Stacia
Porque al llamarte... Stacia... no me alcanza...
Porque cuando te veo, lo veo todo...
Y me veo a mí mismo.
Porque eres mi amiga...
Pero si te llamo amiga... me muero.
SWORD ART ONLINE AU
LAS MANERAS DE LLAMARTE
La sonrojez en las mejillas de durazno de la pequeña no mayor de 11 años, la llevó a parpadear en varias ocasiones, mientras leía y releía las dulces palabras que encontró en aquel farolito.
Esa tarde, su amigo... su amado... amigo. Eugeo, no había llegado a encontrarse con ella, pero en su lugar, tal y como lo hacía cada vez que no acudiría al encuentro, mandaba una luz, que recorría las aguas calmas del río de unión entre reinos, cuya llama se fortalecía por su amor y su espíritu de lucha, batallero hasta el final y repleto de deseos de encuentro.
Lo había sacado del agua, pero esta vez... había algo más, un trozo de papel sellado con cera de veladora, en un pequeño rollo que desenvolvió con algarabía para sorprenderse por su contenido.
Pocas, pequeñas y lindas palabras dedicadas por una plática que tuvieron el día anterior.
–No quiero que llegue ese día... –como era su costumbre, sentados a las orillas del río, cuando estaba molesta, llevaba las rodillas a juntar al pecho y arrojaba pequeñas piedras a salpicar al agua quieta.
–Supongo... que es algo inevitable para un soldado... –cerró los ojos y suspiró. Antes de salir de su palacio, se había decidido. Ese día por fin le contaría toda la verdad, le revelaría su verdadero nombre y posición, estaba dispuesto a escuchar sus reprimendas pero... no quería irse con un falso recuerdo implantado en la mente de su... –Abrió grandes los ojos al darse cuenta de lo que estaba pensando y sonrojado se tapó con un manotazo la boca.
–¿Eugeo-kun?... –Ahí estaba... el principal motivo por su deseo de dejar fluir la verdad. Su corazón que saltaba impaciente al verla mirarlo de esa manera. Alistair...se llamaba Alistair... –volvió a cerrar los ojos.
–¿Mm?...
La princesa lo miró extrañada y posó la mirada aún más escrutante sobre él. –Eso pregunto yo... ¿Estás bien?... ¿Te duele el estómago?
–¿Ah?... No, no me duele nada... –le sonrió. Es solo que... –volvió a cerrar los ojos y apretó los dientes.
–¡Lo sabía! ¡Te duelen los ojos! Llevas todo el rato, haciendo esto. –apretó sus propios párpados con fuerza.
–Jajajaja ¿Qué haces? –El príncipe posó su mano sobre la frente de la pequeña, impidiéndole seguir.
–Es que sabes... escuché entre los soldados... –la miró nervioso, no quería equivocarse en su argumento, así que tragó saliva para darse tiempo de pensar.
–¿Tus compañeros?...
–Sí... decían que... cuando uno parte a la guerra... debe llevar la bendición de la persona más preciada.
Sus palabras, tornaron en ternura la expresión de la niña. –Me parece de lo más encantador, porque así la persona que partirá se sentirá más segura y llevará paz en su corazón, recordando las palabras de su ser querido.
–Bueno... –clavó su mirada en la tierra. Después de lo que había dicho su amiga, de ninguna manera se atrevería a decirle que era ella, precisamente la persona a la que deseaba llevar en su corazón, por lo que volvió a cerrar los ojos con fuerza.
–¿Quieres mi bendición de diosa?... –lo miró con naturalidad, a lo que él, volteó con una gota al lado de su cabeza.
–¿Te molestaría si te dijera que no?...
–Creo que ya lo dijiste... –infló las mejillas un poco. Por lo que él empezó a sudar al verla molesta.
–Es que... –apretó los dientes una vez más y sacudiendo la cabeza, se levantó, seguido de la mirada de ella. –Es que sabes... –se aventuró a hablar, aún dándole la espalda. –Me he dado cuenta... que Stacia... representa demasiadas cosas... para mí... –se atrevió a decir, para voltear hacia ella y encontrarla observándolo, sin comprender de qué hablaba.
–¿Yo?... –temblaron sus ojos al escucharlo. –Para mí... Eugeo-kun también representa muchas cosas... –Se levantó y como siempre que deseaba transmitirle algo, le tomó por ambas manos, sujetándolo con delicadeza. – Para mí... Eugeo-kun es el sol en las mañanas... –sonrió –es como si al pasar la noche esperara el amanecer solo para venir hacia acá.
–Stacia... –Suspiró. Tal vez su adorable amiga no entendería lo que estaba por decir, pero no podía más con eso dentro de su pecho. –Stacia yo... necesito más...
–¿Más?... –ladeó la cabeza y parpadeó sin comprender.
–Sí... –asintió decidido. –Para mí... Stacia... es tantas cosas que... solo con tu nombre... no me alcanza para expresarme...
–Oh... ¿Quieres llamarme de otra manera?... –Se llevó una mano al mentón, soltándolo.
–¡Cia! –mencionó feliz.
–Jaja... sabía que lo dirías... pero no me refiero a eso... –sonrió por lo bajo. –Sin duda ella no tenía idea... o él no sabía expresarse... era un idiota... –suspiró. –No te preocupes. –Con saber que eres mi amiga me basta.
–¿Amiga?... ¿Es así como quieres llamarme?...
–Eso... creo que eso terminaría matándome... –suspiró.
–¿Eh?
La joven princesa y diosa. Guardó la carta en el bolsillo de su abrigo y emprendió camino veloz, de vuelta a su castillo, en el que al llegar a su habitación. Guardó la pequeña carta entre sus joyas.
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Una risita, se antepuso a las palabras, haciendo que el rey de Overworld abriera los ojos, saliendo de su somnolencia, brindada por la posición en que su amada diosa lo tenía.
Los veranos habían pasado sobre los dos, provocando el florecimiento de ellos mismos y de su amor, que ahora anidaba entre las paredes del castillo del norte.
Recostado sobre el regazo de la reina, que entretejía una corona de flores para él. La miró curioso.
–¿Qué es tan gracioso mi diosa?...
–Eugeo-kun... –contestó con una sonrisa.
–¿Qué?... –frunció el seño. Es verdad que Eugeo era su mejor amigo pero... que su esposa tuviera recuerdos risueños con él, no le gustaba para nada. –¿Que te contó alguna de sus historias o qué?...
–Ali... no me digas que estás celoso... –le colocó las flores en la cabeza.
–Para nada...
–Bueno...
El silencio inicio una extraña aura en el lugar, no quería sentirse así y menos estando con su amada, que pensaba estaría triste por la manera en que le contestó, por lo que volvió a buscar su mirada, encontrándola sosteniendo la risa.
–¡Stacia!
–Jajaja eres un celoso increíble... los celos son inseguridad, su majestad... Y Usted es la única persona en el mundo que no debería tenerlos... ya que esta mujer le ama a usted y solo a usted... –le acomodó los mechones entre las flores.
–No me vas a decir... en qué... pensabas... –la miró de reojo.
–En tí.
–¿En mí?
–
–En usted mi señor...
–Pero... si dijiste que pensabas en Eugeo... que él te hacía reír y eso te gustaba.
–Pero si yo jamás dije tal cosa... –sonrió al ver su obra terminada. La corona le había quedado hermosa y entre los cabellos negros, resaltaba divina.
–Explícame entonces porque no entendí...
–Es que esta mañana... cuando estaba buscando algunas cosas encontré un viejo cofre de alhajas.
–Ohhh, ¿había algo interesante?
–Sí... una nota de Eugeo-kun.
–¡¿Qué?! –esta vez se levantó del descanso sobre las piernas de su amada, para quedar sentado frente a ella.
–Eres un tonto, mi señor... ¿Ya se te olvidó quien era... más bien... se hacía pasar por Eugeo-kun?... –lo miró graciosa.
–En esos años yo... ay... –se sonrojó de solo pensar que es lo que había descubierto su amada al respecto.
–Comparando el contenido de la nota con tu yo de ahora veo que es verdad... –su expresión se relajó.
–¿Qué cosa?... –preguntó igual de suave.
–Me decías que buscabas otras maneras de llamarme... porque solo mi nombre no te bastaba.
–Ah... –sonrió tranquilo, al encontrarse consigo mismo en las palabras de su amada. –Es que es imposible mi diosa... Adoro tu nombre... pero representas tanto para mí... que solo con él... no me alcanza... por ejemplo... te llamaría Cielo mil veces... –levantó la mirada al firmamento, seguido de ella. –Porque al verlo me parece hermoso y eterno... como tu amor...
–Ali... –se sonrojó al escucharlo.
–Te llamaría... Mi reina... porque gobiernas sobre mi ser...
–Jaja... ya basta... –bajó la mirada sonrojada, lo que lo impulsó a seguir, si era cuestión de halagarla, podría pasar en esa práctica la vida entera.
–Te llamaría... sensualidad... porque tu cuerpo son las olas que me marean... –le susurró al oído, aprovechando su posición cabizbaja, por lo que enseguida la levantó.
–Por favor, contrólese, mi señor... –habló sin poder dejar de ver sus labios, que quedaron cerca de ella con el movimiento.
–Y te llamaría mía... y en ese caso... yo también tendría un nombre. -la miró misterioso.
–¿Cuál?... –preguntó, completamente embelesada por sus palabras.
–Tuyo... –respondió, para terminar posando sus labios sobre los de la diosa.
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FIN
Jaja bueno el modo Fluff ha sido activado y tenía que sacármelo xDDD.
Este fic es para la KiriAsuWeek 2018 día 5
GRACIAS POR LEER
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