Etapa 1: Noches y Albas.
Al pasar por el hogar de Euria escucho el inicio de la interpretación de un canto que tararea a sus hijos, una tonada suave y vibrante. Una vez, en una celebración a las futuras Albas, me comentó que la madre de su abuela la cantaba todos los días para ella. Su abuela decía que purificaba las almas con su tono alegre y acogedor.
Como un evento desconcertante, todo mi ser comenzó a temblar la primera vez que escuché el canto; y aún hoy en día provoca en mí una sensación de aflicción y amargura. La canción era hermosa, pero evocaba recuerdos tristes en mí. Recuerdos a los cuales no soy capaz de dar forma o imagen alguna en mi memoria, y dan origen a un palpitar desenfrenado por parte de mi corazón.
El miedo se adueña de mi al imaginar la canción como una revelación de un lamento inexplicable.
Sin poder evitarlo las personas siempre temeremos a lo desconocido, todo debido a nuestra condición de humanos. Nacemos, morimos y reencarnamos con el horror a lo oculto, a lo que se dice malo y peligroso. El no saber si nuestro fin será momentáneo para un nuevo amanecer o un ocaso interminable de dolor. En el peor de los casos nos convertimos en el horror de la existencia, en lo que más tememos y deseamos rotundamente huir: las Noches.
No me malinterpreten, no hablo de las frías y siniestras horas de la vida, cuando el sol muere en el horizonte detrás de las montañas y el gélido viento lleva los sonidos susurrantes de entidades escondidas que estremecen hasta al más valiente de los hombres; esas horas reciben el nombre de horus. Hablo de aquellas almas que nunca verán un nuevo día, ni vivos ni muertos. Almas tan corrompidas y perversas que durante su vida cometieron crímenes repugnantes, actos brutales y monstruosos.
Ellas padecen eternamente en la oscuridad y su existencia se reduce a un tormentoso ir y venir sin rumbo. Su única razón de ser es la venganza rencorosa y la amenaza silenciosa. Castigar porque sí y atormentar cruelmente causando angustia. La gente las conoce como Noches; y si aprecias lo suficiente la cálida luz del sol y el bullicio alegre de un mercado, harás el juramento de las Albas, almas que nacerán nuevamente a la primera luz del día.
No ignoro el hecho de que esta tarde las personas del pueblo luzcan tan nerviosas a como solo podía pasar una vez cada cierto tiempo. Los gestos de los vivos demuestran ansiedad al colocar las diferentes velas de grasas para alumbrar lo que sería el horus más oscuro y lúgubre de aquel mes.
Donde las espeluznantes Noches saldrían a cometer sus fatales propósitos.
¡Hasta aquí la primera parte de mi relato! ¡Nos vemos en la segunda etapa del desafío!
A. Evel les escribe.
Etapa 1: 451 palabras.
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