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9 de enero, 2019

Tengo a Fede en los brazos mientras me balanceo con suavidad y canto en voz baja. Dejé que Cinthia se tirara a dormir un rato en la cama porque me daba la sensación de que no duerme hace días. Romina me mira con Mica en su regazo y una sonrisa melancólica. Mientras tanto, noto la mirada de Kevin puesta sobre mí, a pesar de que está hablando con Ramiro y Felipe.

—¿Cómo va todo? —interroga la colorada, señalando con la cabeza a mi novio—. ¿Se amoldaron bien a la convivencia?

—Sí. —Sonrío—. Es bastante tranquilo, yo creo que básicamente ya estábamos viviendo juntos, solo que nos faltaba unir la ropa.

—¿Y Benjamín volvió a aparecer? —cuestiona con tono interesante.

No había pensado en él desde que tuve ese sueño, así que ahora me parece raro volver a invocarlo con la mente. Hago una mueca de desinterés.

—Fue ayer a la pastelería y solo decía que quería volver conmigo, que le dé otra oportunidad y esas cosas, le dije que la única oportunidad que le daba era la de ser amigos —cuento. Arquea las cejas y aprieta sus labios en una línea recta—. Comió una galleta de los deseos y me pidió a mí.

—¿Qué? Ese tipo está loco. ¿Acaso no sabe que los deseos no se piden en voz alta? —cuestiona con diversión y nos reímos.

—¡Es verdad! No se va a cumplir, por suerte —replico aliviada. Siento un brazo posándose en mi hombro y me paralizo.

—¿Qué cosa no se va a cumplir? —pregunta Cinthia, tomando a Fede en brazos. Otra vez, siento un peso menos sobre mí. Si me hubiera escuchado Kevin estaría intentando pensar en una mentira.

—Benjamín pidió volver conmigo en voz alta —repito nuevamente. Abre los ojos sin señal de sorpresa alguna.

—Era obvio —opina, encogiéndose de hombros—. ¿Qué hora es? ¿Dormí mucho?

—Son las once —responde Romina suprimiendo un bostezo—. Quizás ya deberíamos irnos.

Los tres hombres se ponen de pie y se dirigen a nosotras para luego saludarnos a Kevin y a mí e irse en menos de dos minutos.

Fue una linda cena, hablamos de los bebés, del trabajo, de las futuras salidas que planeamos, pero ni Kevin ni yo hablamos del supuesto compromiso que tenemos. Estoy segura de que va a querer anunciarlo con anillos, porque conociéndolo va a gritarle al mundo que se va a casar conmigo.

Me ayuda a lavar los platos que quedaron sucios con el postre y decide tomar una copa más de vino tinto para relajarse, cosa que imito.

Siendo casi las doce de la noche, con Kevin decidimos competir para ver quién logra montar la crema más rápido. Esas cosas pasan cuando dos pasteleros competitivos se unen, y por ahora vamos bastante parejos.

Llego al punto deseado y levanto mis dos manos con velocidad, salpicando un poco de crema por el aire. Kevin resopla con desgana y continúa batiendo por el último minuto que le falta. Lo espero pacientemente, mirando sus movimientos con atención y hago una mueca negando imperceptiblemente con la cabeza.

—¿Qué? —interroga al percatarse de mi gesto.

—Estás batiendo mal. Mirá.

Envuelvo mi mano con la suya y lo ayudo a hacer el movimiento. Está siendo muy brusco y más que batir pareciera que le está pegando a la crema.

—¿Ves? —cuestiono, viendo que empezó a mover la mano con más comodidad. Él esboza una sonrisa torcida y me mira de reojo—. Ese es un error de principiante. A mí también me costaba batir cuando empecé.

—Ahora entiendo por qué sos tan buena batiendo mi crema —dice transformando su sonrisa en una expresión seductora.

Lo miro con las cejas arqueadas y siento que me sonrojo. Como si eso fuese poco, agarra con su índice un poco de la preparación y me hace un gesto para ver si lo chupo, cosa que hago sin dejar de mirarlo. Esto es algo nuevo, pero es bastante seductor.

En un segundo, su boca está sobre la mía. Me besa con desesperación mientras su lengua busca la mía y sus manos recorren mi cuerpo. Un gruñido escapa de su garganta cuando me separo para tomar algo de aire.

—Te necesito —murmura—. Hace una semana que no lo hacemos, quiero festejar el compromiso, la convivencia y lo mucho que te amo.

Acaricio su rostro con suavidad. Tiene los labios más hinchados a causa del beso, su pecho sube y baja cada vez con más lentitud y sus ojos café se posan sobre los míos. Me toma por la cintura y me pega aún más contra su cuerpo. El beso que se produce ahora es bastante más dulce y amoroso.

—Te amo —murmuro contra sus labios.

Él sonríe y me da otro beso más tierno que el anterior, pero igual de intenso. Me cuelgo de sus hombros y doy un saltito para treparme a su cuerpo, envolviendo su cintura con mis piernas. Él me toma de los muslos y me deposita en la encimera de la cocina.

Me mira con expresión pícara mientras se llena los dedos de crema y lo unta en mi cuello. Con un rápido movimiento, comienza a pasar su lengua con suavidad por la zona mientras deposita breves besos que me están haciendo cosquillear hasta lo más profundo de mis huesos. Quita mi vestido junto con mi sostén en un solo gesto y hace el mismo procedimiento de la crema por todo mi cuerpo.

Esta es la mejor previa que tuvimos en todo este tiempo y pienso que voy a divertirme mucho cuando llegue mi turno. No quiero acelerar las cosas, pero quiero tenerlo todo encremado y desnudo lo más pronto posible.

Empiezo a desabrochar los botones de su camisa con lentitud y acaricio su torso con un dedo lleno de mezcla. Me mira con sorpresa, supongo que no se esperaba eso, y mucho menos que pasara mi lengua de arriba hacia abajo, llegando a arrodillarme y comenzando a desabrochar su pantalón.

Acaricia mi pelo incluso antes de empezar algo y, cuando deslizo sus prendas por las piernas para sacárselas, el timbre suena cortando el momento.

Cruzamos miradas con asombro y me pongo de pie mientras él vuelve a ponerse los pantalones.

—¿Esperabas a alguien? —interroga. Niego con la cabeza y el timbre vuelve a sonar—. Voy a abrir, debe ser importante como para que toquen a la medianoche. Igualmente, esto no va a quedar así.

Me guiña un ojo antes de salir de la cocina y bufo mientras me vuelvo a poner el vestido para salir a ver quién es. Debe ser mi papá, siempre llegando en momentos inoportunos.

Ante la cruel imagen de una rubia de un metro ochenta, con unos ojos más azules que el mar y un cuerpo de infarto tapado solo con un short de jean y un top rojo, me paralizo. No solo porque está mordiéndose los labios mirando el cuerpo semidesnudo de Kevin, sino porque este está con la boca abierta y tartamudeando con cada palabra. Trago saliva y siento mi cara ponerse roja. Enseguida me aclaro la voz y mi novio me mira con expresión aterrorizada.

—Hola —le digo a la rubia con la sonrisa más amable y forzada que puedo—. ¿Qué necesitás?

—Hola —saluda ella—. Me llamo María, soy la nueva vecina. Mil disculpas por la hora, pero me dijo el dueño del departamento que cualquier cosa puedo acudir a ustedes y... —Posa la vista en Kevin nuevamente—. Quizás me podés ayudar vos. Necesito que me ayudes a abrir una caja en la que tengo varias cosas o no voy a poder dormir vestida esta noche.

Arqueo las cejas y noto la tensión de Kevin en su cuerpo, que me mira como pidiéndome permiso para ir a ayudar a esa bomba infartante. Muerdo el interior de mi mejilla mientras le hago un gesto con la cabeza.

—Andá —le digo con seguridad, aunque por dentro no estoy nada segura. No soy celosa, pero ante una mujer así...

—Vuelvo en tres minutos —replica él antes de darme un beso en la comisura de los labios.

—Dos —contesto con diversión antes de verlo desaparecer con María por la puerta.

¡Dios mío! ¿Qué voy a hacer? Es la nueva vecina sexy, cosa que solo pasa en libros y películas, que seguramente está soltera y no tiene problemas en mirar a las parejas de otras personas descaradamente. ¿Se cree que no me di cuenta de cómo le hacía una radiografía de cuerpo entero a Kevin? Y él tampoco se quedó atrás.

Repito, no soy celosa e incluso no me molesta que ande admirando la belleza de otras mujeres, porque yo también miro a otros hombres por la calle, pero es que mirar no está mal. Confío en él, sé que me ama, pero teniendo en cuenta que quedó bastante caliente con lo que estábamos haciendo y la rubia dijo que iba a dormir desnuda... Tengo un poco de miedo.

Muerdo mis uñas cuando pasan más de cinco minutos y él todavía no volvió.

—¡Está muy duro! —grita ella de repente.

Abro los ojos de par en par y no aguanto las ganas de ir a ver qué pasa. Mi hombre está haciendo fuerza, tratando de abrir una maleta, mientras María está sentada y cruzada de piernas. Es demasiado sensual, pero por lo menos él no la está mirando.

—¿Te ayudo, mi amor? —cuestiono con las últimas palabras exageradamente en voz alta. Que quede bien claro que ese hombre es mío. Me mira y niega con la cabeza mientras sonríe.

—No, ya está. Estaba demasiado pegado el cuero, como si no hubiesen abierto esta cosa en años —replica, enderezándose y dirigiendo la mirada a la rubia con expresión indiferente, cosa que me alivia bastante.

—¡Ay, muchas gracias! ¿Cómo puedo agradecerte? ¿Te gustan las cosas dulces? Tengo un postre en la heladera... —dice ella mirándolo con curiosidad.

—No, no hace falta que me pagues nada. Fue de buena onda. Además, ya tengo el postre en casa —contesta antes de mirarme y guiñarme un ojo—. Un gusto, María. Que tengas buenas noches.

Kevin toma mi mano para volver a casa y, cuando entramos, me mira con desaprobación.

—¿Qué? —pregunto sin despegar mi vista de él.

—Te dije que me esperes en la cocina, pero ya estás vestida de nuevo.

—Bueno. —Me río—. Lo que pasa es que no iba a dejarte solo con esa rubia que es una bomba y con vos sin camiseta... Vi cómo te miró. Y cómo la miraste. —Miro hacia abajo y al instante siento su cuerpo pegado al mío, con dos dedos levanta mi mentón para que lo mire y acaricia mis labios con el pulgar.

—¿Estás celosa? —interroga con tono burlón. Me encojo de hombros y no me deja responder, ya que sus labios se posan en los míos con suavidad—. Te dije mil veces que solo tengo ojos para vos, te amo a vos y quiero hacerte el amor solo a vos. —Esboza una sonrisa torcida y me mira con los ojos entrecerrados—. ¿Todavía hay crema o ya te la comiste toda?

—Todavía hay —respondo entre risas—, pero estoy segura de que la voy a comer toda.

Le guiño un ojo y lo empujo hacia la cocina.

¿Para qué hacerme mala sangre con la nueva vecina si él me demuestra lo mucho que le gusto? Y estoy más que preparada para que esta sea una noche que jamás olvidará.

¡Hola! Capítulo de regalo por los 2K de lecturas. Muchas, muchas gracias, jamás pensé que llegaríamos tan rápido jaja

¿Qué opinan de la nueva vecina? Mmm, van a descubrir muchas sorpresas. ;)

¡¡Espero que les haya gustado!! Gracias por leer <3

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