Capítulo 22
Después de días trabajando sin parar por fin tengo un tiempo libre para salir con Kat, así que decidí aprovecharlos para traerla a mi departamento en Austin.
Justo a tiempo para la fiesta de recaudación de fondos de mis padres en la que por fin podré presentarlos. Aparco mi auto deportivo justo frente al edificio, salgo y voy hasta el otro lado para abrir la puerta a Kat quien lleva puestos unos jeans cortos que están haciendo estragos en mis pantalones.
—¿Aquí es donde vives? Es impresionante —dice saliendo del auto.
—Así es, me alegra que te guste —digo cerrando la puerta y dirigiéndome al porta equipaje para sacar su maleta—. ¿Estás segura de que tu padre está de acuerdo con que te quedes unos días conmigo?
—¿Si con eso te refieres a que objetó hasta que le recordé que ya soy una adulta? Entonces sí, está de acuerdo.
—¿Y qué hay de tu trabajo?, ya eres copiloto ¿no?
—Sí, pero no hay muchos vuelos esta semana así que podrán sobrevivir sin mí.
Atravesamos la puerta de entrada, tomamos el ascensor y llegamos a mi piso, en cuanto se abren las puertas Kat se queda anonadada admirando el lugar.
—¡Oh por Dios! Sabía que tenías dinero pero esto es demasiado.
—No es para tanto —digo restándole importancia— además, mi habitación es mucho más impresionante —digo soltando la maleta y acercándome a ella seductoramente.
Cuando por fin la tengo en mis brazos empiezo a besar su cuello hasta hacer la estremecer.
—Recuerda que tenemos que ir a la fiesta de tus padres —me dice entre jadeos.
—No te preocupes, tenemos todo el tiempo del mundo —le digo entre besos. Ella se hace la fuerte al principio pero termina rindiéndose y al final la tomo en brazos y la llevo hasta mi cuarto.
Ya son las ocho de la noche y recién llegamos a la casa de mis padres, Kat se ve hermosa con un vestido negro largo, ceñido al cuerpo con corte de sirena, atado en el cuello pero con una provocativa abertura en el pecho y escotado en la espalda; mientras que yo visto un traje Armani gris oscuro con camisa blanca de algodón fino y corbata de moño.
—¿Estás seguro de que le agradaré a tus padres? —me pregunta nerviosa.
—Te amarán —le aseguro.
Le entrego la llave del auto al chico del valet parking, tomo a Kat del brazo y empezamos a caminar hacia el vestíbulo. Kat está impresionada admirando la mansión de mis padres y no puedo culparla; la casa es enorme y magníficamente decorada.
Mi madre siempre se ha desvivido por mantener este lugar decorado con el gusto más exquisito y debo decir que se lució este año con la fiesta, el salón está repleto de camareros con elegantes uniformes asegurándose de que todos tengan una copa de champaña o un bocadillo en la mano, los hermosos candelabros de estilo renacentista iluminan todo el lugar y la orquesta del conservatorio de Texas se encarga de la música. Volteo a mirar a Kat que ya tiene algunos canapés en la boca y es justo en ese instante aparecen mis padres frente a nosotros.
—Querido Taylor, viniste. —Mi madre me recibe con su cálida sonrisa, ataviada con un vestido rojo largo y un juego de aretes y collar de rubíes, se ve hermosa y mucho más joven de lo que en realidad es.
—Hola madre —la saludo. Veo de reojo a Kat, quien disimuladamente aún lucha por tragarse esos bocadillos hasta que por fin lo logra—. Madre, ella es Katherine Manson, mi novia —la presento—. Kat, ellos son mis padres Alana y Trevor Evans.
—¡Pero si eres bellísima! Querida, he oído hablar tanto de ti. —Mi madre se acerca a ella y la abraza efusivamente.
—Eres una jovencita muy especial —dice mi padre.
En medio de las presentaciones me percato de una presencia indeseada en la fiesta.
—Madre, ¿se puede saber qué hace Eduardo aquí? —le pregunto furioso.
—Yo lo invité cariño, él está muy arrepentido y quería disculparse contigo. —«No puedo creer que aún le crean sus mentiras.» Lo veo acercarse a nosotros y decido interceptarlo antes—. Ya vuelvo, quédate aquí —le digo a Kat antes de salir a su encuentro.
—Querido primo...
—Ven conmigo. —Lo llevo hasta un área de la casa a donde nadie pueda vernos—. ¿Qué quieres Eduardo? —le pregunto cortante.
—Vengo a disculparme —dice fingiendo humildad—. Sé que me porté mal y entiendo tus razones para destituirme de mi puesto, pero he aprendido la lección y quiero cambiar. —«Es tan patético que me dan ganas de golpearlo.»
—De acuerdo, estás disculpado. Ahora déjame en paz.
—También quería hacerte una confeción. Cuando estuviste perdido tuve algo que ver con una de tus ex. Espero que no te moleste.
—Eso no me interesa, Eduardo.
—Oh claro que no, con esa nueva adquisición que trajiste quien se acordaría de las demás —dice con una lasciva sonrisa y alzando el cuello para poder ver a Kat.
—Ella no es una adquisición, es mi novia —digo arrastrando los dientes.
—¿Tu novia? Eso es nuevo, aunque no te culpo, es una chica despampanante. Tal vez intente robártela —dice y en cuanto escucho el comentario instintivamente pongo mi mano alrededor de su cuello apretando con fuerza.
—Escúchame bien infeliz, no me importa con quien te acuestes, pero si te le acercas a Kat te juro que te arrepentirás. La única razón por la que no te has largado de nuestras vidas es porque la lástima que mis padres sienten por ti es más fuerte que su sentido común. —Retiro mi mano y lo dejo ahí, tosiendo y masajeándose el cuello mientras regreso con Kat y mis padres.
—¿Dónde estabas? —me pregunta Kat en un susurro.
—Encargándome de una rata —le contesto aún enojado.
—¡Oh Taylor! Kat es una chica tan interesante —empieza a decir mi madre pero es interrumpida por una de las organizadoras que se acerca y le dice algo inaudible al oído—. Dios mío, querido tenemos un problema —exclama mi madre angustiada.
—¿Qué sucede madre?
—No tenemos suficientes hombres para la subasta de hombres y así no podremos recaudar suficiente dinero para la fundación, ¿te molestaría participar?
«¿Por qué diablos tuve que preguntar?»
—Es una tradición o algo así —le explico a Kat un poco avergonzado al ver la interrogante en su rostro—. Pero madre, no puedo dejar a Kat sola.
—Kat, cariño, ¿te importaría? Esto es muy importante.
—No, claro que no, es para la caridad —contesta Kat abrumada, a pesar de mis sutiles negaciones con la cabeza.
—¡Perfecto, todo listo! —exclama emocionada mi madre y no me queda más remedio que seguir a la organizadora y volver a dejar a Kat sola con mis padres.
Después de ya comenzada la subasta y que algunos de los solteros fueran reclamados por miles de dólares es mi turno de subir a la tarima.
—Con ustedes el guapo y carismático Taylor Evans. Podrán tener una romántica cena con él en un lujoso restaurante —anuncia la subastadora y es mi señal para pasar al frente—. Comencemos con dos mil dólares ¿quién da más?
Escucho a las señoras y jóvenes presentes subir de precio de dos mil hasta veinte mil dólares pero mi atención está puesta en Kat, quien se ve incómoda entre la multitud.
—¡Cincuenta mil dólares! —exclama una voz femenina conocida y todas las demás damas se retiran, declarándola a ella como la ganadora.
Desvío la mirada de Kat para buscar con la vista a la generosa dama y mis sospechas son confirmadas. La voz le pertenece a la rubia de ojos cafés, vestido ajustado turquesa y labios rojos.
«Esto no traerá nada bueno», digo para mí mismo. Bajo rápidamente de la tarima y corro a buscar a Kat. Cuando al fin la encuentro está parada en una esquina.
—Kat, ¿estás bien? —le pregunto angustiado pero justo ese instante la última persona que quiero ver en este momento hace acto de presencia.
—¡Taylor! ¿Puedes creer la suerte que tuve? Y solo me costó cincuenta mil dólares —me dice ignorando completamente a Kat.
—Si claro, Victoria, ella es mi novia Katherine Manson. —Veo como su expresión cambia al escuchar la palabra novia.
—Eso es nuevo —dice sorprendida—. Encantada de conocerte, yo soy Victoria Miller, espero que no seas celosa.
—Victoria es una amiga...
—Yo diría que fuimos más que amigos Taylor. —Ella se deleita al ver la expresión confundida en el rostro de Kat—. ¿Qué nunca le hablaste de lo nuestro? ¡Que imprudente soy! —dice fingiendo culpabilidad—. Creo que mejor me voy, no quiero causar más molestias, nos vemos mañana Taylor. —se retira dejando a Kat furiosa y a mí con asco de mí mismo por haberme acostado con esa mujer.
Kat no me dice nada, simplemente me pasa por el lado y camina fuera de la fiesta hasta la entrada de la casa mientras yo la sigo.
—Kat espera, sé que estás enojada y te quieres ir. Yo también estoy incómodo. —Intento tomar su mano pero ella impide el contacto. Busco la llave de mi auto y la invito a subir, ella duda por un momento pero al final lo hace. En todo el trayecto Kat no me dirige la palabra, ni siquiera cuando al fin llegamos al apartamento—. Kat, no puedes estar enojada conmigo por esa subasta, no fue mi culpa...
—¡Subasta! ¡¿Crees que estoy enojada por esa maldita subasta?! —Me grita—. ¡Me importa una mierda esa subasta! Lo que me molesta es que me hayas llevado al nido de tus ex amantes y no te hayas molestado en avisarme primero, y para colmo ahora tendrás una cita con una de ellas.
—¡Yo no sabía que iba a estar allí! Creí que estaba de viaje —me defiendo.
—¡Eso no me importa! La única razón por la que no le rompí los dientes a esa bruja fue para no echar por la borda las clases de cotillón que tomé con mi madre.
— ¿Tomaste clases de cotillón? —le pregunto tratando de ahogar una sonrisa.
—Te lo advierto Taylor Evans, no te atrevas a reírte de mí en este momento —me dice en un tono amenazador señalándome con el dedo y mirándome fijamente a los ojos, haciendo que cambie mis ganas de reírme por ganas de huir.
—Escucha Kat —empiezo a decir, tomando todo el valor que poseo y acercándome a ella lentamente—, yo tengo un pasado del que no estoy orgulloso. Era un idiota y cometí muchas estupideces y una de ellas fue acostarme con esa mujer, pero eso quedó atrás. —Continúo acercándome hasta que logro sujetarla por los brazos—. Tú eres mi presente y mi futuro. Llevaré a Victoria a esa cena y volveré a casa contigo. No pasará nada, lo prometo. Confía en mí.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top