{Clothing swap}


—¿Amor, estás listo?

Heath gruñía molesto frente al espejo de cuerpo completo mientras batallaba con el moño que Ciel le prestó para su traje: Uno parecido a los que se compra, traje beige con camisa azul, moño de tartán y zapatos negros.

Odiaba siempre tener que vestirse de un maldito arlequín bonachón solo porque las reglas de etiqueta para ese estúpido restaurante que cobraba chingos de almas para realizar una reservación. Lo peor es que ni siquiera la velada es para él y su novio, como castigo por casi matar a 90 estudiantes —de los que solo 15 han sido su culpa porque el resto fueron involuntarios tras como el autobús se volcó y estrelló contra la escuela.— le tocó hacer la reservación para la reunión de maestros. En el infierno y el inframundo no hace falta tanto secretismo, los grupos con sectas que se regodean para disfrutar las delicias de pertenecer a un grupo selecto que  puede ganar tanto a costa de desgracia ajena. Los humanos pierden tiempo en encubrir esas cosas, acá es diferente. Sin embargo no son lujo alguno que Heath hubiese anhelado.

A diferencia de Ciel, Heath jamás aspiro a ser aceptado por los demás, no le importaba no ser admirado por otros demonio por cumplir algunas de sus expectativas de lo que se esperaba en uno más; no aspiraba a ser un demonio acreedor de almas que se viera rodeado de los seres más poderosos.

Ese montón de profesores pedófilos satanistas huevones que gozan de sentirse tan importantes. Cómo odiaba sus risas y charlas de siempre. Se sienten de los grupos más importantes pero solo están encargados de la educación de futuras generaciones, eso a nadie le importa. Y creen que están a la altura de los demonios de la realeza.

Se mareaba de solo verse soportando a ese montón de cerdos pendejos.

—¡¿Y porqué que tengo que ir yo?! — le gritó enojado a Ciel que seguía en el piso de arriba alistándose para sus propios planes.

Las pisadas bajando escaleras y una maleta cayendo al suelo le avisaron que ya había llegado Ciel. Y se giró para hablarle y termino mudo.

—Porque a los demás profesores no les agrado cariño, lo sabes.

Ciel se amarró las agujetas de sus tenis deportivos. Incorporado en su pequeña estatura se podía apreciar mejor la ropa de la misma marca que consigue Heath para sus clases. Shorts verdes cortos que se ajustaban a sus cortas piernitas peludas, una camisa de mangas cortas roja junto a muñequeras y banda de la cabeza azules. Ciel se quejó de dolor con un «Ouch» cuando al ponerse la venda de la cabeza se pego en la frente tras estirarla demasiado. Después se acomodó las gafas.

—Además, me uní al grupo de ejercicio de Lia, la amiga de Estrella. ¿La recuerdas? — preguntó Ciel sacando de su maleta azul marino un folleto verde que le enseñó a la distancia, por lo que apenas Heath notó la foto de Animalia en un fondo verde con recuadros amarillos y rojos promocionando su programa de salud como manera de atraer el interés al proyecto Inusually.

Después de eso Ciel volvió a guardar el folleto.—. Es parte del programa para venganos y la concientización del cuidado del mundo y de nuestro cuerpo. Sé que somos pocos los monstruos veganos pero es lindo que empiezen a pensar en nosotros. ¿No crees?

Ciel al dejar su maleta se giró para ver al demonio amarillo con sus ojitos rosados enormes acompañados de un brillo y tierna sonrisa. No tuvo que preguntarle qué tanto veía contento. Ciel junto sus patas apenado y sonrojado le devolvía la sonrisa con la colita esponjosa agitada de alegría y amor.

Notando el moño desecho de Heath se aproximó a la escalera de madera que tenía junto a la pared para reparar más tarde un foco. Lo uso para acercarse a Heath y subirse en el para estar a su altura.

—Permíteme. —. Y le anudó su moño. Algo rápido y sencillo con su experiencia. Se conectaron en una sonrisa al alzar ambos la vista.

Tantas ganas sentían de besarse.

Darse cariño y no tener que salir a hacer cosas separados.

El demonio amarillento imponente cargó al licantropo en sus enormes garras. Se lo acercó al cuerpo para poder abrazarlo y esconder su rostro en el cuello blanco y suave de Ciel, él reía por las cosquillas de la respiración del demonio y los cuernitos que salían de su rostro picandole suavemente. Algo que con el tiempo dejo de serle incómodo.

Ciel con ternura se aferró al abrazo, sabiendo como era su demonio que desde niño hacia la misma estrategia de berrinche y convencimiento.

—Hmmm... No quiero ir. — se quejó Heath sin despegarse del cuello de Ciel y plantandole un beso.

—Vamos. No sigas con ésto. — le pidió Ciel entre risas sintiendo su rostro arder y corazón acelerarse.

—Quiero salir a hacer algo contigo.—. La cola de Heath se movía de lado a lado mientras gruñía suavemente pegado a Ciel.

El licantropo paso saliva arrpenetido, sintiendo como inconsciente o con alevosía su novio encajaba una daga a su corazón con esa frase. No podía ser tan tonto como para olvidar que recientemente desalojaron a unos vecinos que compartían renta de un departamento al lado porque resultaron haber tenido un hijo híbrido.—No los volvieron a ver luego de ser llevados por las autoridades.—. Sin embargo Heath había aprendido a dejar de insistir con lo mismo. Él sabía lo que sentía, aún si jamás se lo dijo.

Ciel apoyo sus patas en el pecho de Heath para separarse de él. Se miraron. Juntaron sus frente con ojos cerrados. Respiraron al mismo tiempo con mucha calma.

—Lo sé — respondió Ciel.—, por eso tengo que ir apoyar a Estrella.

Sostuvo las mejillas del demonio entre sus patas. Éste le devolvió la sonrisa.

Heath bajo de vuelta a Ciel al suelo quien fue a recoger su maleta.

—Bueno, ya me voy.

—¿Llevas todo? ¿No cargas con agua?

—No, le compraré a Lia llegando con ella, así ese dinero se va a Inusually.

Tuvo dificultades para cargar la maleta pesada, pero pudo llevarsela hasta la puerta.

—Seguro cuando vuelva tú ya te habrás ido, así que te veré al despertar mañana. Bye Heath. —. Se despidió el licantropo con una sonrisa y cerrando la puerta de su estatura detrás suyo.

Heath se despidió igual con una sonrisa y la mano alzada. La bajo en cuanto Ciel se fué. Su sonrisa también la borró.

No era tonto y aunque admiraba la confianza que le tenía Ciel a la ángel Estrella sabía que por mucho que se esfuerce la gente no dejará de verlos raro cuando salgan juntos de la noche a la mañana.

Su futuro dependía de manos ajenas ahora, y eso no le gustaba.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top