Capitulo II

"Al Príncipe de Dorne, Señor del Desierto Rojo y Protector de las Tormentas de Arena,

Le escribo como rey legítimo de los Siete Reinos, en un momento en que la paz y la unidad son necesarias para sanar las heridas que la guerra ha infligido a nuestros pueblos. Durante los años de conflicto, Dorne ha sabido mantenerse al margen, y su neutralidad ha sido una muestra de la sabiduría por la que la casa Martell es conocida. Sin embargo, hoy me veo obligado a dirigirme a usted en un asunto de gran importancia.

Mi tía, la princesa Maenyra Targaryen, ha encontrado refugio en su generosa hospitalidad desde antes de que estallara la danza de dragones. Agradezco el respeto que han mostrado a mi familia al brindarle asilo durante esos tiempos turbulentos. Sin embargo, las circunstancias han cambiado, y su presencia es ahora requerida en la Fortaleza Roja.

Maenyra debe comparecer ante la corte para rendir homenaje y jurar lealtad a su legítimo rey. Este acto no solo es necesario para reafirmar los lazos entre los Targaryen sobrevivientes, sino también para garantizar que los términos de la alianza entre la corona y Dorne sean claros y mutuamente respetados. Su ausencia prolongada podría ser interpretada como un desafío a mi autoridad, algo que ni yo ni el Trono de Hierro podemos permitir.

Por ello, le exhorto a facilitar el retorno de Maenyra a King's Landing en un plazo razonable. Entiéndase que este llamado no es una petición a la casa Martell, sino una orden que emana de mi posición como monarca a la princesa. Si Maenyra se niega a cumplir con este mandato, las consecuencias serán inevitables, y temo que su vida estará en peligro.

Confío en que vuestra sabiduría prevalecerá y evitaréis que este asunto se convierta en un punto de discordia entre nosotros. Vuestro pueblo y el mío han sufrido demasiado para permitir que viejas rencillas o malentendidos reaviven las llamas de la discordia.

Espero vuestra respuesta pronta y favorable, y confío en que juntos podemos caminar hacia un futuro donde el fuego y la arena no se enfrenten, sino que se complementen.

Jacaerys Targaryen

"Rey de los Siete Reinos y Protector del Reino"

El príncipe de Dorne terminó de leer aquella carta bajo la atenta mirada de su hijo y heredero Qyle, quien se suponía sería pronto el esposo de su querida invitada, la princesa Maenyra. Había permanecido por más de 5 años en su corte; la reina Alicent había enviado a su hija a sus tierras con la esperanza de que la familia Martell se uniera al rey Aegon II en su intento de usurpar el trono. Lamentablemente para la reina viuda, los Martell no tenían nada en contra de una mujer gobernante; el mismo había tenido una heredera que lamentablemente había muerto antes de poder dejar descendencia.

—Padre, ¿me llamaste?

—¿Dónde está tu prometida?

—Montando a caballo.

—Esa chiquilla no sabe quedarse quieta.

—Bueno, en eso ella y yo nos parecemos.

—Espero que logren tener un matrimonio largo y feliz.

—Padre, sabes que la amo como a una hermana.

—Que la princesa no te escuche decir esas palabras; no olvides que sus abuelos eran hermanos y su hermano mayor desposó a su hermana.

El joven de cabello y ojos negros rió.

—¿Qué decía la carta?

—El nuevo rey exige el regreso de Maenyra... Nuestra querida princesita debe jurar lealtad o unirse a sus hermanos en el infierno.

El corazón del joven Qyle dio un vuelco al escuchar de una posible sentencia de muerte sobre la joven princesa. Maenyra había llegado con escasos 10 años a Lanza del Sol; era 5 años menor que él, pero en cuanto sus ojos negros chocaron con los ojos amatista de la joven, esta le había seguido como un pato recién nacido a su madre.

Cualquier lugar en el que el príncipe de Qyle estuviera, la princesa Maenyra también lo estaba. Al principio esto molestó al príncipe, pero con el paso del tiempo terminó por acostumbrarse y finalmente a amar a la princesa con un amor fraternal puro.

Había pasado 2 años en la corte de los Martell cuando la danza estalló y, por el periodo de Qyle, la pequeña niña no había sido enviada a su hermano y los 3 años de la guerra había estado protegida por la casa Martell. Ahora, con 15 años, la joven Targaryen parecía aceptar de buen grado su posición como próxima princesa consorte de Dorne.

Qyle y Maenyra habían hecho un acuerdo: tendrían solo 2 hijos; fueran hombres o mujeres, el mayor heredaría y tendrían un reemplazo. Después de eso, su relación sería justo lo que había sido todo el tiempo, una amistad, una amistad que los volvía familia y, de querer, ambos podrían tener amantes. Claro que el acuerdo era claro: ninguno de los dos tendría permitidos los bastardos.

En ese momento padre e hijo fueron sacados de sus pensamientos por los gritos de dolor de la joven princesa; los sirvientes dijeron que se había caído de su corcel.

Los dos príncipes fueron rápidamente al encuentro de la Targaryen.

—Maenyra, ¿qué fue lo que pasó?

—Ya sabes, solo me aventé de mi corcel por diversión. ¿Te entró arena a la cabeza? Esa estúpida yegua que me regalaste no me hace caso y me tiró.

El joven Qyle rió; en su último onomástico le había regalado una yegua. El animal era tan negro como la noche, pero tenía un defecto: era joven y rebelde; nunca había sido entrenado y los adiestradores habían tenido problemas, por lo que cuando llegó a su nueva jinete no obedecía ninguna de sus órdenes. Claro que la joven princesa, siendo jinete de un dragón, y más uno como lo era Silverwing, no aceptaría no poder montar a un caballo.

—Llévenla a sus aposentos y llamen a los maestres.

Los sirvientes hicieron lo que se les ordenó con rapidez y rápidamente la princesa, que no dejaba de gritar de dolor, estaba en sus aposentos, siendo atendida por el maestre del palacio y algunos otros miembros del servicio del castillo.

Luego de un tiempo el maestro al fin salió de aquel lugar.

—¿Cómo está Maenyra? —La voz de Qyle estaba llena de preocupación.

—Ella está bien, príncipe, pero me temo que no podrá moverse en un tiempo.

—El rey quiere que la llevemos a King's Landing; de no hacerlo, la vida de la princesa corre peligro.

—El moverla es un peligro para su alteza.

—Escribiré al rey—Declaro el principe regente

—¿Podemos verla?

—La princesa Maenyra fue sedada con leche de amapola; no despertará hasta dentro de varias horas. Yo recomiendo que vaya a descansar.

Qyle, aun así, entró a la habitación, besó con cariño la frente pálida de Maenyra y se sentó en uno de los cómodos sofás de la habitación de la joven.

Qoren, por su parte, se dirigió a su estudio y comenzó a escribir una carta para el ahora rey, explicando la situación.

"Al Rey Jacaerys Targaryen

Con todo el respeto que merece su posición como soberano de los seis reinos, y en nombre de la Casa Martell y el pueblo de Dorne, me dirijo a usted para responder a su misiva respecto a la princesa Maenyra Targaryen.

Es cierto que Dorne ha brindado asilo a la princesa Maenyra durante los difíciles años que precedieron a su ascensión al trono. Su estancia ha sido un testimonio de los lazos de respeto y hospitalidad que deseamos formar con la Casa Targaryen. Entendemos la importancia de que la princesa comparezca ante la corte en King's Landing y preste juramento de lealtad a su legítimo rey, como símbolo de unidad y reconciliación.

Sin embargo, debo informaros que, debido a un desafortunado accidente, la princesa Maenyra no se encuentra en condiciones de emprender viaje en este momento. Hace pocos días sufrió una caída de su caballo durante un paseo por nuestras tierras, lo que le ha ocasionado lesiones que requieren reposo y atención médica inmediata. Aunque los maestres aseguran que su estado no es grave, han recomendado prudencia en cuanto a cualquier traslado hasta que su recuperación sea completa.

Le aseguro que este contratiempo no constituye en modo alguno una falta de respeto o desafío hacia su autoridad como rey en los seis reinos. Tan pronto como la princesa se encuentre en condiciones, organizaremos su viaje hacia King's Landing con todas las medidas necesarias para garantizar su seguridad y comodidad. Yo mismo y mi hijo la escoltaremos en persona.

Confiamos en su paciencia y comprensión en este asunto, y reiteramos nuestro compromiso con la paz y la cooperación entre nuestras casas. Espero que este incidente no sea motivo de discordia, y que podamos continuar trabajando juntos por la estabilidad y prosperidad de nuestros respectivos reinos.

Atentamente,
Qoren Martell, "Príncipe de Dorne, Señor del Desierto Rojo y Protector de las Tormentas de Arena".

La carta fue enviada rápidamente y el príncipe solo esperó que esto no repercutiera en la decisión de condenar a la chiquilla. Maenyra había pasado 5 años bajo su techo y protección; la amaba tanto como amaba a sus propias hijas. Si el joven rey, que según había escuchado, era uno lleno de rencor por lo que la guerra le había arrebatado, un corazón lleno de rencor casi siempre buscaba a quién culpar; la familia de la dulce Maenyra era la culpable a ojos del rey. No lo culpaba; el usurpador y quien asesinó a su madre era hermano de Maenyra, al igual que el asesino de quien se decía que era el hermano favorito del ahora rey, el fallecido príncipe Lucerys.

La mañana llegó rápidamente y, después del desayuno, fue a ver a la intrépida princesa. Estaba despierta y, como no podía ser de otra manera, acompañada de Qyle. Ambos reían a carcajadas de algo que alguno había dicho.

—¿Cómo te sientes, Maenyra?

—Mi príncipe, es un alivio ver un rostro con mirada inteligente. —Soltó una risita por las palabras de la joven— Estoy bien dentro de lo que cabe; siento que no podré moverme en algunos meses, bueno, fue lo que los maestres dijeron hace rato.

—Tu sobrino escribió desde King's Landing.

—¿Cuál sobrino?—El rostro de la niña de 15 años se lleno de confucion.

—El rey Jacaerys.

—Pero él... murió—El ceño fruncido de Maenyra dejaba ver su impacto

—Al parecer no, y al parecer decidió pelear el trono.

—Exige tu presencia para que jures lealtad o...

—¿O qué?

—No es un tema de conversación para una enferma.

—¿O qué? —La voz de Maenyra era exigente; por primera vez en cinco años los Martell recordaron que su invitada era una princesa que montaba un dragón.

—O te unirás a tu familia... en el infierno.

—¿Cuándo me iré?

—Cuando el maestre lo indique, le escribiré al rey y le informaré de tu situación. Estás lejos de un peligro mortal, pero aun así un viaje largo sería dañino para tu salud, querida.

—Gracias.

—Entonces... ¿qué vas a hacer?

—Si no juro lealtad, me matarán; creo que es claro que voy a jurar lealtad.

—Eso es inteligente.

—Cállate, Qyle, tú seguro quisieras que me mataran para que este compromiso termine.

—¿Cuándo vas a olvidar eso?

—Dijiste que te parecía el ser más molesto del mundo.

—Bueno, en mi defensa, tenía 15 años y sí eras un poco molesta.

—Bueno, tenia 10 años y queria un amigo... ahora tengo 15 años, ¿sigo siendo molesta?

—Lo eres, pero eres también mi mejor amiga. —Tras pronunciar esas palabras, el joven príncipe se inclinó y besó la frente de la hija del fallecido Viserys.

Pasaron algunos días y la ansiada respuesta del rey al fin llegó.

"Al Príncipe Qoren Martell,
Señor del Desierto Rojo y Protector de las Tormentas de Arena:

Recibo su respuesta con la cortesía y consideración que la Casa Martell merece. Agradezco la pronta comunicación y la transparencia con la que me han informado sobre el estado de la princesa Maenyra Targaryen.

Lamento profundamente el accidente sufrido por la princesa y deseo para ella una pronta y completa recuperación. Es tranquilizador saber que los maestres consideran que su condición no es de gravedad, aunque entiendo que un traslado apresurado podría poner en riesgo su bienestar. Confío en su prudencia para determinar el momento adecuado para su viaje.

Aprecio sinceramente el ofrecimiento de escoltar personalmente a la princesa junto a su hijo y heredero, gesto que reafirma la buena voluntad de vuestra casa hacia el Trono de Hierro. Estoy seguro de que esta acción fortalecerá los lazos entre Dorne y la Corona, marcando el inicio de una colaboración aún más sólida y respetuosa.

Entiendo que las circunstancias actuales son inevitables y no interpreto este retraso como un desafío a mi autoridad. Sin embargo, reitero la importancia de que la princesa comparezca ante la corte tan pronto como sea posible, pues su presencia será un símbolo tangible de la reconciliación que todos anhelamos después de los años de conflicto.

Confío en que su casa actuará con la misma sensatez y honor que siempre los ha caracterizado, y espero ansioso el momento en que podamos recibir a la princesa Maenyra en la Fortaleza Roja, acompañada por la digna representación de la Casa Martell.

Que los dioses lo guíen y protejan.

Jacaerys Targaryen, Rey de los Siete Reinos y Protector del Reino".

Las palabras del joven rey llenaron de alivio el corazón de Qoren; si bien el joven no podía tener más de 18 años, era un rey que se había preparado para reinar y, más aún, bien aconsejado.

Con rapidez fue a buscar a su hijo para informarle de las palabras del rey. El futuro príncipe regente se mostró aliviado y feliz de saber que su querida amiga estaría a salvo.

Pasó un mes para que el dolor le permitiera a la princesa pasar más de unas cuantas horas despierta. Supo que tras ese mes, la coronación del nuevo rey, así como su boda, se habían llevado a cabo, al igual que los juicios a los traidores y la ejecución de los mismos.

En una carta que llegó poco después de la boda, el rey exigía ser informado del estado de salud de la princesa, por lo que mes a mes se enviaban cartas con un informe detallado de la recuperación de la única hija viva del rey Viserys I.

Los meses seguían pasando; el anuncio del embarazo llegó 1 mes después del de la boda. Maenyra apenas podía caminar sin caer al suelo. A esto, la había llenado una gran tristeza al saber que el último de sus hermanos vivos había muerto. La joven rara vez salía de su cama y había dejado de ser tan alegre como era.

—Maenyra, para que el rey pudiera reinar, debía terminar con cualquier cosa que se le opusiera.

—Él era mi hermano. —Los ojos violetas se llenaron de lágrimas al pensar en Aegon—. No lo veía hace 5 años y podía ser muchas cosas... pero era mi hermano y era un buen hermano para mí.

Maenyra lloró por horas en los brazos de Qyle.

—Oye, sé que tenemos que tener hijos y eso, pero... si me dejas, yo puedo ser tu hermano ahora.

—Gracias. —La voz de la princesa era apenas un susurro que partió el corazón de los dos hombres Martell que la habían estado consolando. Al fin, después de horas de llanto, la joven calló dormida.

Los meses siguieron pasando; desde la boda del rey habían pasado cerca de 11 meses. Si bien la princesa ahora se podía poner de pie, su equilibrio era pésimo y un viaje en barco requería de equilibrio.

La siguiente noticia que se tuvo de la corte del rey Jacaerys I fue que la reina Baela había dado a luz a una fuerte niña, a quien su padre había anunciado con tristeza que no podía nombrar su heredera, ya que un compromiso había sido hecho hace años atrás, en el comienzo de la guerra, y su primera hija se convertiría en la esposa de Rickon Stark, futuro guardián del norte.

Maenyra insistió en enviar una carta felicitando al nuevo rey por el nacimiento de su hija, como muestra de su buena voluntad. Sabía que eso no reemplazaba un juramento de lealtad, pero era lo más cercano que podía hacer en ese momento.

"Al rey Jacaerys Targaryen,
Señor de los Siete Reinos y Protector del Reino

Con humildad y respeto, os escribo desde el calor de Dorne para expresaros mis más sinceras felicitaciones por el nacimiento de su hija. Un nuevo miembro de la casa del dragón es siempre motivo de alegría, y estoy segura de que esta niña será una bendición no solo para usted y su esposa, sino para todo el reino.

Que los Siete la colmen de salud, sabiduría y fuerza para enfrentar los retos que le depara la vida como parte de la ilustre casa Targaryen. En estos tiempos de reconstrucción y reconciliación, su llegada es un símbolo de esperanza para los Siete Reinos, un recordatorio de que, incluso en las sombras del pasado, siempre hay luz y renovación.

Aunque las circunstancias me impiden comparecer personalmente ante usted en este momento, deseo que sepa que mi buena voluntad hacia su majestad y hacia el linaje de Aegon el conquistador, del cual soy parte, permanece firme. Mi corazón se llena de esperanza por un futuro en el que la paz reine sobre el fuego y la sangre, y en el que todas las casas trabajen juntas por el bien del reino.

Le ruego aceptéis este gesto como una muestra de mi respeto a su persona y su linaje. Espero con ansias el día en que pueda presentar mis respetos en persona.

Que los Siete os bendigan a vos, a vuestra hija recién nacida y a toda vuestra familia.

"Maenyra Targaryen"

La joven terminó de escribir y entregó la carta a su doncella.

—Quisiera ver al príncipe Qoren.

—Preguntaré si la puede recibir, princesa.

—Gracias, Tany.

Pasaron unos minutos antes de que quien había sido la nana de Maenyra entrara por la puerta y le informara que la cabeza de la casa Martell estaba más que dispuesto a recibirla.

—Dime, Maenyra, ¿qué te trae hasta aquí?

—Bueno, yo... sé que por cinco años se me ha tratado como a un miembro más de la casa Martell. —De hecho, en ese momento la princesa vestía los vaporosos vestidos de sedas ligeras que se llevaban en las tierras dornienses—. Pero me temo que no me serán muy útiles en la corte de mi sobrino, tal vez solo uno o dos, claro que...

—Ya había pensado en eso. Tengo la esperanza de que regreses como la esposa de mi hijo, así que envié uno de tus vestidos de niña a la costurera real; harán lo que puedan para hacer vestidos con ese estilo para la visita que haremos al rey.

—Gracias.

—Ahora... por más que adore tus visitas, debes irte.

La joven se encontró con quien sería su prometido nada más salir; Qyle la ayudó a caminar y hablaron de cualquier cosa que se les ocurriera. Maenyra se sentía escuchada como nunca antes cerca del joven de 20 años; tal vez por eso su amistad había funcionado. Maenyra amaba hablar, Qyle amaba escuchar y era bueno haciéndolo.

—Pronto podremos zarpar; mi padre dijo que ordenó que preparen todo para dentro de una semana.

—No puedo creer que volveré a la fortaleza después de 6 años.

—¿La extrañas?

—Estuve demasiado tiempo lejos como para extrañar ese lugar.

—Fue tu hogar.

—No, la fortaleza no era un hogar, te he contado cómo era; estoy ansiosa, espero que la Hija de Aegon haya encontrado piedad. Recuerdo que solía jugar con Jacaerys cuando ambos éramos niños; él es unos pocos años mayor que yo, 3 para ser exacta.

—¿Cómo era él?

—Amable—La mente de la joven se perdio en recuerdos de su niñez

—Pero...

—Mi familia mató a la suya; espero que no quisiera cobrarle a mi sobrina los pecados de mi madre y hermanos.

—Esperemos eso. Oye, si eso te hace feliz, podemos traerla.

—¿De verdad?

—Claro, si eso te hiciera sentir segura.

Maenyra besó la mejilla de su prometido y siguieron avanzando hasta que fueron interrumpidos.

—Mi princesa, una carta del rey, para usted.

—Respondió, no esperaba que lo hiciera.

—Te sonrojaste, Él te gustaba, ¿no es así?

—No.

—Maenyra.

—Él me dio un beso en los labios una vez; él tenía 10 años,yo 7. Fue antes de que él partiera a Dragonstone.

—Vaya, eso explica por qué te da una opción que no le dio a tus hermanos.

—Yo lo pelé en la guerra.

—Si tú lo dices.

El joven se quedó en silencio mientras veía a la joven leer con atención la carta.


"Maenyra

Recibo tu carta con gratitud y aprecio, y te agradezco sinceramente las palabras llenas de calidez y bondad que escribiste dirigidas hacia mi familia y hacia nuestra recién nacida. En estos tiempos de cambio, tu felicitación es un recordatorio de los lazos que unen a la sangre del dragón, incluso en la distancia.

Mi hija, cuya llegada ha traído un renovado espíritu de esperanza a la Fortaleza Roja, será criada con la memoria de los sacrificios y las fortalezas de quienes la precedieron.

Entiendo que vuestras circunstancias actuales dificulten vuestra presencia en King's Landing, pero no dudo de tu lealtad ni del respeto que tienes hacia la Casa Targaryen y hacia mi reinado. Espero, como tú misma has expresado ya, que pronto las condiciones permitan tu llegada a la corte.

Jacaerys Targaryen, Rey de los Siete Reinos y Protector del Reino".

La carta era clara, si sabías leer entre líneas; esperaba un juramento de lealtad en persona y de una u otra manera deslindaba a Maenyra del trono.

—¿Qué decía?

—Que me espera para ser humillada en la corte que fue de mi padre.

—No te ves feliz, pequeña pulga.

—Hacía mucho que no me llamabas de esa forma. —La princesa sonrió en dirección al futuro regente de Dorne.

—Funciono —sonreí—. Escucha, solo iremos, le jurarás lealtad y se firmará una alianza formal para nuestro matrimonio; después de eso regresaremos y nunca más tendrás que verlo. Tus hijos reinarán Dorne y serán muy felices, te lo juro.

Maenyra se aferró a Qyle y se permitió disfrutar de su abrazo.

Una semana después estaban subiendo al barco que los llevaría a King's Landing.

La primera semana del viaje fue por demás aburrida, hasta que Qyle comenzó a sufrir de una fiebre horrible. El curandero del barco sospechó que tal vez alguno de los alimentos podía haber dañado al joven heredero.

La siguiente media semana fue una tortura para Maenyra y el padre del joven; se turnaban para cuidar del joven. La fiebre no había cedido en todo ese tiempo.

Al desembarcar, cerca de la fortaleza roja, fueron recibidos por la hermana de la reina consorte, lady Rhaena Targaryen, quien ordenó que el joven príncipe fuera llevado a unos aposentos y atendido por el maestre.

Maenyra quiso ir con él, pero le fue impedido; el rey la esperaba en el salón del trono.

—Puedo ir sola, asegúrate de que Qyle esté bien.

Qoren no necesitó que se lo dijeran dos veces y siguió a los sirvientes que transportaban a su hijo.

Maenyra por su parte camino hasta el salon del trono, las puertas fueron abiertas y el heraldo la anucio.

—Su Majestad, la princesa Maenyra Targaryen.

Sentía los ojos de la corte sobre ella, era consciente de que estaba más bronceada por su tiempo en Dorne, pero fuera de eso era una perfecta princesa Targaryen. Durante todo su camino hasta los pies del trono de hierro, recordaba lo que su madre decía sobre la decencia y el decoro y sobre cómo una princesa debía comportarse.

—Majestad.

El rey alzó una mano antes de ponerse de pie en lo alto del trono.

—Todos sabemos por qué está aquí, princesa. —La forma en la que el rey dijo su título era casi una burla.

Maenyra se arrodilló.

—Mi lealtad es suya, el legítimo rey de los siete reinos.

—Bueno, te resististe menos que tu madre a jurar lealtad. Podrás verla después, al igual que a la hija de ese sucio usurpador. —Jacaersy volvió a sentarse en el trono—. Ahora, ¿dónde está el príncipe Martell?

Maenyra esperó hasta que, con un gesto, el rey le permitió ponerse de pie y habló, su mirada fija en el suelo, mientras sentía la insistente mirada de quien era su sobrino sobre ella.

—Qyle, el heredero enfermo en el viaje, es atendido en este momento y su padre esta con el, mi rey

—¿Quieres ir con él? —La reina miró a su esposo de manera interrogante.

—Si usted me lo permite, Majestad.

—Puedes retirarte.

Lo último que la corte vio fue la plateada cabellera de la princesa salir a paso apresurado para ver al joven dornish. Rápidamente, los susurros se extendieron diciendo que la "princesa pródiga" realmente amaba al "sol ardiente de Dorne".

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