Capítulo:7 El rubí protector.
El clima era en definitiva exquisito, el sol calentaba mi piel de forma placentera y el aire golpeaba suavemente mi rostro como una dulce caricia, ondeando mi cabello oscuro peinado con una trenza no muy grande a cada lado unidas ambas detrás de la cabeza, portaba un vestido color malva con tirantes gruesos, corte de corazón, cuatros dedos arriba de la rodilla. Disfrutaba del momento tranquilo en el que me encontraba, por un breve periodo todas las preocupaciones que tenía no existan, ni siquiera me acordaba de ellas, en mi mente no había espacio para nada negativo. Recolectaba algunas rosas rosadas y rojas en el prado que siempre frecuentada ir cuando estaba en la casa del campo.
Un grito desgarrador se esparció por el aire, acabando con la paz sustituyéndola por miedo, impulsivamente corrí con mi corazón a todo galope tenía un mal presentimiento, los ruidos horribles me guiaban a la casa de campo, con su color verde primavera era imposible pasar desapercibida, recordaba la vez en que la escogí con mis.
¡Mis padres!
No tarde mucho en reconocer a quienes les pertenecían esas voces, esas lamentaciones cargadas de un dolor inexplicable, uno que hacía que mi piel se erizara. Subí la pequeña escalera que conducía a la puerta y con un movimiento brusco la abrí, adentro me encontré un panorama totalmente distinto, esa no era mi casa, era un lugar lúgubre, la iluminación era casi escasa, advertía el sonido de cadenas al ser arrastradas por el suelo, ladeé mi cabeza y la apertura por donde crucé ya no estaba, desapreció y en su lugar apreciaba una pared oscura.
La claridad de la luna se colaba a través de una pequeña abertura de la larga cortina que cubría el enorme ventanal, di un paso para acercarme a ella, mas no continué al sentir una sustancia espesa bajo mi tenis, incliné mi cabeza para descubrir sangre, parecía que habían arrastrado a dos personas heridas por aquí.
Un escalofrío recorrió mi espalda con tan solo pensar en la probabilidad de que perteneciera a mis padres, volví a oír las cadenas por lo que caminé dejándome llevar por el chillido para llegar a ellas, paré de golpe tras verlos, su cabello rubio ahora se hallaba oscuro, su piel blanca pasó a ser café debido a lo costra de suciedad que poseían, sus ropas rasgadas, moratones y rasguños en su cuerpo.
- ¿Dónde están? – formuló con molestia un hombre fornido, alto, de cabello negro, rostro anguloso, nariz perfilada, cejas espesas, ojos de un rojo intenso y labios delgados.
De sus bocas no brotó ningún tipo de ruido o palabra, mis padres guardaron absoluto silencio.
- ¿Dónde están? - pasó la hoja afilada del cuchillo por la piel de mi madre, esta se rompió de inmediato, la sangre de un rojo vivo recorría sus extremidades - ¿Dónde están? - perdió el control deslizando el arma por diferentes partes de los brazos de ella.
Presionó sus ojos con fuerza, mordiendo su labio, unas cuantas lagrimas se desplazaron por sus mejillas.
- ¡No le hagas daño! - corrí hasta él para detenerlo, sin embargo, solo lo traspasé, me tropecé y caí.
- ¡¿Dónde están?!- Volteé mi rostro con rapidez ignorando el aturdimiento, para ver como con un veloz y brutal movimiento condujo la hoja plateada ahora teñía en rojo por su cachete, un chillido desgarrador egresó de su boca, bajó su cabeza cubriendo su herida con las manos, las cuales temblaban al tocar tanta sangre.
- ¡NO! - exclamé ensanchando mis ojos asustada, gotas de agua brotaron de ellos.
- ¡MALDITO! ¡DEJALA EN PAZ! - gritó mi padre con una rabia nunca antes vista, se levantó halando las cadenas todo lo que podía, deseaba romperlas, pero fue inútil.
-Una carcajada espeluznante escapó de su boca, en su ropa y rostro se apreciaba la sangre de mamá- Admiro tanto su fuerza, su resistencia y su lealtad, lamentablemente mi paciencia no es tan grande y ya me aburrí de jugar con ustedes así que- chasqueó sus dedos.
Una mujer de cabello castaño con corte varonil agarró el cuchillo y lo cambió por una espada, el rostro de la chica era inexpresivo, la mirada perdida me hacía pensar que en realidad su mente no se hallaba allí, con ella, parecía una especie de robot.
-Gracias Demetria- inspeccionó el arma y deslizó su dedo por la hoja probando el filo, sonrió satisfecho al comprobar que estaba como deseaba- Mmm veamos, ¿quién quiere morir primero? - apuntó a mi madre con la misma.
La mujer que me dio la vida lo observó con odio, no vaciló en ningún momento a pesar del dolor que podía sentir, a pesar del miedo que podía tener, la sostuvo hasta el final
- Tu Amanda, ¿Quieres ser la afortunada?
Un terror me inundó, sentía una opresión en mi pecho, la desesperación me controló, mis manos tiritaban, quería hacer algo, quería ayudarlos, matar a ese hijo de puta.
¿Por qué ellos no se defendían? ¿Por qué no usaban sus poderes? Ellos eran Gemiers.
- ¿Qué tal tu Robert?
- ¿Por qué no tu Nemidas? Me das lastima, peleas por un poder que no te corresponde, luchas contra tu destino, estás marcado, la profecía se cumplirá- sus ojos se iluminaron- morirás, morirás ser repugnante, pagarás por lo que has hecho y es por eso que tienes tanto miedo, es por eso que intentas reunir a las cinco en un intento desesperado por sobrevivir a lo inevitable. Cuando ese día llegue-Nemidas la golpeó con su espada impidiendo que finalizara.
-Creo que ya tenemos a la ganadora- alzó su arma apuntando directo a su corazón.
Todo lo acontecido después de eso ocurrió tan deprisa, me puse en pie apresurando mi andar para interponerme entre él y la mujer que me había traído al mundo, en mi último intento por ayudarla, por salvar su vida. Cerré mis ojos aceptando mi muerte, no me importaba sacrificarme por mi madre la amaba y haría lo que fuera por ella.
No sentí nada, solo el sonido de un gemido suave que hizo que elevara mis parpados de golpe, la espada me atravesó como si se tratase de un fantasma, me giré y la escena que encontré provocó que la sangre abandonara mi rostro, que la respiración se cortara.
Mi padre
-Papi- susurré, estaba en shock.
-Robert- habló con voz trémula, su labio inferior temblaba.
Su esposo, su amado y querido esposo se encontraba ante ella con el arma clavada en su costado casi por completo, bajo su cuerpo se formó fugazmente un charco de sangre, en cuestión de minutos moriría.
-Que romántico sacrificarte por la mujer que amas, es una pena que tu acto de amor no sirviera de nada, igual la mataré.
Se hallaba petrificada, las lágrimas salían solas de sus ojos y recorrían sus mejillas limpiándolas de la suciedad.
La respiración de papá cada vez se hacía más superficial, con debilidad miró a su amada una última vez y con gran dificultad pronunció unas palabras:
-Te amo Amanda- balbuceó.
Mi corazón se rompió en ese instante.
- Yo también te amo- apartó con delicadeza el cabello de su frente.
-Nemidas soltó una carcajada- El fin de los trágicos amantes, son patéticos.
-Lo vio con rabia- ¡Eres un idiota ojalá pronto tu alma esté en la tortura eterna!
- Elevó sus comisuras observándola con cierta diversión-Si te sirve de consuelo pronto te reunirás con él - volvió a alzar su espada y esta vez no hubo nadie que se interpusierala atravesó por completo.
-Te amamos Alessia-las voces de ambos retumbaron en mi cabeza, anhelaba tocarlos, abrazarlos, aunque era inútil no podía-¡Esto no puede ser¡ Tiene que ser una pesadilla ¡una horrible pesadilla!- grité con todas mis fuerzas halando de mi cabello.
- Demetria has que alguien se encargue de esta porquería- le dio el arma dando una última ojeada despectiva.
- ¡MIS PADRES! - desperté de golpe, empujando mi cuerpo hacia arriba.
Di un recorrido rápido al sitio donde me encontraba, esto no era Ritbeth, este no era aquel sitio horrible en el que acababa de estar, había camillas y a unos metros veía el brillo del diamante regenerador.
¿Cómo llegué a la enfermería?
-Alessia al fin despiertas- se inclinó hacia adelante colocando su mano sobre la mía- ¿estás bien? ¿te duele algo? -quitó el cabello de mi rostro colocándolo detrás de mi oreja.
- Debido al repentino movimiento unas manchas negras bloquearon mi visión provocándome un mareo-Sí, estoy bien, es solo un mareo.
- ¿Segura? En tu inconciencia empezaste a sacudirte, a temblar y llorar, mi hermano y yo nos preocupamos.
- ¿Tu hermano? -fruncí el ceño acariciando mis sienes.
-Sí, Tyler se fue a llamar a nuestro padre, yo no quise dejarte sola.
Mordí el interior de mi mejilla para controlar la sonrisa estúpida que estaba a punto de escaparse a causa de su comentario, por un segundo olvidé la pesadilla de la que fui presa por lo que creí fue una eternidad, el alivio que sentí al caer en la cuenta de que no se trató más que de un mal sueño no tenía explicación, no sabría qué sería de mi si la muerte de mis padres fuese una realidad, contaba con que Nemidas los mantendría con vida mientras ellos no revelaran la ubicación de la gema sagrada.
- ¿Cómo es que llegué aquí? Lo último que recuerdo es estar en medio de una pelea- posé mis ojos negros sobre él de forma inquisidora.
Debería encontrarme de camino a la salvación de mis padres no aquí, perdí mi oportunidad de escape y ahora dudaba que tuvieran el portal sin vigilancia.
- ¿No recuerdas lo que pasó? -arqueó una de sus cejas.
Al principio lo miré confundida, sin entender a lo que se refería, hasta que poco a poco mi mente fue liberando los recuerdos de golpe, el demonio iba a matarme, lo habría hecho de no ser por
-Alessia- formuló uno de los dos hombres que recién habían llegado- no sabes el susto que me diste- el rostro de Tyler desechó la preocupación que una vez dominó sus facciones reemplazándola por una sonrisa de alivio.
-Gracias por su preocupación, lo aprecio, ya me encuentro mucho mejor- mis labios formaron una media luna que ocultaba mis dientes.
- ¿Podrían dejarme a solas con la señorita Vanderbuel? -el tono de Nicolas fue más de orden que de petición.
Jaden asintió levantándose y soltando mi mano, antes de salir junto a su hermano me guiñó el ojo de manera juguetona, eso provocó que una leve risilla se me escapara, aunque la detuve de inmediato tras colocar mi mirada en su padre, algo en él no me gustaba, se mostraba demasiado serio, siempre llevaba el ceño fruncido y estaba segura de que pasaron muchos años desde la última vez que se mostró feliz.
- ¿Sucede algo malo? - el que haya pedido hablar conmigo a solas me inquietaba ya que no teníamos ningún tema que conversar, lo más probable era que me reprendiera por la escapada a Ritbeth con los chicos.
-Hay algo que debo decirte, es más bien una confesión- arrugué mi entrecejo- te he mentido Alessia.
-No entiendo, ¿a qué te refieres?
-Si conocía a tus padres, éramos grandes amigos, durante la guerra ellos huyeron al mundo de los humanos para protegerte, creyeron que ahí estarían a salvo de la oscuridad, pero no puedes huir de ella porque siempre va a encontrarte. A ellos se les otorgó el privilegio de ser los guardines de una de las gemas sagradas que mantenían el equilibrio del reino, para así preservar nuestro hogar, era nuestro seguro, debíamos defenderlas más que a nuestra propia vida para que cuando llegara el momento reunirlas de nuevo y restaurar nuestro mundo. Esa gema era la primera de las 5, el rubí protectorel cualllevas de colgante en tu cuello.
-Por esa razón me protegió de la bestia-encerré el dije en la palma de mi mano- pero ¿Cómo? Según lo que sé sus funciones son distintas a ser la niñera de una niña boba.
-Tu madre era una Gemier muy poderosa, ella modificó la piedra para que te protegiera del mal, para esconderte en tu nuevo hogar, es por eso que los monstros no te localizaron, no pudieron sentirte debido a que tus poderes están adormecidos.
- ¿Cómo se pueden activar? ¿Y por qué me lo dijo hasta ahora?
-Es mejor que se mantengan así, tus padres deseaban mantenerte en la ignorancia con respecto a tus origines, por lo tanto, quise y quiero seguir manteniendo eso.
-Eso no es justo, tengo edad para decidir lo que es o no bueno para mí, soy una Gemier también.
-Pues tener nuestra sangre, mas nunca serás como nosotros.
- ¿Por qué crecí en la tierra? ¿Por qué mis padres eran desertores? - el calor subía por mis mejillas.
Un sonido ensordecedor casi hizo que explotaran mis tímpanos, llevé mis manos a mis orejas para cubrirlas sin conseguir el alivio que necesitaba, el ruido finalizó y a los segundos lo que esta vez pude distinguir como un trompetazo volvió a torturar ms oídos.
- ¡¿Qué es eso?! – alcé mi voz para hacerme escuchar a través del ruido.
- ¡NICOLAS! - una mujer de cabello cenizo y largo irrumpió en la habitación con pasos presurosos- Es la alarma, se detecta actividad oscura aproximarse por el sector oeste, les estamos pidiendo a todos que conserven la calma y que permanezca en sus habitaciones.
-De acuerdo que tú y Hans se encarguen de ellos, que no se alteren nada puede penetrar el escudo, Susan, Darius y yo iremos a ver de qué se trata.
-Yo también iré- bajé de la cama tabaleándome, mis piernas se encontraban algo débiles solo bastaron unos minutos para que se compusieran.
-De ninguna manera te quedarás aquí, mi esposa te cuidará- dijo refiriéndose a la mujer de ojos casi transparentes y piel como la nieve- no dejes que salga de aquí, aun esta algo débil, dale sopa, yo iré a reunirme con los demás.
Asintió y este se acercó a ella para depositar un casto beso en sus labios, salió con prisa de la enfermería.
Me crucé de brazos molesta soltando un bufido.
-Sé lo que estás pensando cielo.
- ¿De verdad? Lo dudo
-Él no es tan malo como parece, ¿qué es estricto? Sí, un poco, ¿serio? También
-No te olvides de mandón.
-Soltó una carcajada- Vale admito que a veces se le suben los humos, aunque una vez que lo conoces te das cuenta que es todo lo contrario, es un gran hombre, el solo tiene esa coraza debido a lo que ha vivido, ya sabes muchas veces nuestro pasado nos marca e influye en gran parte en lo que somos ahora, eso es lo que sucedió con él.
-De seguro no tenías muchos ánimos de casarte con él al principio.
- Bueno- se aproximó a mí, las comisuras de sus labios se elevaron como a una joven enamorada- aquí entre chicas- susurró- siempre estuve enamorada de él.
- ¿De verdad?
-Sí, es solo que no lo creía posible, nuestra relación parecía ser solo de mejores amigos, al menos de su parte y creo que estaba enamorado de otra niña.
-Lo bueno es que ahora ambos se aman.
-Sí-de un momento a otro todo su ánimo descendió y no entendía por qué ¿acaso eso no era bueno? - Bien deberías sentarte, las trillizas han preparado su sopa especial de recuperación, te encantará es mágica.
Asentí mientras la veía marchar, odiaba los caldos, solo buscaba la oportunidad de escapar de aquí e ir a ver qué era lo que ocurría.
Aguardé unos segundos para luego dirigirme a la salida, unos cuantos minutos pasaron después de la alarma, esperaba que no fuera demasiado tarde, empecé a correr por los pasillos conduciendo mis pies hasta la gran puerta de entrada. Al estar afuera el aire helado me envolvió, se metía por los rasguños que poseían mis prendas y recorrían mi cuerpo ocasionándome escalofríos, me abracé a mí misma para conseguir algo calor, sin tener éxito continúe mi rumbo hasta toparme a los tres Gemiers que me daban la espalda, de ellos reconocí a Nicolas, junto a él se encontraba un hombre con una larga cabellera café, de piel bronceada, un poco más alto y musculoso, supuse que se trataba de Darius.
Una mujer vestida completamente de negro, delgada, un tanto más pequeña que los dos, el color de su pelo era de un morado metálico, se semejaba al destello morado que en ocasiones se apreciaba cuando un rayo se proyectaba en el cielo, intercambiaba palabras con los hombres, rotó su cabeza unos cuantos centímetros enterándose de mi presencia y le advirtió al padre de Jaden.
- ¿Qué haces aquí? ¿que Kaytlin no estaba cuidándote? Debiste quedarte adentro como los demás.
-Bestias- espetó Darius con odio, en seguida el ambiente quedó en silencio solo podía apreciarse el sonido del viento, de las hojas al ser movidas por él y de unas fuertes pisadas.
- ¿Solo 6 demonios? - Susan arqueó su ceja.
-Dos de ellas están cargando unos cuerpos- mencionó Nicolas.
Me desplacé con mi pulso acelerado hasta donde la barrera me lo permitió, algo malo estaba a punto de suceder, noté que uno de los seis era como nosotros, este iba encabezando el grupo, ante la luz de la luna observé a un hombre alrededor de los 40, delgado, de estatura baja y cabello claro, se detuvo a unos pocos metros del campo junto a los oscuros, levantó su mano derecha ordenando a los dos que portaban a los cuerpos los dejaran en el suelo y estos como si se tratara de una cosa sin importancia los arrojaron sin cuidado.
Entorné mis ojos haciendo un esfuerzo por distinguir a quienes pertenecían esos cuerpos sin vida. Tenía el estómago revuelto, mi miedo crecía más y más.
Tranquila Alessia.
Todo va a estar bien.
Todo va a estar bien.
-Esto es lo que sucede- señaló a los gemirianos sin vida- con los que desobedecen a nuestro gran señor, quien sea que se oponga a él, cualquier rebelde que no se rinda ante su poder, que no le dé su lealtad y devuelva las gemas que por ley le pertenecen, serán castigados, torturados, su destino estará marcado como el de Amanda y Robert Vanderbuel...
Amanda y Robert Vanderbuel.
Amanda y Robert Vanderbuel.
Amanda y Robert Vanderbuel.
Mi mente se desconectó en el preciso instante en el que oí sus nombres, los que hicieron eco en mi cabeza una y otra vez, sin detenerse.
Muertos
Muertos.
Muertos.
Nono, no, no.
Esto no está pasando.
¡ESTO NO ESTA PASANDO!
Mis manos empezaron a temblar, empecé a respirar con pesadez, por primera vez en toda mi vida escuché a mi corazón romperse, escuché el impacto de todos sus pedazos chocar contra el suelo.
-La pe...sadilla- balbuceé debido al nudo en mi garganta que me impedía hablar.
Fue real, no fue un sueño, en verdad vi a mis padres morir ante mis ojos, en verdad vi al monstro de Nemidas torturar a mi madre sin piedad, en verdad me quedé como inútil, no pude hacer nada para salvarlos.
Están muertos.
Muertos maldita sea, muertos.
Una ira empezó a recorrerme y acompañándola unos truenos se hicieron presentes sobre mí, cerré mis manos formando puños. Ellos los habían matado, ellos tenían la culpa de todo, el cielo volvió a retumbar con mucha más fuerza como si el cielo también estuviera molesto por mi perdida, como si el también sintiera este dolor desgarrador comerse mi alma.
-Hermana cálmate, pronto los haremos pagar-habló Nicolas con suavidad.
-No soy yo quien lo está haciendo.
Alcé mi rostro cubierto de lágrimas que ni si quiera noté cuando comenzaron a brotar de mis ojos y coloqué mis cuencas oscuras en mis padres no sabía cómo describir la furia que secuestró mi mente, mi cuerpo en ese momento, solo sabía que explotó en mi arrasando con mis sentidos, con mi razonamiento, el rubí en mi collar brilló con intensidad al instante en el que emití un grito ensordecedor dejando escapar todo lo que sentía y en ese preciso instante todo a mi alrededor se sacudió con violencia, todos se tambalearon sorprendidos por la fuerza del temblor, dos de las bestias cayeron de rodillas, una sensación nueva se propagaba en mi sistema, sentía el poder correr por mis venas, era tanto que me dejé llevar por él, por la venganza, deseaba verlos morir.
Muertos
Muertos.
Están muertos.
Elevé mis brazos unos cuantos centímetros y percibí como algo empezaba a moverse bajo mis pies con agresividad y velocidad, no tomó mucho para que raíces enormes y gruesas salieran de la tierra, una de ellas se enrolló en el oscuro inmovilizándolo, el intentaba zafarse del agarre, sin tener resultado, un gruñido se escapó de su boca antes de ser destripado y quedar en la nada solo trozos y un líquido asqueroso, la satisfacción que sentí en ese momento no tuvo comparación alguna, miré a los otros dos ordenando a las tiras gruesas que rodearan a esas escorias y ellas sin vacilar lo hicieron, aunque esta vez uno de los tres clavó su extremidad en la planta.
- ¡Ah! - un dolor inexplicable se manifestó en mi brazo, como si estuviéramos conectadas, como si fuéramos una sola.
Eso hizo mi sangre hervir aun más y rayos empezaron a caer del cielo por todas partes, uno pulverizó al que osó lastimarme, a lo lejos me pareció escuchar a Darius y los demás.
- ¡Susan trata de controlar la tormenta! - gritó haciéndose oír por sobre los rayos.
- ¡No puedo, es muy fuerte, no me obedece, tenemos que parar a Alessia!
-Bien Darius ve por Hans, es el único capaz de eso, hermana sigue intentando, yo veré si puedo contenerla.
Susan alzó sus manos al cielo, sus ojos se volvieron blancos y el padre de los Revenswork hizo un campo de contención con el propósito de abarcar toda la tormenta para que esta no llegara con su potencia a la academia, sin embargo, eso no le funcionó y yo no iba a parar.
Por un momento me pareció ver mi reflejo en el campo de fuerza, mis ojos estaban rojos, un rojo chillón, fosforescente, el mismo que el destello de mi collar, el rayo que cayó a mi lado causó que apartara mi atención, me volví a concentrar en mi objetivo anterior, otro dolor pasó por mí con violencia, el hombre de mediana edad cortó con su espalda una parte de la raíz, en respuesta a su acto el suelo repitió la misma vibración de hace unos minutos mientras el tallo se regeneraba. El gemiriano perdió el equilibrio y antes de impactar contra el suelo lo enrosco como serpiente a su presa, otras cuatro tomaban a dos bestias por la cabeza y pies, tirando de ellos, desmembrando sus cuerpos.
-Alessia-pronunció Jaden a unos cuantos centímetros de mi- linda.
Lo ignoré en este momento nada era tan importante como vengar la muerte de mis padres, que Nemidas se enterara de todo lo que era capaz, que supiera que su destino sería mucho peor que el de sus alimañas.
- ¡Jaden vete! Esta fuera de control.
-No voy a dejarla- el contacto de la calidez de su mano contra mi brazo hizo que mi concentración se rompiera, ladeé mi cabeza para verlo.
- ¡AH! - choqué contra el duro suelo, un ardor me recorrió de arriba abajo, la sensación era similar a romperse o que alguien arrancara un parte de ti.
Giré mi cabeza a la derecha para toparme con el gemiriano librándose en el suelo del tallo en el que estuvo prisionero, había cortado la raíz casi por completo para lograr su cometido y acto seguido empezó a correr por el bosque seco y destruido, algunos rayos caían tratando de golpearlo, sin embargo, él siempre encontraba la forma de escaparse de ellos igual que una rata escurridiza.
- ¡VEZ LO QUE HAS HECHO! - exclamé irritada- ¡ESCAPO POR TU CULPA! – varios relámpagos que no pude controlar cayeron a su alrededor, aun podía sentir toda la ira contenida en mi pidiendo salir.
-Siento que no pudieras seguir con tu matanza a sangre fría, pero es que estas fuera de tus cabales, mira lo que has hecho- elevó sus manos abiertas señalando nuestro alrededor, algunos árboles ardían en fuego, había raíces exorbitantes que egresaban de la tierra causando grietas de tamaño mediano.
-Siento el daño colateral, pero ellos lo merecían.
- ¿Y nosotros que? - pronunció Susan en reproche-Somos tu familia y uno nunca hiere a la familia.
- ¿Y mis padres no eran familia? - contrataqué enojada- ellos también eran parte de esto y solo les dieron la espalda, a Hans le importó poco si vivían o no, en sus manos también está su sangre, los condenaron y la familia nunca te deja- mi voz se quebró al poner mi mirada en los cuerpos inertes de mis padres.
El amanecer estaba a punto de venir, la luz poco a poco ganaba batalla contra la oscuridad y debido a esa claridad que emergía con lentitud pude observarlos con más deparo, lucían igual que en mi visión, sucios, famélicos, sin vida.
-Tenemos que ir por ellos, no podemos dejarlos ahí.
-Al- no le permití seguir a Nicolas.
-Merecen un funeral, un entierro decente, no sé cómo lo hagan aquí, pero de dónde vengo se rinde tributo a los caídos.
-Ya es tarde, está amaneciendo- con un levantamiento de cabeza el chico de los ojos azules señaló al otro lado de la valla, sin dudar seguir la dirección de su mirada.
En cuanto los rayos de sol iniciaron a salir por el horizonte, el cuerpo, la piel de mis padres empezó a elevarse en pequeños trocitos, los cuales volaban perdiéndose entre las nubes.
-No, no- gateé hasta el domo y puse mis manos en el- ¡¿qué está pasando?! ¿qué está ocurriendo con ellos?
-Se están yendo- se inclinó y posó su mano en mi hombro.
-No- las lágrimas abordaron mis ojos irrumpiendo en ellos y deslizándose por mi rostro- tenemos que ir por ellos, no pueden irse, no pueden-sollocé.
-Estás helada- articuló Jaden preocupado- vamos tenemos que marcharnos.
- ¡No suéltame! - con un movimiento brusco me deshice de su agarre- no me iré a ningún lado sin ellos- la tormenta que había mermado volvió a formarse, el cielo se oscureció y gotas de agua cayeron sobre nosotros.
-Alessia no estás bien- intentó levantarme, pero seguí poniendo resistencia, me negaba a irme.
La lluvia seguía cayendo y pronto dejó de ser una simple llovizna, el viento agitó los arboles con violencia, mi cabello golpeaba mi rostro debido a él.
Ellos han muerto.
Ellos han muerto.
Ellos han muerto.
Ni si quiera pude verlos una última vez.
Mi cuerpo empezó a sacudirse con fuerza.
-Alessia mírame- con delicadeza el chico de ojos azules cogió mi mentón con sus dedos y movió mi rostro para que lo viera, de nuevo logré apreciar el rojo de los míos reflejados en los suyos- cálmate, contrólate, puedes hacerlo.
La tormenta seguía creciendo y esta vez relámpagos caían cerca de nosotros, la temperatura de mi cuerpo seguía descendiendo y de la nada bajo nosotros todo comenzó a marchitarse y tornarse de un tono marrón.
-Linda- empecé a temblar con más fuerza, en mi piel aparecieron venas de color negro, las cuales me provocaron un terrible ardor y de un momento a otro colapsé siendo el mar profundo de sus ojos lo último que aprecié.
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¡Feliz año nuevo mis Gemiers!
Espero que la pasen muy bien.
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