me llevas.
Tokio, la capital y ciudad más importante de todo Japón.
Sus habitantes son personas comunes que viven en un ambiente en ocasiones muy estresante, ya sea por el trabajo o el estudio, aunque en las noches es una Ciudad muy...."tranquila".
Ese día a la joven Saori Kido se le había hecho tarde, en su trabajo surgió un inconveniente y tardaron más de lo estimado, por lo cual, tras salir de la oficina ya era de noche.
La chica estaba agotada y solo quería regresar a casa y dormir, le dolía la cabeza, espalda, cuello, todo el día sentada frente al ordenador, bajo del tren deseando ya estar en su casa, pero para su desgracia le faltaba aún un viaje de diez minutos en bicicleta.
📱 Hola....hola abuelo, no ya voy para la casa...si, si no te preocupes.
No sé sorprendió por la llamada de su abuelo, ya era tarde y estaría preocupado, desenganchó la bici y se apuro a salir de la terminal.
Pedalea sin mucho ánimo, estaba agotada y sus ojos querían cerrarse, por fortuna la noche estaba fresca y casi no había "tráfico", solo dos personas delante de ella, dió la vuelta en una calle, solo seis cuadras más y estaría en casa, un ligero pestañeo en una esquina y...
¡Onesa! ¿me llevas?
Se detuvo en el acto, le pareció oír una voz.
La calle estaba desierta, iluminada por el alumbrado público el cual era muy tenue, parecía que las lámparas se fundirian en cualquier momento.
Saori miró en todas direcciones pero no había nadie, solo estaba ella. Los pequeños locales estaban cerrados al igual que las casas.
- tal vez...mi imaginación
Estaba por pedalear de nuevo cuando algo captó su atención; en la barda que dividía la calle se podía apreciar un golpe, parece que alguien había chocado ahí, restos de una cinta policiaca y...una gran mancha negra.
La chica sintió un escalofrío y decidió salir de ahí, más, cuando comenzó a pedalear.
-¡Ah! Pero que...
Logró sentir como alguien se subió, pero no había nadie, la bicicleta se sentía muy pesada, un escalofrío recorrió su espalda al sentir como alguien rodeaba su cintura, podía sentir unas manos pequeñas aferrandose a ella.
Saori quería bajarse, soltar la bicicleta y salir corriendo, pero le era imposible, sus pies comenzaron a pedalear sin que ella lo ordenará.
¡No!
La chica grito asustada, la bicicleta se movía cada vez más rápido, sus ojos se llenaron de lágrimas al pasar junto a su casa y no poder detenerse, se sujeto con fuerza a los manubrios cuando la velocidad comenzó a aumentar, como el agarre en su cuerpo, podía sentir una respiración helada, el aire golpeaba su nuca y la presión en su cintura comenzaba a dejarla sin aire y lastimar su piel.
¡Basta!
Su grito se escuchó mientras descendia por una pendiente muy pronunciada, los perros ladraban a su pasó y las luces parpadean. Saori se sintió morir al cruzar por una boutique y ver en el vidrio del aparador su reflejo, la joven no iba sola, una niña de cabello largo y negro vestida con uniforme iba con ella, aferrada a su espalda.
Esa visión fantasmal casi la hace desmayar.
Llegó al final del distrito y la bicicleta paro de golpe, la chica casi se va de cara contra el suelo.
Saori estaba pálida, sudando y...podía jurar que se había orinado.
¡Arigato gozaima, onesa!
La presión en su espalda comenzó a disminuir, lo mismo que el frío, esas pequeñas manos que le apresan empezaron a soltarla, logró sentir como la bicicleta se elevaba tras deshacerse del peso extra, con mucho miedo se giró a ver.
Se encontraba frente a una escuela primaria.
Sus ojos casi se salen de la impresión al ver a la pequeña.
Tenía el pelo largo y negro, una piel pálida, su uniforme se encontraba manchado con su sangre y polvo, está brotaba desde su cabeza, donde Saori logró ver qué estaba partida a la mitad.
El espectro cruzo las rejas perdiéndose en la noche, la joven no aguanto más y se desmayó.
Aquella mañana, una pequeña niña de diez años había sido atropellada por un conductor ebrio mientras caminaba a la escuela.
Temerosa de no llegar a tiempo a sus clases decidió pedir ayuda, esperando que alguien se detuviera para llevarla.
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