1. Spring
02 de enero de 2005
Después de un quinto cumpleaños en soledad dentro de la cabaña junto a sus tres hermanas, la rubia se despertó agitada en la noche siguiente; sudor corría por su frente, su pecho y espalda. Sus ojos de un verde amarillento se agrandaron hasta que la pupila cubrió toda su iris, sentía la garganta cerrada, la falta de aire haciéndola agitar y moverse con descontrol sobre la pequeña cama, la impotencia de no poder gritar embargaba su cuerpo diminuto.
Sus hermanas dormían plácidamente en cuartos separados a los de ella o en la sala cuando las habitaciones eran insuficientes, nadie iba a verla.
Colocó las delgadas manos en su garganta y al fin logró cerrar los ojos para apretarlos y soltar lágrimas del dolor incontenible. Logró retorcerse hasta que la lámpara de su buró terminó por caerse y romperse, fue cuando su cuerpo comenzó a experimentar una sensación abrasadora que recorría desde las puntas de sus pies hasta el último cabello de su cabeza. Enroscó las manos en la sábana apretándola, cerró los ojos y su garganta se abrió emitiendo un grito ensordecedor que se escuchó a kilómetros del bosque que las rodeaba.
Su piel comúnmente pálida estaba tomando un color anaranjado y las venas de su cuerpo sobresalían como si la capa de piel sobre ellas no pudiera contenerlas, era una escena desgarradora cuando Dea entró ante el grito de su inocente y pequeña hija.
Rápidamente se puso en acción yendo despavorida hacia el cuarto de la única que podría aliviar el dolor de la rubia: la última nacida, la que de alguna manera siempre llevaba una temperatura en su cuerpo de 0° grados y no había ningún rastro de color en sus ojos, piel o cabello mas que el blanco, aquella bautizada como Winter.
—Hija, por favor, ven conmigo. Tu hermana te necesita —habló Dea desesperada agitando a Winter quien comenzaba a despertarse mientras se tallaba los ojos. Otro grito potente que seguro había desgarrado la garganta de la niña se escuchó, lo suficientemente doloroso para que la peli blanca saliera de su cama y corriera al cuarto de su hermana, sus pisadas descalzas sonando en la madera al correr, su ingenuidad no le impedía saber que una de ellas estaba sufriendo, en peligro.
Lo mismo sucedió con aquellas otras dos que dormían en los cuartos más alejados, salieron con sus batas de dormir puestas, con los ojos asustados y las manos retorciéndose frente a ellas con nerviosismo por no poder hacer nada.
Dea corrió hasta el cuarto de Spring, aquella dulce niña quien había sido la primera en ver el exterior, siempre risueña y calmada ahora sumida en un gran dolor. Lo confirmó cuando su espalda se arqueó sobre la cama de tal manera que las venas anaranjadas se hacían más notables, estaba a punto de colapsar.
Winter la miraba asustada, con la respiración agitada daba un paso al frente y dos atrás cuando el calor de su hermana le llegaba. La madre se acercó y se agachó a su altura.
—Solo necesitas poner una mano en su brazo y otra en su frente —dijo acariciando el corto cabello blanco de la niña. Pasó saliva con dolor por lo que tenía que pedirle, pero era la única manera—. Sentirás una corriente pasar, pero eres fuerte linda Winter, salvarás a tu hermana.
—¡Ya! —gritó Spring sobre la cama agarrando con sus manos su cabello, queriendo arrancárselo para sentir otro tipo de dolor. La peli blanca tomó aire sintiendo el dolor de su hermana y se acercó con decisión.
—Estaré aquí. —Le dijo Dea. Los delgados dedos de Winter se colocaron en el brazo y la frente de la otra, rápidamente sintió un chispazo atravesar las yemas de sus dedos hasta el punto de que su frío cuerpo comenzó a subir de temperatura. Soltó un grito cuando las corrientes anaranjadas subieron hasta su cuello convirtiéndose en amarillas y luego apagándose por completo.
Fue en ese segundo que ambas niñas colapsaron, teniendo un desmayo que duró más de cuatro horas debido a la fuerte energía que pasó entre ellas.
Una vez que todas volvieron a sus habitaciones, Dea fue al exterior refugiándose en el huerto que tenían a lado de la cabaña, se mordió el labio para no sollozar pero gruesas lágrimas recorrieron sus mejillas ante la imagen de Spring sufriendo y ella sin poder ayudarla. Sabía que era el momento de hablar con ellas, de decirles lo que podían lograr y las cosas que podrían sufrir en el camino, pero eran tan pequeñas, por un momento la madre pensó que las estaba condenando a algo cuando era todo lo contrario una vez que lograran controlarlo.
Estaba segura de que llegarían a ser grandiosas, pero la consumía por dentro el pensar que les quitaba parte de su niñez para enseñarles su verdadera naturaleza.
Comenzó a llover, a un lado de Dea las flores comenzaron a caerse sintiendo la pena que embargaba a la mujer, respiró hondo volviendo a nivelar sus emociones; sabía que debía mantenerse estable, ella ya había pasado lo de sus hijas, lo había controlado y era el turno de enseñarles.
Con un suspiro hacia las hojas marchitas se levantó e ingresó a la cabaña, dejando a unas plantas floreciendo nuevamente como si nunca se hubieran caído.
Al día siguiente Spring seguía en cama con la respiración agitada, traumatizada del suceso del día anterior, podía recordarlo todo y aún podía sentir el calor abrasador que recorrió su cuerpo. No lograba asimilarlo así que decidió dormir.
En la sala estaban sus otras tres hermanas junto a su madre, viendo en la televisión que en la noche previa un gran incendio había arrasado con quinientas hectáreas de un bosque al sur dejándolo reducido a cenizas; las niñas lo dejaron pasar con esa inocencia de alguien de cinco años, pero Dea cerró los ojos con pesar, Spring comenzaba a desarrollar su capacidad y lo sintió, la sensación de fuego, una parte suya siendo eliminada. Porque ella era la protectora de la tierra y la habían destruido.
02 de enero de 2020
La joven se miró al espejo colocándose una diadema color amarilla con flores blancas, su cabello al ras de su cabeza comenzaba a molestarle, sin embargo, en épocas de invierno no era posible que le creciera más allá de su cráneo. Se maquilló un poco y palmeó sus mejillas sonriendo a su reflejo.
El vestido que la cubría era demasiado alegre y vaporoso para el viento que se escuchaba en el exterior, se colocó unas mallas debajo para aparentar que temblaba de frío y con recelo se calzó las botas que su hermana le había prestado. Odiaba las épocas donde no podía expresar su personalidad..., y otras cosas.
Salió de la habitación que usaban como armario y se reunió con sus hermanas en el modesto comedor.
—¡Buenos días! —Saludó con alegría, llegando hasta ellas casi en saltos. Todas la voltearon a ver de inmediato, el ánimo reflejado en sus rostros. El día anterior había sido su cumpleaños número veinte; después del fatídico desenlace de ese día hace quince años habían decidido dormir en un mismo lugar, ensayo y error fue lo que necesitaron para decidir que colocar las camas en las esquinas de la habitación lejos de las otras era lo mejor. Así, aunque estuvieran separadas, se verían y si sucedía algo sabrían cómo actuar.
Autumn, la castaña, le sonrió ligeramente antes de volver a su lectura, era imposible que alguien obtuviera su atención más de dos minutos si no era para hablar de sus libros, siempre evitaba estar cerca de ellas y aunque conocía la razón le entristecía no pasar tiempo con su hermana.
Por otro lado, Summer estaba con su cara de fastidio, su cabello rojizo estaba pálido y quebradizo, por sin ningún rumbo sobre su cabeza; miraba a Winter con enojo mientras esta se divertía haciendo caer copos de nieve sobre su mano, el invierno despertaba a la verdadera Winter, quien se deslindaba de las responsabilidades que no le correspondían y solo se dedicaba a divertirse.
—¿Están listas para ir a la escuela? —preguntó Dea llegando al comedor, traía puesto un overol y su cabello negro con degradaciones verdes en las puntas estaba recogido en una coleta alta. Se sabía que había pasado tiempo en el jardín con solo mirar la sonrisa en su rostro, rejuvenecida y brillante.
Todas se levantaron de donde estaban tomando una fruta en el camino y haciendo una seña de despedida, Spring resopló sin apagar su buen humor y se acercó a su madre para darle un beso en la mejilla.
—Hasta la tarde. —Sonrió emprendiendo la marcha.
—Querida, un árbol en el sendero se cayó ayer y desprotegió un nido.
—Lo sé. —«Lo sentí» quiso decir, pues a pesar del tiempo que llevaba perfeccionando aquella habilidad, aún sentía como si una aguja picara sus brazos cuando algo así sucedía. Recuerdos de su infancia llegaban a su memoria y los apartó moviendo su cabeza, no queriendo recordar el maltrato que gente externa no sabía que le estaba causando—. Lo resolveré en el camino.
Caminó fuera de la cabaña empapándose del aroma a aire libre, viendo a los árboles a su alrededor y la nieve, pues su querida hermana cumplió con lo prometido trayendo la última nevada del año.
Casi tuvo que correr para alcanzar a las chicas que estaban por llegar al camino para el pueblo. Fue cuando vio el árbol caído en medio, todas voltearon a verla, conscientes de que podría resolver el problema.
Pasó por en medio de Summer y Autumn, ambas más altas que la rubia quien no pasaba del metro con cincuenta y ocho, sin embargo le gustaba ser la pequeña, la consentían y protegían. Además, no estaba mal, sus piernas regordetas y sus notables caderas la hacían ver que no era una niña a pesar de su vestimenta.
Con manos delicadas hizo que el árbol poco a poco se fuera consumiendo, llevándolo de nuevo a su origen: a la tierra. Para que sirviera de abono, que su muerte lo hiciera renacer y volver a crecer.
Se agotaba mucho con el proceso pero había aprendido a tener una reserva de energía en algún lugar de su cuerpo. Abrió los ojos cuando el camino frente a ellas se abrió y una ligera hoja salía de la tierra donde antes había raíces del árbol.
Más adelante, tomó al pájaro azul que había caído junto a su nido, los ojos de Spring se empañaron ante la pérdida de vida y sopló sobre él, haciendo a sus ojos cambiar de un verde claro hasta el amarillo, si alguien se acercara lo suficiente con un microscopio, podría ver que en los ojos de la rubia se encontraban ramificaciones, como si tuviera su propio bosque en el verde con amarillo de sus ojos.
Después de unos segundos, un ala se movió, primero poco y después insistente sobre las manos de una Spring satisfecha. Observó cómo el pájaro se levantaba y emprendía el vuelo perdiéndose entre las copas de los árboles, fue en ese instante en que la ojo verde se tambaleó y Summer la atrapó.
—Ay. —Se quejó la rubia pues el calor abrasador de su hermana le había dejado puntos rojizos en los brazos.
—Lo siento, dejé de concentrarme. Es culpa de Winter, si se calmara un poco con sus ansias de nieve no se subiría mi calor. —Señaló Summer a su hermana peli blanca quien reía y se acomodaba su abrigo tipo peluche, comenzó a caminar con estilo, oliendo el frío de su alrededor disfrutándolo por la sensación de estar en donde debería y porque los copos hacían enojar a su hermana.
Con una risa pequeña, Spring las siguió como siempre, empezando a parlotear sobre lo que ese nuevo semestre les traería, que quizá sería el momento de hacer amigos; fue casi llegando a la escuela que todas le gritaron que parara de hablar.
Iban tan inmersas en sus problemas y canalizar su energía que no se dieron cuenta de los ojos miel que las observó todo el camino. Quien descubrió porqué las hermanas Season eran tan extrañas y eso solo hizo sonreír con malicia al desconocido que se perdió entre los árboles.
🌼
—Flower Season.
—Aquí. —Levantó la mano cuando la maestra la nombró y volvió a mirar por la ventana. Unos chicos aventaban colillas de cigarro al césped para después pisarlo mientras que otros tiraban envolturas que a la larga dañarían alguna flor. En su interior lo sentía por supuesto, el daño.
Pero era la tristeza lo que embargaba su ser, pocas veces se enojaba pues sabía moderarse, pero la nostalgia al ver los daños era algo que se le complicaba.
—¿En serio te llamas Flower? —preguntó alguien a su lado haciendo que se sobresaltara y volteara la mirada. Un chico moreno de cuerpo atlético y sonrisa brillante había ocupado el lugar a su lado de la mesa; los salones dedicados a la licenciatura en trabajo social tenían ciertas modificaciones, como que todos debían de estar cerca por mesas en lugar de bancos individuales, según decían que ayudaba a conectarse con las personas.
El chico levantó una ceja y Spring sonrió ligeramente.
—Sí, pero nadie me llama así. Mi primer nombre es Spring.
—¿Como la estación? —inquirió el moreno con una voz grave y ronca que podía atraer la atención de cualquier chica. Sin embargo, la pregunta incomodó a la rubia que se removió en su asiento, reprimiéndose a extender la plática.
—Sí. —La voz le salió en un susurro por lo que aclaró su garganta—. Cosas de mi madre.
—Yo soy Aron. —Se presentó el chico extendiendo su mano, Spring hizo una media sonrisa de boca cerrada cruzándose de brazos para resistir la tentación de tocarlo.
—Un gusto. —Asintió y prestó atención a la clase aunque no lograba concentrarse del todo. Aron colocó los codos sobre la mesa haciendo que los músculos de su espalda se hicieran visibles tras su camisa de manga larga que usaba debajo de la chamarra negra que por un momento se quitó.
Emanaba cierto calor, pero no como el de Summer, si no, más nivelado, el calor corporal que debería tener una persona promedio.
Por un momento Spring pensó que podía replicarlo, presentarse con un apretón de manos donde su piel se sintiera de un cálido normal para que no surgieran dudas; pero aún no lograba hacerlo por lo que el contacto físico era limitado, rayando en lo inexistente.
La maestra dio la orden de salida cuando la rubia sintió un toque en su hombro cubierto por la tela de su vestido.
—Hasta luego florecita. —Era Aron quien se alejaba sonriendo. Spring miró hacia la puerta conmocionada y después a su hombro, la tela de la ropa había servido de interferencia para ocultar su verdadera temperatura y por un momento sintió alivio, debía ser más cuidadosa si no quería que las descubrieran.
«O tal vez podría aprender a controlarlo y así poder tocarlo» pensó sonriendo mientras se dirigía a la salida.
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Ay bueno, les traje este capítulo rápido porque me emocionó mucho el recibimiento que tuvo la historia y no quería dejarlos en espera.
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Les gustó? Dejen su voto o comentario, recuerden que si me equivoqué en algo no sean tímidos en corregirme.
Pongan mucha atención a los flashbacks y todo lo que estas chicas pueden y no pueden hacer.
Ahora, ¿quién fue el que las vio?
Gracias por leer. Regresaré pronto.
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