El Eco de la Tempestad


La luz del sol se filtraba a través de las nubes dispersas. Pero bajo esa luz apacible, el campo presentaba un panorama de devastación mostrando las cicatrices de un caos reciente: Lo que una vez fue un manto uniforme de césped vibrante ahora estaba marcado por surcos profundos y zonas despellejadas, donde la tierra desnuda y los restos de hierba arrancada revelaban la violencia del torbellino desatado. El aire aún vibraba con la electricidad residual del evento, un zumbido casi imperceptible que se mezclaba con el olor a ozono y tierra removida. A lo largo del campo, objetos deportivos y personales

esparcidos, pelotas desinfladas, conos de entrenamiento partidos, botellas de agua abandonadas, ofrecían un mudo testimonio del pánico que había impulsado a todos a huir, dejando tras de sí el caos.

No pasó mucho tiempo cuando aparecieron el resto de las chicas quienes se acercaban a toda prisa hacia nosotras, sus siluetas recortadas contra el cielo que comenzaba a teñirse con los primeros indicios del crepúsculo. Dalia, con su cabello oscuro revoloteando alrededor de su rostro marcado por la preocupación, fue la primera en hablar, su voz rasposa reflejaba la tensión del momento. –¿Qué fue lo que pasó, Marlen?– preguntó, buscando respuestas en sus ojos aún confundidos. –Esto no lo vi venir, algo cambió.– 


Daniela intervino con urgencia, su figura atlética se percibía tensa por la situación. –No es momento de discutir– insistió con voz firme, su mirada recorrió el campo evaluando el alcance del desastre. –Necesitamos actuar, y rápido.–Dalia, Andrea, ¿cuánto tiempo tenemos?– Dalia y Andrea, con una sincronía casi sobrenatural, calcularon que disponían de apenas unos minutos para corregir el desastre sin dejar rastro de intervención.

Mientras las chicas se organizaban, me encontré observando, casi desde fuera, la escena que se desarrollaba ante mí.

–Tayde, intenta regresar todo a su lugar,– comenzó Daniela, interrumpiendo mis pensamientos. –Andrea, reúne a las personas que estaban en el campo y borra los últimos 30 minutos de sus mentes; tenemos que intentar implantarles un recuerdo falso. Dalia, necesito que monitorees los posibles futuros y nos digas cuándo veas algo prometedor. Mientras tanto, voy a intentar camuflar el escenario; tenemos que arreglar este desastre,– mencionó, recorriendo con la mirada el campo deshecho.

–¿Marlen, te sientes estable para hacer crecer el pasto otra vez?– añadió, dirigiendo su atención hacia ella, en un intento de encontrar una solución en medio del caos.

–Sería un excelente momento para que Karen despertara sus poderes,– comentó Dalia a regañadientes, su mirada se posó brevemente en mí. Sentí una oleada de vergüenza ante sus palabras, di unos pasos hacia atrás encogiéndome de hombros. Mi incapacidad para actuar en ese momento se había vuelto evidente para todas.

–No la presiones Dalia, podemos hacerlo,– intervino Andrea con firmeza, su mirada tranquilizadora encontró la mía y de inmediato me sentí mejor.

En medio de este escenario, las siluetas de las chicas se movían con urgencia, cada una absorta en su tarea con un propósito claro: borrar las huellas del caos.

Los minutos pasaban rápidamente y el campo comenzaba a regenerarse rápidamente frente a mis ojos, el césped crecía y la tierra se aplanaba mientras Marlen hacía movimientos con sus manos. Tayde regresaba las pesadas vigas del techumbre de las gradas a su lugar.

Me quedé asombrada al presenciar la habilidad y coordinación del grupo. A pesar de la urgencia de la situación, trabajaban en armonía, cada una aplicando sus dones de manera precisa, rápida y eficiente.

Cuando las chicas terminaron su trabajo, suspiré aliviada. El campo de fútbol estaba restaurado, y las personas que habían presenciado el incidente parecían volver a la normalidad, como si no recordaran lo que acababa de suceder. Observé a Dalia, Daniela, Tayde y Andrea con admiración y gratitud. Aunque me sentía avergonzada por mi incapacidad en ese momento, ellas habían actuado con destreza y resolución.

La tarea de borrar y camuflar el daño no solo se limitaba a lo físico; Andrea y Dalia trabajaban en conjunto para manipular la percepción y los recuerdos de los testigos, una labor que requería de una delicadeza y precisión extremas. La urgencia de sus acciones pintaban el ambiente de una tensión que era indiscutible, cada gesto y palabra eran cruciales para evitar la revelación del clan.

-Creo que lo tenemos- Dijo Dalia animada todavía con los ojos entrecerrados intentando mantener la visión en su mente.

–Lo lograron,– murmuré, sintiendo una mezcla de asombro y alivio.

–Aún no, se me están yendo unos cuantos, pero no alcanzo a controlar sus mentes; están saliéndose de mi perímetro y comienzan a regarse, tenemos que movernos,– dijo Andrea.

–Vamos, hay que acercarnos,– dijo Daniela. –¿Cuántos hacen falta?–

–Tres,– contestaron Dalia y Andrea al unísono.

–Son dos niños de secundaria y una chica de fútbol que salió disparada hacia el colegio.–

–¿Estás lista, Tayde?– preguntó Daniela con paciencia.

–Me faltó levantar las canastas de baloncesto, pero me he quedado sin energía,– contestó, exhausta.

–Déjalo así, tenemos que irnos,– dijo Dalia. –Si se nos escapan esos tres, el futuro puede verse afectado.–

Las chicas se miraron entre sí, compartiendo una comprensión silenciosa. Sabían lo que estaba en juego y estaban dispuestas a hacer lo necesario para evitar cualquier consecuencia negativa.

-Vámonos- Dijo Daniela, y todas fuimos detrás de ella atravesando el campo hasta la salida de la unidad deportiva del colegio.

Cruzamos el puente que conectaba con el colegio y de un segundo a otro Dalia se quedó congelada con los ojos apretados mientras se sostenía la cabeza. -Es demasiado tarde- Dijo agitada. Todas la mirábamos intrigadas. -Tenemos que irnos, es nuestra mejor opción, tendremos que ocultarnos-

-¿Que sucede?- Preguntó Marlen asustada, llevando sus manos a la cabeza como un impulso desesperado.

-Uno de esos chicos nos grabó, y está enviando el video a sus contactos.

-No Dalia, no podemos permitir que eso pase, ¿qué opciones tenemos?

-No se alcanzan a distinguir nuestros rostros- Interrumpió Andrea, -No saben que somos nosotras.- Logré ver a través de los ojos de un chico llamado Kevin. Pero tenemos que irnos, vendrán a buscarnos

-Intentaré confundirlos mientras ustedes suben a la van- Dijo Daniela. -¿Cuantos han visto el video? Dalia, como es el chico que grabó el video, necesito encontrarlo.— Su voz sonaba desesperada, como si hubiera perdido completamente el control de la situación.

-Es un chico alto con uniforme deportivo de la escuela, tiene unos anteojos redondos- dijo al fin.

-Déjame acompañarte- Le sugirió Andrea, sin embargo Daniela negó con la cabeza.

--Hazte cargo mientras no estoy, suban a la camioneta y si no estás muy cansada, intenta hacerla desaparecer- Ordenó Daniela mientras sacaba las llaves de la Camper de su bolsa y se las lanzaba a Andrea quien las cachó en el aire con una mano.

-Su nombre es Braian - agregó Andrea antes de que Daniela saliera disparada.

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