17. Enero, 1998

El año comenzó con un estallido. El del miedo renovado. El del pánico frío que recorre la espina dorsal y entumece los sentidos.

Fueron unas pocas gotas de sangre. Luego afloraron y de ellas nació el Infierno. Mi mundo se sacudió de nuevo.

Desperté entre sábanas blancas y ásperas, casi tiesas. A un costado, sentado en una silla arrastrada de otro cuarto, estaba mi padre. El olor químico que permeaba la habitación era lo que me había alzado de un sueño intranquilo.

Mis manos fueron a mi vientre y lo sostuvieron, incluso después de saber que había sido una falsa alarma. Como si eso fuera a calmarme, como si fuera a impedir que Isabelle sufriera daño alguno.

Recomendaron mínima actividad, por si acaso. Se había convertido en un embarazo de riesgo. Así, sin previo aviso. Sin señales.

O quizás no las supe ver, igual que ocurrió contigo. No supe interpretarlas. Creía que sortearíamos la tormenta juntos. Que el vendaval se detendría.

Es tu corazón el que se detuvo, el siete de mayo de 1997. Al mediodía, cuando el sol prometía ahuyentar al frío creciente. Cuando yo todavía estaba en casa, organizando lo que sería una tarde ajetreada. Cuando tu madre se encontraba en su rincón predilecto, detrás de las pesadas cortinas.

Eso atinó a decir el día en que fuimos a despedirnos. Me miró sin ver, con el alma ida. Dijo que había estado aguardando a que aparecieras, que quería decirte algo. Pero no llegabas. No llegabas y tu padre no volvía, tampoco. No tenía con quién hablar. No sabía dónde buscarme, ni dónde encontrarte a ti.

Fue un acto piadoso el jamás haberle dicho dónde te hallaron, envuelto en un mar de rojo.

El mismo rojo con el que tuve que enfrentarme esta mañana. El mismo pánico ardiendo en mis venas.

Voy a hacer lo que sea por ella, Isaac. Lo que sea necesario para que no acabe como nosotros.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top