Capítulo 23

—Confía en él, confía en él. —Es lo que me digo a mi misma mientras doy vueltas de un lado a otro en el apartamento de Taylor.

«Hace cinco minutos que se fue y ya me estoy volviendo literalmente loca. Taylor me prometió que solo sería una cena inofensiva, pero estoy segura de que esa fulana hará lo que sea para metérsele por los ojos.»

Me detengo por un momento y pienso, «¿será que esto es mi culpa? Digo, él claramente no quería participar en la subasta y hasta me hizo señas para que dijera que no a su madre pero, ¿qué podía hacer? ¿Decirle lo siento pero soy una egoísta y no quiero que mi novio ayude a recaudar dinero para su fundación? ¿Qué clase de impresión hubiera dado?»

Respiro hondo, tal vez no sea culpa de nadie, pero no pienso quedarme aquí de brazos cruzados. Me cambio de ropa rápidamente y llamo a un taxi, en cuanto llega le doy el nombre del restaurante que me dijo Taylor y le exijo que me lleve hasta allí lo más rápido posible.

Cuando al fin llegamos salgo del taxi y le pago al conductor. El restaurante tiene una fachada de cinco estrellas, con una entrada decorada con luces y flores silvestres. Camino hasta la puerta, pero una chica delgada, de baja estatura y piel pálida parada en el podio, me detiene antes de pueda dar un paso más.

—Bienvenida a "Le Moulin Bleu", ¿tiene reservación? —me pregunta la chica de pelo castaño con destellos dorados, casi tan corto como el mío, ojos claros y nariz pequeña con pecas, vestida con un uniforme entallado.

—No, no tengo pero debo pasar —digo tratando de ignorarla y continuar mi camino pero ella se pone enfrente impidiéndome el paso.

—Lo siento, pero no puede pasar sin reservación —me dice con una sonrisa.

—Escucha amiga, mi novio está allí con una arpía de cabello oxigenado y pechos falsos llamada Victoria Miller, y tengo que impedir que le ponga sus garras encima —le explico.

—Espera, ¿dijiste Victoria Miller? —Ella le hace una señal a otra empleada para que se acerque y tome su lugar—. Ven conmigo —me dice tomándome de la mano y llevándome a un área del restaurante que es solo para empleados—. Odio a Victoria Miller, es una maldita perra que se cree la reina del mundo y nos trata súper mal a mí y a los demás empleados cada vez que viene. Te ayudaré.

—¿En serio me ayudarás? —pregunto sorprendida—, pues... gracias.

—Será todo un placer. Soy Sky por cierto, Sky Turner ¿y qué tienes en mente? —Estrecha mi mano efusivamente y puedo notar un tatuaje en forma de cuervo en su muñeca.

—Bueno la verdad no tengo ningún plan en mente, pero ahora que cuento contigo... —me quedo pensativa por unos segundos— ¿Crees que puedes prestarme un uniforme?

—Veré que puedo hacer. —Después de prestarme un uniforme, Sky me adentra en el restaurante presentándome a los de más empleados como la "nueva camarera"—. El restaurante tiene dos pisos, en el piso de arriba está el área VIP donde las mesas están aisladas para dar más privacidad, ahí es donde está tu hombre.

Sky me guía hasta el segundo piso y luego habla con la camarera que los está atendiendo para que la dejara servir la mesa en su lugar, y esta aceptó de inmediato, al parecer todos en serio odian a esa mujer aquí.

—¿Esto no te meterá en problemas o sí? —le pregunto sintiéndome un poco culpable.

—No te preocupes, ya quería renunciar —me contesta encogiéndose de hombros.

Busco con la vista a Taylor hasta que lo encuentro justo a tiempo para ver cómo Victoria le coquetea descaradamente. Podría explotar de la ira en este instante, pero trato de controlarme. Mi Amelia imaginaria esta parada en la esquina de un ring, vestida con ropa y guantes de boxeo, enojada y lista para la pelea.

Trato de cubrir mi rostro con mi flequillo y tomo la botella de vino que la camarera iba a servirles. Después del visto bueno de Sky, me acerco a la mesa, evitando el contacto visual a toda costa, y empiezo a servir el vino lentamente mientras escucho su conversación.

—No sabes lo mucho que te he extrañado Taylor —La escucho decir mientras acaricia sus manos con sus largas uñas rojas—, eras tan ardiente, aún lo eres.

—Victoria sabes que estoy en una relación seria —dice él retirando la mano.

—¿Una relación seria? ¿Con esa chica tan insulsa? —Lanza una carcajada irónica—. Por favor Taylor, no me llega ni a los talones.

Estoy tan ocupada tratando de controlarme para no sacarle los ojos a esta bruja que no me doy cuenta de que el vino se está derramando sobre la mesa.

—¡Oye estúpida! Fíjate en lo que haces.

—Lo siento señorita ¿así está mejor? —Tomo la botella de vino y empiezo a verterla sobre ella.

—¡¿Pero qué te pasa maldita perra?! —Me dice poniéndose de pie—. ¡Haré que te despidan por esto!

—Espera un momento ¿Kat, eres tú? —Taylor se pone de pie y toma mi rostro en sus manos y lo gira hacia él para asegurarse de que en efecto se trata de mí.

—Por supuesto que es ella —dice Victoria furiosa—. No es más que una ignorante campesina sin una pizca de clase.

—Yo te voy a dar tu clase hija de... —Estoy a punto de saltar sobre ella para darle su merecido pero Taylor me detiene agarrándome de la cintura y las manos.

—¡Kat no lo hagas! Y tú Victoria, no te atrevas a insultar a mi novia otra vez o lo lamentarás.

—¡¿Qué?! ¿Acaso estas amenazándome por ella?—pregunta sorprendida—. Definitivamente se te fundió el cerebro en esa isla, has cambiado Taylor.

—¡Y esto es por llamarme inepta! —Justo cuando Taylor iba a responderle, Sky salió de la nada y plantó una rebanada de pastel de chocolate en la cara de Victoria.

—Y ya que el postre está servido, se puede decir que esta cena ha terminado —dice Taylor en tono burlón—. ¡La cuenta por favor!

—¿Estás enojado conmigo? —le pregunto a Taylor una vez que llegamos a su departamento.

—No estoy enojado, solo creí que confiabas más en mí.

—Pero yo confío en ti, en quien no confiaba era en esa perra.

—Bueno, tengo que admitir lo que pasó fue muy gracioso —dice sonriendo—. Ahora relájate mientras tomo un ducha.

Me desplomo sobre la cama mientras lo veo desaparecer en el cuarto de baño. No puedo evitar sentirme mal. No es que me arrepienta de lo que hice, esa bruja se lo merecía, pero pienso que tal vez fui demasiado lejos.

Analizo el asunto hasta que de repente se me ocurre una idea que me hace sonreír. Tal vez pueda compensarlo. Me paro de la cama de un salto y busco en mi maleta el sexy juego de lencería negra con zapatos altos a juego que Stephanie me hizo comprar antes de venir.

Me los pongo y luego voy al espejo para inspeccionar mi aspecto; después de revolver un poco mi pelo, ponerme un poco de lápiz labial rojo y delineador negro en los ojos, me veo como toda una fame fatale.

Mi Amelia imaginaria aparece en mi mente vestida como una tigresa, caminando a cuatro patas por el suelo, haciendo el ademán de arañar e imitando un rugido felino.

Escucho que el agua de la ducha deja de caer así que intento tomar una pose seductora parada frente a la cama antes de que Taylor entre en la habitación, el problema es que estos malditos tacones son insoportables y me hacen fruncir el ceño.

—Hola guapo —lo saludo con voz gutural al verlo entrar con el pelo empapado y una toalla amarrada a la cintura. Intento caminar hacia él lentamente ignorando el dolor que me causan los malditos zapatos pero es imposible, los pies me flaquean y estoy a punto de caerme—. Espera un minuto —le digo y acto seguido me los quito y exhalo un suspiro de alivio al sentir los pies descalzos en la alfombra.

—¿Qué estás haciendo? ¿Te encuentras bien? —me dice entre carcajadas.

—Claro que sí, cariño —le digo retomando la pose, pero el muy idiota se me queda mirando con una sonrisa burlona en el rostro—. Ay dios, no sirvo para esto! Escucha, me siento mal por lo que hice así que voy a compensarte con sexo, ¿quieres o no? —pregunto cruzándome de brazos.

—Esa es la Kat que amo —dice quitándose la toalla y arrojándola al suelo.

Los días posteriores al "incidente" del restaurante fueron geniales, Taylor me llevó a lugares que nunca antes había conocido. Cuando por fin regresé a casa me sentía relajada y feliz. En el trabajo las cosas también me estaban saliendo muy bien; papá por fin me estaba dejando pilotar algunos vuelos y yo experimentaba el éxtasis cada vez que podía surcar los cielos libremente. Hoy mi padre me pidió que nos reuniéramos en su oficina así que estoy camino a verlo.

—Hola padre —lo saludo al abrir la puerta de a la oficina.

—Katherine cariño, que bueno que estás aquí. Entra por favor —me dice extendiendo la mano para invitarme a pasar.

Al entrar me percato de la presencia de una mujer a la que nunca había visto antes. La extraña es una mujer alta y delgada con el pelo largo mitad negro mitad rojo, de piel trigueña y una mirada de ojos marrones que emana seguridad y amabilidad. Está vestida con un conjunto ejecutivo de falda a la rodilla de color negro, que la hace ver seria pero a la moda

—Katherine ella es Maxine Collins, es la presidenta de una importante aerolínea internacional y está aquí para hablar contigo.

—Así es Katherine, supe de tu travesía y de cómo aterrizaste un avión perfectamente bajo unas terribles condiciones climáticas y quiero proponerte que trabajes para nuestra compañía. —Escucho las palabras salir de su boca pero no me creo que sean reales.

—Están bromeando, ¿cierto?

—No, no es una broma —me dice sonriendo—. Eres perfecta para el equipo y serías nuestra primera piloto mujer. Así que, ¿qué opinas? ¿Estás interesada?

—Estoy súper interesada, esto es un sueño hecho realidad —digo emocionada, pero luego me detengo a pensar en algo—. Papá, ¿tú estás de acuerdo con esto?

—Por supuesto que lo estoy. Nada me haría más feliz que verte cumplir tus sueños.

—Perfecto, solo tenemos que arreglar tu alojamiento en Nueva York y hacerte unos exámenes de rutina.

—Espera ¿dijiste Nueva York?

—Así es, para tomar el empleo tendrás que mudarte a Nueva York.

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