Voluntad

La luz en la pantalla de la computadora reflejaba los lentes de descanso que utilizaba cuando estaba sumergido en su trabajo. Se echo para atrás sintiendo el restando de su silla, y movió el cuello en un intento de que el dolor que lo atormentaba desde días atrás desapareciera, sin éxito. Aquel malestar lo seguía desde hace un par de semanas. Si debía ser justo, lo traía desde meses atrás.

Cuando Hana, su esposa, había recaído nuevamente por la leucemia. En ese entonces Hiashi pensó que sería como todas las otras veces. Una época bastante difícil, con varias enfermeras atendiendo y velando por el dolor que la enfermedad le causaba. Pagando lo mejor sin importar el costo para ver a su esposa sonreír o caminar por la casa, algo que hace tiempo no hacía. Sin embargo, cuando acudieron al médico este les proporcionó la peor de las noticias. Que la leucemia había avanzado a ser crónica, lo cual la dejaba con un par de meses de vida.

Hiashi intentó estar más presente en el cuarto de su esposa, pero los pendientes de la empresa lo consumían de tal forma que solo podía verla en las noches o en ocasiones entraba al cuarto cuando estaba durmiendo por los químicos en su organismo y se quedaba ahí, mientras el tiempo pasaba. Esperando la muerte de su esposa, cuestión que lo puso iracundo, de tener que esperar lo inevitable y no poder hacer nada para salvarla, aún con su fortuna detrás. Él siempre había pensado que todo podía resolverlo el dinero, todo el mundo se movía por dinero y conseguirlo parecía el punto cumbre de su vida. Hasta que Hana enfermó y aquellos papeles verdes no pudieron comprar su salud.

Se llevó una mano a su hombro contrario y presionó, sintiendo la tensión acumulada, necesitaba un cigarrillo, para liberar toda esa tensión. Se puso de pie, saliendo de su oficina. Su secretaría volteó el rostro en el momento en que la puerta se abrió y le sonrió un poco. Siempre tan cordial, sin decir demasiadas palabras pero bastante competente.

―Hiashi, tiene una reunión con la junta directiva en media hora―Habló la mujer cuando lo vio caminando hacia el ascensor.

El hombre de madura edad se detuvo, mirándola con gran severidad, como si fuera la culpable de tener la agenda llena y no poder descansar ni un momento.

―Solo saldré un momento. ―Torció la boca para aligerar su actitud, sin éxito, aunque tal parecía que a ella no le molestaba en lo más mínimo. ― ¿preparaste las carpetas necesarias? ¿Imprimiste los reportes de ventas y el balance general?

―Me pondré en eso ahora.

Se volteó de forma fastidiada e ingresó al ascensor subiendo hacia la azotea del edificio. Una vez ahí caminó hasta la orilla, sacó su caja de cigarrillos de su bolsa del pantalón, tomó uno encendiéndolo y llevándoselo a la boca. Inhaló una calada de humo reteniéndolo un poco y sintiendo el humo llenando sus pulmones. Un par de segundos después, exhaló dejándolo salir. Suspiró mientras la nicotina hacia su trabajo en su organismo mientras repetía la acción una y otra vez, con más impaciencia de lo normal.

Observó el suelo desde su altura, viendo los vehículos y a las personas pequeñas. Quería irse y descansar un par de días, aunque era imposible. Sin él, su dirección Hyūga Enterprise, una empresa trasnacional de tecnología dependía de él. Un imperio tecnológico que había fundado con su hermano gemelo, Hizashi Hyūga.

Con la muerte de su esposa, arreglar el papeleo de la defunción, el funeral y todo lo necesario, adicional de sus obligaciones en la empresa no había podido descansar en ningún momento. Ni siquiera en el funeral, donde solo asistió para ver la caja de madera siendo enterrada y retirarse de nuevo a la empresa. El cigarrillo en sus labios se terminó y sacó otro, encendiéndolo sin más.

Además que aún debía arreglar el área administrativa que se había visto afectada por el descenso de su esposa un mes atrás. Ella era una accionista de la empresa con una inversión pequeña pero que le era benéfico para él. Hiashi era el accionista mayoritario, sin embargo, había otros más con porcentajes menores. Su esposa jamás intervino en la empresa por lo que las decisiones la tomaba él y más aún con el porcentaje que aunque le pertenecía a Hana, él lo usaba a su favor. Por lo que ahora con su muerte, tendría que arreglar sobre qué hacer con eso. Había pensado en buscar algún otro accionista pero el hecho de perder esa parte de la empresa lo dejaba inquieto. Consideró ponerlo a nombre de Hinata que aún no terminaba la universidad pero que de esa forma podría decidir cómo quisiera. Esa era la opción más viable. Aunque él que su hija estuviera metiendo sus narices ahí antes de tiempo, no le agradaba del todo.

Tiró el cigarrillo en el suelo, pisándolo con la suela de su zapato pulcramente lustrado, para apagar el fuego. Respiró profundamente mientras intentaba pensar su postura, se dirigió hacia el ascensor, accionando el botón para descender al piso de abajo, el piso 30, donde estaba su oficina.

Visualizó a su secretaria saliendo de la sala de juntas y caminando rápido para atender el teléfono. Era relativamente nueva, había despedido a la anterior cuando Hana estuvo en sus últimos días. En vista de su error, algo necesario, se vio estresado en conseguir una nueva de inmediato. Los de recursos humanos la enviaron y agradeció que fuera lo suficiente capaz para adaptarse a su ritmo de trabajo con rapidez.

―Hiashi, para confirmar su reunión de las cinco.

El dueño de la empresa miró su reloj de mano deteniéndose unos segundos junto al escritorio. Eran las tres, no esperaba que la junta directiva demorara tanto.

―Confírmala.

Sin más siguió su camino hasta adentrarse a la sala de juntas que estaba al fondo del pasillo a mano derecha. Rodeó la mesa hasta que alcanzó la silla que encabezaba la mesa. Abrió la carpeta que había ahí, viendo las estadísticas y los números de las ventas del último trimestre de la empresa. Tomó el vaso de agua que estaba cercano y dio un largo trago. Se movió inquieto, observando su reloj. Odiaba que lo hicieran esperar, aunque aún quedaban diez minutos para que empezara la junta. Pensó que había tenido el tiempo suficiente de fumar otro cigarrillo.

La puerta de entrada se abrió y el Hyūga alzó los ojos, viendo a las dos personas ingresar y detenerse ante su mirada. Hiashi frunció el ceño completamente fastidiado ante lo que veía. Su mirada viajó de ambos individuos y se levantó sobresaltado.

― ¿Qué creen que hacen aquí? ―Torció la boca, no estaba de humor para tolerar cualquier cosa. ―No deberían estar aquí, así que háganme el favor de irse, la junta está por empezar.

―Sí, lo sabemos, hemos venido para eso.

―Deja de decir estupideces Hinata, retírense.

Hinata Hyūga, la futura heredera de Hyūga Enterprise, lo miraba con cierta duda en sus ojos. La furia de su padre era latente, casi podía sentirla en toda la sala. Miró a su lado derecho encontrando unos orbes malva similares a los suyos, que le brindaron cierto valor, el suficiente para no retroceder ante el dueño de la empresa.

―Nosotros tenemos el derecho de estar aquí.

Hiashi observó con la ira burbujeando en la boca de su estómago a su hija y a su sobrino, Neji Hyūga, que jamás habían pisado la empresa en su vida, hasta ese momento. Justo cuando pensó en decirles algo más, la puerta se abrió de nuevo y dos de los socios ingresaron a la sala, sorprendiéndose al verse bloqueados por los dos Hyūga que tapaban la entrada.

Hinata tiró de la manga de su primo para que se movieran y tomaran asiento en la mesa, en la parte más alejada de su padre. Los socios que había llegado tomaron asiento saludando. Enseguida llegaron el resto de los accionistas uno detrás del otro. Hiashi dio inicio a la junta, ignorando la presencia de su hija y su sobrino, sin decir nada más. No iba a hacer una escena con las demás personas en la sala. Pero su ira no disminuyó en toda la junta. Observó a Hinata abriendo la carpeta del balance general de la empresa, leyendo los números, siguiendo sus palabras y susurrándole de vez en cuando cosas a Neji en la oreja, tal vez explicándole alguna terminología.

Tal acto le enfermó a niveles impensables. Jamás en toda la existencia de su sumisa hija, lo había desobedecido y mucho menos llevado la contraria. Por eso, el verla ahí imponiéndose y viéndose tan segura de sí misma solo alimentaba su mal humor.

Hiashi informó sobre las ventas de cada uno de los meses, las inversiones y los márgenes de ganancia. Además de los movimientos en los puntos de venta y como prontamente se expandirían, exportando su mercancía al continente Americano. Sus productos habían tenido una buena aceptación en Europa, por lo que buscaban llegar mucho más lejos. Una jugada arriesgada considerando que había mucha competencia en Estados Unidos, pero pensaba que era una buena opción al tener unos precios competitivos que podrían jugar a la par con las empresas de tecnología de ahí.

―Bien, con eso damos por terminada la junta ¿tienen alguna duda?―Habló el mayor de los Hyūga, viendo como todos negaban en respuesta. Observó su reloj, tenía que irse aún.

Pero antes debía arreglar un asunto. Esperó que todos los socios lo saludaran con un apretón de manos, lo felicitaran por su éxito y salieran de la sala. Justo cuando Neji y Hinata estaban por salir de la puerta decidió hablar.

―Hinata, no te atrevas a hacer algo como esto de nuevo. ―Habló más como una orden que una sugerencia o una advertencia.

Solo miraba a la fémina, realmente siempre había considerado a su sobrino como una carga con la cual se vio obligado a cargar. Además que su incapacidad de comunicado lo hacían ignorarlo aún más. Como si no fuera digno de su atención o de mirarlo a la cara. Jamás es como si hubiera sido relevante mirarlo. Había sido idea de Hana que fuera a su casa y cuidarlo, porque era su deber. Jamás entendió a su esposa con esa sensación de protección.

―Lo siento padre, pero como te dije, nuestra presencia será más presente en la empresa desde ahora.

―No te atrevas a desobedecerme.

―Tenemos el derecho de estar aquí y más Neji-onichan. ―Observó a su primo a su lado que solo mantenía la mirada fija en el dueño de la empresa.

― ¿Por qué dices algo tan estúpido como eso? ¿En qué te basas para hacerlo?

Hiashi se acercó hasta ellos, encarando a su hija que aunque su mano demostraba que temblaba por estar enfrentando por primera vez a su padre, se mantenía en su lugar sin apartar su tímida mirada de la imponente que le dedicaba en ese momento.

Hiashi observó cómo los labios de su hija se movieron y se rio ante lo que había escuchado, que era completamente absurdo. Miró, por primera vez en años a la cara al que era su sobrino con la burla presente en su rostro. Debían estar jugando, pero la expresión fría y dura de Neji, junto con la de Hinata que demostraba que no jugaba, lo hicieron fruncir el ceño.

La confusión e ira se hicieron presente, aunque cuando estuvo a punto de decir algo el teléfono de la sala de juntas sonó. Se acercó para responder, era su secretaria que le informaba que su vehiculo había llegado para llevarlo a su siguiente reunión. Colgó, pasando a lado de su hija y chocando con brusquedad el hombro de Neji, salió del lugar hecho una furia.

Pasó de largo sin ver a su secretaria que intentó decirle algo, descendiendo por el ascensor hecho una furia. ¿De qué mierda estaba hablando Hinata? Intentó pensar lógicamente en aquella situación pero nada vino a su cabeza. ¿Cómo que socio de la empresa? Neji no tenía en que caerse muerto, él lo mantenía desde hace años. No pudo entrar invirtiendo ningún dinero y Hinata no pudo ayudarle de ninguna forma. Le dio vueltas una y otra vez en su cabeza.

Tomó la manija del auto listo para subirse, pero una idea llenó con fuerza su cabeza. La sensación de incomodidad lo invadió, un hueco en su estómago de que todo estaba realmente mal. Regresó sobre sus pasos, sorprendiendo a su secretaria de verlo ahí.

―Cancela la cita. ― Mencionó sin más, adentrándose a su oficina.

Tenía que llegar al fondo de esto de una vez, no podía mantenerse tranquilo ante la incertidumbre. Sobre a que se refería su hija, tenía un mal presentimiento, por lo que quería desechar la idea que estaba considerando. Se sentó en la silla detrás de su escritorio y movió el mouse de su computadora para activarla de nuevo.

Levantó el teléfono de su oficina marcando el número que se sabía de memoria y escuchando el sonido de marcando un par de veces hasta que escuchó una voz al otro lado saludando.

―Necesito que me mandes los registros actuales de los socios de la empresa, lo necesito ahora.

Sin esperar una respuesta colgó, no quería una plática innecesaria. Era una orden para que fuera entregada en el menor tiempo posible. Por ser un hombre importante contaba con una gran cantidad de contactos que de cumplir con sus peticiones en el tiempo establecido eran recompensados. Por lo que su conocido en el área financiera podría conseguirle la información que necesitaba. Tamborileó sus dedos en el escritorio, esperando sin mucha paciencia al respecto. Permaneció de esa forma un par de minutos, hasta que un sonido llamó su atención a la pantalla. Le había llegado un correo con la información necesaria.

Sintió la energía drenarse de su cuerpo mientras la perplejidad seguida de la ira embriagando su organismo. La lista de socios mayoritarios y minoristas se desplegaba en la pantalla y más abajo el registro de traspaso de las acciones de su esposa. El entendimiento lo golpeó en la cara con fuerza.

El nombre de Hana Hyūga había sido remplazado por el de Neji Hyūga.

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Neji se quedó de pie viendo como su tío había salido del lugar llevándose la tensión del ambiente con él. Suspiró, dejando salir el aire que había contenido. Sujetó el brazo de su prima para consolarla, ya que el que se enfrentara a su padre por él era algo que jamás había pasado. Siendo tan tímida e indecisa, ese había sido un gran paso.

―Necesito ir al baño, te veo en la recepción. ―Le informó Hinata, saliendo de la sala y dirigiéndose al baño más cercano.

El Hyūga se quedó de pie, sintiendo la tensión dominando su cuerpo y la adrenalina. Recordando la mirada asesina que Hiashi Hyūga le había dedicado, sin recordar cuando fue la última vez que se había fijado de su presencia. Realmente Neji no había querido estar ahí, sometiéndose a una situación como esa, donde fuera el centro de atención de su tío. No era por miedo, no le temía de ninguna forma. Sino el estrés de verse implicado en el negocio familiar, con los recuerdos de su padre lo dejaban intranquilo, incómodo y sin saber qué es lo que se suponía que tendría que hacer de ahora en adelante.

Se había mantenido toda su vida solo existiendo, haciendo lo que se suponía que debía hacer, sin una dirección en concreto. Tenía unas expectativas muy bajas, una vida tranquila y un trabajo que le brindara el suficiente dinero para salirse de esa casa.

Sin embargo, jamás se imaginó que se viera implicado en el negocio familiar.

Por eso cuando, un mes atrás, Hana Hyūga le enseño los papeles donde demostraba que él era el nuevo accionista de Hyūga Enterprise, no salió de su asombro. Negándose rotundamente al inicio, pero cediendo al ser la última voluntad de Hana. Que fuera participe, al menos de un sector minoritario, de una empresa que le pertenecía. Sin poder oponerse lo aceptó. Hinata lo ayudaría a entender todo lo relacionado a la empresa.

Se vio obligado, ese día, a vestir un traje azul oscuro con una corbata a juego, sintiéndose tan fuera de sí mismo. Hinata había insistido que debía verse presentable al ser un accionista. Le había hecho el nudo de la corbata apretado. Por lo que lo aflojó al verse solo. Quería llegar a su cuarto y deshacerse de tanta formalidad.

Suspiró una última vez y salió caminando por el pasillo, para poder alcanzar el ascensor que lo dejara en la recepción, donde se encontraría con Hinata. Al terminarse el pasillo visualizó el escritorio de presidencia y visualizó la puerta de madera que daba paso a la oficina de Hiashi Hyūga. Cuando habían llegado aquel escritorio estaba vacío, por lo que tuvieron que preguntar a una persona de limpieza donde estaba la sala de juntas.

Caminó un par de pasos más, acercándose al escritorio y observando la cabellera de la que era la secretaría del dueño de la empresa. Su presencia fue detectada, haciendo que la mujer levantara la mirada de los papeles que tenía enfrente, hasta que sus ojos se cruzaron.

Sus extremidades se paralizaron por completo, deteniendo su caminar y su corazón brincó dolorosamente, sintiendo como su interior se desgarraba de la impresión. Su respiración se cortó y la sorpresa embriagando cada partícula de su ser.

Pensó que era una absurda broma de su cabeza, que tantas veces había hecho. Pestañeo una y otra vez, pero la visión seguía ahí. Cabello largo y castaño caer por su espalda, piel morena, aquellos ojos que hasta ahora no pensó que recordara tanto, descubriendo que su imagen seguía tan presente en su cabeza, como si estuviera tatuada.

Su mundo se derribó en un momento, su confianza, calma y temple, rememorando cada una de sus pesadillas y aquellos pensamientos que hace años no tenía.

Sentada en el puesto de secretaria de presidencia estaba Tenten.

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