Jamas olvides la canción del mar...
Banner publicitario (espero que les guste) y la canción Why de Avril Lavigne, les recomiendo que lean mientras escuchan (la letra también tiene relación con el relato)
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"Ariel era la hija menor del rey del mar, curiosa e inocente con un hermosa voz, se veía atraída cada día más por la tierra de los humanos. Ni sus hermanas, ni sus padres, podían disuadirla de vigilarlos de lejos y coleccionar todo tipo de objetos que venían de la superficie. Fue un buen día que observaba a un gran barco navegar, cuando rescató a un bello joven de ahogarse. Desde el primer instante en que lo vio, supo que estaba enamorada de él. Pero sabía que jamás estaría con él porque no podía caminar ni vivir en su mundo. Entonces, una malvada bruja que escuchó cómo le contaba sus problemas a sus amigos, le propuso un trato: le daría unas piernas a cambio de su voz. Pero con una condición, su chico tendría que enamorarse de ella, o moriría"
― ¡Me voy a hacer surf, mamá. No me esperes para comer!― gritó mientras salía corriendo de la casa.
― ¡Vuelve antes de que se ponga el sol!― le respondió su madre también a gritos.― Me oyes, Marina, no me hagas irte a buscar.
Marina no le respondió, solo se alejó hasta que no fue más que un punto en el horizonte. Su madre suspiró, su hija era demasiado aventurera, esperaba que eso no le trajera ningún problema.
Mientras tanto, Marina ya había llegado a la playa y disfrutaba de las preciosas olas que ese día se presentaban, ignorando los preocupados pensamientos de su madre. Nada importaba cuando estaba en el agua, era como si se fundiera con ese sonido lleno de rumores. Un fantasma con miles de caras que si no tenías cuidado, terminarían llevándote al fondo del mar.
Marina lo sabía y por eso, se le daba tan bien surfear.
Sin embargo, ni su voz ni su dominio de las olas iban a salvarla del amor. Cayó en sus redes, y nada pudo hacer, solo sumergirse en las aguas profundas que habían dejado de ser tan amistosas.
Fue en esa noche, cuando un ferri cargado de jóvenes borrachos, la sorprendió recogiendo sus bártulos para volver a su casa. No tuvo tiempo, todo ocurrió muy rápido, solo siguió a su noble corazón. Se tiró al agua y rescató a un pobre chico, que tanta fiesta y alcohol, había terminado por tirar fuera del barco.
Nada pudo evitar que el destino los uniera aquella noche, aunque no para nada bueno. Porque él vivió y volvió a por ella, quitándole todo lo que ella amaba...
Marina tras la aparición de ese joven en su vida, nada parecía interesarle más que estar con él, respirar el mismo aire y sentir su brazo protector en su cintura. ¿Y cómo le correspondió él? Con nada, no renunció a engañarla como a tantas chicas, a cambiarla por completo...
Pero ella no se daba cuenta, no veía que ya no cantaba, que no sentía las ganas de ir al mar, que no jugaba con sus hermanas en la arena, que no le contaba sus secretos a su madre. Cambió, para siempre.
Ni las quejas de sus hermanas, ni los consejos de su madre, ni el rumor de las olas al romper en la costa, ni las enormes ganas de cantar, fueron suficientes para que se diera cuenta del error que estaba cometiendo.
Para cuando vio que su perfecto enamorado besaba a otra chica, era demasiado tarde. Se había perdido a sí misma y ni la misma muerte, podría devolverle lo que había destruido.
No volvió a cantar.
Solo volvió una vez al mar, sintiendo por última vez, su suave caricia que le arrastraba al fondo.
Y tal vez, en los últimos segundos, halló aquella parte de ella que había tirado por un hombre. Quizás, la sonrisa que portaba cuando sus padres la encontraron muerta en la playa, fuera porque por fin había escuchado la canción del mar.
A pesar de que no la convirtiera en sirena de nuevo.
Porque los cuentos en la vida real no tienen finales felices
Y el amor no es suficientemente poderoso para dominar la canción de mar.
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