13. ¿Energía? ¿Poderes?

Estamos en la habitación mis compañeras y yo estudiando. Es muy agradable compartir mesa con mis amigas. La mesa es una pieza única que forma un ángulo recto. Un tramo está apoyado contra una pared y otro tramo contra la otra, que tiene la ventana. En el tramo de la pared, a mi izquierda, está sentada Dara. En el centro estoy yo y a mi derecha está Martina.

Aunque estudiar no me gusta, me encanta esta sensación de estar con estas chicas y tener que estar estudiando lo mismo. Además, con los días movidos que solemos tener se agradece poder disfrutar de un poco de calma y de silencio. Estar aquí sentada al final del día se agradece mucho.

La verdad es que llevo un ritmo de vida frenético, la Universidad al lado de esto no era nada. Allí sólo tenía que estudiar y poco más. Creo que no voy a aprobar los exámenes ni de broma, de hecho estoy pensando que ni siquiera me voy a presentar. Esto es una oportunidad por cada diez mil personas y aún por encima son cada doce años. Es probable que no vuelva a competir otra vez. Así que quiero aprovecharlo bien. Decidido, voy a pasar de la Universidad. Seguro que mis padres entienden que me demore un año. A pesar de todo, cuando tenga tiempo me acercaré por allí. Ya tengo algunos amigos y no los quiero perder de vista.

Martina se levanta y se dirige a la nevera. Saca una botella de agua y se pone a beber. A nosotras no nos importa compartir botella, las cogemos indistintamente. Con la botella en la mano, se sienta en el fregadero de la cocina, con las piernas colgando, mirando hacia nosotras. Al notar su movimiento, me retiro un poco de la mesa y me apoyo contra el respaldo de la silla, inclinando mi cuerpo hacia atrás con las manos detrás de la cabeza.

—¡Uf…! —resoplo.

Dara gira la cabeza y nos mira. También se retira del estudio.

—¡Qué cansancio!, ¿Verdad? —dice Martina desde la mesa.

—Sí. Estoy hecha polvo —contesto.

—Yo también —se suma Dara.

—Me duele todo —me quejo.

—Normal, estamos entrenando durísimo –Martina es la única atleta de deporte normal en la sala. Está acostumbrada a estas cosas—. Tenéis que estirar más a menudo, os ayudará bastante a tener menos molestias.

—Es verdad… —contestamos Dara y yo al unísono.

—¿Sabéis qué? —Martina se anima de repente y se baja de la mesa de un salto. Se gira y posa la botella de agua en la repisa—. Vamos a estirarnos. ¡Venga!

Martina da una palmada y nos hace un gesto para retirarnos a la zona donde están las camas encabezando ella el grupo.

—Vamos —me dice mientras me coloca en el suelo—. Abre las piernas. Siguiendo sus instrucciones separo las piernas. ¡Qué dolor! Casi no puedo abrirlas. Tengo visto a Martina estirarse. Ella puede abrir las piernas por completo, se nota que es gimnasta. Yo sin embargo estoy aquí toda atascada, parezco un muñeco de plástico... o de madera. La gimnasta se apoya en mi espalda y me empuja levemente hacia delante.

—¡Ay! —esto duele.

—Vamos, tranquila —Martina me empuja despacito. Es muy amable, siempre nos ayuda con este tipo de cosas. El otro día nos enseñó a dar masajes. Sabe muchas cosas que nos vienen genial.

—¿Habéis pensado ya en qué pruebas queréis competir? —pregunta Dara mientras se estira en la cama.

—¡Uf…! —se queja Martina—. Ni siquiera sé todos los deportes que va a haber.

—Yo tampoco —contesto desde abajo.

—Ni yo —Dará se suma…—, pero más o menos. Quiero decir, yo por ejemplo me gustaría participar en una prueba de agua, natación o algo así. También me gustaría probar carrera y alguna que sea combinada, algún deporte de equipo. Yo quiero participar en algún deporte de equipo seguro.

—Yo también. —La postura que tengo ahora mismo es imposible.

—¡Y yo! Habíamos dicho que teníamos que hacer un equipo nosotras. Sigue en pie ¿verdad?

—¡Claro! —contestamos Dara y yo.

—Tenemos que enterarnos qué tipo de deportes de equipo va a haber para inscribirnos.

—Por cierto, ¿os habéis enterado de la nueva? —pregunta Dara.

–¿El qué? –inquiere Martina.

—Pues que viene una nueva.

—¿Al campus? —Martina va soltándome poco a poco, para dejarme descansar.

—No, no. Aquí. A la habitación.

—¿A la habitación? ¡No lo sabía!  –La noticia me deja sorprendida.

—Ni yo. No tenía ni idea —dice Martina.

—¿Sabes su nombre?, ¿De dónde viene? —pregunto.

—No tengo ni idea —contesta.

—¿Cómo lo has sabido? —pregunta Martina con mucha expectación.

—Me lo dijo mi profesor de Energía. Me dijo que os avisara.

—¡Es verdad!, ¡Hoy tuviste prácticas! —exclamo. Mis compañeras y yo compartimos gran parte de las clases y entrenamientos. A veces tenemos prácticas u otras modalidades en grupos diferentes—. ¿Y qué tal ha ido?, ¿Qué te han enseñado?

—Es verdad, ¡cuéntanos! —Martina espera una explicación sentándose en la cama de enfrente a Dara—. ¿Qué has hecho?, ¿qué te han enseñado?

Tenemos tantas actividades que a veces no tenemos mucho tiempo para contarnos cosas.

—Uf… —comienza Dara—, he hecho algo que es increíble. Ya veréis cuando lo hagáis vosotras.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top