Historias
Las hojas salían de las carpetas, sobrevolaban por un camino de asfalto, pero no importaba. No eran necesarios, ya había caducado su tiempo y la razón de su existencia. En cambio, se venía otros tiempos, unos más esperado por Evy como nunca creyó fuera posible. Decir que no se detuvo hasta verse frente al auto rojo que Forany conducía como toda una diva, era poco. Dos años había pasado con tanta rapidez y nerviosismo que ver el final del túnel la sobrecogía. Había internalizado cada una de las palabras de su amiga y las había aceptado sin vuelta atrás. Era el tiempo de decir adiós a la universidad.
Ataviada con toga y tacones en mano, se adentró en el vehículo con un rostro de felicidad que no cabía en ella.
—¿Lista? —preguntó Forany divertida.
Evy asintió con la cabeza.
—Ya es hora, ¿no?
Forany encendió el vehículo y tomó el canal a toda marcha; llevaba varios meses con aquel auto y le encantaba, empezaba a entender porqué los humanos gustaban tanto de esos aparatos. Dio vuelta en una curva y entró en los suburbios donde las casas de dos plantas se asomaban poco a poco a través de los viejos arboles que le colindaban. Hacía días que no visitaban a Datell y ese era un momento perfecto para hacerlo.
—¿Cuánto tiempo crees que tome? La última vez fue tan rápido —recordó la nebula.
Forany hizo una mueca.
—Lo es, eso no ha cambiado. El tiempo, eso lo determinará Datell. Te he mantenido muy al tanto de lo que ha ocurrido en el mundo Inverso, pero hay cosas que se escapan de mí y que solo Gogen conoce. —suspiró—. Eso, me temo, es lo único que odio de ser un mago.
—si no supiera que antes eras una diosa, creería que estas alucinando —rememoró Evy.
Forany carcajeó divertida.
—Cómo ansío volver. ¿Qué tal te fue? —preguntó.
Evy solo mostró el papel doblado en mano como si fuera el bien más preciado y aunque lo era, también tenía otras cosas que podían serlo aun más.
—Eso hay que enmarcarlo. En el mundo Inverso no tiene mucha importancia —concluyó Forany.
Empezó a andar una vez que Evy se acomodó en el asiento a su lado, hablaba sobre la nueva temporada de las abulas. Volvía a ese deseo de experimentar, aunque sea una vez, lo que los magos de Verena llamaban tocar el cielo con los pies y es que la danza de las abulas requiere de practica, paciencia y sobre todo magia. Forany podía tener magia y practica, pero la paciencia pocas veces iba hacia ella. Esa vez seria la ultima y en definitiva tenía que entrar. Llevaba toda la ropa en el asiento de atrás. Evy lo notó al echar la vista y ver la valija con ropa sobre saliendo de ella.
—¿Irás otra vez? —preguntó.
—¡Claro que si! Tengo que intentarlo —exclamó su compañera.
—¿Pero... acaso no es en las fechas en que regresamos al mundo Inverso? —inquirió Evy un poco extrañada y atormentada por las fechas.
—No Sé que lo tienes bien marcado en un calendario, pero nada dice que vuelvas en ese tiempo. Todo depende de Gogen...
—... Todo depende de Gogen —exclamaron al tiempo—. Lo sé.
—¿Alguna vez has ido? —preguntó Forany
Evy parpadeó varias veces, no esperaba la pregunta tampoco la entendía muy bien.
—Las abulas —Le recordó.
Evy reaccionó y al mismo tiempo negó.
—No, lo siento.
—Habrá un ensayo hoy. Te llevaré —dijo.
—Forany, no puedo, se supone que iremos a ver a Datell...
—Datell puede esperar. Si llegara a decir algo solo le diremos que algo pasó con el auto y demoramos en arreglar.
—Eres una maga.
—La magia no actúa en cosas mecánicas ¿Ya lo olvidaste?
—No, pero no eres una maga de Verena. Perteneces al mundo Inverso, obtienes tu energía de ahí ¿no es así? —Ante el silencio de Forany, Evy tuvo que volver a preguntar—. ¿No es así?
—No. Los magos del mundo Inverso no toman la energía de ahí, proviene de ellos y crear energía para arreglar un auto es un desperdicio. Eso es algo que no te dicen en la universidad —dijo Forany.
—La universidad ni siquiera habla del mundo inverso. Es como un tema tabú para ellos —murmuró Evy.
—Eso está bien. Suficiente con la Orden de Altier como para meter más magos a nuestro hogar —exclamó forany y le guiñó un ojo.
El gesto le causó gracia a Evy, más no la sacó de esa sensación de que el resto del planeta se está perdiendo de un mundo tan complejo y valioso como lo es el mundo Inverso.
Cuando Forany aparcó delante del local de puertas rojas desgastadas, la reacción de Evy fue de terror. No imaginaba una practica de las abulas en aquel lugar, más la emoción en el rostro de Forany indicaba que en ningún momento se había equivocado de dirección. Era ese el lugar, no había más.
Forany caminó hacia la puerta y con un gesto de ética le permitió la entrada a su compañera quien veía las escaleras viejas, con los tablones rechinando bajo sus pies. La baranda de color verde decolorado y una pared al final con cuadros anclados a él que solo cuando estuvo cerca pudo notar la cantidad de personas retratadas en ellas. Forany se acercó y señaló a una en especial. Una mujer joven de mirada seductora, labios perfectos y cejas arqueadas. Los bucles de su cabello llegaban a su cuello enmarcando el final con un collar de perlas. Era una foto antigua.
—Lady Luisa —murmuró Forany.
—Es hermosa.
—Encarcelada en muchas ocasiones cuando buscaba la libertad de su pueblo. Lara es un pariente lejano; lo que queda de esa admirable mujer —comentó Forany—. Vamos, deben estar esperándonos.
Forany recorrió los últimos escalones hasta dar con la puerta de entrada a un amplio salón. En el centro varias personas imitaban los pasos del maestro. En el lateral, Lara veía el trabajo de sus alumnos con mucho escrutinio.
—Llegas tarde, Forany —exclamó aun sin verla.
—Lo sé.
—Incorpórate. —ordenó y acto seguido Forany actuó.
Lara tenía unos ojos del color de las almendras que se oscurecían entre las sombras. Su cabello negro se recogía en una coleta alta que dejaba al descubierto un rostro pétreo y duro que se cuadraba un poco en su mandíbula; eso no le quitaba gracia. Se veía imponente y hermosa a la vez. Evy prefirió mantenerse en un rincón para observar a su amiga seguir los pasos del maestro con mucha gracia. No imaginó ver nunca a una diosa intentar algo tan mortal como un baile.
—¿Vienes a intentar? —preguntó Lara.
No había notado que estaba tan cerca hasta que la escuchó.
—¡No! No, solo acompaño a Forany —dijo señalándola.
—Ah... ¿Alguna vez has visto las abulas? —preguntó.
Evy negó con la cabeza.
—Ahora entiendo. Van a entrar en el tercer acto. Obsérvalo bien —dijo.
Evy no la entendió hasta que lo vio. La razón por la que Forany deseaba entrar en las abulas, era ese momento perfecto en que levitaban por segundos sobre la superficie, las faldas se alzaban y la magia se veía como un torbellino. Era ese el momento que Forany decía y, tal como lo había imaginado, era asombroso.
—Son pocos segundos. Ese acto no se vuelve a repetir —murmuró Lara.
Cuando el conjunto de bailarines tocó el suelo una vez más, el maestro daba por terminada la práctica.
—Bien, chicos. Esta es la penúltima clase, nos veremos en la siguiente y luego en el examen final. Guarden sus mejores vibras para ese momento. Hay mucha competencia en este lugar, seguro que les irá de maravilla. Hasta la próxima —exclamó
Lara se acercó al grupo con la rigidez en su cuerpo, algo que parecía decirles al conjunto que debían mantener la postura.
—Será un gran día. Saquen lo mejor de ustedes en la prueba final —concluyó.
Para Evy aquello parecía más una orden que una palabra de aliento, pero lo dejó pasar cuando vio a Forany acercarse con una mirada llena de brillo. Entendía porqué le gustaba tanto la idea de pertenecer. El evento sería realizado en la plaza de los aldores, en todo el centro de la ciudad y se acompañaría de grandes grupos de música que armonizarían el evento. Mientras todo aquello ocurriría, las aves saldrían de la cueva en las montañas altas y su canto sería el momento cumbre para que las abulas bajen. Evy no lo había visto jamás, estaba prohibido para una nebula, pero si Forany se emocionaba tanto y lo describía con tanta pasión, debía ser memorable.
La última parada de Forany las llevó hasta los suburbios donde una casa de color ladrillo se alzaba imponente al final del camino. Adornada entre los arbustos y con una puerta de un tono cobre, era el sitio al que debió ir en un principio.
Evy tragó hondo, pero Forany suspiró con todo. Hizo que Evy la mirara angustiadas y es que ambas tenían una hora de llegada. Estaban retrasadas.
—¿Lista? —preguntó Forany.
Evy hizo una mueca, asintió con la cabeza y se bajó del auto. Esperó a que Forany estuviera a su lado. El par se encaminó a la entrada con los nervios bajando en forma de gotas de sudor por sus frentes. A Evy le empezaba a temblar las manos.
—Buenas noches, llegan tarde —exclamó Gogen quien abrió la puerta incluso antes de que fuera tocada.
—Lo siento, mi culpa. Tuvimos problemas con el auto...
—deja de justificarte, Forany. Vamos entren —exclamó.
Evy fue directo a la sala de estar. Observó los muebles del color de la grama con las mantas a su alrededor y los cojines que contrastaban en tonos vinotintos. El tiempo que pasaba como una cámara en la mesa donde las fotos de Gogen y su familia mostraban su árbol genealógico. La nebula volvió la vista al par que hablaba por un lado sobre las excusas de Forany y por otro la poca gracia que se mostraba en Datell.
—¿Podemos olvidarlo...? Ya estamos aquí —reclamó Evy.
Datell resopló y aisntió con la cabeza aunque aun mantenía la misma cara obstinada y bien incomodaba a Forany.
—¿Cuándo volveremos? —preguntó Evy.
—Mañana. —contestó sin dar muchas explicaciones—. ¿Es lo que querías?
Evy asintió, presionó los labios formando una línea, pues aunque eso era lo que deseaba sentía una espinita gritándole que no todo iba tan bien.
—Señor Datell, es mejor que vaya preparada —Forany dejó caer la frase y como si se tratara de una máquina, muchas teorías empezaron a dar vuelta en la mente de la nebula.
—Lo sé, lo sé.
Volvió a resoplar. Se lanzó en el mueble y acto seguido le pidió lo mismo a Evy.
—En este instante han pasado al menos 6 años en el mundo Inverso. Muchas cosas han cambiado, no serán como antes, Evy. Puedes inferir que esos cambios no solo se dan en la naturaleza del mundo Inverso, también sucede en las personas...
—Naheim... —dijo en suspiro.
—No te sorprendas de los cambios que verás incluso en él —Datell negó con la cabeza—. Emur ha tenido tantas bajas como logros contra Nebul, ahora mismo se están preparando para librar una ultima batalla.
—¿Ultima batalla? —preguntó Evy.
—Evy... —Forany resopló—. Ellos están en La Magra. Un pueblo destruido por los interese de Nebul, están apostado en campañas, esperando el momento en que Jenar de la orden de intervenir y creeme que Grad Nebul también estará esperando ese instante. La orden de Altier tiene una participación activa en este asalto... el ultimo... no hay más recursos. No tenemos más formas... la gente del mundo Inverso esta sobreviviendo porque es lo que les queda después de tantas muertes. Viven por vivir, sin sueños, sin esperanzas; solo tienen la idea de que como seres pensantes deben comer, dormir, trabajar y repetir ese ciclo. Son esclavos sin luchas por combatir porque están... muertos. Nebul los llevó a ese punto. Emur cree que aun hay una esperanza, pero...
—Nosotros no estamos tan seguros —culminó Gogen.
—¿Los dejaran solos si no lo logran? ¿Eso es lo que quieren decir?
—Sí, eso es exactamente lo que quiere decir.
Evy se levantó del asiento inconforme, indispuesta por lo que ambos decían con una parsimonia que le enfermaba. Dejarían morir a la gente del mundo Inverso sin ningún problema ¿Y la lucha de Naheim? ¿La de Jenar, Tern y demás? ¿Dónde quedaban los años en contra de un ser como Nebul?
—No será la última vez —dijo y su mirada mostraba la fe en esa simple frase.
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