Fiesta de Compromiso (Parte 2).
POV. Alec.
— Gracias por apoyarme, querido esposo! — me reprochó, Magnus, cuando entre en la habitación.
— Vamos Magnus! Es ridículo!— dije con una sonrisa en mi rostro.
— Que?—
— Pelear solo por un vestido!—
— No es por el vestido, Alec!—
— Entonces!?...—
— Vas a premiarla por comportarse mal?—
— No solo puedes ponerle un castigo cualquiera como con los niños normales?—
— Dime una sugerencia!...—
— No lo sé. Algo como quitarle la televisión.—
— No es suficiente, Alec!—
— Seria mejor que discutieras esto con ella.—
— Bien! Creo que sera mejor.—
********
Alguien intento abrir la puerta con flores fucsias.
— Por que esta cerrado con seguro Lana?...— se escucho la voz de su papa, al otro lado de la puerta.
— Mierda!— espeto la niña.
— Wou, cuida tu vocabulario!— la regaño su hermana mayor.
— Papa no debe saber que tu estas aquí, y que trajiste todo esto, o si no los dos estaremos ayudando a Margory durante un mes!— susurro un poco fuerte.
— Lana?...— volvió a preguntar su padre.
Los niños Lightwood-Bane pensaron rápido. Escondieron el tazón de cereal y el vaso vacío debajo de la cama, y el hermano mayor se escondió en el baño.
— Hola!— espeto contra su padre al abrir la puerta.
— Quería hablar contigo!— intento explicar su papa.
— Vas a castigarme con no ir a la fiesta?— pregunto la castaña.
— Te daré tu vestido, y el castigo se disminuye a una semana...—
— Gracias Papi!—lo interrumpió.
— Pero promete que no volverás a hacerlo!— termino
Ubieron unos segundos de silencio, mientras la niña pensaba su nueva sentencia.
— De acuerdo!— acepto
— Bien!— sonrió Alegre, Magnus.
Pero había un pequeño detalle y era que Lana, estaba cruzando sus dedos por detrás de su espalda.
— Ve por el!— le dijo su padre.
— No se donde esta!— explico la niña, lanzadole una mentirilla piadosa.
— Crees que no se que ayer lo buscaste!—
— Bien! Iré por el!— y salio corriendo hacia la habitación de sus padres.
— Ya puedes salir de tu escondite Max!— hablo Magnus, después de que Lana saliera.
Se agacho y sacó debajo de la cama el tazón y el vaso.
— Lo siento Papa!— dijo su hijo, saliendo de su escondite.
— Vaya que era cierto ese dicho de que los padres saben lo que hacen sus hijos.— dijo saliendo con una sonrisa juegetona en su boca.
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