frustrada. Keira la detuvo tomándola del brazo.

—¿Niña, a dónde crees que vas? Deja que termine de hablar. No te voy a dar la cinta amarilla porque tu puntaje fue bastante alto. Braulio me pidió que te hiciera el examen de cinta naranja y lo pasaste.

Emeraude creyó haber alucinado aquella respuesta, por lo que le tomó un buen tiempo replicar.

—¿Qué acabas de decirme? —la brasileña asintió.

—Naranja. Cinta naranja. —la muchacha seguía sin poder creerlo.

—¿Hablas en serio? —Keira la tomó de los hombros y la sacudió con suavidad.

—Muy en serio. ¡Eres cinta naranja, emociónate ya, por Dios!

Emeraude se llevó las manos a la cabeza, aun desconcertada. Al darse cuenta de que era cierto lo que la mujer le decía, gritó y saltó llena de emoción. Tal vez no erala meta más grande que alcanzaría en aquel camino, pero era el impulso que necesitaba para lograr la disciplina férrea que necesitaba en su vida. Algo que le ayudara a mantener el control total de todo lo que la definía y la mantenía tranquila.


—Te juro que es por el entrenamiento, Flama. Braulio dijo que sucedería.

—Bueno, sí... pero eres alta, y necesitas mucha comida. ¿Estás segura de que no te has pasado de Kit Kats o Twinkies?

—Más que segura.

—Está bien. Ya sólo falta una semana para la fiesta, así que no creo que vayas a subir más de peso, pero por si acaso te dejaré un poco más suelto el traje y te prometo que no te verás gorda. ¡Es que no lo estás!

—Gracias. De verdad lo siento.

—No es nada, Ems. En unos días te lo entregaré.

Faltando una semana para Halloween, en medio de la última toma de medidas para los ajustes en su vestido, Emeraude se dio cuenta de algo: desde que había empezado a entrenar con Braulio, Ernie y los demás, su masa corporal estaba ligeramente aumentada. Había tenido que comprar pantalones de dos tallas mayores a las que solía usar, y mientras pasaban los días vio que se volvía más resistente a ciertos golpes, físicamente era más fuerte, y se veía radiante. Si antes tenía un poco de fuerza para patear, ya estaba lista para romper puertas usando sólo las piernas. Y le gustaba el hecho de no verse enorme, así que se sentía hermosa.

Después de la corta reunión con Aura, la cantante corrió a clase de Proyectos Multimedia y se unió a Laetitia.

—¿Puedo empezar con los chistes de gordas, Ems? —Emeraude negó con la cabeza.

—Braulio dijo que era aumento de masa muscular y lo sabes, Lety. Si me vuelves a llamar gorda, te mataré de panzazo. —la muchacha, desconcertada, miró a su amiga con extrañeza.

—Está bien... sin chistes de gordas. Pero no te enojes. —Emeraude suspiró.

—Lo siento. Es que últimamente he estado sintiéndome demasiado bien. Eso no se me hace normal. —Laetitia sonrió con ligereza.

—Claro que es normal. Es incluso lógico, te ves divina y para Halloween eso es perfecto. Flama está haciendo un trabajo magnífico con nuestros trajes.

—Deberías ver el mío, es hermoso.

—Oh, no. El mío sí que es genial. Seré el pulpo de anillos azules más sexy del Universo.

—Serás el único pulpo de anillos azules sexy.

—¿Es algo malo?

—No, para nada.

Al terminar la clase las chicas salieron del aula y fueron a la cafetería del campus. A lo lejos, Emeraude vio a Sam entre una muchedumbre de estudiantes que se agolpaban frente a una enorme pantalla: dos de ellos tenían controles en las manos para manejar un par de personajes que peleaban con espadas samurai.

—Mira eso, Lety.

—Lo sé —la muchacha miró por encima de sus gafas—, no tienen idea de cómo ligar con chicas, pero son los mejores con la katana virtual.

—No me refería a los que juegan —la cantante señaló hacia una de las esquinas—, Sammy está allá.

—¿Y por qué estás aquí? Ve y saluda, no seas descortés.

La cantante se abrió paso entre los espectadores y logró acercarse al muchacho, que en un principio no prestaba atención por estar pendiente de los puntajes en la pantalla, pero cuando sintió un leve pellizco en la parte baja de la espalda, supo exactamente quién usaba eso como un saludo al evocarlo por una noche de copas.

—Emeraude Blanchard —sonriendo, Sam se dio la vuelta—. ¿Qué haces en el "Nerdhalla"[6]?

—Sólo vine a saludar a un amigo.

—Genial. Ninguna chica se acerca por acá cuando hay muestras de videojuegos.

—Sí, puedo darme cuenta.

Los dos miraron al grupo de estudiantes, que al notar entre ellos a Laetitia y su vestido corto de encaje rosa, no pudieron evitar darle un poco de atención. Uno de ellos se atrevió a olfatearla con disimulo, haciendo que Emeraude y Sam rieran.

—Eso fue raro. —dijo Emeraude.

—Lo que tengo que ver casi a diario con la mayoría de mis compañeros de clase —replicó Sam—. Algunos no saben disimular.

—Creo que más de uno moriría de hemorragia nasal si va al bloque de diseño.

—Podemos hacer ese experimento si quieres.

—Oh, no —Emeraude levantó la mano—. No quiero tanta sangre en mis manos, serían demasiados fatalities en medio segundo.

Sam sonrió. Emeraude respondió al gesto de la misma forma.

—Soy el zorro rojo.

—¿En la "Zoo Keeper's Masquerade"?

—Así es.

—Vaya, creo que somos enemigos naturales.

—No me digas que Flama puso una gallina entre las opciones.

—Me habría reído mucho si hubiera sido así —la joven se cubrió la boca con la mano y bajó la vista—. Hay múltiples enemigos naturales del zorro rojo.

—¿Tengo que averiguar qué animal serás?

—Pregúntale a Flama. O espera a Halloween.

Emeraude sonrió con un poco de malicia antes de darle un beso en la mejilla a Sam.

—Cualquiera de las dos cosas implica un esfuerzo mínimo. Nos vemos.

Las dos chicas se abrieron paso entre los estudiantes que las miraban embelesados y salieron de la cafetería luego de comer un rápido almuerzo. Por el resto de la tarde las dos se quedaron con Lyle ayudando a pintar una pared de su habitación, y como si ellas la hubieran invocado, se encontraron con Aura en uno de los corredores.

—Chicas, chicas, ¡chicaaaaaaaaaaaaas! Les tengo una sorpresa. Pasen mañana por el taller de vestuario del bloque, ¡van a amar sus trajes! —Laetitia y Emeraude asintieron mientas Lyle se quedaba mirando a Aura de pies a cabeza.

—Hola, nena. —la pelirroja respiró hondo.

—Otra vez no, Lyle. Prefiero entrar de ilegal a Wakanda siendo así de blanca. —el bajista trató de insistir un poco más, pero Aura se fue antes de que él pudiera responderle alguna cosa. Emeraude lo miró.

—Lyle, ¿qué le hiciste para que te hablara así? —él se encogió de hombros.

—No le he hecho una maldita cosa de todas las que quiero, Emi. Créeme, tengo una lista bastante larga, hasta la escribí y la pegué en uno de mis tableros. —Laetitia se cruzó de brazos y pestañeó un poco.

—Este es un juego en el que no debemos meternos, Ems. Flama está haciéndose la difícil y Lyle tiene que solucionar esto solo. Ahora, si me disculpas... iré a tomar una ducha. Adiós.

Después de terminar la pintura en la pared, Laetitia se fue y dejó que la cantante trazara unos cuantos toques finales con aerógrafo. Los dormitorios se habían llenado de un ambiente festivo a partir de ese lunes, pues el sábado siguiente era la "Zoo Keeper's Masquerade" y media universidad iría al evento. Muchas chicas revoloteaban de un lado a otro en los corredores, mientras las plumas, la seda y la brillantina volaban de un lado a otro. Entre aquella revolución, casi a las once de la noche, Emeraude se encontró a Sam caminando por los corredores, y no pudo evitar sonreír al verlo.

—Hola, Sammy. —él sonrió de vuelta, como si supiera que ella quería que lo hiciera.

—Ems... tantos colores te hacen ver preciosa.

—No te ves a ti mismo, ¿verdad? —Sam se mordió los labios suavemente con una sonrisa.

—Vamos... soy un aburrido estudiante de ingeniería. En cambio, tú...

—Sammy, tengo manchas de pintura por todas partes y el cabello revuelto.

—Eres la Vía Láctea con ácido. Llena de estrellas.

Emeraude no pudo evitar sonrojarse cuando oyó que, de la nada, el muchacho la elogiaba.

—Gracias, Sammy. —él la abrazó.

—Ems, tengo un regalo para ti —Sam tenía una caja de cartón del tamaño de un cuaderno, atada con un lazo rojo—. Ábrela. Quiero ver tu cara cuando lo hagas. —Emeraude asintió. Cuando destapó la caja y vio su contenido, se quedó sin aliento.

Cristales de verde tornasolado bordeaban un delicado arreglo de plumas irisadas, y los inconfundibles ojos en las plumas del pavo real se asomaban entre una pequeña malla de tul negro. Era el antifaz más perfecto que Emeraude había visto, y Sam se lo estaba regalando.

—¿Esto es para mí? —el chico tatuado asintió.

—Le dije a Flama que conseguiría uno así. Cuando me dijo que serías el pavo real de la ZKM supe que era perfecto para ti. —Emeraude sonrió y abrazó a Sam de nuevo.

—Gracias, zorro rojo. —mientras se abrazaban, él pasó la mano por la cabeza de Emeraude con suavidad.

—No es nada. Creo que ya puedes responder de qué animal vas a vestirte. ¿Eres el pavo real?

Emeraude rió un poco mientras trataba de alejarse caminando, y Sam la tomó de la mano.

—Ems, por favor... —abanicando suavemente con sus pestañas, la cantante sonrió. Luego se tocó la nariz con el dedo índice mientras asentía en silencio—. Ya está. ¿Era tan difícil responder a mi pregunta? —los dos rieron.

—No era difícil. Pero la incertidumbre puede ser divertida. —él soltó la mano de Emeraude sin dejar de sonreír. Ella abrazó la caja con el antifaz como si del chico tatuado se tratara. Luego le dedicó una última sonrisa antes de que los dos se fueran por caminos separados.

—Te veré por ahí, pavo real.

—Te veré por ahí, zorro rojo.

[6] Nerdhalla: Combinación de palabras entre "Nerd" y "Valhalla", el lugar donde los guerreros nórdicos pasaban su eternidad al morir en batalla.

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