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3 de febrero, 2019

El viaje de regreso a casa comienza y no me queda opción que sentarme con Kevin porque todos ya tienen sus respectivos lugares. Me siento a su lado y miro por la ventana mientras me muerdo las uñas. No puedo evitar sentirme mal por el moretón morado que tiene alrededor del ojo, a pesar de que Benjamín está mucho peor con un ojo morado, un pómulo hinchado y un corte en la comisura del labio.

Esto es tan incómodo. Estoy tan triste... Lo peor es que esto es mi culpa. Si no me hubiese ido con Benjamín nada de esto hubiera pasado. Además, yo le creo. Sé que él no sería capaz de besar a María y por la manera en que se puso sé que realmente me está diciendo la verdad, pero aún no me decido sobre perdonarlo o no.

Estoy siendo tan hipócrita. ¡Hasta yo hice algo con Benjamín en la cabaña! Se nota que la pareja de amigos está feliz de nuestra situación porque no paran de reír y creo que nos están haciendo burla.

Pongo mis auriculares con música latina y esta vez no puedo evitar llorar al escuchar A puro dolor, solo que no lo demuestro porque me arrincono más contra la ventana.

—Si sabía que iba a pasar esto ni insistía en venir —logro escuchar que comenta. Trago saliva y no respondo—. Oli, hablemos, por favor.

—Todavía no puedo hablar —contesto. Él resopla.

—Pero podés escuchar. —Me saca el auricular y suspiro—. Te amo, Olivia, tenés que creerme. Te juro que jamás la toqué.

—Lo sé. —Suspiro mirándolo—. Pero entendeme vos a mí, ¿no te gustaría pensar un poco en una situación así? ¿Si hubiese sido al revés? ¿Si vos me hubieras encontrado en un momento así con Benjamín y él afirmara que lo besé? ¿Me perdonarías así nomás?

—Por supuesto, yo confío en vos.

—No te creo.

Rueda los ojos y termina asintiendo.

—Quizás me costaría un poco, pero obviamente que te creería a vos —responde con seriedad. Mis ojos se desvían a sus labios cuando se relame y vuelvo a mirarlo fijamente de nuevo. Él me sostiene la mirada.

—Necesito un poco más de tiempo para organizar mi cabeza. Fue un dolor muy grande en el pecho lo que sentí cuando ella dijo que la besaste, sentí como si me clavaran un puñal. ¿Cómo olvido eso? —contesto escapando de sus ojos, que me miran con muchísima intensidad.

—Oli, si te pierdo por esto me muero. —Bufo y me encojo de hombros.

—El tiempo lo dirá.

—María, decí la verdad —dice Kevin. La interpelada gira para mirarlo con expresión burlona y Benjamín lo observa con el ceño fruncido—. Decí que es mentira que te besé, porque por tu culpa estoy perdiendo al amor de mi vida.

La rubia suelta una risita irónica.

—Bombón, si vos no aceptas tus propios errores, no es mi culpa —replica ella volviendo a girarse.

—¡No me digas bombón! ¡Aceptá que estás celosa de Olivia y que nos querés separar! —La chica se pone unos auriculares enormes y Kevin chasquea la lengua. Me mira a los ojos—. No quiero perderte.

—¡Dejame pensar, por Dios, Kevin! ¡Dame tiempo y espacio!

Dicho esto, luego de notar su expresión cargada de dolor, vuelvo a colocar mis auriculares y miro por la ventana por lo que resta del viaje.

Dos horas después, el micro está estacionando en la terminal cerca de casa. Bajamos con nuestros respectivos bolsos y decidimos ir caminando.

En este momento no puedo hacer ninguna clase de teorías, estoy tan cansada. Extraño mi cama, mi cocina, mi comida, mi ducha, solo quiero llegar de una buena vez. Había olvidado porqué no suelo ir de vacaciones y esto me lo recuerda, es porque siempre extraño la tranquilidad de mi hogar.

Llegamos al departamento y acepto ir en el ascensor, estoy demasiado exhausta como para subir dos pisos. Cierro mis ojos mientras intento no pensar en el encierro por el breve minuto que pasamos subiendo.

Cuando llegamos a la puerta de casa, Kevin saca sus llaves y abre la puerta. Respiro hondo y siento el hermoso aroma de casa. Todavía se mantiene el olor a vainilla a causa de los muffins que cociné antes de irnos, aunque creo que siempre huele a vainilla.

Jom, suit jom —dice Kevin en un intento de hablar inglés. No puedo evitar sonreír y lo ayudo a entrar las valijas.

Suspiro de alivio cuando me empiezo a desnudar camino al baño. Necesito una ducha urgente, no aguanto más.

Agradezco mentalmente a Kevin por no seguirme, necesitaba un momento para mí sola.

Bufo mientras me seco y envuelvo mi cuerpo en la toalla. Me dirijo a la habitación para buscar ropa limpia y me encuentro a Kevin completamente estirado en la cama, con solo calzoncillos y boca abajo. No puedo evitar reír y se percata de mi presencia cuando levanta su cabeza para mirarme.

—Parecés una estrella de mar —comento entre risas. Él suelta una carcajada y se desploma nuevamente.

—Extrañaba tanto esta cama —murmura con los ojos cerrados. Me visto y me acuesto a su lado.

Mis extremidades se estiran y mi cuerpo se alegra por acostarse en un lugar cómodo. Sinceramente, nunca más pienso volver a un campamento, no es lo mío.

—Yo también extrañaba mi cama —replico bostezando—. Podríamos dormir una siesta, ¿no?

—Ni hablar —contesta arrastrando las palabras. Acto seguido, un ronquido proveniente de su boca irrumpe el silencio. Suelto una risita por lo bajo y me acomodo para dormir un poco mejor. Estoy segura de que va a ser una muy buena siesta. Espero que la almohada me ayude a tomar una decisión.

El timbre suena y me despierta, Kevin ya no está a mi lado y me doy cuenta de que ya es de noche. Uf, ¿cuánto habré dormido?

Escucho voces en la sala y decido levantarme para ver quién es, pero no hay nadie. Frunzo el ceño, ¿dónde está él? ¿Quién tocó el timbre? ¿Habrá sido la rubia? ¿Y si está en su casa?

¡Ay, Olivia! Ya basta de preguntas, basta de ponerte celosa, ya me demuestra que me ama, tengo que dejar de pensar mal. ¡Pero estoy tan confundida! El timbre vuelve a sonar y abro la puerta.

Tomándome absolutamente por sorpresa, Benjamín me toma de los brazos sin decir palabra, me apoya contra el marco de la puerta y me besa apasionadamente. Al instante lo alejo con un empujón y le doy una cachetada.

—Nunca, pero nunca más vuelvas a tocarme —digo con firmeza y enojo mirándolo fijamente—. Ya me tuviste y me perdiste, no vuelvas a tocarme. Y agradecé que no está Kevin o me hubiera matado al verme besándote. —Se ríe con ironía y se cruza de brazos.

—Oli, tu adorado Kevincito está dándole a la vecina contra la pared, ¿no te das cuenta? —comenta con una sonrisa burlona.

Mi garganta se cierra y siento mi cara roja. Lo aparto de un empujón y abro la puerta de la vecina de golpe. Por suerte no puso llave.

Está todo muy tranquilo, ni siquiera está la chica en la casa. Miro a Benjamín con expresión cansada y a lo lejos noto que Kevin viene con un tarro enorme de helado. Al llegar a nosotros nos mira y arquea las cejas.

—¿Qué está pasando acá? —cuestiona con seriedad.

—Nada, se le cayó algo a Oli en el micro y se lo alcancé —comenta mi ex con tono tranquilo. Suspiro de alivio—. Y de paso vengo a pedir disculpas por lo que pasó, sinceramente... —Me mira—, no pienso que sos segundo plato de nadie. Estaba enojado por tu rechazo y dije cualquier cosa. Realmente, perdón, Olivia, no merecías ese trato de mi parte.

—Está bien, ya está, pero no vuelvas a hablarme de esa manera y te repito, no quiero que te acerques de nuevo a mí, al menos mientras estamos a solas —contesto—. Si querés ir a la pastelería como cliente, perfecto, pero en otro lado no nos vamos a ver. Y no me dirijas la palabra.

Asiente con lentitud y se va a paso rápido. Cruzo una mirada con Kevin, temerosa de que se dé cuenta de lo que realmente acaba de pasar, y él sonríe.

—Me encantó lo que le dijiste, la próxima le digo eso mismo a María. —Suspiro, entro a casa y él cierra la puerta con el pie mientras entra detrás de mí—. Compré helado para que comamos y, de paso, vemos una película, ¿te parece?

Lo miro con algo de lástima y niego con la cabeza.

—Perdón, Kevin, pero necesito pensar y... —Resoplo—. Necesito que te vayas.

—¿Qué? —cuestiona con la voz quebrada—. ¿A dónde me voy a ir? Oli, no me hagas esto. —Sus ojos se cristalizan y se me forma un nudo en la garganta. Me aclaro la voz.

—No sé, a lo de tu papá o a lo de alguno de tus amigos, pero esta noche necesito estar sola —contesto intentando sonar firme.

—Pero... faltan pocos días para que cumplamos un año y la semana que viene es mi cumpleaños, y la próxima es el día de los enamorados, ¡y nos casamos en un mes y medio! ¡No me dejes, aceituna! ¡Yo no la besé! —Se pone a llorar de tal manera que se me parte el corazón—. No la besé, solo te amo a vos.

—Kevin, no hagas esto más difícil, es solo por esta noche...

—Amor, sé que fui un idiota al aceptar sus masajes y mucho más idiota al hacerlo en ropa interior. Te juro que no pensé en nada que se refiera a ella y yo, en mi mente y en mi corazón siempre estás vos —continúa con desesperación. Tira el helado al piso y me acaricia—. Te amo como nunca, no voy a poder vivir separado de vos.

—Es una noche —repito—. Dejame pensar, por favor. Dejame tomarme mi tiempo para poder asimilar esto. También te amo, pero necesito pensar.

Asiente con lentitud y suspira.

—Me voy a lo de mi viejo, entonces —comunica volviendo a agarrar el helado.

Después de decir esto, desaparece de mi vista a la velocidad de la luz y me siento tan vacía de un segundo al otro... ¡Dame fuerzas, Dios!

Lo único que puedo hacer ahora es pedir un consejo y no dudo en mandarle un mensaje a mis amigas. Sé que me van a ayudar.

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