Capítulo 1
He viajado constantemente por el placer que me generan los encantos y rumores que envuelven a cada lugar que marco en el mapa, eso es determinante para elegir mi próximo lugar de visita. Proviniendo de una familia acomodada, el tiempo y los recursos no han sido obstáculos para embarcarme a lugares tan recónditos y enigmáticos como la zona de silencio en el desierto de Chihuahua, México, el pueblo fantasma de San Zhi en China, o la iglesia de huesos de Sedlec en Republica Checa. Pero de mis oídos había escapado un lugar poco conocido por encontrarse remotamente escondido y silenciado por el temor de sus historias poco creíbles. Hablo de las minas de Stoker . Esta zona minera se encuentra enclavada en un hermoso y misterioso bosque de la región de HumbleMount, al norte del continente americano; lugar aborrecido por los vecinos del lugar debido a la extrañeza (o debería decir "fealdad) de sus nuevos habitantes quienes han desplazado a los lugareños fundadores de la zona. Las minas de Stoker tuvieron su esplendor durante el periodo de la Primera Guerra Mundial, produciendo popularmente estaño y wolframio, esto elevó la calidad de vida de sus fundadores, atrayendo gente de varias partes del mundo en un "boom" comercial y minero destacado.
Pero estas minas, cuentan los mas viejos, han estado ahí desde antes de que llegaran sus primeros habitantes, se murmura que su producción era antinatural, pues en pocos años pasó a ser el abastecedor numero de uno de la región sin siquiera contar con las características y dimensiones para posicionarse de tal forma. Los mas viejos dicen también, que de las cuevas se extraía un mineral imposible de conseguir en cualquier parte del mundo. La rareza de éste atraía la mirada de muchos curiosos, por lo que pronto se vio atiborrada de grupos de exploradores y caza fortunas tratando de extraer el mineral único. Pero rápidamente, esa popularidad se transformó en un rumor morboso y tétrico, se decía que los exploradores desaparecían una vez que entraban en la boca principal de la mina, sin embargo; los explotados trabajadores que salían de sus extenuantes jornadas laborales jamás se percataron de la presencia de alguien mas que ellos en las profundidades de las cuevas. Eso fue en un principio y así continuó por muchos años, como un cuento para alejar curiosos y asustar turistas. Diez años mas tarde cuando los precios del estaño se desplomaron y la producción bajó, las minas de Stoker fueron las únicas que se mantuvieron en el radio de producción, se decía que los sostenía a flote y en considerable solvencia el extraño mineral. Quisiera ahondar más en el misterioso objeto, pero no existe descripción o propiedades de éste descritas en ninguna inscripción minera, solo que viejos escritos y fotos en pésimo estado las refieren como un mineral de fulgor cegador y que sus compradores se mantenían en el anonimato, pues este extraño sólido solventaba muchas industrias, por lo que inmediatamente se impuso la ilegalidad de este para no verse afectados por el monopolio de Stoker.
Una vez que me instalé en HumbleMount después de un largo y ansioso viaje, pregunté al recepcionista del hotel (un joven de mirada centelleante y grisácea) por las zonas de interés del lugar, me nombró con entusiasmo las maravillas del bosque y sus reservas naturales, así como las zonas comerciales y de conservación histórica, no reparó en nombrarme la proximidad del puerto y las playas que se encontraban a no poco más de seiscientos kilómetros de la zona. Con ansia esperaba me nombrara algo acerca de las minas, pero de él jamás hubo intención de proferir palabra alguna, como sí adivinara mis pensamientos, mi interés y ávidas ganas de escuchar por el morboso lugar. Al no encontrar voluntad de mi consejero turístico, tuve que nombrar las mentadas excavaciones. Su reacción fue hosca, solo se animó a comentarme que se encontraban cerradas desde hace ya mas de cincuenta años, y estaba restringido el acceso a todo tipo de persona. Insistí en que me hablara un poco mas de ellas, pero mi anfitrión estaba renuente a tocar el tema, intenté comprar lo que él sabía, pero ni eso fue suficiente para arrebatarle una sola palabra.
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