45

Julián me observa con expresión incrédula cuando le cuento la situación. Niega con la cabeza repetidas veces y bufa cada dos segundos.

—No puedo creerlo —comenta tirándose el poco flequillo que tiene hacia atrás—. ¿Otra hermana? ¿Pero es que nuestro padre fue donante de esperma o qué?

—Al parecer le gustaba bastante repartir hijos para luego abandonarlos y tratarlos como pedazo de mierda —contesto con la mandíbula apretada.

—¿Y en dónde está ella ahora? —interroga nervioso.

—En la cocina. Me dijo que no aguantaba más la situación, que quería conocernos y hablar sobre papá. Al parecer está internado en uno de esos lugares de ayuda para alcohólicos y drogadictos.

—Ojalá se hubiera muerto —masculla mi hermano con amargura. Yo solo suspiro y aprieto su mano por encima de la mesa.

Cuando Kevin me dijo que teníamos un problema, lo que menos imaginaba era ver a una chica diez años menor que yo, de ojos negros y cabello rubio llorando y temblando sin parar. Incluso pensé que era alguna amiga de Laura, ¿pero una hermana más? ¡Y yo toda mi vida había pensado que era hija única!

—¿Cómo se llama la chica? —pregunta Julián. Me río con ironía porque se va a querer morir en cuanto le diga—. ¿Se llama Olivia también?

—Nop. —Suelto una carcajada—. Se llama Juliana.

—¡No puede ser! —exclama pegándole a la mesa con el puño—. ¡Qué mala suerte tengo! Y yo pensaba que mi nombre era único. —Resopla y masajea su sien—. ¿Tiene ojos claros? —Niego con la cabeza.

—Al parecer la única Vega afortunada fui yo —respondo sonriendo inocentemente. Él rueda los ojos—. Mirá el lado bueno, es bastante parecida a vos, solo que más gordita. ¿No la querés conocer?

Traga saliva y se queda mirándome fijo, sin saber qué hacer. Asiente con lentitud y esbozo una sonrisa amable.

—Todo va a estar bien —murmuro para tranquilizarlo.

—Es que, Oli, esto es imposible. Te juro que antes de conocerte hice mil investigaciones para asegurarme de que eras vos mi única hermana, ¡y ahora me entero de que tengo otra! No puedo creerlo.

—Estamos igual, querido, pero bueno. Así como nos aceptamos a nosotros, tenemos que aceptarla a ella. Pero antes te digo, ella sí es la nena mimada de papá y su madre tiene dinero, así que puede ser un poquito diferente a nosotros y a nuestra forma de pensar —advierto mientras nos ponemos de pie para ir a la cocina. Arruga la nariz.

—Ya siento que me cae mal —susurra y no puedo evitar reír. Le guiño un ojo a Kevin cuando pasamos por su lado y luego bajamos las escaleras que nos separan de nuestra hermana.

Juliana está apoyada contra la mesada, mirando su celular gigante con funda rosa de diamantes y tira su pelo hacia atrás en cuanto nos ve. Su mirada se dirige directo a Julián y le sonríe con timidez.

—Soy Juliana —comunica, extendiéndole la mano.

—Y yo soy Julián —contesta, estrechando la extremidad. La muñeca de la chica está llena de pulseras, así que hace un ruido terrible en cuanto la mueve—. Casi tocayos, ¿quién eligió tu nombre?

—Papá —responde ella sonrojándose.

Mi hermano la debe estar pasando absolutamente mal al saber que su padre eligió su mismo nombre para otra hija. Debe ser una real porquería.

—¿Cuántos años tenés? —le pregunta.

—Veinte. —Muerde sus uñas perfectamente pintadas de rojo y suspira—. Miren, si no me quieren acá está todo perfecto, yo solo vine para que sepan de mi existencia y comunicar que papá está internado por decisión propia, porque al parecer te pegó a vos y me dijo que está arrepentido.

Miro de reojo a Julián, su cuerpo se tensa al recordar el momento y puedo sentir el odio que emana. No puedo evitar tomarle la mano y apretarla con fuerza para darle ánimos.

—Me parece bien que hayas venido —digo finalmente—. ¿Acaso sabés de algún hermano perdido más que tengamos?

—No, solo somos nosotros tres. Él nunca me negó su identidad y siempre me habló de ustedes, decía que nuestro sueño era vernos juntos. Quizás podemos ir a visitarlo a la clínica y...

—¡No! —la interrumpe Julián, con el rostro rojo de furia—. ¡Yo no pienso volver a ver a ese hombre que jamás me aceptó! ¡Para mí está muerto! Este circo que hace para hacer de cuenta que quiere estar bien con nosotros no se lo creo nada, nada. ¡Es un mentiroso!

—Juli... —murmuro para calmarlo. Los gritos deben llegar hasta arriba y no quiero que los clientes se asusten.

—¡No sé cómo se comporta con vos, Juliana! Pero tu padre no es el mismo que el mío ni el de Oli, con cada uno de nosotros es un hombre diferente y quizás vos fuiste algún tipo de milagro que le dio la capacidad de ver y revertir toda la mierda que nos hizo a nosotros, pero ese tipo es un asco de padre y no se merece nuestro perdón —agrega bajando el tono—. Al menos yo no voy a darle mi perdón jamás, por mí puede irse a la tumba que no me va a importar.

El clima es extremadamente tenso y me revuelve el estómago. Ver a Juliana al borde del llanto no me ayuda mucho porque también me hace llorar a mí.

—Con eso me decís que no soy bienvenida en tu vida —comenta ella con voz ahogada. Suspiro.

—No quiero decir eso, me refiero a que tu padre ya no es bienvenido en mi vida, pero vos no tenés nada que ver. Sos solo una pobre chica que vino al mundo sin saber que tenía dos hermanos más —responde él intentando sonar calmado. Hago un sonido afirmativo para darle la razón.

—Si querés estar en nuestro club de hermanos, deberías saber que odiamos a papá —expreso sonriendo con tristeza—. Y vas a tener que aguantar nuestros comentarios malos sobre él.

—Creo que puedo soportarlo —replica ella devolviéndome la sonrisa—. Entonces, ¿estoy en su club de hermanos?

Intercambio una mirada con Julián. Noto que está medio reacio en cuanto aceptarla, pero termina suspirando y asiente.

—Sí, estás dentro —murmulla con pesadez.

Juliana festeja y se tira a nuestros brazos con fuerza, haciéndonos tambalear.

—Igualmente, deberían saber que tengo otra hermana, pero esta es mayor y de otro hombre, así que viene a ser hermana por parte de madre —suelta rápidamente.

¡Uf! Pero qué enredos familiares.

—Podría ser tu novia, Julián —comenta nuestra nueva hermana. El interpelado se acomoda el cuello de su camisa con incomodidad y traga saliva.

—Ya tengo pareja... Y no podría ser mi novia porque soy gay.

Al parecer ella lo acepta bastante bien y terminamos hablando como hermanos que no se ven hace años.

Antes de cerrar la pastelería, decido comer un durazno más y Kevin me mira con expresión divertida.

—Vas por el sexto, aceituna, te vas a empachar y ya no te va a gustar más —dice acercándose a mí con la escoba en la mano. Me da un beso en la frente y aprovecha para pegar sus labios a mi oído—. ¿Esa chica no se va a ir más? Estuvo acá toda la tarde.

Miro a Juliana desde lejos, que está concentrada con el celular, y me encojo de hombros.

—Dijo que su otra hermana la va a venir a buscar —contesto—, pero como está trabajando no puede, que pasa por ella a las ocho.

Kevin mira el reloj que tenemos colgado en la pared y bufa. Faltan quince minutos para las ocho. Hasta Laura se fue ya, nosotros pasamos el cartel de abierto a cerrado. Nos queremos ir ya mismo a casa, pero esta chica nos está reteniendo.

—¡Tiene veinte años! ¿No puede irse sola?

—Tranquilo, solo son quince minutos —murmuro acariciando su pecho.

—Ya me quiero ir. —Hace puchero y me río. Le doy un pequeño beso.

—Sos lindo cuando hacés esa carita. Y si querés andá, yo después voy sola, no te preocupes —replico. Frunce el ceño.

—No, voy a esperarte. ¡Ni loco te dejo ir sola, amor! Ya es de noche y las luces de la calle están rotas... ¿Qué haría si algo te pasa?

—¡No pasa nada! Hace años vengo haciendo ese mismo camino todos los días y jamás pasó nada —lo tranquilizo—. Además, acabas de decir que Juliana tiene veinte años y puede irse sola, yo tengo diez años más y no me dejas, ¿qué diferencia hay? —Nos miramos por un instante y bufa con resignación.

—Está bien, pero igual te espero porque quiero saber quién es la otra hermana. ¿Será una nariz para arriba como ella?

Suelto una risita y hago un gesto de indiferencia.

—No tengo idea, lo más probable es que sí —admito.

La verdad que en todo este tiempo que estuve con Juliana, descubrí que es bastante caprichosa por el simple hecho de que nunca le faltó nada. Ni padres, ni dinero, ni amigos, ni objetos materiales. Así que es una chica bastante... Estirada, por así decirlo. No sé cómo hizo para aceptarnos, porque pareciera que adora ser el centro de atención y nosotros somos todo lo contrario a ella. Si su hermana llega a ser igual, y no me cabe duda de que así será, siento que no voy a poder aguantarla por mucho tiempo.

—Ya vengo, voy a ver una cosa —le anuncio a Kevin antes de bajar por las escaleras hacia la cocina.

En realidad solo quiero estar tranquila por un momento y cerrar mis ojos para entender mejor la situación, solo que termino dándome cuenta de que tengo un cansancio impresionante. Hoy fue un día bastante movidito, desde Laura y Estela presagiando un supuesto embarazo mío, la noticia de una hermana nueva y el local que tuvo bastante gente, no doy más. Ya quiero llegar a casa, ducharme y acostarme.

—Vengo a buscar a mi hermana —escucho a una voz femenina desde arriba. Ruedo los ojos porque cortaron mi momento de soledad y vuelvo a subir.

Casi me caigo de cola al ver a la hermana de Juliana. No puede ser, esto es terrible. ¡María es su hermana! ¿Por qué la vida me persigue con estas desgracias? ¿Por qué?

La sonrisa completamente malvada de la rubia me deja pensando. ¿Y si ella siempre supo que su pequeña hermana también es mía?

¡Oh, por favor! Esto parece una telenovela mexicana, ¿qué hice para merecer esto? ¿En qué momento salen las cámaras de broma sorpresa? Kevin me mira sin saber qué hacer y yo solo suelto una carcajada sarcástica.

Me acerco a Juliana y le doy un beso en la mejilla.

—Fue un gusto conocerte, espero que podamos seguir viéndonos —le digo, sintiendo la mirada penetrante de mi enemiga sobre mí. Mi nueva hermana asiente y murmura un gracias antes de irse con la otra.

—¿Qué vas a hacer ahora? —interroga mi acompañante—. No creo que te lleves bien con esa chica.

—Nada, ¿qué voy a hacer? Tengo que aceptarla y conocerla mejor, no puedo decir que es igual a María cuando apenas la conozco. —Resoplo y lo ayudo a terminar de limpiar—. Lo que me deja pensando es... ¿Ella sabía que compartíamos hermana?

—No sé, Oli, pero vamos a averiguarlo. Quizás Lautaro pueda sacar algo de información, esto es demasiado extraño.

—Lo es, Kevin, es raro... —Me quedo mirándolo, pero no digo nada.

Lo que más me inquieta ahora es averiguar si María sabía todo desde un principio.

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