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4 de marzo, 2019

Pablo y Julián vinieron a casa a cenar, así que ahora estamos sentados alrededor de la mesa, con dos cajas de pizza vacías ocupando lugar, tomando vino y relajados después de un largo día de trabajo.

Mi hermano no podía creer cuando le conté que la vecina es la hermana de Juliana y me dijo que tengo que ir a una especie de brujo para que limpie mi energía porque estoy atrayendo cosas malas. Yo solo me reí, no creo en esas cosas ni mucho menos pienso en que atraigo cosas negativas, creo que el destino es bastante traidor y provoca estas cosas, no mi energía.

Siento como si tuviese el muñeco maldito de nuevo, como cuando me pasaban cosas malas, pero con final feliz. ¿Será que las galletas de la suerte están haciendo esto? Suena gracioso que no crea en energías, pero sí en una galleta. Debo estar loca.

Kevin me ofrece más vino, pero me niego. La verdad es que estoy algo preocupada por el tema del supuesto embarazo, no voy a decir nada ni ilusionarme hasta notar más síntomas, como la ausencia de menstruación, pero como me tiene que llegar en dos días todavía no noto nada más aparte de la hipersensibilidad en todo mi cuerpo. De hecho, estoy tan nerviosa por el casamiento que no me sorprendería que se atrase por ese motivo y no por un embarazo.

—No sabemos si ir a la despedida de soltero tuya o de Oli —comenta Pablo entre risas—. Porque si hay strippers nos gustaría ir más a la de Oli, pero como somos hombres deberíamos ir a la tuya.

—¿Va a haber strippers en tu fiesta? —pregunta Kevin mirándome y frunciendo el ceño. Me encojo de hombros.

—No tengo ni idea, ni siquiera sé cuándo va a ser —respondo—. Pero estaría bueno que vinieran a mi fiesta, sobre todo porque no creo invitar a mucha gente. Quizás pueda invitar a Juliana, pero después le va a contar todo lo que hago a María, así que no puedo confiar mucho en ella.

—La verdad que nuestra nueva hermana no me inspira confianza —opina Julián, llevándose la copa a los labios para tomar un trago—. ¿Y si en realidad no es nuestra hermana y es todo un invento de la rubia?

—No, porque vi que Juliana tiene el apellido Vega, así que mentira no es... Lo que es turbio es el hecho de que María haya estado encima de mí todo el tiempo, quizás me tiene algo de odio porque soy la hermana de su hermana y quizás por eso quería sacarme a Kevin, no tengo idea. Solo sé que está medio loca —contesto comiendo una aceituna que quedó. Mi acompañante me mira con diversión, siempre le da risa cuando como mi apodo.

—Deberían investigar más —expresa él—. No creo que Juliana sea tan mala como piensan, la están juzgando solo porque miran a María y ven sus cosas malas, pero no ven sus cosas buenas.

Los tres nos quedamos en silencio, mirándolo. ¿Qué tiene de bueno esa mujer? ¡Nada! Al menos a mí no me lo demostró jamás. Por el contrario, cada vez que la veo me doy más cuenta de que es una arpía.

—A lo que me refiero es que seguramente algo bueno deben tener, no pueden ser malas así porque sí —agrega para defenderse—. Los hijos son como los padres, técnicamente, así que quizás su madre es como ellas, medio creída. Así como ustedes son como sus madres, yo como mi padre y Pablo... bueno, no sé cómo es tu familia.

—Mamá, papá, hermano mayor y hermana menor. Simple. Soy el del medio y por ende al que menos bola le dan —responde mi cuñado encogiéndose de hombros—. El mayor es favorito por ser el primero, la menor es favorita por ser la más chica y la única mujer, porque aunque me gusten los hombres no cuento como mujer, así que yo soy el que está de relleno.

No puedo evitar soltar una carcajada y me siento mal por él.

—No tengan hijos impares —comenta mi hermano—. Ahora que me doy cuenta, también soy el del medio y quizás por eso el más odiado.

—¡Juli! No sos odiado, creeme. Vos al menos pasaste tu infancia con papá, yo ni eso. Así que no te pongas mal —replico con voz firme—. Además, no sos odiado porque yo te quiero mucho. Y sos mi familia.

Se levanta para abrazarme y los otros nos miran con ternura.

—Y ahora, el postre —dice Kevin poniéndose de pie y dirigiéndose a la heladera—. Hecho especialmente para nuestra amada Oli, ¡duraznos con crema!

Festejo mientras ellos se ríen y ayudo a mi novio a servir. Aprovecho que nadie me mira y me pongo un durazno de más, total no creo que ellos repitan.

—¿Deberíamos invitar a Juliana a las reuniones de hermanos que hacemos una vez por mes? —me pregunta mi hermano apareciendo desde atrás, haciéndome sobresaltar por el miedo de ser descubierta robando duraznos.

Niego con la cabeza.

—Por ahora no, primero tenemos que estar seguros de quién es y saber cuáles son sus intenciones. Además, creo que deberíamos hacerle un contrato para que no le cuente nada a María —respondo. Él enarca una ceja y se ríe.

—¿Contrato? —repite. Hago un sonido afirmativo—. ¿No será mucho?

—¿Y si todo lo que digo frente a ella se usa en mi contra? Quizás le doy información necesaria para que la rubia termine de destruirme.

—Oli, creo que estás haciendo demasiadas conjeturas, no creo que María quiera destruirte... solo quiere robarte al novio. —Se ríe y ruedo los ojos—. Tenés una mala imagen por lo que te hizo, pero quizás si le das una nueva oportunidad... —comienza a decir.

—¿Querés que toque la puerta de su casa, lleve una torta y café, y le diga con una sonrisa que quiero ser amiga? —interrogo con expresión atónita. Hace una mueca burlona.

—¿Por qué no?

Bufo y no respondo. La que me faltaba, que por la culpa de mi nueva hermana tenga que unirme con mi enemiga, después de todo lo que intentó hacer con mi relación con Kevin.

—¿Qué pasa? —inquiere él cuando me siento a su lado. Julián se sienta frente a mí y me observa con atención.

—Nada —expreso restando importancia con la mano y empiezo a comer. Los tres me miran con incredulidad, pero no dicen nada.

El resto de la velada no hablo mucho, pero lo que me dijo mi hermano es verdad. Ahora tenemos a alguien en común, aparte de Benjamín, y quizás debería llevarme un poco mejor con ella por ese simple hecho. ¿Pero cómo hacer borrón y cuenta nueva cuando todavía recuerdo cómo me quiso sacar a mi novio? Además, teniendo en cuenta la cara que puso ayer al verme en la pastelería, no creo que ella quiera "recuperar" nuestra relación.

No puedo creer mi mala suerte, la verdad. Esto es el colmo, yo solo pedí saber si Kevin es el amor de mi vida, no otra cosa. ¿Tanto le costaba a mi destino decir sí o no? ¡No es tan difícil, Dios mío!

Pablo y Julián se van una media hora después, me cuesta bastante dejar de abrazarlos, porque me doy cuenta de lo importantes que se hicieron para mí en todo este año que estuvimos juntos. Realmente su opinión me interesa mucho y, cuando ambos me susurran en el oído que hable con María, no puedo evitar pensar que la loca soy yo, que me siento perseguida todo el tiempo por nada. Si todos piensan que debo arreglarme con ella, entonces por algo será.

Veo que son las doce de la noche y me da tiempo suficiente para terminar de decidirme sobre si ir a hablar o no con ella. Los nervios me tapan la garganta y me provocan dolor de estómago, pero decido hacer lo correcto. Mientras Kevin se va a dar una ducha y desaprovecho la oportunidad para meterme con él con la excusa de que voy a quedarme a limpiar, salgo de casa y toco la puerta de la vecina.

Respiro hondo, pensando en las palabras que voy a decirle, pero se me borran al instante en que abre la puerta y me mira de arriba abajo.

—Vino la enana de jardín —murmura. Ruedo los ojos, creo que hice mal en venir.

—¿Podemos hablar como personas civilizadas? —pregunto intentando sonar tranquila.

Hace una mueca de disgusto, pero termina asintiendo y me hace un gesto para que entre. Le hago caso con algo de duda, la verdad es que no me siento para nada cómoda y menos en el interior de su hogar. Me señala el sillón mientras se sienta en otro y la imito. Me observa con seriedad, su rostro es tan neutro que ni sé en qué está pensando.

—Vengo a hablar de Juliana —suelto directamente. Exhala fuerte por la nariz y asiente—. Nosotras no nos caemos bien, pero deberíamos llevarnos bien por ella.

—Antes que nada, yo soy su hermana real, ¿me escuchaste? Porque vos no estuviste ella cuando se hizo señorita, ni cuando le hacían bullying en el colegio, ni cuando tuvo su primer novio ni nada...

—Ya lo sé, pero yo no tenía idea de su existencia —contesto—. Mirá, gracias al cielo que nosotras no somos hermanas, pero ella es la que nos une y más allá de nuestras peleas tenemos que cuidarla.

—Yo la cuido. Es más, intenté por todos los medios que no se acercara a vos porque sé que le vas a traer problemas, pero no tuve opción cuando me lo dijo con lágrimas en los ojos. —Se encoge de hombros—. ¿Qué te puedo decir? Es mejor actriz que yo.

Respiro hondo y me digo a mí misma que no voy a seguirle su juego, tengo que controlarme.

—¿Entonces vos sabías que yo era su hermana? —cuestiono interesada y esboza una sonrisa burlona.

—Efectivamente. Desde que empezaste a salir con Benjamín. De hecho, desde que empezaste a salir con Javier Rosas. —Me atraganto porque eso fue hace más de siete años.

—¿Y ese qué tiene que ver?

—¡Que era mi novio! —chilla absolutamente fuera de sí. Yo solo me quedo mirándola, absolutamente perpleja y niego con la cabeza.

—Imposible. —Suelto una risa irónica—. Él me dijo que no tenía novia y de hecho me lo demostraba cuando veía comportamientos raros en él. Es imposible que hubieses sido su novia en el mismo momento que yo.

Me mira con expresión dubitativa, pero su cara se transforma en una mueca de odio.

—¡No te creo! Vos me lo robaste. —Me señala y aprieta su mandíbula.

—A ver si entendí bien, pensás que yo te robé a ese chico y por eso decidiste sacarme a Benjamín y ahora lo intentaste con Kevin —digo lentamente. Asiente con énfasis. ¿Le falla la cabeza o qué?

—¡No te vengas a hacer la mosquita muerta! ¡Es obvio que lo sabías y aun así estabas con él! —exclama poniéndose de pie—. Y ahora que me lo hacés recordar, olvidate de ver a Juli. No voy a dejar que corrompas su inocencia, roba novios.

Estallo en carcajadas y su cara se vuelve más roja. ¡Esto es inaudito! ¿En qué momento mi vida aburrida se transformó en una telenovela?

—María, pensá lo que quieras. Estuve con él por un año y jamás supe de tu existencia, así que muy novia de él no eras —comento cuando me calmo y también me levanto, justo a tiempo para recibir una cachetada en mi mejilla—. ¿Pero qué te pasa, loca? ¡Necesitas un psiquiatra, enferma! ¿Estuve acosándome durante años? ¡Te voy a denunciar!

—No tenés pruebas —responde con una sonrisa cargada de maldad.

—Y vos no tenés pruebas para demostrar que yo sabía que era la amante de Javier. Como te digo, yo no sabía absolutamente nada. De haberlo sabido, ¡jamás habría estado con él! Y puedo regalártelo a él y a todos mis ex que quieras, pero no vuelvas a meterte con Kevin, ¿está bien? —manifiesto apretando los puños para contener mi tensión.

—Me da igual, en mis manos tengo a su mejor amigo y voy a hacer con él lo que quiera.

—Sos tan mala...

—¡Y vos sos tan mosquita muerta! —grita—. Y ahora te vas, no quiero verte de nuevo en mi casa ni cerca de mi hermana.

—Hagamos un trato. Vos alejate de todo lo que tenga que ver con mi novio, incluso de Lautaro, y yo no me acerco a Juliana —propongo. Me sostiene la mirada por varios segundos—. Es tu hermana o es un tipo, vos elegís, ¿qué es lo más importante para vos?

—Está bien —dice, volviendo su cara a la normalidad—. Trato, pero en cuanto note que te viste con ella o algo de eso, decile adiós a tu Kevin.

—¿Y si va a la pastelería? —le pregunto.

—No va a volver a ir, de todos modos, no le caíste bien. —Sonríe intentando parecer triste, pero noto que es con burla. Suspiro y me voy de su casa sin decir palabra.

Bueno, quizás no nos arreglamos del todo, pero ahora tengo una clara idea de por qué me odia tanto y algo con lo que alejarla de mi prometido.

Creo que el siguiente paso es demostrarle que yo no sabía que era la novia de mi ex, ¿y cómo puedo demostrárselo? Supongo que voy a tener que llamarlo para que nos dé una explicación a ambas.

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