Regresos
Evy veía el techo de la campaña sin mirarla. Hacía rato que estaba acostada sobre su catre sin poder conciliar el sueño. Luego de conversar con Forany lo único que pensaba era en aquellos que, como ella, eran nébulas nobles y en Isadora. Solo la vio una vez, no le pareció ocultar nada, pero en ningún momento comentó algo al respecto. Lo había ocultado y aunque deseaba sentir ira por ello, la entendía tan bien como para comprender aun sin conocer sus excusas.
Se levantó y salió de la campaña, caminó entre otros quienes sí habían podido dormir gustosos. Anhelaba poder hacerlo, quizás así no tuviera que salir y recibir el frío de la noche. Tampoco pensaría en Isadora y en los suyos, mucho menos pensaría en regresar y buscarla.
Se reprochó. Su constelación era directa y certera, no había caminos que se desviaran, por tanto ella no podría hacerlo y, aun así, no podía sacarlo de su mente.
Sus pasos fueron hasta el claro donde mucho antes había visto a Datell y Jenar conversar o tensarse, como quiera que se pudiera ver. Fijó la vista en sus pies, ahí donde ambos se quedaron estáticos cuales esfinges.
—No puedes dormir.
La voz de Gogen la asustó. Se fijó en el cabello desaliñado y sus ojos caídos. Gogen tampoco parecía poder conciliar el sueño.
—Tampoco usted —respondió.
—No.
—¿Qué sucedió? —preguntó Evy curiosa.
—La vida y los años. Hemos luchado al lado de Jenar por mucho tiempo. Cinco años para ser exactos; no vemos salida alguna. Son demasiadas las perdidas que hemos tenido. Muchos magos jóvenes se esfumaron. Se hace insoportable cargar con tantas vidas. El consejo de la Orden decidió que se retiraría luego de esto. Será la ultima vez, sin importar si avanzamos o no.
—Sin importar... —murmuró Evy, lo sopesaba.
—El tiempo viaja distinto aquí que en Verena, lo sabes.
—Sí, eso lo sé. Es solo que no esperaba tantos cambios. Fui muy tonta al creer que sería igual que tiempo atrás ¿Verdad? —inquirió y bufó—. Todos han cambiado tanto.
—Incluso tú, pero es la norma en cualquier ser vivo. Las circunstancias, y nuestra propia introspección nos hace cambiar para mejor o para mal, todo depende de lo que te toque —comentó Datell—. Ahora bien, sé que Forany metió una idea en tu cabeza...
—¿Cómo lo sabe? —preguntó a la defensiva.
—Las conozco. Y Forany es un poco habladora —dijo al tiempo en que le guiñó un ojo.
—¿Qué opina? ¿Es una buena idea? —preguntó.
Datell lo meditó. Las grandes nébulas se habían ocultado por tantos años de la presencia de Grad Nebul que no creía que desearan volver a caminar por el mundo Inverso, después de todo lo que sufrieron en manos de él fue atroz. Muchos a penas lograron sobrevivir a las persecuciones. Nebul dictaba y dictaminaba quienes vivían como si fuera un dios, cuando solo era un hombre colmado de poder. Mismo que ahora se oculta entre castillos rotos y bosques ocultos.
—No lo creo.
Evy se sorprendió. Exhaló una bocanada de aire y negó con la cabeza, la poca esperanza que Forany le otorgaba, Datell se la quitaba de un solo golpe, o eso creía.
—Evy, tu raza sufrió demasiado. Creer que se unirían... después de tanto tiempo ¿No crees que ya lo hubieran hecho?
—Creo que nadie les dio la invitación.
—Aun así, no podemos confiar en que lo harán —comentó.
—Déjame intentarlo —musitó.
—Es más rápido que un caotor lleve el mensaje —afirmó.
—Un caotor no es una nébula —zanjó.
La discusión había quedado hasta ahí y Evy ganó.
—Lo hablaremos mañana, ¿esta bien? Le llevaré la propuesta a la orden y a Jenar.
—Yo quiero estar presente —dijo firme.
Datell mostró una media sonrisa que ocultó rápidamente.
—Es un hecho. Ahora, trata de dormir. Pronto amanecerá —dijo.
Evy asintió con la cabeza. No se sentía más tranquila, pero si podía exponer su intención estaba satisfecha.
Dos horas. Eso era lo que había pasado y el tiempo que durmió. Se sentía cansada, pero pensar en la reunión la animó a levantarse. Se desperezó como pudo y salió de la tienda con miras al sitio donde ya deberían estar reunidos. Apuró el paso al notar el ajetreo fuera del lugar casi corría presionándose por haber sido tan inútil y quedarse dormida. Al estar cerca removió la tela y entró. La mesa estaba dispuesta de otra forma al día anterior. De un lado estaba la orden y del otro lado Emur Jenar, Naheim se sentó a su derecha y Tern a su izquierda. Demostraba la confianza que Jenar depositaba en ambos. Los otros en sus laterales eran desconocidos para ella, así como lo era toda la Orden de Altier. Forany la haló de su brazo izquierdo y la llevó hasta estar detrás de la orden. Su mirada se cruzó con la de Naheim quien enseguida frunció el ceño.
Le recriminaba que siguiera ahí. Lo notaba tan claro como el agua en su mirada y le dolía. No imaginaba que la fuera a recibir con los brazos abiertos, pero no creyó que la fuera a ignorar.
En la mesa, al contrario, se mostraba un intercambio de ideas del que algunos parecían de acuerdo y otros lo veían como un acto desesperado e irracional. Jenar mantenía las manos hechas puño sobre la mesa y su rostro compungido hacia ver que no creía en las posibilidades que Datell expresaba. En cambio, Akali miraba con introspección el rostro serio de Jenar y su grupo.
—Emur, entendemos que parece algo descabellado. Hace más de diez años que no sabemos nada de ellos. Se han ocultado de la vista de todos, creo incluso que los dioses no sabrán de su paradero. Su energía se ha visto disminuida, me atrevo a decir que la única que podríamos sentir en este momento sería la de esta joven detrás de nosotros —expresó Akali en tono conciliador, solo mencionar a Evy hizo que la mayoría girara los ojos para verla—. No dudo de que haya reticencias, fueron después de todo, las primeras victimas de Grad Nebul, pero después de tantos años de exilio, tener la oportunidad de regresar a sus tierras sería un poder que no tendrían en otra ocasión.
—Estamos a un paso de Grad Nebul, señora. No veo posible movilizarnos para buscar nébulas y sin saber cuantos son —exclamó Jenar.
—El tiempo que estuve con Nebul, vi a varios nébulas huir. Podría decir que unos veinte o treinta, pero son un numero pequeño en comparación —murmuró Tern.
—Es un numero posible. Recordemos que tienen el alcance de sus lunas, creo que eso sería más que suficiente —comentó Ecos.
—Aún así mover un pequeño pelotón hacia los bosques supone una perdida para nosotros —Reclamó Jenar.
Y las quejas no se hicieron esperar. Gogen estaba más que cansado de dialogar y lo demostraba al dejarse caer en el asiento. A su lado Ecos negaba con una mueca en su rostro.
—No iría un pelotón —espetó Evy.
La intervención de la nebula cayó el bullicio.
—Si fuera yo no reaccionaría a las palabras de un mensajero, su fuese yo quien se ocultara en los bosques por todo lo sucedido, no iría porque alguien más lo dijera.
—Eso demuestra por qué es innecesario —exclamó Jenar.
—Eso demuestra que un pelotón no tiene por qué ir. Lo haré yo. Conocí a Isadora, sé que me llevará hasta ellos y creo que puedo convencerlos de venir —exclamó Evy.
Ante las intenciones de la nébula, una sensación de vacío alcanzó el pecho de Naheim. Pensar que estaría caminando por un mundo Inverso distinto al que alguna vez conoció le dolía y lo alarmaba.
—Evy, los bosques del mundo Inverso han cambiado como todo en este lugar. No es un lugar seguro —exclamó Naheim.
—Nunca lo han sido, Ecknar —comentó Ecos.
—No tiene idea de lo que dice —refutó Naheim.
—En todo caso solucionamos quién haría ese viaje. —lanzó Akali—. Si su miedo es no contar con sus soldados, no hará falta y si al final Evy fallara, no sería una gran perdida para el frente que usted ha armado —dijo pretenciosa.
La ironía con la que Akali hablaba había generado cierta desazón en Evy, pero no dejó que le afectara por tanto tiempo. En cambio notaba cuan desacuerdo estaba Naheim y eso sí le afectaba, pues entendía que a pesar de sus reticencias él aun velaba por ella.
—En ese caso, esperemos que puedas traerlos, Evy Gothiel —exclamó Emur levantándose de la mesa.
La acción no impresionó a Naheim, emur no iba desperdiciar recursos en un viaje como ese. Al Evy ser voluntaria quitaba toda la presión de los hombros de Jenar, pero no de él. No estaba para nada de acuerdo y habría esperado que Datell se negara por igual, pero parecía tan complacido como todos en la Orden. Naheim se levantó haciendo todo el ruido posible, enfrentó con la mirada las acciones de la nebula quien le sostuvo la mirada sin variar un ápice. A Evy le dolía, sin embargo no daría marcha atrás y quería que él lo viera.
Naheim salió de la tienda siguiendo los pasos de Jenar; estaba tenso, molesto en cierta forma, y presuroso por alcanzarlo. Una vez a su lado notó la preocupación en los ojos de Emur.
—Iré con ella —dijo.
La simpleza con la que lo había dicho cambió todo en el rostro de Jenar.
—Debí esperarlo —comentó.
—Lo siento —respondió, más no lo sentía.
—El viaje hasta Los bosques no es tan largo, pero sí perderé a alguien capaz mientras nos movemos. ¿Acaso no puedes dejar que se vaya? Ella misma se propuso, Naheim. Si desea hacerlo que lo haga, pero no hagas nada que nos pueda costar más adelante —reclamó Jenar.
—No te costará nada, Emur. Tienes a Tern y un grupo solido. No tardaremos demasiado. Con el equipo nos moveremos y regresaremos más rápido de lo que imaginas.
—Lo has planeado —lanzó.
Naheim negó con la cabeza.
—No, pero no pido tu permiso tampoco —comunicó.
—Eso lo sé —Jenar bufó—. Adelante.
Jenar palmeó el hombro de Naheim y se acercó a su oído.
—Mantenme al tanto.
—Isadora debe estar esperando —lanzó Ecos.
La idea extrañó a Evy. Sabía de las diosas y su forma de saberlo todo, pero no imaginaba que Isadora estuviera a ese nivel.
—La dama es una mujer que sabe los secretos de la tierra —confirmó Ecos con una sonrisa burlesca.
—Entiendo —dijo Evy.
—Evy, no creo que el camino a los bosques sea tan intrincado, mucho de los hombres de Nebul han sido visto lejos de ellos. Necesitan agruparse, pero debes ser cuidadosa, hay otros seres más allá de las sombras de Nebul —murmuró Akali.
—Basta de chácharas, ya deberíamos partir —lanzó Forany.
—Sé más que precavida, Forany —expresó Akali en tono severo.
—¡Claro, mi señora!
—¿Cuánto hace falta para que vuelva a su estado normal? —preguntó akali molesta.
La pregunta había generado una carcajada en Ecos y en Datell quien había depositado un beso en la frente de la nébula antes de que iniciaran su caminata.
—Bien si seguimos este camino podremos llegar al punto de cruz. Ahí tomaremos un vehículo que nos llevará hasta y llegaremos a los bosques —exclamó Forany trazando el rumbo—. Claro, si él nos lo permite.
Evy miraba el rostro de Forany cuando trazaba el camino, pero lo siguiente hizo que girara a ver el camino que habían decidido seguir. En la lejanía, Naheim esperaba de brazos cruzados con un vehículo detrás de él. La nebula no pudo evitar mirar a la maga quien se encogió de hombros en señal de no entender por qué estaba él ahí.
—¿Crees que quiera detenernos? —preguntó Evy.
—Hay que averiguarlo —lanzó Forany.
Ambas se detuvieron a unos metros de Naheim y mientras que Forany notaba esperaba porque dijera algo, él solo podía ver a la nébula. Si otra fuera la ocasión habría actuado distinto. Bien lo sabía, pero en ese instante no le quedaba más que aceptar que no podría ir en contra de ella. No lo había hecho en el pasado, no lo haría en ese instante.
—Entren. No perdamos tiempo —comunicó y se movió hasta estar dentro del vehículo.
Evy miró a la maga y Forany respiró hondo.
—Parece que vendrá con nosotras —dijo sin más.
—Vamos, qué esperan.
Tanto Forany como Evy ingresaron. Y la tensión entre el par también. La incomodidad viajaría con ellos, eso ya Forany lo veía.
¿Dónde esta el bosque?
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