Epilogo
Seis meses después
—¡Esto no puede ser! Es demasiado rápido, debe ser un error —exclamo alarmada.
—Kat, el doctor ya te lo dijo. No es ningún error —confirma Stephanie.
—Pues ese doctor debe de estar equivocado, seguro bebió de más antes de venir a su consultorio y por eso confundió las pruebas.
—Señora Katherine Evans, puedo asegurarle que no he tomado ni una gota de alcohol y que no he cometido ningún error: usted está embarazada —dice el doctor que está sentado en si escritorio frente a nosotras y se ve algo irritado.
Estoy perpleja, no puedo creerlo. Hace unos días me sentí un poco mareada después de volver de un vuelo de España. No le tomé mucha importancia hasta que vomite después almorzar un emparedado de pescado en la cena y Taylor me aconsejó que me hiciera unos exámenes para asegurarnos de que todo estaba bien.
Hoy vine con Stephanie a buscar los resultados y resulta que estoy embarazada. ¿Pero cómo pasó esto? Es decir, si sé cómo pasó pero ¿Cuándo?
Mi Amelia imaginaria aparece en mi mente lanzando confeti por todas partes y brincando de la alegría por la noticia.
—¿Y cuánto tiempo tengo de embarazo? —pregunto ansiosa.
—Pues unas tres semanas más o menos —responde el doctor.
¡Tres semanas! ¿Dónde estábamos Taylor y yo hace tres semanas? Enfoco mi mente intentando recordar. Creo que fue cuando nos quedamos en la suite del hotel de Nueva York para celebrar el éxito que estaba teniendo. Tomamos Champán, nos bañamos en el jacuzzi y luego…
—¡Claro! —exclamo al recordarlo, provocando que tanto Stephanie como el doctor me miren con curiosidad.
—Bueno, ya tenemos que irnos. Muchas gracias por todo doctor.
Stephanie se pone de pie y me toma del brazo para que haga lo mismo. Salimos del consultorio y llegamos caminando hasta mi auto, bueno ella prácticamente iba arrastrándome, yo aún estoy procesando la noticia. No es que no esté feliz por este embarazo, pero no lo esperaba. Había muchas cosas que quería hacer antes de tener un bebé.
—Kat, no puedo créelo ¡Vas a ser mamá! —grita emocionada una vez que estamos dentro vehículo—. Tenemos que decírselo a todos, hacer una fiesta con toda la familia y…
—Espera, espera Stephanie. Aun no puedo decírselo a todos. —La freno.
La idea de contarle a todos me aterra, sobre todo por mi trabajo. Si papá pensaba que no debía ser piloto por ser mujer, mucho menos querrá que continúe siéndolo si estoy embarazada. Seguro me dirá que debo renunciar para dedicarme a cuidar a mi bebé y de paso tenga diez más, y mamá por supuesto lo apoyará. Pero Taylor, ¿qué pensará él? La verdad nunca hablamos de esto y tengo miedo de que esté de acuerdo con ellos.
—¿Qué? ¿Pero porqué no?—pregunta confundida.
—Porque… porque quiero contárselo primero a Taylor. Le daré una gran sorpresa y no quiero que nadie vaya a arruinarla. Así que por favor Stephanie, no se lo cuentes a nadie y mucho menos a James —le suplico.
—De acuerdo, te prometo que no diré nada. —Junta sus dedos índice y pulgar y los pasa por su boca como si estuviera cerrando un zíper para reafirmar su promesa.
Unos días después estoy en mi helicóptero con el casco y los audífonos puestos, y con Taylor a mi lado como mi copiloto. Después de pensarlo y analizarlo muchas veces me di cuenta de que estaba siendo una tonta.
Mi esposo siempre me ha apoyado en todo y estoy segura de que esta no será la excepción. Él más que nadie sabe lo importante que es volar para mí y jamás me pediría que renuncie a mi sueño.
Animada por llegar a esa conclusión decidí organizar un viaje en helicóptero hacia nuestro departamento en Austin donde preparé todo para contarle la noticia. Cuando estamos listos voy a encender el motor pero él me pide unos segundos para contestar su teléfono.
—Ya te lo dice Matilde, te quedaras en tu casa y fin de la discusión —dice algo molesto y luego cuelga.
—¿Qué pasó? —pregunto intrigada.
—Es mi secretaria. Tuve que obligarla a no volver al trabajo —contesta más animado.
—No entiendo, ¿la despediste?
—No. Es que está en cinta y decidí que lo mejor es que pase el resto de su embarazo en su casa, pero ella se niega. Aún cuando me ofrecí a seguir pagándole su sueldo completo sin deducciones, ¿puedes creerlo?
En este momento mi corazón da un vuelco al escucharlo. Mis más grandes temores se hacen realidad.
—¿Entonces tu crees que ella no debería seguir trabajando?
—En su condición, por supuesto que no. Entiendo que sea alguien responsable, pero la salud es primero y más si se trata de un bebe. El trabajo de oficina puede ser muy estresante y prefiero que esté tranquila en casa, ya contrataré una sustituta.
Si Taylor no quiere que su secretaria trabaje estando embarazada mucho menos querrá que lo haga su esposa. Se unirá a papá y mamá para convencerme de dejar de ser piloto y convertirme en un ama de casa. Con un gran dolor en el pecho enciendo él motor y pongo nos ponemos en marcha.
Su la sonrisa en su rostro me demuestra que no tiene idea de lo mal que me siento por lo que acabo de descubrir y eso me enoja, es más me pone furiosa.
—Sabes, eres un idiota —Le grito.
Nuestros auriculares con micrófono están conectados entre ellos, por lo que puede escucharme sin que le grite, pero no pude evitarlo.
—¿Qué? ¿Porqué me dices eso?
—No tenías derecho a enviar a Matilde a casa solo porque estaba embarazada. Estoy segura de que si ella dice que puede seguir haciendo su trabajo es porque es así —continúo sermoneándolo.
—Kat ¿ De qué rayos me estas hablando? ¿Por qué están tan molesta? —pregunta preocupado.
En ese momento hago una maniobra inclinando el helicóptero tanto como puedo, haciendo que a él se le escape un grito de terror. Eso le enseñará a no menos preciar a una mujer embarazada. Continuo moviéndome zic zac un par de veces y vuelvo a estabilizarlo cuando veo su cara de pánico. Mi Amelia imaginaria también está mareada, tanto que está a punto de vomitar.
—¿Acaso te volviste loca? —pregunta furioso— ¿Porqué diablos hiciste eso?
—¡Porque estoy embarazada! —grito al tiempo que algunas lágrimas empiezan a brotar de mis ojos.
—¡Qué!
—Sí. Y tu eres un machista que cree que una mujer embarazada no debe trabajar. Seguro me pedirás que renuncie como le estas haciendo a tu secretaria. —Intento controlar las lágrimas mientras hablo.
—¡Kat basta, yo no creo eso! Matilde tiene preeclampsia y su embarazo es de alto riesgo, por eso no quiero que continúe trabajando —me explica. En ese momento mis lágrimas cesaron.
—¿En serio? ¿Entonces no me pedirás que renuncie a mi sueño? —pregunto más calmada.
—Sí no pone en riesgo tu salud o la de nuestro bebe no, jamás lo haría. —Sus palabras me conmueven y me hacen sentir mal haberlo asustado—. Sé lo capaz que eres, Kat y nunca te pediría que dejes de volar… aunque después de mis últimas experiencias prefiero no volver a ser tu pasajero. —Eso comentario me hace sonreír—. Y si me disculpas necesito procesar la idea de que voy a ser padre.
Cinco años después
—Todos listos, abróchense los cinturones y prepárense para el despegue —le indico a mis pasajeros antes de poner el motor en marcha.
Empiezo a ascender mientras me despido de mi esposo y mi pequeño Taylor Leonard Junior. Miro a la familia de dos padres y tres niñas que están sentados en la parte de atrás disfrutando de las vistas del hotel.
Me costó mucho llegar hasta aquí; cuando le contamos a mis padres y a los de Taylor que estaba embarazada todos se opusieron a que continuara trabajando como piloto, pero fuimos firmes y los convencimos. Estuve pilotando en la aerolínea hasta los seis meses y mi intención era continuar haciéndolo después del parto, pero cuando vi a mi pequeño a los ojos supe que no podría separarme de él otra vez.
Decidí renunciar a la aerolínea poco después de dar a luz. Fue duro al principio , pero disfrutar de sus primeros pasos y sus primeras palabras lo comenzó todo. Sin embargo extrañaba volar, por lo que se me ocurrió una idea: dar paseos en helicópteros a los clientes del hotel. Taylor aceptó de inmediato y pronto lo pusimos en marcha.
Miro por última vez a mis dos personas favoritas antes de alejarme más del hotel, sabiendo que volveré a abrazarlos esta noche, pero lo que más me emociona es el pequeño copiloto que llevo en mi vientre.
Jamás pensé que mi vida se convertiría en un cuento de hadas, pero aquí estoy, volando entre las nubes, surcando lo cielos. Mi Amelia imaginaria aparece en mi mente con sus lentes de aviador, pilotando su antiguo avión a mi lado, mostrándome su sonrisa de orgullo.
No sé que nos depara el destino, pero sí se que con Taylor a mi lado puedo enfrentar lo que sea... y que pronto se unirán dos nuevos pilotos al clan Manson.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top