Historias Sin Contar

Título: LAS HERMANAS QUE LLORAN

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU (Thor)

Parejas: Thorki, entre otros.

Derechos: Siempre Marvel, siempre.

Advertencias: una historia algo bizarra como triste pero llena de ciertos elementos mitológicos no ciertamente escandinavos. Como siempre, dándome gusto con estas ideas.

Gracias por leerme.



II. Historias sin contar.

"¿Qué demonios saca un hombre de pensar? Sólo problemas." Charles Bukowski



La celda que Thor examinaba aún no podía deshacerse del aroma a cenizas y sangre pese a los esfuerzos de los hechiceros del palacio por limpiarla de toda energía negativa, como si con ello siguiera vivo el reclamo de la injusticia que a ojos del Dios del Trueno se había llevado a cabo entre sus paredes de cristal mágico. Ahí habían torturado a Loki Laufeyson luego de que Heimdall recuperara ese poder de visión y le descubriera como impostor del Padre de Todo quien estaba malherido en su cámara de sueño a punto de morir. Con ayuda de los Cuatro Guerreros, le habían hecho prisionero una vez más, auxiliando a Odín con sus heridas, despertándole poco después para escuchar la nueva sentencia que diera al ojiverde. Mientras Thor estaba al lado de los Vengadores combatiendo a Ultrón, el Embustero había sido encadenado de manos y pies con el fin de inmovilizarlo cuando fueron cosidos sus labios con un cordel encantado, exponiéndole después en una montaña de roca ardiente al veneno de una serpiente.

Toda aquella tortura había tenido por objetivo borrar toda magia en el pelinegro, quien débil y siempre encadenado, fue devuelto a la celda donde fue golpeado primero en castigo y después por diversión por los guerreros cercanos a Odín, quien dio permiso expreso. Latigazos, puñetazos, cortes de espada... innumerables vejaciones cayeron sobre Loki quien se mantuvo altivo a pesar del estado tan crítico que su cuerpo estaba alcanzando. Muchos atribuyeron tal vanidad a que sabía o tenía ya el conocimiento de su segundo escape, con ayuda externa que se abrió paso en Asgard, llegando hasta su celda que cedió en sus candados, liberándole de la sentencia impuesta. El único vestigio de su encarcelamiento eran las manchas de sangre, rasguños y rastros de polvo negro que el Hijo de Odín miraba con el ceño fruncido.

No estaba en desacuerdo con que el Dios de las Mentiras le había burlado de forma hiriente cuando le engañó con su muerte que había llorado de todo corazón, pero la forma en que todos se habían conducido le dejaba un amargo sabor de boca. Sin él para defenderle o Frigga, habían vertido su rencor contra Loki de una manera poco honorable, como a ningún otro prisionero hubieran tratado. Thor no podía hacer a un lado el naciente rencor en su corazón contra su padre por más amor que le tuviera a éste. Era increíble cómo había permitido que lastimaran así a quien un día juró proteger e incluso amar como uno más de su sangre. Las palabras que intercambiara en sus últimos encuentros con el ojiverde cobraban mayor sentido al ver esa celda destruida, dentro de sí le daba la razón. Pero ahora estaba prófugo y una vez más pedían su encarcelamiento.

-Thor –llamó Sif, entrando despacio- Es hora de la comida, ¿no has escuchado el llamado?

-No tengo apetito ni ganas de conversar.

-¿Aún sigues molesto?

El Dios del Trueno le miró severamente. -¿Esto es digno de guerreros de Asgard?

-Se trataba de...

-Calla antes de que mis labios pronuncien palabras que no deseas escuchar, Lady Sif.

-Te burló, casi asesinó a Odín, no sabemos cuántos tesoros hurtó, poniendo en peligro nuestra tierra ¿y sigues defendiéndolo?

-Jamás entenderán.

-¿Qué es lo que no entenderemos?

Thor negó, acomodando su capa negra para salir de la celda. –Discúlpame con los demás, pero saldré del palacio.

-¡Thor!

Éste salió a toda prisa, más para evitar que alguien le detuviera que por otra razón. Se sentía profundamente decepcionado de sus amigos, de sus guerreros, de Odín mismo. Claro que estaba consciente de los graves delitos cometidos por Loki en su ausencia, más estaba en desacuerdo con el castigo impuesto. Había algo en aquel escape que le inquietaba de sobremanera, una duda que no podía arrancarse del corazón y por la cual tomó un caballo para salir hacia la parte este de Asgard donde vivían los consejeros retirados, ancianos con una sabiduría por la que aún eran buscados. El Dios del Trueno esperaba encontrar a alguien en particular, una anciana de cabellos blancos trenzados alrededor de su nuca con largos mantos con orillas bordadas en hilos de oro y plata. Asdrain, se llamaba, y había servido a los primeros reyes de Asgard hasta la coronación de Bor. Era de los consejeros más viejos, con una salud marchita por lo mismo.

-Los galopes del caballo retumban en el suelo anunciando tu llegada, Hijo de Odín, pero son los latidos de tu corazón los que han llamado mi atención –dijo la anciana cuando entró en sus habitaciones repletas de libros y rollos.

Thor se arrodilló en muestra de respeto, inclinando su cabeza. –Quisiera tu ayuda para calmarlo.

-Lo que esta sierva pueda hacer, lo hará por ti. Ven, toma asiento a mi lado que mi oído no es muy bueno ni tampoco mi vista.

Así lo hizo el rubio, tomando aire antes de formular su petición. –Deseo una opinión que no esté manchada por el prejuicio ni rencores anclados a fantasmas del pasado.

-Tienes dudas sobre la fuga de Loki Laufeyson.

-Sí.

Asdrain asintió, arreglando la gruesa frazada que cubría sus piernas y donde reposaba un libro abierto.

-Es raro que vengan a mí los príncipes, ya nadie quiere escuchar a una mujer consejera reprenderles como se merecen. Los hombres pueden ser fuertes, pragmáticos pero cuando una mujer se decide, ni siquiera las Nornas pueden detenerla.

-¿Puedes decirme qué ves en todo esto, Asdrain?

-Loki ya tenía demasiados conocimientos en hechicería como para caer preso por segunda vez, su astucia tenía un filo peligroso que cortaría cualquier treta. Fue extraño que pudieran apresarle. Como extraño la manera en que aparentemente huyó.

-¿Por qué es extraño?

-Hijo de Odín, porque él ya estaba demasiado débil para salir de su celda. Demasiado agotado siquiera para hacer un llamado. Por supuesto que desafiaba con su espíritu los horrores que le imponían pero nada tenía que ver con escapar. Era lo único que jamás le arrebató el Padre de Todo, su dignidad.

-¿Estás diciendo que fue una trampa? ¿Alguien buscó que le apresaran y luego... se lo llevó?

La anciana asintió de nuevo, palmeando una mano de Thor.

-He visto tantas fugas en mi vida como estrellas hay en el firmamento. He conocido muchos embusteros de todas formas como gotas en el océano. Loki Laufeyson fue atrapado pero de una manera que sobrepasa las mazmorras de Asgard.

-Pero, ¿quién sería capaz de algo así? ¿Quién posee tal poder? –preguntó el Dios del Trueno más para sí mismo que para la consejera.

-Dime lo que viste en la celda, Hijo de Odín, y te diré que veo yo.

Así lo hizo Thor, con lujo de detalle para avivar los pensamientos de la anciana quien cerró sus ojos unos minutos que dieron la sensación de que se había quedado dormida. Abrió lentamente sus párpados arrugados que miraron por la ventanita iluminada por un resplandor dorado.

-Pasó de nuevo.

Eso sorprendió al rubio, haciéndole fruncir su ceño. -¿De nuevo?

Asdrain se volvió a él, apretando una sonrisa.

-Hace mucho tiempo, cuando ustedes eran apenas unos niños mojando sus pantaloncillos, hubo un prisionero similar en las tierras de Alfheim, por orden del Padre de Todo, quien igualmente pidió que le fuesen arrebatados sus poderes por los medios que fuesen. Y un día, desapareció. Igual que Loki, con rastros de sangre y ceniza que no pudieron borrarse, tuvieron que destruir la celda porque jamás consiguieron limpiarla.

-¿Quién fue ése prisionero, noble mujer?

-Asoka, de los Djinya.

Thor parpadeó confundido. –No le conozco. Ni a su raza.

-Hay que ser tan vieja como yo para conocerles –rió Asdrain, tosiendo luego- Cuando el universo era todavía demasiado tierno para la vida, nacieron los Djinya, seres mágicos de la misma raíz de la que más tarde floreciera Yggdrasill. Imagina al mejor hechicero que conozcas, es tan solo un mocoso jugando a los trucos frente a ellos. Fueron gloriosos, temidos, respetados. Amados como odiados. Nadie podía controlarlos, no obedecían ninguna ley o reino. Por su magia fueron cazados hasta la extinción. O casi extinción. Cuando apareció Asoka en las mazmorras de Alfheim fue toda una sorpresa, pero también una tristeza porque Odín estaba pensando seriamente en asesinarle pese a mis cartas suplicando piedad por la criatura, quizá era la última de su especie. No podíamos perderle por más espantosos que fuesen sus crímenes. Era mejor el encierro eterno.

-Pero desapareció.

-Así es, Hijo de Odín, así es –la anciana suspiró hondo- Y el rastro dejado en su celda coincide con lo que más descrito de la que había sido de Loki Laufeyson.

-El mismo ser que se llevó a Asoka se ha llevado a Loki.

-Hay muchos misterios encerrados en los rincones menos pensados del universo, y verdades que están frente a nuestros ojos ciegos por la soberbia o la vanidad, quizá las dos juntas lo cual es peor. Lo cierto es que, Hijo de Odín, posiblemente el Dios de las Mentiras esté muerto.

Las últimas palabras dejaron muy quieto a Thor, quien apretó sus puños, desviando su mirada hacia la misma ventanita cuya vista de Asgard se le antojó descolorida. Su silencio llamó la atención de Asdrain, girando su rostro hacia el guerrero para examinar su expresión. Unos dedos arrugados y temblorosos palmearon su mejilla, haciendo que le viera de nuevo.

-No son palabras que aceptes tan fácil, ¿cierto?

-Me niego a creerlas.

-Tus ojos tienen una pena sincera, como la de la reina Frigga... cuánta falta hace en Asgard –la anciana suspiró con una mano en el pecho- Aunque estoy marchita, Hijo de Odín, aún puedo ofrecerte algo de ayuda.

-Misma que acepto humildemente.

-Despeja esas amarguras de tu espíritu, no son propias de quien ha de gobernar este reino. Los errores que otros han cometido, tendrán sus consecuencias a su tiempo. Ahora, mentiría si digo que no necesito dormir –rió Asdarin- pero mañana puedes venir una vez más y te daré más respuestas a tantos misterios. Más no quiero sembrar falsas esperanzas, la muerte del Embustero puede ser un hecho.

-Gracias, Asdrain, me alegra saber que aún hay sabiduría en Asgard.

-No por mucho tiempo, mi señor.

-Al menos un poco más –sonrió Thor, levantándose para depositar un beso sobre la frente de la mujer, quien palmeó sus brazos en agradecimiento.

-Puedes ir a Vanaheim, Hijo de Odín, despeja tu mente. Será una visita de cortesía, así no lidiarás con rostros que no te son bienvenidos pero no ofenderás a nadie.

-Una vez más, gracias. Hasta mañana, entonces.

-Los dioses así lo permitan.

Vanaheim fue una excelente decisión como lo notó Thor cuando llegó a una de sus ciudades principales, paseándose por entre los visitantes de diferentes reinos y mundos por la amplia avenida de piedra pulida entre arcos de festones. Aquel reino era conocido por su buen gusto en la arquitectura como la jardinería, los Vanes siempre se jactaban de tener los mejores palacios, jardines y entretenimientos, haciendo todo lo posible por mantener esa reputación. No se dirigió al palacio real para no verse envuelto en más chismes de la corte ni estar entre protocolos que ya no le venían a su persona. Prefirió tomar un hospedaje más humilde en una posada cercana al camino real que llevaba al castillo del lord que gobernaba aquellas tierras. De inmediato pensó en las palabras de Asdrain sobre quien había cazado a Loki, moviendo hilos de manera oculta para debilitarle y así poder capturarle sin que el ojiverde tuviera fuerzas para escapar.

Si tan solo él hubiera estado ahí...

Estaba en tales meditaciones cuando escuchó uno de los tantos juglares que se paseaban por el camino, entonando melodías propias de Vanaheim, sus guerreros y sus glorias que eran desconocidas a los visitantes, a quienes entretenía con sus coplas. Lo que le llamó la atención fue un verso donde se mencionó a los Djinya, haciendo que saliera a buscarle para cuestionarle sobre la balada que acababa de interpretar, ofreciendo unas monedas de oro a cambio de sus conocimientos. El juglar le hizo una reverencia al ver su armadura de Asgard, reconociendo su casta de guerrero como su sangre noble.

-¿Qué es lo que desea saber mi señor?

-¿Por qué tu canto habla de los Djinya?

-Mi señor, no hablo de los Djinya, hablo de una Djinya.

-Sé más claro.

-Bueno, solo es una historia que rellena mis rimas, mi señor. Desconozco su veracidad o la edad en que ocurrió, no quiero mentirte.

-Cuéntame de la historia mientras compartimos un tarro de buena bebida.

El juglar se acomodó su laúd en un hombro, sonriendo ampliamente mientras iba casi corriendo tras los pasos del Hijo de Odín quien le llevó a la taberna cercana a su posada, pidiendo una mesa para ellos solos con la bebida prometida que soltó rápidamente la lengua de aquel cantor.

-La Djinya era poderosa, una poderosa hechicera que sabía de muchos secretos escondidos incluso para los dioses. Más fue con mucho la única que tuvo corazón para el resto de los seres vivos porque se quedó en estas tierras donde enseñó su magia.

-¿Aquí en Vanaheim?

-Cierto que sí, mi señor. Hay quienes dicen que incluso una princesa de la Familia Real de Vanaheim fue su pupila. Pero luego se marchó como el viento, sin decir adiós ni pista sobre su paradero. Cuando la volvieron a ver, fue cerca de las frías tierras de Jotunheim, pero igualmente desapareció. La última vez que se le viera, fue en las tierras de Alfheim.

Eso alertó a Thor quien le pidió otro tarro. -¿Estaba buscando algo, quizá?

-Lo ignoro, mi buen señor, pero siempre se le recuerda en las viejas coplas de Vanaheim porque fue gracias a ella que las rosas del palacio real tienen la perfección que ni en Asgard se posee... aunque tal vez el jardín de Frigga pudiese ser un buen competidor, pero solo lo vi una vez y de lejos, no lo puedo asegurar.

-¿Cómo era ella?

El juglar sonrió con mejillas rojas por la bebida. –Como los pastores de los bosques, algunos les llaman faunos aunque también les dicen ciervos... cada quien les da el nombre que se les pega la gana, siendo sinceros. Pero eso le da una idea a mi señor. Tenía sus cabellos del color de la sangre, con sus ojos color dorado. Dicen que las estrellas cantaban para ella y que los cielos lloraban cuando estaba triste.

-¿Y su nombre? Seguro tenía un nombre.

-Por supuesto, pero era un nombre impronunciable, más de cariño le llamaron Lalita.

-¿Nunca... nunca se enamoró de alguien o se desposó con algún ser similar?

-Tampoco tengo conocimiento de ello, pero lo cierto es que de haber sido así, hubiera una hermosa balada al respecto. Imagine mi señor, la hechicera Lalita Djinya haciendo votos matrimoniales con algún dios... quedaría escrito en el universo para siempre.

-Comprendo.

No hubo más información valiosa que exprimir de aquel juglar, así que Thor le dejó con un par de tarros más como agradecimiento, volviendo a su habitación en la posada, meditando a cerca de aquella figura misteriosa, una criatura mística antigua pero increíblemente desconocida. El día se marchó y llegó la noche, después una mañana fresca con la algarabía de la avenida despertando a todos cuantos estuvieran cerca. Con un mejor ánimo, el Dios del Trueno se marchó de Vanaheim de vuelta a su tierra natal, encontrándose en la frontera con una figura que le sorprendió. La única persona que se mantuvo fuera como ajeno a los castigos de Loki.

-Fandral.

-Alteza, la vida en Midgard te ha sentado bien.

-¿Dónde te habías ocultado, mi buen amigo? –el Hijo de Odín bajó de su caballo para saludarle con un fuerte abrazo que tuvo su debida correspondencia.

-Por aquí y por allá.

-Evadiendo a los demás.

-Bueno –Fandral se encogió de hombros con una sonrisa traviesa- El Padre de Todo es temible pero no más que mi consciencia. No pude hacer nada por evitarlo, cobardemente huí.

-No fue cobardía, Fandral.

-Tus palabras me consuelan y me alegra ver que mi amigo se está convirtiendo en el mejor guerrero de Asgard no solo por la fuerza de sus puños sino por la nobleza de su espíritu.

-Misma que me hace ver tu presencia no fortuita en este lugar por una buena razón.

-La aparente fuga de Loki... es inquietante.

-¿Qué sabes, Fandral?

-Lo que seguramente ya averiguaste en Vanaheim. El nombre de la Djinya Lalita, el nombre del Djinya Asoka y Loki parecen mezclarse a pesar de las arenas del tiempo y la distancia.

-Acompáñame con Asdrain, prometió darme más respuestas a tantos acertijos.

Fandral asintió con mejor semblante, tomando su caballo para seguir la cabalgata de Thor, una vez más evadiendo el palacio como rostros conocidos, bordeando las construcciones principales camino hacia la residencia de la anciana consejera quien dormía en esos momentos, teniendo que esperar hasta que sus párpados se abrieron una vez más, no sin pena al ver a los dos guerreros en su puerta haciendo guardia pacientemente. Asdrain tosió para llamar su atención, recibiendo su ayuda al momento de sentarse contra los múltiples cojines que le servían de respaldo, acomodando sus cobijas mientras tomaba algo de agua, aclarándose la garganta.

-Buenos días, Hijo de Odín, Lord Fandral, al fin apareces.

-Mi señora –rió éste último.

-Me disculpo por la siesta tardía, averiguar lo que tenemos pendiente me llevó más tiempo del que pensaba.

-¿Tienes noticias, sabia mujer? –preguntó el Dios del Trueno, sentándose a su lado.

-Muy malas, Hijo de Odín. Mientras todos estaban con los ojos puestos en los prisioneros, nadie se percató de la cercanía de una nave Chitauri en las fronteras que desapareció poco después de que se perpetraran los ataques que dieron lugar a las dos fugas. En los dos casos hubo esa nave, en los dos así se esfumó, posiblemente con su presa dentro.

Los dos guerreros intercambiaron una mirada, antes de que Fandral le hablara a la consejera de la figura de los Djinya, sobre todo de la hechicera Lalita. Asdrain le escuchó con una seriedad preocupante, dejando a un lado su copa de agua para tomar aire un par de veces, clavando sus ojos en el rostro de Thor.

-Entonces sí fue cierto.

-¿Qué fue cierto, Asdrain?

-Que Frigga, princesa de Vanaheim, tuvo por maestra de magia a Lalita, la Djinya. Por alguna extraña razón ese hecho fue sepultado a piedra y lodo por la propia Familia Real, más la gente del pueblo le tenía demasiado cariño a la hechicera para olvidarla.

-No entiendo la relación con nuestro asunto –observó un confundido Fandral.

Asdrain le miró. –Es casi seguro que Asoka era hijo de Lalita, y si fue encarcelado por Odín pero secuestrado por los Chitauri de la misma manera que Loki, entonces hay algo que podemos deducir: Lalita buscó a su hijo, y quien mejor que una Djinya para encontrarlo. Si pueden dar con ella, seguro que darán con el paradero del Embustero.

-Pero eso fue hace mucho tiempo, tú misma me lo contaste.

-Hijo de Odín, así fue. Por eso es que hay que encontrar a Lalita, si ella halló a su hijo, sabe dónde encontrar a Loki Laufeyson.

-¿Hay algún consejo sobre cómo rastrear un ser prácticamente fantasmal?

-Preguntando, Lord Fandral, preguntando. Pueden comenzar por los reinos más lejanos, presten atención a las historias más nimias, los viejos rumores a los que nadie quiso creer. En algún momento el nombre Djinya aparecerá entre ellos, así irán recolectando las pistas necesarias.

-¿Tienes fe en que Lalita esté viva todavía? –Thor frunció su ceño.

-Mi corazón de anciana así lo siente. Y jamás me equivoqué con él.

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