Perdidos entre los granos del tiempo


Sentía las miradas intensas de los otros. Aunque estaba acostumbrada a ser vista como un animalito extraño, durante el tiempo que había pasado en el mundo Inverso esa sería la primera vez. Sin embargo no podía asegurar que estuviera mal. Ella era diferente y los diferentes atraían miradas indiscretas, algunas llenas de repulsión, otras veces era de curiosidad.

En esa ocasión era de asombro pues aunque Evy no se parecía a ellos, no era la única.

Lo vio en la lejanía cuando el silencio se hizo en el circulo. La cabellera plateada se movió con el viento y sobresalió por encima del resto, incluso por encima del fuego. Cuando estuvo de frente a su igual su primera reacción fue una lagrima solitaria.

En más de una ocasión Naheim le había dicho que no estaba sola, Ehorla'hum mantenía recluido a los últimos nébulas que existían, aunque en todas ellas, Evy había dudado. Encontrar que en aquel recóndito lugar existía alguien que se viera similar a ella traía todo tipos de sentimientos: desde extrañeza hasta incredulidad.

—Él no te hará daño, ve —escuchó la voz de Isadora como un susurro.

Evy dio un paso y luego otro, el círculo volvió a sus quehaceres. Los escuchaba reir, conversar y por sobretodo ellos la ignoraban. El asombro había pasado y volvieran a la normalidad, claro que para aquel par de nébulas nada había cambiado. Seguían extasiados viéndose entre ellos. Por supuesto, el asombro era mayor en Evy.

—¿Cómo llegaste? —preguntó el otro.

Tenía una voz dulce, no muy gruesa. Era alto, mucho más que Evy y su cabellera estaba cortada al raz de sus hombros. El color de su piel era ligeramente más claro, pero sus pupilas eran del mismo tono que los de ella.

—Cayó del cielo, fue increíble. Tenías que verlo, Gathas, nunca antes había visto algo igual —decía un chico emocionado.

—Basta, Ernes —exclamó Isadora con voz profunda, pero la media sonrisa en su boca la delataba—. Aunque en parte es cierto, ella cayó del cielo.

—Ahora que lo recuerdo, empecé a caer... —murmuró Evy.

Trataba de recordar qué había sucedido después sin poder lograrlo.

—No te presiones, es difícil recobrar los recuerdos luego de una transformación —comentó Isadora.

La tranquilidad con la que lo decía sorprendió a Evy, puesto que ella no lo entendía.

—¿Transformación?

—¡Sí! Eras un ave gigante, era primera vez que veía algo igual. Gathas también puede hacerlo, pero no a ese nivel. Fue extraordinario.

—Cállate, Ednes. —exclamó el nebula—. Mi nombre es Gathas Tows. Vamos, te enseñaré el lugar. —dijo, cruzó a su lado para mostrar el camino.

Evy miró a Isadora y luego a Gathas sin saber cómo reaccionar.

—Siguelo. Tienen más cosas que hablar por ahora. Luego podemos ponernos al tanto —murmuró la mujer.

—Gracias.

—Esto no puede estar sucediendo. ¿Qué le diremos al tal Datell? Ese mago me puede convertir en carne de lorne —exclamó Folg angustiado.

—Si no lo hace él, lo haré yo. —Reclamó Petunia.

La gata miraba por la ventana al vacío. Allí donde la nebula se había perdido. Estaba en una encrucijada, pues lo que reclamaba Folg era válido. No tenía sentido seguir en el aire cuando Evy pudiera estar lastimada en algún lugar del bosque. Tampoco tenía idea de donde estaría y aunque usara su magia, el bosque de esa zona tenía su propio resguardo. No lograría hallarla. Por otro lado, Naheim estaba en problemas, sabía que podría cuidarse por sí mismo, lo habría hecho tiempo atrás, sin embargo se sentía completamente temerosa de lo que pudiera pasarle. Su instinto le gritaba que fuera por él, que se olvidara de la nébula y luego solo podía ver a Folg tratando de mitigar sus propias ideas.

—Quizás si nos dividimos... —empezó a decir, llamó la atención del lorne—. Los lorne son buenos cuando se trata de bosques. Pueden guiarse. Yo podría ir por Naheim. Conozco Ehorla'hum, puedo mezclarme.

—Nos reuniríamos después. Claro que, será difícil salir del bosque, Isadora es ama y señora de esa zona.

—¿Isadora? —preguntó la gata.

—La madama de las tierras, sí, Isadora.

—¿crees que Evy pueda estar con ella? —preguntó Petunia.

—Espero que sí, los otros que habitan en los bosques no son una buena opción, y aun así parte del problema que esté con ella es que Isadora cambia de región a cada tanto. Nadie sabe dónde pudiera estar —exclamó el lorne molesto.

—Pero tu puedes encontrarla —siseó Petunia—. Datell no debe enterarse de lo sucedido, no se lo haré saber. Folg, yo debo ir por Naheim, él corre riesgo, mucho más que Evy.

—Lo sé. Él se dejó entregar —murmuró Folg.

—No creo en esa posibilidad.

—Yo sí. Sería egoísta, pero ya he visto a Naheim serlo. Iré por la nebula aunque por amiad espero que no sea necesario salir corriendo del bosque. —suspiró cansino—. ¿Irás directamente a Ehorla'hum?

La gata asintió con la cabeza. Se acercó hasta el lorne y colocó una de sus patas sobre la mano de Folg.

—Me mezclare con los danzantes; pronto serán las fiestas y Nebul siempre los deja entrar. Es parte del rito. Gracias por lo que haces, Folg.

—Ten cuidado. —Exclamó y colocó su otra mano sobre la pata de Petunia—. Me llevaré uno de esos equipos. Aunque parezca un pájaro, yo no sé volar.

Petunia ahogó una risa. Hizo una mueca a duras penas y luego se irguió para demostrar que nada había ocurrido.

—Lo vi, gata —exclamó el lorne por ultima vez.

—Buen viaje, pajarraco.

Altas columnas de madera tallada recorrían un camino empedrado, los arbustos revestían los pies y las flores adornaban el resto con un tierno color blanco. Era extraño verlas en medio del verdor, parecían puestas a propósito y Evy juraba en su fuero interno que así había sido. Si lo recordaba bien, esa clase de flores no solía darse en zonas tan húmedas, pero se habían acoplado muy bien al lugar. Quizás por el calor de los faroles que guindaban sobre ellas, no lo podía decir a ciencia cierta.

El camino resultaba silencioso en parte. Gathas solo le señalaba lo que le parecía interesante y creía que para ella sería igual. Como la casa de Isadora al que llegaba tras un camino de tierra. Un hogar majestuoso en medio de tanta simplicidad.

Cuando Gathas creyó necesario responder las preguntas mudas de Evy, respiró hondo.

—¿Nunca antes había visto a otro como tu? —preguntó.

Evy alzó la mirada más allá de su hombro, buscaba los ojos curiosos de Gathas los cuales también se llenaban de incertidumbre. Ella negó con la cabeza después de un tiempo.

—Eso parece. Te extrañó cuando Ednes mencionó la transformación.

—No recuerdo nada de eso. Solo recuerdo caer, el vacío y su nombre en mi mente... —murmuró Evy.

—Su nombre... ¿Cuál nombre? —inquirió Gathas.

Ella dudó en responder y Gathas entendió. Se irguió y carraspeó.

—Lo siento, no quiero parecer entrometido. La transformación es algo que pocos podemos hacer. Debes tener al menos cuatro lunas. Como yo —dijo y mostró con orgullo aquellas esferas similares al que reposaban sobre el brazo de Evy—. Con cuatro lunas puedes hacer muchas cosas. Claro que necesitas preparación, pero después de la llegada de Nebul ninguno de nosotros puede alcanzar un nivel mayor al de él. Serías cazada y condenada, te matarían a la vista de todos para demostrar que nadie puede hacer lo que él. Debes tener cuidado, Evy. Algunas nébulas aun lo siguen. Son fieles a sus tonterías, parecen una manada de emoquis.

—¿Por qué me dices eso? —preguntó ella.

—Porque con cuatro lunas eres bueno, pero con cinco haces cosas como lo que tu hiciste. —dijo—. Nadie llega a tanto —zanjó.

—¿Eso es malo o bueno?

—Depende de cómo lo desees ver. Es bueno porque estas alcanzando un nivel avanzado y malo porque puedes estar en el ojo de él. Aunque no vi tu transformación, si es como Ednes lo describió debió ser hermoso —dijo y sonrió. Bajó la cabeza para sacar un objeto de su bolsillo—. Es un jagar. En otros mundos sería algo como un jaguar. Este era la transformación de mi hermano mayor. Era enorme. Quería ser como él.

—¿Dónde está? —preguntó ella curiosa.

—Nebul —exclamó y ocultó el objeto.

Gathas volvió al camino donde una gran fogata era iniciada con Isadora al frente. el par se adentró entre los lugareños para disfrutar de las comidas que eran servidas y la bebida por igual.

—Pruebalo, te gustará —indicó Gathas alcanzándole un cuenco con un liquido rojizo.

Evy lo probó y se ahogó. Tosió hasta que pudo recobrarse mientras escuchaba la risa franca de Gathas.

—¿Qué es?

—Es licor —Se bufó—. ¿De dónde eres, Evy? Cualquier nebula que se precie ha tomado de esto antes. —exclamó burlón.

—No soy como cualquier nebula que se precie —exclamó ella'

—Eso puedo verlo —musitó.

Si ella veía a su alrededor se encontraría con un centenar de personas que compartían esa noche alrededor de la gran fogata. Los escuchaba reír entre ellos con tanto ahinco que ansiaba poder hacer lo mismo, sin embargo a su mente viajaba los ojos desorbitados de Naheim y esa alegría pasaba. No tenía nada que celebrar, al contrario, debía volver a su camino y cuanto antes lo hiciera sería mejor.

Isadora lo notó. El cambio de humor en el pequeño cuerpo de Evy era llamativo, se acercó a Ednes quien yacía conversando con otros chicos de su misma edad.

—Ednes... —susurró

—Si, madama

—Traela al salón, por favor —pidió y acto seguido se levantó.

Ednes corrió hasta ellos con una mirada de urgencia puesta en su ojos.

—La madama te solicita, nebula del aire —exclamó el chico.

—¿Nebula del aire? —Repitió Gathas—. Ella tiene nombre, Ednes. Recuérdalo.

El chico bajó la mirada y asintió.

—Lo siento. Ella te solicita.

El salón se encontraba a las espaldas de la algarabía que los lugareños empezaban a montar. Gathas la acompañó hasta la puerta, lugar donde le demostró una pequeña sonrisa para darle confianza. Evy siguió a través de las puertas de madera con inscripciones en tonos negros, viejos y degastados. El interior era amplio y una pequeña fogata se mantenía en el medio del salón cubierto de madera simple. Isadora yacía a los pies del fuego con sus manos sobre un cuenco y una mirada segura.

—Ven, Evy. Siéntate a mi lado —Ordenó.

La nebula caminó hasta Isadora, tomó asiento sobre un cojin afelpado de tonos grises y la miró expectante. Acto seguido Isadora le entregó el cuenco del que había estado bebiendo.

—No te preocupes, no es licor. A diferencia del resto de mi pueblo, pocas veces bebo —murmuró, le guiñó un ojo como una señal de complicidad que Evy aceptó al tomar de él—Gathas y tu parecen llevarse bien —continuó.

—Parece ser una buena persona —respondió Evy—, pero no me puedo quedar más tiempo, ni conocerlos mejor ni nada que implique una estadía larga.

Isadora hizo una mueca y asintió con la cabeza.

—Lo sé, lo vi esta noche. Solo creí que conocer alguien similar a ti te acercaría más y nos tomarías confianza —dijo.

Evy la observó y entendió.

—Quiere saber quién soy.

—Cinco lunas, jamás había conocida a alguien con tantas. Una transformación increíble de una ave que... en mi vida jamás había visto. Definitivamente no eres de aquí. ¿Quién eres?

—Mi nombre es Evy Gothiel, soy de Verena, del otro lado. No nací aquí, es solo que llegué hasta aquí por alguien que en estos momentos debe estar en peligro.

—¿Quién?

—Naheim Ecknar —respondió Evy—. No espero que lo conozca aunque francamente parece que medio mundo Inverso lo hace.

—No, no lo conozco. Sí he escuchado de él, aun así. ¿Son muy buenos amigos?

Evy dudó sobre si eran amigos, al final asintió con la cabeza. Esa duda podría resolverla después cuando su vida no corriera riesgo alguno.

—Debo suponer que también es la primera vez que te transformas.

—No sabía que podíamos hacerlo —respondió ella sorprendida.

—¿Ustedes? No, Evy, no. Solo unos pocos...

—Los que tienen cuatro lunas...

—No, es más que eso. Es el poder, la energía; la transofrmación abarca una serie de cosas que es difícil describir. Se trata de conectarte con lo que te rodea pero también contigo. Es como si tuvieras una llama en tu interior que espera a que la toques. Pocos pueden hacerlo, incluso yo podría hacerlo, sin embargo debes saber qué puerta de tu mente y espíritu debe ser abierta. —musitó.

—Ednes dijo que Gathas puede hacerlo y él me lo confirmo por eso yo pensé que todos podían. —meditó.

—Gathas se puede transformar en un jagar. Igual que su hermano mayor, aunque a un tamaño menor, pero lo hace. Parece que todo es muy nuevo para ti y pareces tan angustiada por esa persona, quisiera ayudarte Evy pero la verdad es que no puedo poner en riesgo a mi gente. Hemos pasado por muchas cosas como para permitir que algo o alguien los lastime y eso te incluye —dijo, respiró hondo—. Le he pedido a un par de escoltas que te lleven hasta la zona blanca. Es un lugar amplio, podrás guiarte desde ahí para buscar tu camino de vuelta. Es todo lo que puedo hacer por ti.

—Es lo que necesito.

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