Perdí la fe en la humanidad.
Perdí la fe en la humanidad.
Llámame pesimista, pero es cierto. Tengo mis razones para sentirme defraudada de todos y son razones que crecen día con día, que se repiten, que continúan.
Vecinos siendo irrespetuosos del espacio ajeno, gritando por la madrugada cuando lo único que los cansados trabajadores quieren es dormir, estacionándose en las cocheras de alguien más, dejando que sus mascotas arruinen el jardín de otros.
Conductores actuando de forma imprudente en la calle, una calle donde miles de personas transitan a diario, personas que quieren llegar a salvo a casa.
Autoridades haciéndose de la vista gorda, porque es mucho más fácil omitir lo que sucede en lugar de actuar para que se detenga, y luego, cuando la cosa deja de parecerles insignificante o graciosa, se trasladan al otro extremo y abusan de su poder.
Estoy cansada de todo tipo de abusos.
Nos quejamos de nuestros gobernantes y no nos damos cuenta que a una escala menor somos iguales. Mentimos, robamos, engañamos. No lo hacemos porque sea correcto, lo hacemos porque nos parece el camino fácil y luego nos excusamos en que "si el otro puede ¿por qué yo no?".
Pedimos a gritos que se haga justicia, que los asesinos paguen por todo lo que han hecho, que el crimen cese y aun así no logramos ver que no somos diferentes a ellos. Matamos para que no nos maten, ¿cuánta lógica hay en ello?
Es mucho más fácil juzgarnos, enjuiciarnos y no escuchar razones, no ver más allá de un titular en el periódico, no escuchar más allá de la versión de una persona.
"Es culpable hasta que demuestre lo contrario, pero no, no vamos a darle la oportunidad de que lo haga".
Pero olvidemos los juicios contra asesinos, secuestradores o contra políticos.
También hacemos juicios a nuestros amigos, a la gente en nuestras redes sociales, a los que conocemos "de nombre". Hemos dejado que las cosas se tergiversen. Ya no nos permitimos acercarnos, presentarnos y dejar que nos conozcan por algo más que nuestro perfil en Facebook, ahora no somos más que nuestras fotos en Instagram. ¿Dónde quedaron los sentimientos? ¿Dónde quedó el beneficio de la duda? Es ilógico, porque aplaudimos y defendemos las estupideces que hacen las personas con millones de seguidores, pero juzgamos cuando una persona "común" decide hacer algo parecido.
¿Cómo se supone que confiemos? Si tan solo al dar la media vuelta ya hay alguien esperando para hablar mal, para decir que somos esto o aquello, y curiosamente es una persona que jamás ha estado en nuestros zapatos. Ahora somos cobardes y apuñalamos por la espalda. Creemos que juzgar y soltar improperios nos vuelve honestos, cuando la honestidad es más. La honestidad es tener el valor de decir cuáles son tus creencias, cuáles son tus ideales, cuáles son tus sueños. La honestidad es ser lo suficientemente educado como para decir lo que opinas de frente al otro, no a su espalda. La honestidad es pensar primero en tus valores y luego en lo que piensan los demás.
La honestidad es ser justo.
Ser justo cuando te dan centavos de más y ser justo cuando te dan de menos, ser justo cuando sabes que has cometido un error y cuando otros lo han cometido contigo, ser justo cuando invades el espacio de otro y cuando otro invade el tuyo, ser justo cuando el poder abusa de ti y cuando tú prefieres quedarte callado. La justicia va más allá de una cárcel, de encerrar a un criminal. La justicia comienza en uno.
Estamos tan dañados que preferimos culpar a otros, defender a otros. El cambio comienza en uno.
Pero eso ya a nadie le interesa.
Es mucho más fácil culpar al compañero, al hermano, al amigo, al criminal, incluso a un dios. ¿Por qué no nos hacemos responsables de nuestros actos?
He perdido la fe en la humanidad.
Y no, no creo que alguien más vaya a venir a salvarnos. Y me da miedo que la ley de causa y efecto decida castigarnos, porque un día la causa será tan trágica que el efecto nos romperá de maneras irreparables.
Y no, no creo que podamos detenerlo.
Porque por si fuera poco hemos decidido avanzar más y más rápido en todos los sentidos. Porque solo un mínimo porcentaje de personas se detiene un segundo de su día a analizar lo que sucede a su alrededor, a volverse consciente de su situación actual. Para el resto es más fácil seguir con la rutina diaria.
Y no, no creo que se pueda cambiar.
Pero a lo mejor tú me sorprendes, a lo mejor resulta que no tengo yo razón para sentirme así. Es extraño, pero por primera vez en la vida me gustaría estar equivocada.
Perdí la fe en la humanidad, pero guardo en un rincón la esperanza de que la humanidad pueda sorprenderme.
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