La Semilla del Caos

El sol brillaba intensamente sobre el campo de fútbol, bañándolo con una luz dorada que hacía centellear el césped. Era un día perfecto para el entrenamiento. Aquel día se sentía como el umbral de algo nuevo y emocionante. Junto a mí, Marlen se mantenía enfocada, aunque noté cómo sus ojos se desviaban ocasionalmente hacia mí, llenos de una curiosidad que parecía ocultar preguntas sin formular.

El entrenador nos convocó con un silbato y nos organizó en parejas para ejercitar pases y recepciones. Marlen, con la gracia de su cabello ondeando al compás del viento, eligió estar a mi lado.

–¿Por qué te emparejas conmigo?– le pregunté con seriedad.

–Quiero hacerte unas preguntas,– respondió con un tono que insinuaba más que el simple interés.

Me sentí ligeramente alarmada, recordando las precauciones que me habían inculcado sobre mantenernos al margen entre nosotras–Estás rompiendo una regla, nos dijeron que no debíamos relacionarnos tan abiertamente,– repliqué, mi mirada recorrió el campo en busca de testigos de nuestra infracción.

–Pero tú y yo ya nos conocíamos antes de que te reclutáramos.– dijo Marlen, su voz reveló una profundidad que me instó a escuchar.

–Está bien - dije después de pensarlo un rato. –¿Y qué querías preguntarme?–

–Quería saber si ya tienes tus poderes– Preguntó directamente, y mi corazón dio un vuelco. Negué con la cabeza, tratando de ocultar mi decepción ante mi falta de progreso.

–¿Y tienes alguna idea de qué podría ser?– Preguntó Marlen con una mirada inquisitiva al mismo tiempo que me devolvía el balón con precisión. Volví a negar, sintiendo la incertidumbre.

Pateé el balón suavemente hacia Marlen, quien lo recibió con un toque hábil. –No estoy segura de que sea la persona que ustedes creen que soy, me siento igual que siempre– Confesé con tristeza, una sensación de duda comenzó a invadir mis pensamientos.

Marlen asintió, su mirada estaba fija en el balón mientras lo movía con habilidad, me observó y suspiró suavemente. –Si lo eres, no lo dudes– Dijo con un tono de seguridad que resonó en mi interior. Me pasó el balón con un poco más de fuerza, desafiándome a mantener el control.

–¿Y cómo lo sabes? ¿Por qué estás tan segura?– pregunté, buscando algo en lo que aferrarme.

–Dalia– Respondió Marlen de inmediato, tomando una bocanada de aire como si se preparara para una revelación importante. -Dalia puede ver el futuro. Ella te vio. Miré a Marlen, asimilando lentamente lo que acababa de decir. Mi mente comenzó a girar con nuevas preguntas y posibilidades, mientras el crepúsculo envolvía la cancha de fútbol en tonos dorados y sombras alargadas.

–¡No te detengas, Karen, pasa el balón!– Exclamó Marlen al haberme congelado momentáneamente en mis pensamientos.

–Lo siento– musité un tanto distraída, pateé el balón con fuerza, haciendo que Marlen se esforzara un poco más para atraparlo. –¿Y las demás que pueden hacer, tú, qué puedes hacer?– Pregunté llena de curiosidad, deseando cambiar el enfoque de la conversación.

Marlen me miró con una sonrisa misteriosa, como si estuviera considerando cómo responder. Luego, levantó ligeramente la mano derecha y concentró su mirada en una pequeña piedra en el suelo, a unos pasos de distancia. Parecía que estaba tratando de demostrar su poder con discreción.

Observé con expectación mientras la piedra se movía ligeramente en el suelo, como si fuera arrastrada por una fuerza invisible. El viento mecía suavemente mi cabello mientras mi asombro crecía a medida que la piedra se elevaba lentamente del suelo. Marlen mantenía su concentración con los ojos fijos en la piedra, y por un momento pareció que tenía todo bajo control.

Sin embargo, la piedra comenzó a girar en el aire con una rapidez frenética, como si fuera arrastrada por un torbellino enloquecido. Marlen frunció el ceño, y sus manos temblaron ligeramente mientras luchaba por mantener el control. La piedra trazaba un arco errático en el aire, amenazando con escapar de su control.

–¡Marlen, cuidado!– Exclamé, alarmada mientras daba un paso hacia atrás, preocupada por lo que estaba sucediendo. –¡Detente!

En cuestión de segundos, el pequeño torbellino se transformó en un voraz tornado, el cielo sobre nosotros se oscureció y un círculo de nubes grises se formó a nuestro alrededor. Nuestras compañeras de práctica nos miraban con asombro y temor, mientras la fuerza del viento nos empujaba hacia el centro del caos. Marlen seguía evidenciando que el desastre provenía de ella. Me quedé inmóvil contemplándola sin saber que hacer.

–¡Aléjate de ahí Karen!– Gritó el entrenador, su voz se perdió en el estruendo del viento que rugía a nuestro alrededor como una bestia enfurecida. Todos los espectadores salieron disparados de la escena. El tumulto de hojas y polvo que se alzaba en el aire dificultaba la visión, y sentí cómo la fuerza del viento implacable me empujaba hacia el centro torbellino. Mi corazón latía con rapidez mientras luchaba por mantenerme en pie, el miedo y la incertidumbre se entrelazaban en mi mente.

Miré a Marlen, buscando su ayuda o una señal de que aún podíamos manejar la situación. Sin embargo, su expresión era de completa desconexión, sus ojos ardían con un intenso fulgor naranja o rojo que contrastaba vívidamente con la oscuridad del tornado que había creado. Me sentía atrapada entre el asombro y el pánico, preguntándome qué había desencadenado y cuáles serían las consecuencias.

Mientras el caos reinaba a mi alrededor, me impulsé hacia adelante, luchando con la corriente de viento que me arrastraba hacia el epicentro de la tormenta. Marlen estaba en otro mundo, su poder había tomado el control de su cuerpo y su mente y no sabía cómo detenerlo. A medida que me acercaba, su figura distorsionada por las ráfagas de viento se volvía cada vez más nítida.

Finalmente, logré llegar a su lado y rodeé su cuerpo con mis brazos, sintiendo la tensión y desesperación que emanaban de ella. –Detente, tienes que parar– Le susurré al oído, mis palabras casi se perdían en el rugido del viento. Marlen alzó los brazos y comenzó a levitar conmigo colgada de su cuerpo. Mi corazón latía en mi pecho mientras intentaba transmitirle calma y empatía, aunque mis propios nervios estuvieran al límite.

Unos segundos más tarde, Marlen pareció volver a la realidad, aterrizamos suavemente sobre el campo ahora destrozado, su mirada perdida y desorientada empezó a ceder ante un reconocimiento aliviado. Sus hombros, que antes estaban rígidos como tablas, cayeron ligeramente y su respiración agitada comenzó a tranquilizarse. La intensidad del torbellino disminuyó gradualmente, permitiendo que la paz comenzara a regresar a nuestro alrededor

–¡¿Qué he hecho?!– Preguntó Marlen desesperada, una expresión de terror se reflejaba en su rostro. Sus ojos se posaron en el campo destrozado y vacío, y la realidad del caos que había creado la abrumó por completo. Las lágrimas brotaron de sus ojos mientras su angustia encontraba escape en un llanto profundo y liberador.

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