Capítulo 9

Creo que voy a desmayarme, las manos me sudan y las piernas me tiemblan; no puedo creer que todo esto esté pasando. Primero lo de esta mañana, y ahora abro los ojos y encuentro el rostro Taylor a unos pocos centímetros del mío; y mi forma de reaccionar es saltando sobre él y aplicarle una llave de lucha libre; incluso pude sentir sus labios rozar los míos ¿o es que acado lo soñé? ¡Ay Dios, no lo sé!

Luego me entero de que escuchó todas esas cosas vergonzosas que dije mientras dormía y, para empeorarlo todo, me dice que soy hermosa. Siento que estoy en la dimensión desconocida.

«Tranquila Kat, no dejes que sepa que te afecta, contrólate

Mi Amelia imaginaria está sentada en el suelo con las piernas cruzadas, meditando en modo Zheng, con una vela de incienso encendida. Ya quisiera yo poder estar así de calmada en esta situacion, odio sentirme tan vulnerable.

—¿Y para qué me dices eso? ¿Qué te hace pensar que me importa lo que pienses? — le espeto.

Espero estar haciendo un buen trabajo tratando de ocultar el rubor de mis mejillas y el temblor de mis piernas, por que la verdad es que siento que voy a explotar en cualquier momento.

—Parecía que te importaba mucho en tu sueño —me dice en tono burlón.

—No seas arrogante, ¿quién dice que soñaba contigo?

—Dijiste mi nombre. —me recuerda encarnando una ceja. Una media sonrisa se dibuja en sus labios.

—No hablaba de ti, conozco a otro Taylor —mentí.

—¿Ah sí? ¿Y de quién se trata?

—No lo conoces, es un amigo. —Intento evitar mirarlo a los ojos todo el tiempo.

—¿Cuál es su apellido?

Al ver que está decidido a humillarme exploto.

—Esto es ridículo, no voy a caer más en tu juego. Escúchame bien, lo único que quiero de ti es que me dejes en paz. No soy como TODAS las otras chicas de las que tanto alardeas. Sé que estas acostumbrado a que las mujeres caigan a tus pies como moscas en el azucar, pero entiende esto de una vez: tu a mi no me interesas en lo absoluto. —Lo apunto con el dedo mientras trato de ser lo más firme y convincente posible.

—De acuerdo, de acuerdo, solo bromeaba contigo, piloto Manson. Creo que ambos estamos agotados así que lo mejor es que nos calmemos y volvamos a dormir, ¿te parece?  

Asiento con la cabeza y vuelvo a recostarme en el mismo lugar que antes con toda la intención de volver a dormir... o al menos a intentarlo.

Ya han pasado dos días desde el incidente de las sanguijuelas y cada uno ha sido más incómodo que el otro. En serio, apenas si puedo mirar a Taylor a los ojos y evito a toda costa el contacto físico con él, ya que solo un pequeño roce hace que se me erice la piel; esto es lo que debe de sentir Stephanie cada vez que ve a mi hermano James y es horrible, no sé como lo soporta. Desde este momento prometo nunca mas burlarme de ella.

Hoy decidimos caminar unos cuantos kilómetros más de lo que habíamos recorrido anteriormente en busca de algún indicio de civilización. Nos vamos haciendo paso entre la maleza y, a medida que avanzamos, marcamos el camino enterrando ramas en la tierra para no perdernos.

El sol está en su punto más alto, lo que hace que el torso de Taylor, apenas cubierto por una camiseta sin mangas, brille por el sudor; eso y su nueva barba incipiente hace que mi corazón lata a un ritmo poco saludable. Llevamos casi treinta minutos caminando y no hemos dicho una sola palabra en todo el trayecto.

—¡Ya es suficiente, esto tiene que parar! —exclama Taylor deteniéndose de repente y volteándose hacia mí.

—¿Y ahora qué diablos te pasa? —le pregunto genuinamente desconcertada.

—Tú y yo no podemos seguir así, la tensión entre nosotros se puede cortar con un cuchillo. —Su expresión es seria mientras habla—. No sabemos cuánto tiempo tendremos que estar aquí así que será mejor que hagamos algo para llevarnos mejor y que la convivencia sea mas... placentera —inquiere.

—¿Y qué sugieres? —le pregunto con los brazos cruzados y alzando una ceja.

—Sentémonos allá —me dice señalando una gran roca a pocos metros de nosotros—. ¿Qué tal si tratamos de conocernos un poco? Tenemos casi tres días aquí y apenas sé tu nombre. —Caminamos hasta la dichosa roca y tomamos haciento en ella— Vamos, dime algo de ti que no sepa —me insta con una sonrisa sincera en los labios.

Sus intenciones parecen honestas, pero yo aún tengo mis reservas. Aunque supongo que tiene razón, tal vez sí deberíamos conocernos un poco más el uno del otro.

—De acuerdo —digo con un suspiro de rendición—. ¿Qué quieres saber?

—¿Tienes hermanos o hermanas?

—Tengo cinco hermanos varones—respondo— ¿y tú?

—¡Wow! esos son muchos hermanos  —inquiere sorprendido—. Yo no tengo, soy hijo único. Y dime ¿Qué tal es ser una piloto a tan corta edad? Porque no creo que tengas más de veintidós, ¿o sí?

En cuanto lo menciona siento que la culpa me golpea justo en el pecho como si fuera un , pero no creo que sea un buen momento para decirle que legalmente no soy una piloto certificada.

—Sí, es genial... ya sabes, es la tradición familiar —le respondo nerviosa—. ¿Y tú desde cuando eres... qué se supone que eres exactamente?

—Soy el vicepresidente de la cadena hotelera de mi padre. Justo iba a atender unos negocios en nuestro hotel de las Bahamas cuando nos quedamos varados aquí.

Nos quedamos sentados en esa roca por más de dos horas hablando y riendo. Taylor resulto ser gracioso e inteligente a la vez, y para nada el completo idiota que creí que era. En un momento de risas nuestros dedos se tocan por accidente y vuelvo a sentir esa corriente eléctrica, pero ésta se siente mucho más agradable que veces las anteriores.

—Eres una chica interesante, Katherine Manson —me dice sonriendo mientras se saca extraños frutos rojos del bolsillo y los deposita en su boca.

—¿De dónde sacaste eso? —le pregunto un poco inquieta.

—De un árbol por el que pasamos hace unas horas —me dice con los labios un poco hinchados y manchados de rojo por el líquido de la fruta—. ¿Quieres un poco?

—No, y no creo que tú deberías comerlos tampoco —le advierto.

—¿Por qué no? Son deliciosos y hace mucho que no comemos nada.

—Porque creo que son... —En ese mismo instante sus ojos se ponen en blanco y cae al suelo sin previo aviso— venenosos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top