Capítulo 33 (final)
Me quedo parada mirando el rostroesconcertado de Taylor y hago mi mayor esfuerzo para no estallar en carcajadas, mi Amelia imaginaria por su parte finge un desmayo muy teatral al escuchar mi respuesta.
Desde la última vez que nos despedimos me he sentido como si faltara una parte de mí. Es cierto que hablamos por teléfono y tratamos de que la distancia no nos vuelva a afectar, pero es inevitable sentir la ausencia. Eso sumado al incidente con Joe me han hecho sentir devastada.
Pero hora Taylor está aquí, en mi puerta, diciéndome que quiere casarse conmigo; nunca he sido una persona romántica, pero esto es como un hermoso sueño hecho realidad.
Quiero torturarlo un poco más con mi actuación pero... ¡Demonios, Ya no puedo resistirme!
—No aceptaré casarme contigo a menos que lo pidas de la manera correcta. Quiero verte de rodillas con un ramo de flores en una mano y un anillo en la otra —le digo con los brazos cruzados y fingiendo enojo—. Puede que sea una chica ruda, pero sigo siendo una chica.
—Tú... ¡Te mataré! —dice soltando el aliento que tenía contenido.
—Para eso tendrás que atraparme primero —le digo entre risas tratando de alejarme para que me persiga, pero él toma por el brazo y me atrae hacia él.
—¿A dónde crees que vas? ¿Cómo pudiste hacer algo así? Casi me desmayo —dice poniendo sus brazos alrededor de mi cintura.
—¿Y tú cómo pudiste ser tan tonto como para créelo? Nada me haría más feliz que ser tu esposa.
—¿Lo juras?
—Lo juro —le digo con una sonrisa.
Nos empezamos a besar tiernamente al principio pero sus manos empiezan a subir y bajar por mi cuerpo haciendo que mi sangre se caliente. Me separo por un segundo de él para cerrar la puerta del apartamento y enseguida volvemos a besarnos. Empiezo a caminar por el apartamento guiándolo a mi habitación y cerrando la puerta tras nosotros.
—Hola, ¿Kat? —Escucho la voz de Laura desde la sala—. Creo que tú y tu novio necesitan un poco de privacidad así que voy a dar una vuelta. No tienes que responder si estás ocupada. Adiós. ¡Ah! Y felicidades por la boda.
La escucho abrir y cerrar la puerta pero ni siquiera nos inmutamos. Continuamos besándonos acaloradamente, él desvistiendo a mí y yo a él. Con su traviesa lengua comienza a lamerme el lóbulo de la oreja haciendo que se me escapen gemidos de placer, luego poco a poco comienza a bajar por mi cuello, mis pechos, mi ombligo y antes de que me dé cuenta estoy tirada en la cama con su cara en...
—¡Oh por Dios Taylor! —exclamo de placer.
Cuando ya estoy a punto de ebullición él se introduce dentro de mí y nos gira a ambos quedando yo arriba para así tomar el control. Pongo mis manos en su pecho para apoyarme y empiezo a moverme despacio para poder acoplarme a la nueva posición, según van aumentando mi confianza y mi excitación también lo hace la velocidad de mis movimientos; cuando ya no puede más Taylor me sujeta de la cintura y comienza a moverse rápidamente dentro de mí hasta que ambos explotamos de placer.
Me despierto con los rayos del sol en mi cara y escuchando el sonido de una ruidosa alarma en mis oídos.
—Buenos días dormilona, es hora de despertar —Taylor entra en la habitación con una bandeja repleta de deliciosa comida recién hecha, pero tengo tanto sueño que ni siquiera el olor de las galletas de la abuela podrían levantarme de la cama.
—No, quiero seguir dormida —le digo cubriéndome de pies a cabeza con las sábanas.
—Vamos despierta, son las ocho en punto —dice insistiendo.
— ¡¿Qué?! ¡¿Las ocho?! Pero ni siquiera tengo que trabajar hoy, ¿por qué me despiertas a esta hora? —exclamo entre las sábanas.
—Porque hoy es el día de nuestra boda, ¿lo olvidaste? —«¡Oh Dios la boda!»Me deshago de las sábanas como puedo. Todo atisbo de sueño se ha esfumado en este momento—. Así que come tu desayuno rápido antes de que ellos lleguen —dice colocando la bandeja en una mesita de noche y pasándome un plato con tostadas francesas y un vaso de jugo de toronja.
—¿Ellos? ¿Quiénes son ellos? —pregunto mientras como mis tostadas. Justo en ese instante escucho unos insistentes golpeteos en la puerta.
Taylor se lleva un dedo a los labios en señal de que haga silencio.
—No hagas ruido, ya están aquí —dice susurrando.
—Kat, Taylor, sabemos que están ahí, abran la puerta. —La voz de mi madre exigiéndonos salir me recordó quienes son "ellos".
Mamá, Stephanie y Magy me advirtieron anoche, después de que Taylor y yo decidiéramos que celebraríamos nuestra despedida de solteros juntos, que si no estaba en casa a las siete de la mañana en punto ellas mismas vendrían a buscarme; y cómo lo prometido es deuda aquí están.
—Ya estamos listos —digo abriéndoles la puerta después de atragantarme con las tostadas y el jugo, pero para mi sorpresa no solo mi madre y mis amigas están aquí si no también mis hermanos.
—Tú vienes con nosotras —dicen las chicas tomándome por el brazo.
—Y tú vienes con nosotros —dicen los chicos haciendo lo mismo con Taylor.
Estoy en la limusina con mi vestido de novia, peinado y maquillaje lista para llegar al altar. Stephanie va conmigo en el vehículo mientras todos los demás están en pista de aterrizaje de mi padre, que fue exquisitamente decorada por mi madre y un grupo de diseñadores expertos para realizar la boda. Mi vestido es de encaje recubierto sin mangas pero alto hasta el cuello, con falda estilo sirena y una cola modesta.
Mi Amelia imaginaria está vestida con una mini versión de mi vestido y, literalmente, está temblando y devorando sus uñas de los nervios. Si Stephanie no estuviera aquí yo estaría haciendo exactamente lo mismo.
—¿Cómo te sientes Kat? ¿Estás nerviosa? —me pregunta Stephanie.
—¿Quién? ¿Yo? ¿Nerviosa? —Respondo sobresaltada—. Noooo para nada, ¿por qué lo estaría? Solo estoy a punto de atarme a un hombre por el resto de mi vida, ¿quién se pondría nerviosa por eso? —le digo con una risa histérica y haciendo gestos frenéticos con las manos—. Bueno tal vez un poco —acepto al final.
—Escúchame —dice ella tomándome de las manos—, no te vas a unir a un simple hombre, te unirás al hombre que amas —me dice con voz dulce.
Recordar el amor que siento por Taylor hace que mis nervios se calmen y me sienta más confiada. La limusina entra en la propiedad de mi padre y conduce hasta dejarme frente a frente a la ceremonia donde todos me esperan.
Me bajo del vehículo con Stephanie ayudándome con la cola. Llego hasta mi padre quien me espera para entregarme en el altar y Stephanie va a tomar su puesto como dama de honor. Mi padre me sonríe y pone su brazo en jarra, yo me engancho de él y ambos comenzamos a avanzar por el pasillo decorado con pétalos de rosas.
Miro a ambos lados de los asientos y saludos a todos los presentes con la mano, los padres de Taylor, todos mis hermanos, mi madre y su esposo, los Smith, Loretta, quien está sentada junto al puesto que ocupará mi padre; incluso Rebecca, Sky y Maxine están aquí.
Al llegar al altar mi padre me entrega a Taylor y se despide de mí con un beso en la frente. Taylor está vestido con un esmoquin blanco, con camisa de algodón azul oscuro y corbata a juego. Me toma de las manos y ambos nos perdemos en los ojos del otro, sabiendo que desde ahora y para siempre estaremos unidos en cuerpo y alma.
Nos volvemos hacia el padre que empieza a citar las tradicionales palabras ceremoniales, a la hora de entregar los anillos James se acerca a nosotros sujetando a Peguie, que trae la cajita con los anillos atada a su lomo, por una correa. Nos los entrega y nos los ponemos el uno al otro pronunciado nuestros votos, después de eso el padre dice las palabras finales:
—Por el poder que me confiere la iglesia ahora los declaro marido y mujer, puede besar a la novia.
Nos besamos tiernamente y luego nos volteamos hacia nuestros invitados alzando las manos en señal de victoria. Bajamos del altar y empezamos a correr por las pista con los demás siguiéndonos, Taylor me guía por el área de aterrizaje hasta donde está estacionada un hermoso helicóptero blanco con franjas rojas que dice recién casados.
—¿Qué es esto? —le pregunto impresionada.
—Es tu regalo de bodas, ¿te gusta?
—¡Me encanta, es hermoso! —Lo abrazo con todas mis fuerzas y me volteo hacia el helicóptero. Hay un tipo parado junto a la puerta abierta del asiento de piloto; lo que me da una idea de quién podrá ser; decido no prestarle atención y concentrarme en quitarme los tacones, subirme un poco el vestido y correr a toda marcha hacia mi regalo.
—Hola mucho gusto yo soy Héctor y seré su...
—Ni de broma, ¡apártese de mi camino! —Lo interrumpo echándolo a un lado y subiendo al helicóptero para tomar mi lugar—. ¡Nadie más que yo volará este bebe!
El piloto mira a Taylor como si le preguntara si piensa hacer algo al respecto pero él solo se encoge de hombros y pone las Palmas abiertas arriba, luego corre hacia el helicóptero y toma asiento junto a mí como copiloto.
— ¿Alguna vez has volado uno de estos? —me pregunta en el oído.
—Me ofende tu pregunta —le digo fingiendo enojo—. ¡Hey chicas! ¡¿Listas para atrapar el ramo?! —les gritó desde el asiento y todas enloquecen.
Lanzo mi ramillete de rosas blancas hacia la multitud y, aunque todas hacen su mayor esfuerzo por atraparlo, es Loretta quien lo consigue sin hacer mucho esfuerzo. Con ese tema resuelto estoy lista para prender los motores e iniciar una nueva aventura.
—¿Y a dónde iremos esta vez, piloto Evans? —me pregunta dulcemente.
—¿Qué te parece si damos un paseo por las nubes? —le contesto mientras pongo en marcha el helicóptero con rumbo fijo hacia un nuevo destino lleno de posibilidades.
—Hola. Aquí. Aquí abajo. Eso es, hola a todos, ¡soy yo! Amelia Earhart, pero todos me conocen como Amelia imaginaria; nombre con el que nunca estuve de acuerdo por cierto; sé que no tuve muchos diálogos durante la historia, o mejor dicho ninguno, gracias a cierta persona, pero en fin. Cómo ya ven hemos llegado al final de la historia de Kat y Taylor, aunque en realidad sería el principio de no ser porque la escritora es muy haragana para seguir contándoles sobre ellos. Espero que la hayan disfrutado y se divirtieran. Fue un placer conocerlos a todos. Adiós.
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