6, Cazadores.

|Ghost|

 Semanas atrás.

 Otra vez, un año mas sin ellos. Aunque hace mucho tiempo que los había perdido, nunca dejó de creer que algún día serían una familia unida una vez mas. Aun con la tragedia, la pequeña Nari no dejaba de desear, implorarle a las diosas, que los acerque, pese que de sus hermanos no quedaba mas que unas simples cenizas 

Ahora los tenía allí al frente. En urnas de piedra gris, y cubiertas por sellos en una lengua antigua. La primera vez que leyó lo que decían, Nari se sintió ofendida, pero debía admitir que no se equivocaban. Lo eran, traidores ¿A quiénes? A quienes hacen las leyes mágicas.

No revivas a los muertos con magia.

No tomes posesión de mortales mágicos.

No destruyas la creación de Aquehua, su preciosa tierras.

Nunca trates de tomar su lugar.

 Nari observaba con atención los restos de sus hermanos. Aunque ella estaba por completo en contra del plan de destruir a la humanidad para recuperar el mundo de sus destructivas garras, no podía evitar sentir la soledad ante la falta de ellos. Porque estando separados, siendo individuos independientes, existía un vínculo que los mantenía unidos. Este se rompió cuando Caeli los asesinó.

—Lo siento —murmuro con pena.

Secó una lagrima que amenazaba caer, y dejó una flor que lento se fue marchitando.

La bóveda donde sus restos descansaban era fría, austera. Gris, capaz de marchitar a cualquier ser que estuviera dentro. Lo cual tenia lógica. Las deidades mayores los pusieron allí para evitar que alguien hiciera algo. Hasta la misma pequeña Nari.

 Y para evitar otra catástrofe, no le concedían ningún tipo de deseo, mas aun porque estos siempre eran los mismos. 

—Lo siento —repitió una vez mas. 

Quería pasar mas tiempo allí, pero su cabello verde, que ahora llegaba al suelo, y carecía de las típicas flores rosas de siempre, se volvía gris. Al igual que las raíces tatuadas en su piel verdosa, y la poca magia que mantenía en esos muros de contingencia.

—Hasta el próximo año —murmuró Nari. 

Se apuró para salir, porque, aunque le dolía no pasar mas tiempo con sus hermanos, marchitarse de esa manera era un castigo terrible. Tampoco quería creer que las deidades mayores querían hacerle eso, por ser familia de aquellos que querían resetear el mundo.  

Estaba segura que afuera la esperaba Lule. Ambas se habían hecho unidas tras la muerte de los semidioses guardianes, mas porque compartían el amor por las flores, y hacer que la naturaleza sea mas colorida que destructiva.

Lule, una diosa menor, apreciaba el potencial mágico de Nari, quien siendo muy pequeña era capaz de alzar las raíces llenas de vida mas grande de lo que cualquiera podía imaginar.

Sin embargo, quien la esperaba no era ella. No había ninguna presencia, que pudiera ver. Sentía una especie de magia en el aire que no percibió antes, o que la última vez que lo hizo fue siglos atrás. Aun seguía débil por el efecto de la bóveda, y no podía invocar las raíces para que la protegieran de aquello que no estaba a simple vista.

Algo aceleraba sus latidos, y la abrumaba.

—¿Quién anda allí? —preguntó.

Vio a todos lados, sin encontrar nada, mas que esa magia oscura y pesada flotando en el aire.

—¿Hola?

Cuando quiso dar un paso, su cuerpo quedo petrificado. Lento cada parte, pegando los brazos a su dorso, se quedo estática. Podía ver y respirar. Entonces observó una sonrisa que alguna vez tuvo la dicha de apreciar, y que ahora lucia como una pesadilla encarnada.

• • •

Santorini, Grecia.

Los llevaron, con los rostros cubierto, y las magias bloqueadas, por un largo camino. Arabella estaba histérica, e Hisirdoux no dejaba de gritar la misma pregunta.

—¿No saben quienes somos? —pregunto por quinta vez—. Quien es ella, quien soy yo.

—No, esta claro que son unos idiotas —exclamo ella, agitado la cabeza a todos lados—. Cuando me suelte, pateare sus traseros.

—No, no lo harás —respondió Hisirdoux—, porque lo hare yo antes.

Continuaron de esa manera por unos minutos mas, hasta que se detuvieron. Los dejaron solos. Arabella, sin ver nada, buscó a Hisirdoux, y yendo a ciegas, se acerco a él.

—¿Te encuentras bien? —pregunto Hisirdoux.

—Un poco mareada por estos bloqueos, ¿Tu como estas?

—Bien, aunque obvio, no desearía estar atado así —respondió él.

Los hicieron sentar, y les sacaron los sacos de las cabezas. Tardaron unos minutos en acostumbrase a la luz del lugar. No era brillante como afuera, sino mas bien cálido, y tenue. Como todo allí. Desde la mesa gruesa, las tasas de té, hasta los tapices en tonos tierras de las paredes, y los marcos de madera de la ventana.

Hisirdoux no reparo tanto en la decoración y los tonos tierra del sitio en donde estaban, sino más bien en su esposa. Giró para verla, y la tomó con cuidado del rostro. Sus ojos estaban un poco rosa por la magia, o quizás por el enojo, no estaba muy seguro. Se la notaba algo pálida, y la cicatriz bajo el ojo estaba enrojecida.

—¿Cómo te sientes? —pregunto.

Arabella observó, y notó con claridad su preocupación. No existía un momento desde lo ocurrido con el ultimo fin del mundo, donde ella decidió tomar el lugar de Olivia para así derrotar a una diosa vengativa, en donde su estado de preocupación no fuera notorio cuando algo sucedía.

Antes, mucho tiempo atrás, se hubiese molestado que Hisirdoux tomara esa postura, creyera que no debía ser observada de manera minuciosa. Pero ahora, que todo era tan diferente, que ambos se cuidaban por igual, que si uno tenía un raspón de más, el otro haría todo lo posible para sanarlos, lo creía muy necesario.

Porque Arabella estaba segura que podía solo preguntar, o ella afirmar sin tantos rodeos que estaba bien, pero amaba ese detalle, que lo creía necesario debes en cuando. Era un mimo, uno de la persona que mas amaba, y a quien ya no le negaba esos gestos.

—Estoy bien —sonrió—. Es por el desbloqueo mágico, tus ojos también están azules. Aunque claro, por siempre voy amar ese hermosos color ámbar.

—¿Te gusta? —pregunto.

—Lo adoro, es mi color favorito —respondió ella—. Siéntete afortunado, esta antes que el rosa. Nadie hace eso.

—Lo se, soy el mas afortunado de todos —dijo, y le dio un suave beso en los labios.

En cuanto se apartó, ambos repararon en donde estaban. Era la primera vez que se encontraban allí, de eso tenían seguridad. Las tazas que tenían al frente se sirvieron solas, con un té de fragancia dulce.

—¿Qué esto? —pregunto Hisirdoux.

—No lo se, pero huele riquísimo —respondió Arabella.

Una sonrisa infantil trepó por su rostro, y su boca comenzó a salivar. El golpe magia, la situación en general, abrió con rapidez su estómago.

—Ni se te ocurra beberlo —murmuro Hisirdoux.

—Dioses, Casperan, ni que tuviera nueve años —dijo Arabella.

Tomó una de las tazas, y la olfateo. Pudo percibir alguna de sus frutas favoritas, y se tentó a darle un sorbo.

—Arabella —exclamo Hisirdoux—, dijiste que no tienes nueve años. No lo bebas.

—Ah, es que tengo tanta hambre —dijo ella, y dejó la taza—. De todas formas, no tiene nada. Aprendí a distinguir olores, y esto solo es ...

—Simplemente té —dijo alguien mas.

Los dos giraron en dirección a la voz, y se encontraron con una mujer por completo extraña.

  Se veía como de la edad de Morgana, quizás un par de años mas. Tenía algunas líneas de expresión, y no dejaba de verse elegante como atractiva, más aún con aquel jean bordó ajustado, y una camisa abierta hasta la altura del pecho, dejando ver unos tatuajes runicos. Traía el cabello cobrizo trenzado, y sus ojos marrones marcados con un fuerte delineado negro.

—Hola, y me quiero disculpar por hacerlos esperar —dijo la mujer.

Se sentó frente a ellos, no sin antes dar pasos sonoros, no solo por las botas gruesas, sino por las cadenas que colgaban de la cadera de su jean desgastado.

—La bruja Pericles tiene razón, es solo té —dijo y les sonrió—. Y yo sé porque están acá.

—¿Tienen la niña que buscamos? —pregunto Hisirdoux.

—Oh no, eso no —dijo la mujer—. No hemos registrado ninguna anomalía en las ultimas horas.

—Bueno —dijo Arabella, y le dio un sorbo al té—, eso debe ser porque la niña casi no tiene magia. Quizás solo fue una explosión, y no se volvió a repetir.

La mujer quedo pensativa por unos segundos, mientras que la rubia seguía con el té, y algunas galletas que también aparecieron. No iba a negar que se le había abierto el apetito desde antes que la mesa se sirviera sola.

—Bueno, en ese caso —dijo y se puso de pie.

Buscó en el armario que había detrás de ella. Tardó algunos minutos, mientras los otros dos no dejaban de verla y tomar el segundo desayuno del día. Iban comiendo casi a la par. Cuando quedó una sola galleta, la rubia la vio con pena. Hisirdoux se la cedió.

—Gracias cariño —dijo, y le dio un beso en la mejilla—. ¿Qué buscas ...?

—Lo siento, me llamo Grace —respondió—. Y lo que busco, no lo encuentro.

—Oh no —dijo Hisirdoux, preocupado—. ¿Busca el rastreador?

La mujer giró para verlo. Luego, sin decir mas nada, alzó las manos a la altura de los hombros, cerró los ojos, y comenzó a mover los dedos de manera sincronizada. Cada objeto que había en el cuarto se cubrió con una luz anaranjada, y tras unos segundos se apagó.

—Quienes trabajan conmigo tiene uno, y yo siempre guardo otro, pero veo que se lo han llevado —dijo Grace—. Es extraño, ese rastreador no debe salir de acá. Tiene mayor alcance, para niños de magia incolora.

Se acercó a la entrada, y gritó el nombre alguien más. Al no recibir una respuesta lo volvió hacer. Volvió al lugar, y se sentó a esperar.

Arabella e Hisirdoux la veían atónitos. Morgana le comentó que la organización en si era organizada, y la líder centrada, pero viéndola parecía que algo se le escapa de su control.

—Lamento este desorden, usualmente nada de esto pasa —dijo con pena—. Estuve ocupada con la remodelación del clan, que no note cuando mis mágicos empleados me robaron. Por cierto, ¿Cómo esta Morgana?

—Ummm, bien —respondió Arabella—. ¿De donde se conocen?

—Fuimos amigas en Camelot. Me marché cuando ella comenzó las clases con Merlín, teníamos diferentes aspiraciones.

—Él también esta vivo —dijo Hisirdoux.

—Si, lo sé, es tan raro —dijo Grace—. Estoy segura que hubo alguna ruptura de la linea temporal.

Al cuarto en donde estaban, entró una muchacha, lo que provoco que todos guardaran silencio. Grace le sonrió, y ella parecía de mal humor.

Por unos segundos, Arabella la admiró. Era dorada, como si el sol la amara lo suficiente para prestarles sus rayos y dejar que estos bañaran su cabello rubio y largo, y su piel trigueña. Y la frialdad de sus ojos azules resaltaban en ese esplendor. Era hermosa, y a ella le causaba cierta confusión su presencia.

—Les presento a mi mejor cazadora —dijo, y la hizo acercarse—. Ella es Peach. Alguna vez fue de los niños perdidos, no tardó en hacerse familia.

—¿Nadie fue por ti? —pregunto Arabella.

—No, solo me dejaron a mi suerte —respondió Peach y se cruzó de brazos.

Arabella sintió algo de pena, y guardó silencio. No quería abrir ninguna herida, si es que la tal Peach tenía alguna. No se veía muy contenta, y solo esperaba no tener que pasar tanto tiempo a su lado. Se había desacostumbrado a lidiar con brujas que oscilaban entre ser jóvenes y tener casi la mitad de su edad. Para la rubia, esas eran las peores compañeras de trabajo.

—Se han llevado el rastreador —dijo Grace—. ¿Sabes algo?

—Blake y un par han desaparecido —respondió Peach—. No se que noticias les llegó, así que supongo ellos tienen que ver.

—¿Por qué no me lo has dicho antes? —pregunto Grace.

Trató de ocultar su enojo, pero el color anaranjado atrapó el marrón de sus ojos.

—Porque no soy niñera de ellos —respondió Peach—. Lo lamento, tenia mejores cosas que hacer.

Grace dio un suspiro, y sonrió. Todos allí percibieron en ese tipo de sonrisa, una que esconde mas que gentileza, y no se relaciona para nada con esto. Se pudo notar que la misma Peach se arrepentido de haberle respondido de esa manera.

—Bien, entonces ya que no tienes nada mejor que hacer, iras con ellos a buscar la niña perdida —dijo, con una extraña tranquilidad.

—No —exclamo Peach—, pero yo ...

—Pero nada, jovencita —dijo y sonrió—. Iras, es tu nueva tarea.

Tanto Hisirdoux como Arabella, se vieron, y sintieron aquella escena como algo que vivieron en algún momento. Aceptaron la ayuda obligada de Peach, y continuaron el viaje. 

☆☆☆

Muy buenas, ¿Cómo les va? Espero que muy bien.

Ya, conozcan a Peach, si que es hermosa y gruñona. Lo será más, no se preocupen.

¿Qué le pasó a Nari? Eso también ya lo van a saber.

Se viene, se viene, es lo único que puedo decir.

Por las dudas, quiero aclarar que los subtítulos antes de comenzar los capítulos son canciones. Este tema es de Natasha Blume. Igual no todos los caps van a tener, pero me gusta ponerles.

En fin, sin más vueltas ✨ besitos besitos, chau chau ✨

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