5. Winter
Con una firmeza y furia repentina, Winter empujó al chico frente a ella lo más lejos que pudo, mientras este era incapaz de borrar la sonrisa burlona de ese rostro que, desafortunadamente, resultaba atractivo a sus ojos.
La peli blanca observó sus manos con algo de miedo, encontrándolas de un tono rosáceo sobre las palmas. «Es imposible» pensó, dado que su cuerpo y habilidades frías no le permitían generar el calor suficiente para obtener algo de color. Elevó aquella mirada entrecerrada de una manera crítica, canalizando su miedo en enojo.
—¿Cómo hiciste eso? ¿Quién te habló de mí? —inquirió con voz cauta dando algunos pasos al frente.
—¿De ti? —rió el pelirrojo cruzando los brazos—. Linda, nos hablaron de todas ustedes... Copito.
El torno burlesco del chico no fue lo único irritante para Winter; el que conociera ese apodo tan peculiar del que solo sus hermanas sabían fue lo que hizo que el temperamento de la pálida joven se saliera de control. Solo un instante bastó para que las pupilas de ella se volvieran de un tono violeta, tan intenso que hasta el iris comenzaba a perderse mientras sus manos y rostro comenzaban a generar una capa blanquezca y cristalizada de lo que podría considerarse escarcha de nieve. Se acercó a él con premura, tomando en sus puños la camisa del chico quien había perdido rastro de burla alguna, solo podía notar el ligero temblor de su mandíbula apretada y el calor emanando de su cuerpo cada vez más fuerte.
Las manos de Winter al momento de arrinconar al pelirrojo contra la pared, eran de una extraña manera, como hielo flexible, exhalaba un frío paralizante y solo podía notarse el humo brotando a través de la ropa del chico, concentrando toda su energía en producir sus queridas llamas descongelantes.
—Ahora sí, hablarás pero solo para responder mis preguntas.
—¿Acaso es un intento de parecer una chica ruda? Porque debo admitir que me gusta. —Sonrió antes de que un pequeño cristal se le fuera encajado en un costado haciendo que levantara sus manos en señal de rendición—. Está bien, tú ganas, aunque te advierto que igual querrás saber lo que vine a decir. Mi nombre es Red y sí, sé que es un gusto conocerme.
—¿Qué clase de nombre estúpido es Red? ¿Y cómo es que sabes tanto?
—¿En serio? ¿Mi nombre es el que te parece estúpido, Winter? -dijo remarcando cada sílaba del nombre de la peli blanca haciendo que le propinara un leve empujón recordándole que su poder podía llegar a mucho más si no se limitaba a responder.
El chico suspiró y notó que su cuerpo comenzaba a perder la lucha contra ella, por lo que resignado comenzó a hablar, aunque tarde notó que aquello distaba mucho de alguna respuesta a las preguntas de su interés. Al final, había logrado que lo escuchara sin darse cuenta.
—¿Te han hablado de el día del Apocalipsis? El primero de enero del 2000, ¿algo familiar en la fecha? —Winter parpadeó con frecuencia regresando a su estado normal y soltándolo cuando notó que hablaba del día de su nacimiento. Asintió hacia él, esperando que continuara—. Se esperaba que el mundo se acabara ese día, todo estaba perfectamente planeado para la temida extinción y qué fue entonces lo que pasó.
—Nacimos nosotras, salvamos a la gente —respondió Winter con obviedad. Sin embargo, Red emitió un chasquido comenzando a caminar fuera de la esquina donde ella lo había llevado, como si el tema a exponer fuera su favorito.
—Error pequeña Winter, eso de que las hermanas Season son las salvadoras de la humanidad, protectoras de lo bueno, almas bondadosas, es solo un cuento que mamá Dea les narraba a sus hijas para que pudieran dormir en paz. En realidad, su nacimiento fue la causa de casi haber llegado a destruir todo. ¿Acaso nunca te pareció raro que ustedes fueran capaces de detener una extinción global? Eran unas bebés, incluso ahora de adultas, Spring sufre por cada pequeña pizca de fuego en el césped, nadie llega a soportar tanto dolor como para controlar al mundo.
Las palabras de Red junto a su tono confiado comenzaban a sonar razonables para Winter, aunque por fuera intentaba mantener un rostro imperturbable, las dudas comenzaban a taladrar su cabeza y los latidos de su corazón denotaban el ligero miedo que la amenazaba cuando, con cada palabra, el pelirrojo parecía revelar lo mucho que sabía de ellas, ¿las habría estado siguiendo? ¿Cómo es que nunca se dieron cuenta?
—¿Y cómo es que sabes todo esto? ¿Cómo puedes ser tan parecido a Summer? —De todos sus cuestionamientos, la última pregunta es lo que más rondaba en su cabeza, pues no podía crear explicación alguna.
—Yo soy una magnífica e inesperada consecuencia, Moon. La naturaleza necesita un balance, cada ser vivo por mas irreal que sea está destinado a cumplir un ciclo para al final ser destruido. Mi ciclo de vida está ligado al tuyo, desde el principio todo ha sido hecho para llegar a este momento. Se supone sea tu compañero y protector.
—¿Quieres decir que hemos vuelto a la edad media y un poder cósmico declaró que debemos estar juntos? Oh excelente, todo ha cobrado sentido, olvidemos que quiero matarte, tengamos bebés —exclamó Winter sarcásticamente levantando sus brazos al cielo y dejando caerlos a sus costados antes de pasar sus manos por el rostro ofuscada y más confundida que nunca.
Su vida nunca había sido precisamente predecible o fácil, cada día un nuevo reto se le presentaba, sin embargo, se sentía cómoda con ello, por primera vez sentía ilusión por algo normal como graduarse de la universidad, tener un empleo y quizá amigos en el mismo que le permitieran ser ella, no Winter Season, la extraña chica de la cabaña en Iowa con otras tres hermanas igual de raras. Era mucho más que eso, y ahora llegaba Red diciendo que toda esa vida que tanto se había esforzado por soñar y alcanzar no podía ser, pues su destino estaba escrito desde mucho antes de que llegara a hablar y era momento de seguirlo.
—No estoy aquí para cumplir esa parte del ciclo en particular, aunque no me negaré si tú quieres, noto toda esa tensión en nosotros, podría resultar bien, ¿quién más podría derretir al hielo que el fuego? —mencionó el pelirrojo subiendo y bajando las cejas, riendo un segundo después por la mueca que Winter manifestó con desagrado dando un paso hacia atrás sentándose ahora que sentía no estaba en peligro, de estarlo ya hubiera hecho algún movimiento... aún así, no le apartó la mirada de encima al contrario.
—No puedo creer que hayas dicho eso —respondió ella al fin haciendo que Red mantuviera una pequeña sonrisa.
—Debes admitir que tiene sentido —comentó acercando una silla haciendo que la pálida chica se levantara de inmediato. Él solo logró suspirar con algo de cansancio—. No estoy aquí para hacerte daño Winter, he venido a prevenirte. Otro día del Apocalipsis se acerca, sé que lo sientes solo has evitado las señales, es por eso que mi momento de aparecer llegó.
La peli blanca mordió el interior de su mejilla pensando en sus palabras, era una especie de tic nervioso que apareció de niña y se preguntó si de eso sabría también ese pecoso chico a su lado cuyo conocimiento la vencía.
—No necesito de tu ayuda. Ya pudimos pasar uno de esos días, estoy segura lo solucionaremos. Ya te escuché, ahora necesito respuestas a mis preguntas.
—No estás entendiendo Moon, el día del Apocalipsis surgió de su nacimiento, si habrá otro significa que... surgirá de la muerte de alguna.
Winter sintió cómo su respiración se paralizaba y un sudor frío comenzaba a salir de su frente, «no podía ser cierto» pensó, ¿cómo alguien podría estar seguro el día de su muerte? Dea les había dicho que gozaban de una salud envidiable, no podían enfermar y salvo los signos exteriores de la edad, sus órganos y vitalidad se mantenía intactos con el paso del tiempo, solo había que verla a ella, su madre, quién nunca se había preocupado por el más mínimo de los resfriados.
La garganta comenzó a cerrársele de solo pensar que una de sus hermanas podría perecer, podrían cuestionarles su parentesco, parecer que sus personalidades no congeniaban y que pasaban más tiempo evitándose que juntas, pero eran su familia, sus mejores amigas y el separarse limitadamente era por el mismo amor a protegerse de cualquier daño, no podía concebir la vida sin alguna de ellas.
—Estás mintiendo, todo lo que dijiste es una mentira —susurró después de recomponerse, alejándose de él lo más pronto que pudiera; sin embargo, era rápido por lo que se interpuso en su camino más de una vez.
—Escúchame Winter, alguien viene se nos acaba el tiempo, pregúntale a Dea si miento, te esperaré en la noche en el tercer árbol detrás de tu casa y responderé tus preguntas, hay mucho más que necesitas saber. —Lo miraba de manera analítica intentando descifrar palabras coherentes entre su parloteo cuando lo notó sonreír—. Volveremos a encontrarnos pronto pequeña Moon.
Tan rápido como lo dijo tomó el picaporte de la puerta del salón abriéndola un minuto antes que los del exterior pudieran hacerlo. Eran tres chicos compañeros en la facultad de la peli blanca que no despegaban esa vista crítica entre ella y el marco de la puerta por donde había salido Red. Era imposible que algún rastro de rubor pudiera colocarse en sus mejillas, pero seguramente lo hubiera hecho cuando comenzaron a hacer sonidos de besos, burlándose y creando una historia muy diferente a lo que había pasado en aquel salón.
❄️
Caminaba a paso veloz con el asa de la mochila afianzada a su hombro, apretándola con una mano que intentaba mantener en un estado normal; si es que se le podía decir así. Sabía que estaba llegando a casa cuando, bajo el mismo árbol de siempre, estaba Autumn con otro libro saludándola con una mano, gesto que no devolvió. Winter tenía un objetivo en mente, rondando en su cabeza desde aquel extraño encuentro con el chico cuyos ojos de fuego no podía olvidar. Obtendría las respuestas de todos los lugares posibles, principalmente de su madre.
—¿Es cierto, mamá? ¿Nosotras causamos los desastres naturales de ese día? ¿Nuestro nacimiento está maldito de alguna manera? —preguntó sin detenerse haciendo que Dea quitara la mirada de las flores en su jardín y se levantara con una expresión falsa de confusión, el miedo tenía la manera de colarse en su rostro por sobre todas las emociones.
—Winter, ¿qué estás diciendo? ¿De dónde has sacado esa idea?
—No me evadas. Por favor, solo quiero que digas la verdad —dijo la peliblanca en casi un susurro que hizo pesar los hombros de Dea; aún no era tiempo, la verdad las descontrolaría, el caos explotaría y no habría nadie que pudiera pararlas si les decía ahora. Sin embargo, para Dea, hacer lo correcto durante veinte años comenzaba a pesarle y ahora que una de ellas amenazaba con preguntar, no sabía cuánto más podría retener la información.
Spring, Summer y Autumn habían llegado, colocándose detrás de Moon en un silencioso apoyo, aún cuando desconocían el problema ese lazo entre las cuatro era más allá de una conexión de hermandad, era una línea invisible que las haría afrontar juntas cualquier situación, siempre estando de su lado.
—Está bien, les diré, solo... hay que entrar a la cabaña —mencionó Dea mirando con intensidad la profundidad del bosque, como si pudiera sentir aquellos pares de ojos que parecían no desistir de vigilar a las hermanas Season a cada paso. Al menos en el interior de la casa estarían protegidas, al ser las únicas que se les permitía entrar.
—¿Qué sucede, mamá? —preguntó Spring con confusión y ansiedad al no gustarle nunca cuando las emociones eran negativas, los vestidos de la más pequeña no era lo único colorido en ella. Autumn y Summer solo se miraban en silencio, como si internamente supieran algo que las hiciera entender de qué iba aquello, haciendo que Winter se preguntara si había algo que las cuatro tendrían que hablar, si Red las abordó, si no era la única que descubrió a alguien igual.
Todas se sentaron en el comedor, mirando a Dea con intensidad esperando a que hablara.
—Saben que yo soy como ustedes... tengo ciertas habilidades. Bueno, estas en algún punto comenzaron a ser mucho para mí. Las emociones se me salían de control, escuchaba y sentía todo al mismo tiempo, al punto en que terminaba desvaneciéndome sin importar el lugar en el que me encontrara. Así nacieron ustedes —hizo una pausa que nos dejó más aturdidas de lo normal, dejándonos caer en la silla en una cómica sincronización.
—¿Estás diciendo que no tenemos papá? ¿No pasó como en la historia de las abejitas? —Todas miraron a Summer con el ceño fruncido, preguntándose si su comentario había sido en serio—. Ya saben, cuando de niña te explican de dónde vienen los bebés, que una abejita amaba mucho a la otra abejita y...
—Lo entendimos Sun —interrumpió Autumn.
—Ustedes nacieron como una parte de mi y no lo digo en el sentido metafórico como una madre con sus hijas. Literalmente mi cuerpo las creó para repartir la carga de mis poderes, de esos que me estaban desgastando al estar todos juntos. Fueron una bonita necesidad.
—Es decir que no vinimos a salvar al mundo. Vinimos para salvarte a ti. —Sentenció Autumn negando cuando Dea asintió. Al menos, pensó Winter, lucía avergonzada.
—El parto fue difícil y como ustedes han visto, el solo llorar o enojarse puede causar un gran desastre; imagínense dar a luz a cuatro niñas.
Summer entrecerró los ojos hacia ella, la risa nerviosa de Dea la delataba y tras el encuentro de la pelirroja con una buena fuente de información, podía sentir que había algo que faltaba en esa historia, algo más fuerte que aún se negaba a compartir.
—Espera, espera. Si somos una parte de tus poderes, ¿significa que no eres solo como yo? —preguntó Spring haciendo que las tres hermanas restantes comenzaran a sacar sus propias conclusiones.
—Siempre nos hiciste creer que solo podías controlar la flora, como Spring... —susurró Summer.
—Todo este tiempo... pudiste controlarnos, pudiste detenernos —continuó Autumn comenzando a desesperarse elevando la voz.
—Hijas, tranquilícense.
—¿Tranquilizarnos? Casi congelo a mis hermanas y me dices que pudiste evitarlo —respondió Winter con indignación, sin doblegarse aún cuando las lágrimas comenzaban a aparecer en los ojos de Dea.
—Lo hice por una buena causa.
—¿Una buena causa? ¡Teníamos cinco años! Spring casi se quema viva, Autumn por poco y no electrocuta a unos niños y a mí Winter me metió en un cubo de hielo y dices que una buena causa. Pudimos morir y tu solo te quedaste viendo en cada ocasión —gritó Summer haciendo su silla para atrás y saliendo hecha una furia de la casa seguida de Autumn que no dejaba de mirar a Dea negando con la cabeza como si aún intentara asimilar todo.
—Tienen que escucharme, lo hice por ustedes.
—No sé cómo en algún momento podamos creer eso —dijo Winter levantándose y llevándose a Spring consigo. Solo esperaba que diera la hora de ver a Red, necesitaba saber más, saber porqué la única persona en todo el mundo que pensaba las protegía era la que más les mentía, ¿qué más ocultaba y porqué sentía que solo era el comienzo?
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Hasta ahora es mi capítulo favorito. ¿A ustedes qué les pareció? Si les gustó déjenme un voto o comentario, todo me ayuda a mejorar.
Sé que me fui de nuevo por mucho, espero no vuelva a ser el caso. Pareciera que este capítulo tiene mucha información importante pero aguarden que así como pensó Winter, es solo el comienzo.
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Gracias por leer <3
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