Serpientes De Agua
Un día un poco tormentoso y silencioso. Brent se había quedado en una de las tiendas de campaña de la familia de Mike, observando la caída de las gotas de lluvia como si fuera una clase de espectáculo relajante ante la inminente soledad que en realidad sentía en el alma. Él comenzaba a sentirse solo, pero contento de que sus dos mejores amigos pudieran regresar con sus respectivas familias. Al menos algo bueno tendría que ocurrir desde la invasión a El Reino Central.
El muchacho también comenzaba preocuparse de qué sería de su futuro, y lo primero que le venía a la mente, era la manera de iniciar una búsqueda de algo o alguien que le ayudara a controlar su energía caótica, debido a que el muchacho no quería volver a pasar por una terrible situación como la ocurrida al salvar a Jenna de ser atacada por los magos caóticos del fuego.
Se sentía sucio y asqueroso al ser sólo un observador del espectáculo que él mismo provocó. Algo no salió bien, y tomó el mando en su lugar.
«Sentí que me costaba trabajo mantenerme de pie, como si el cuerpo me pesara», reflexionó.
Tomó una bocanada de aire, y su mirada se puso en el exterior. Llovía a cántaros, por lo que casi nadie estaba afuera, salvo por algunas espíritus elementales, mismos que seguían resguardando el perímetro en caso de una presencia enemiga.
A él le parecí algo muy relajante y pacífico, algo que siempre había llamado su atención y curiosidad. Dicho fenómeno natural era algo que también representaba un lado desconocido y misterioso que le daba una sensación de estar a la espera de ser descubierto.
Brent sabía que a pesar del sosiego que su alma tenía con esta lluvia, había algo más especial, una conexión especial. Fue así que un pensamiento vino a su joven mente.
«Nunca supe que elemento era capaz de controlar mi mamá: ¿será que el agua fue su magia dominante?», pensó, para luego sentir que alguien lo cubría con sus brazos. Era la madre de Mike y Sue.
—La comida está servida, jovencito —anunció la mujer, mirándolo con la dulzura de una madre.
«Tal ve sólo lo haga porque le recuerdo a su hijo», meditó Brent. No encontraba otro sentido a sentirse tan cobijado por esta familia.
—¡Anda! ¡No lo pienses demasiado o se va a enfriar tu plato, muchacho!
La mujer se retiró tras dar unas cuantas palmadas en la cabeza del menor, y este se levantó de inmediato para comer.
A la medianoche, la lluvia finalmente cesó, así que el chico tuvo que prepararse para dormir. La familia de Mike le había dejado un viejo, pero cómodo y resistente sillón, en el que podría descansar con suma tranquilidad. Aquellas personas no eran muy adineradas o influyentes, sin embargo, el apoyo de sus integrantes era algo increíble. Ellos trataban a Brent como a un integrante más, algo que le avergonzaba un poco, ya que no sentía que no ofrecía nada a cambio de la hospitalidad que recibía.
«Pues muchos magos del fuego tenemos nuestro mal carácter, pero también somos cálidos con la gente», recordó decir a Mike cuando lo cuestionó sobre el buen trato y recibimiento que su familia le brindaba.
Una sonrisa se dibujó en su rostro. Mike y Sue podrían tener sus batallas con exageración e intensidad, pero ellos lo trataban muy bien.
—Ahora me da más miedo pensar en la relación de Sue y su hermano —murmuró el moreno.
Escuchó que la chica estornudo a la distancia, pero ella estaba dormida en otra división de la tienda de campaña que compartía con su hermano mayor.
—Cuando me invocó para dar un paseo a mis anchas —bosticó la voz de Tigrein en la mente del jovencito—, escuché que el mayor de estos dos tuvo mucho miedo a dormir solo, por lo que la chica se ofreció a dormir cerca de él.
—Bueno, al menos me compartiste el chismecito. —Rió por unos segundos y se acostó. Tomó las cobijas que tenía para protegerse del frío y se las colocó encima.
Un ligero olor a hierbabuena llegó a su nariz, debido a que había una planta cercana a él.
—La abuela la usaba mucho en la cocina —dijo, adquiriendo una pose reflexiva—. Me siento como en casa, pero a la vez, sé que este lugar no lo es.
Al dormir, el jovencito comenzó a escuchar voces extrañas, gritos desesperados y llantos. Él quería despertar, pero no lo lograba. En cambio, una risa malvada, profunda, antigua y escalofriante, comenzó a escucharse en el sueño del asustadizo chico, provocando que los vellos de sus brazos se erizaran.
—Dugne Eteri Fesa —profirió la voz de la que también provino aquella extraña risa aterradora—. Segni Tersaro, Brent.
Increíblemente, Brent pudo entender lo que aquella voz comunicó, sin importar que el chico nunca obtuvo buenas notas sobre las diferentes lenguas que había en su mundo. La voz le decía que no había escapatoria, y que, por lo tanto, debía de asumir su herencia; empero, el muchacho no logró comprender a lo que este ser se refirió con lo último.
_¡Signa Su, Lefuto Deratu! —gruñó aquella dicción para el muchacho. Este sentía que su cuerpo no le respondía, así que comenzó a ceder al miedo—. ¡Serate Tresa Vu!
Aquella voz comentó a Brent que también formaba parte del legado de Lefuto, el Señor del Orden, algo que no era de su agrado, por lo que le advirtió al muchacho de lo que sucedería, si se atrevía a elegir ese bando. El jovencito comenzó a aterrarse cada vez más. Él no sabía de lo que esa voz hablaba, y con cada palabra de ese extraño ser, el temor dentro de él no hacía más que incrementar.
—Es una advertencia, jovencito —anunció una enorme criatura de múltiples pares de ojos carmesí y enormes y puntiagudas filas de dientes.
Finalmente, la voz se despidió con una tremenda carcajada, y el chaval logró despertarse con un terrible saltó y la respiración agitada. Él notó que alguien lo sostenía, percatándose de que de nueva cuenta, la hermana de Mike lo rodeaba con ambos brazos, además de que su rostro estaba pegado al suyo. El chico sintió se ruborizaba por completo al sentir el calor subir por sus mejillas, pero este seguramente era el plan de Susanne. Justo después, aparecieron Oswald y Jenna, y esta última no tardó en protestar al ver a Brent y Susanne juntos y muy pegados nuevamente.
—¡De nuevo los dos andan muy juntos! —manifestó la morra—. ¡Brent, esto que estás haciendo es una falta de respeto para la familia de Mike!
El muchacho se ruborizó el doble, ya que no tenía la culpa de lo sucedido. Él solamente se había despertado, notando que la hermana de Mike estaba sosteniéndolo en sus brazos desde el momento que abrió los ojos y volvió a la realidad tras escapar de aquel horrible sueño.
—¡No es lo que tú crees! —exclamó Brent con el rostro escurriendo en vergüenza—. Yo me desperté, y ella ya estaba junto a mí.
»¡Te lo juro de verdad! —enunció con ambas palmas juntas a la altura de su frente, como si estuviera suplicando a la chica para que creyera en sus palabras.
—¡Pues los he encontrado así dos veces seguidas, Brent! —reclamó su amiga, apartando a Oswald del camino, llegando a tocar la frente del menor del grupo—. Además, acabas de conocer a la hermana de Mike, y ya estás coqueteando con ella.
—¡¿Coqueteando?! —preguntó Brent, frunciendo el ceño y pasando de la vergüenza a la indignación.
—Déjalo ya, Jenna! —exclamó Oswald, mientras alejaba a la chica de su amigo—. De seguro Brent volvió a tener un mal sueño, y la hermana de Mike intentó despertarlo.
»Además, dices que no estuvieron juntos y estás más que celosa por algo que seguramente no sucedió. —El muchacho arrugó el rostro mientras hablaba—. Sue puede ser una chica traviesa, pero es linda y amab...
El rostro de la chica de cabello rosado adquirió un tono rojizo en los cachetes.
—Y fue eso lo que sucedió —aseguró Susanne con una expresión burlona, y haciendo muecas para la otra—. El pobre Brent tenía pesadillas, así que fui a ayudarle.
»Se despertó de golpe, y tuve que abrazarlo para que se sintiera mejor.
»Debió de ser un feo sueño el que tuvo el pobrecito Brent. —Alzó el pecho—. Al menos estuve cerca para tranquilizarlo, no como otras.
Las dos féminas intercambiaron miradas de desprecio. El de cabello negro tuvo que ponerse a la mitad de las chicas para evitar un conflicto mayor entre ellas.
—Y lo fue —afirmó el referido tras liberarse del agarre ajeno. Apretó sus manos sobre sus muslos—. Miren, días antes del ataque a Él Reino Central, escuché una voz que me llamaba, y en la noche fue lo mismo.
Su rostro se oscureció, además de que adquirió una postura seria.
—Creo que se trata de Okuros, mi otro abuelo. —Desvió la mirada, ya que le aterraba ser juzgado por sus amigos en este momento.
Oswald apretó los dientes, al igual que los puños. Soltó un pequeño rugido. No estaba molesto con su bestie, pero sus sospechas iban para peor camino.
—¿Qué pasa, amigo de Brent? —inquirió la hermana de Mike.
—N-no pasa nada —respondió el de cabello negro, ruborizado y apenado con la chica—. Es que me parece sospechoso que Brent tenga esos sueños.
»Tampoco digo que sea culpa de él, pero...
—Podría tratarse de hechizo de rastreo de magnitud colosal —interrumpió el mayor de los jóvenes presentes—. Aunque también podría ser localización por llamado a la sangre...
—¿Qué es eso? —demandó Jenna con preocupación por la situación de su amigo.
—De un modo u otro, encuentra al chico por su ascendencia —respondió el de ojos anaranjados, mirando en dirección al moreno—. La cuestión es que no encuentro un razón por la que esto le haya sucedido hasta ahora.
—¿Podría deberse a qué recientemente obtuve acceso a mis espíritus elementales y a mí poder?
Los chicos no estaban completamente seguros del asunto. El propio muchacho recordó que su primer sueño extraño fue cuando su abuela lo despertó con un balde de agua fría, cuando todavía no tenía poder o espíritu alguno. El asunto se complicaba cada vez más para el moreno.
—Sea por la razón que sea, necesitas compañía —afirmó el mago del fuego—. Si es por llamado a la sangre, Okuros debería tener el poder para salir del lugar en el que está ahora.
—Si fuera por un hechizo que requiere un enorme vínculo con el objetivo, hasta esto requiere de un enorme poder más allá de un sueño. —Oswald se sentó al lado de su pana del alma—. También tendría que estar en este mundo.
Hubo un silencio incómodo en l habitación. Brent era el único que temblaba nte cualquiera de las probabilidades. Tal vez era cuestión de tiempo para ser llevado a la fuerza ante su abuelo caótico. No deseaba ir con aquel ser que causó tanto daño a la humanidad. Ser descendiente del Caos y el Orden era un asunto cada vez más complicado. Su sueño de tener poderes ahora era una pesadilla.
—Tal vez debas ignorar a ese sujeto la próxima vez que lo veas en tus sueños —afirmó Mike—. El miedo es una entrada al caos, y seguramente busca eso para localizarte.
»Es lo que hago yo cuando lo he visto. No eres el único, pero la diferencia es que conmigo no hace nada.
—¿Ustedes también sueñan con él?
—Yo sí —replicó Sue—. Pasa con algunos descendientes de Lefuto, por eso no estoy segura de que sea la razón por la que den contigo, mi amado Brent.
—Yo no —negó el de cabello negro.
—Tu poder debe ser tan bajo, que seguramente no te considera una posible amenaza —advirtió el mago del fuego.
Oswald hizo pucheros con el rostro y se levantó de la cama. Se fue a una esquina. No quería que nadie viera su rostro de indignación y tristeza.
—Te pasaste de la raya —gruñó su hermana.
—Tampoco es que haya dicho un mentira —dijo su carnal con los brazos cruzados.
«Y aunque Brent en realidad pueda ser mucho más fuerte que nosotros juntos y el no lo sepa, dudo mucho que él quisiera un vínculo con Okuros como para crear un hechizo de rastreo de semejante magnitud», meditó el mago del fuego.
Después de eso, Jenna se sentó al lado del moreno, dándole un abrazo que puso de mal humor a Sus.
—Brent, Mike tiene razón en decir que por ahora, lo peor que puedes hacer es quedarte solo —profirió la chica—. Los padres de Oswald son tus padrinos y han aguantado tantas travesuras y tonterías de ambos, así que podrías volver con nosotros.
—¡Nel! —gruñó el chaval—. ¡Ya les advertí que no quiero que nada malo les pase a mis mejores amigos!
»Y la verdad es que tampoco quiero volver a los malos tratos del colegio.
—¡A veces eres tan terco! —protestaron Jenna y Oswald al unísono, este último con el rostro empapado en lágrimas.
—Ya está decidido, Oswald —enunció Brent con la mirada vacía—. Lo hago por su bien, y por el de otros también.
—¡Juramos de pequeños que siempre estaríamos cerca el uno del otro! —chilló el de cabello negro—. ¿Ya olvidaste nuestro trato, amigo?
—No —respondió el moreno—; pero, yo ahora lo anulo.
El otro abandonó la tienda de campaña. Los padres de Mike y Sue lo vieron salir llorando, pero ellos querían discutir algo más con el muchacho, así que no lo detuvieron. Su hijo les había explicado la situación del Heredero del Caos y el Orden, así que querían apoyarlo. Ambos entraron al lugar y sonrieron.
—Tenemos algo que queremos discutir contigo, muchacho —declaró el padre de familia.
—Si no les molesta, esto es algo que queremos discutir a solas con Brent —pronunció la matriarca.
Los tres jóvenes asintieron y se prepararon para su retirada. Sue quería quedarse a escuchar en la entrada, pero su hermano la tomó del brazo para que no lo hiciera.
Una vez que el Heredero Del Caos Y El Orden se quedó a solas con los padres de los jóvenes magos del fuego, la madre de Mike y Sue dijo:
—Mi esposo y yo hemos hablado un poco, tras haber escuchado algunos de los relatos que Michael nos contó sobre ti, Brent.
—Así es &prosiguió el padre del más reciente amigo de Brent—. Nuestro hijo nos contó lo que ocurrió en El Reino Central, y tus amigos también nos dieron más detalles sobre tu vida, jovencito.
»Hemos llegado a la conclusión de que queremos que formes parte de nuestra familia. —El hombre extendió los brazos, y sonrió para el vato—. ¿Qué dices, jovencito?
—¡Queremos adoptarte, Brent! —soltó la madre de Mike, sonriendo para el pibe—. Claro, únicamente si tú lo deseas.
Ella se acercó al moreno, lo rodeó con sus brazos y le dio un beso en la nuca. El gesto inesperado lo tomó por sorpresa. Una parte de su alma anhelaba aceptar la propuesta, pero tenía tanto miedo de que aquella familia saliera dañada a causa suya.
Tenía que afrontar su destino por su propia cuenta, algo que no podría hacer si aceptaba quedarse con ellos.
—No puedo —dijo con la voz entrecortada—; sin embargo, agradezco sus palabras.
»Es difícil negarse a esto cuando ya no tengo más familia en este mundo.
—Supongo que tendrás otras cosas importantes que hacer —subrayó el padre de Mike con una mueca alegre en el rostro, y colocando su mano derecha en el hombro izquierdo del chico—. Sin importar tu respuesta, las puertas de esta familia siempre estarán abiertas para ti, muchacho.
—Cuando lo desees, puedes buscarnos —añadió la matriarca, depositando un beso en la mejilla izquierda del pibe y tomando un mechón de cabello de este—. Te recibiremos con los brazos abiertos, Brent.
Los ojos del morro de humedecieron de pronto. Los dos mayores lo rodearon con sus brazos. Sabían que no debían insistir, así que dejaron que esté sollozara por la decisión tan complicada que había tomado.
Para él jovenzuelo, contar el apoyo de la familia de Mike lo hacía sentir parte de l calidez que su ser había necesitado durante tanto tiempo, pero la cual no podía poner en peligro debido a su existencia como descendiente de dos fuerzas opuestas.
—¡Muchas gracias! —respondió Brent con un rubor en las mejillas y con el rostro empapado en sus propias lágrimas.
—Gracias a ti por tu presencia y sencillez —expresó la madre—. No solamente es por tu parecido a mi querido Ethan, si no a qué nos has permitido sonreír y volver a sentir.
»Este tiempo que hemos cuidado de tus heridas, mis hijos han vuelto a sonreír, y Michael ya no luce tan afligido como en días previos.
—Mike no paraba de hablarnos de ti y lo mucho que le preocupas —agregó el padre del aludido, colocando su mano en la espalda del pibe—. Antes todo era silencio tras la muerte de su hermano pequeño.
»No expresaba mucho sus sentimientos. Creo que Xamián quería que ustedes dos se conocieran, ya que tengo entendido que pidió su ayuda momentos antes del ataque a tu ciudad.
El chaval comenzó a reflexionar sobre lo que escuchó de los labios de los mayores.
No había pensado en lo que Mike sintió al verlo a él, alguien muy parecido la hermanito que perdió años atrás.
«Debió ser impactante para él, pero me alegra haber ayudado a que pueda volver a expresar lo que siente», meditó el moreno.
El chico estaba arrepentido de su decisión, pero tenía que hacerlo. Muy en el fondo, sentía que nadie estaría a salvo a su lado. Los padres de Mike salieron, por lo que sus dos mejores amigos entraron nuevamente para verlo. Ellos ya tenían preparado su equipaje, así que Brent sintió gran dolor en su corazón, metafóricamente hablando. Por primera vez en su vida, se quedaría completamente solo.
—Supongo que es el adiós definitivo. —comentó Brent a sus amigos, observando que estos ya tenían listo lo que cargarían en su viaje de vuelta a casa.
De inmediato Jenna, corrió a abrazarlo, dándole un beso en la mejilla. Oswald caminó lentamente y con l mirada gacha. Los tres amigos se despidieron con un fuerte abrazo cargado de sentimientos de tristeza y el gran amor y cariño que sentían al estar unidos por una última vez. Sin dar previo aviso, un fuerte estruendo se hizo presente.
Algunos gritos comenzaron a escucharse a las afueras de la tienda de campaña que habitaba la familia de Mike. Después, el joven mago del fuego y su hermana entraron de forma abrupta.
—¡Tenemos enormes problemas! —sentenció el moreno de ojos anaranjados.
—¡Hay muchos magos caóticos del agua allá afuera! —chilló Sue, tomando del brazo a su hermano.
Inmediatamente, Brent y sus amigos llegaron al exterior, observando a un gran grupo de enormes serpientes hechas de agua, muy similares a las que el joven Heredero Del Caos Y El Orden vio en uno de sus recuerdos de un evento previo al suceso que lo dejó huérfano por vez primera. Aquellos reptiles eran gigantes, llegando a una altura de ocho metros de altura, y tres más respecto al grosor. Ante lo imponentes que eran, no era sorprendente que vencieran a gran parte de los espíritus elementales que vigilaban el perímetro.
Gritos de guerra y desesperación. Varios sujetos con túnicas de coloración celeste luchaban contra el grupo de mercenarios. La respiración de Brent se dificultó ante lo que veo con sus propios ojos, no obstante, apretó los puños. Quería ayudar por aquel sentimiento de agradecimiento ante el buen recibimiento de los padres de Mike y Sue.
Los animales de agua estaban provocando todo un caos alrededor, atacando todo a su paso, y tomando a algunos humanos como un pequeño aperitivo. El mayor de los cuatro adolescentes notó a sus progenitores acercándose a ellos, esquivando golpes y mordidas de los seres rastreros creados a partir de hechizos de la magia del H2O.
Algunas figuras con túnicas azules aparecieron a unos seis metros de distancia de Brent y sus amigos, por lo que inmediatamente el chico comenzó a temer por la seguridad de aquellos que estaban cerca suyo.
El jovencito sentía una enorme rabia apoderarse de su ser. Se percató de aquello al instante, recordando el evento en el que atacó sin control alguno. En ese estado, él podría ser una amenaza de un nivel similar o mayor a sus perseguidores.
—¡Mike, invoca a Dragtor y huyan! -ordenó su viejo!—. ¡Lleva a tu hermana contigo!
—¿Y qué sucederá con las familias de los amigos del chico? —cuestionó el muchacho, preocupado por la suya, pero confiando en que ellos encontrarían la forma de salvarse.
—¡Ellos estarán bien! —exclamó la madre de Mike— ¡Nos ayudarán a defender nuestro campamento!
»¡Nos veremos en el punto C2RO, hijo!
—¿Estás segura, mamá? —preguntó el joven mago del fuego, ya que ella había dicho en nombre código algo que podía ser de suma importancia.
La mujer asintió con la cabeza ante el cuestionamiento del mayor de sus hijos.
—De acuerdo —profirió el muchacho, tomando su colgante.
Mike llamó a Dragtor, su majestuoso dragón drosae, y este hizo una gran aparición, lanzando llamaradas que evaporaron a las culebras de agua que tenía cerca. Después, el poderoso dragón soltó un gruñido y lanzó otra llamarada mucho más potente más al aire. Golpeó con su cola a todo lo que intentó acercase a él por detrás.
Mike ayudo a subir a su hermana, cuando se pronto, otro de aquellos animales se acercó con la intención de atacar. Dragtor volteó rápidamente para evaporar su existencia con un potente fuego azulado.
—¡No hay tiempo que perder! —anunció el muchacho—. ¡Debemos de ir a un lugar seguro!
Jenna y Oswald se quedaron pensativos por un momento, pero luego, ambos fueron llamados por el amo de la colosal bestia, así que subieron a espaldas del drosae sin queja alguna; sin embargo, Brent en realidad deseaba estar solo. Ya no quería poner en riesgo las vidas de sus amigos. Otras más peligraban, posiblemente, por su mera culpa y existencia. Ya no quería causar más sufrimiento a otras personas. Tenía que hacer algo para detener la devastación.
Los amigos de Brent lo llamaban, pero el muchacho fingía tener oído sordo, para no ir con ellos. Mike estuvo por bajar de la espalda de su dragón, de no ser por la voluntaria aparición de Tigrein y Nerostic.
El tigre blanco espiritual sujetó a su amo con su cola, subiendo de manera forzada al referido sobre el lomo de Dragtor. En tanto, Nerostic se limitaba a observar que su amo no corriera peligro alguno. Atacó con sus garras de vez en cuando al notar a algún enemigo aproximarse. Incrementó su tamaño como lo había hecho en el pasado. Rugió y cargó contra un grupo de quince magos del caos.
—Protejan al amo Brent —pidió Nerostic—. Puede ser un poco terco, pero queremos asegurarnos de que se encuentre a salvo.
—Es una promesa —afirmó Mike—. ¡Vuela alto, Dragtor!
El dragón desplegó sus alas, dando un par de pasos más, para luego, comenzar con el vuelo. Los espíritus elementales de Brent desaparecieron hasta lograr asegurarse de que su amo no bajaría del lomo del drosae.
—Hemos cumplido con el encargo de nuestros otros amos —dijo Tigrein antes desaparecer.
Un relincho se hizo presente a unos metros de distancia. Se escucharon los ruido de golpes de los cascos de patas de caballo contra el sueño, mismos que dejaron de percibirse tras unos segundos.
De momento, el chico seguiría con la compañía de sus amigos, algo que no le tenía del todo feliz. Él realmente les tenía mucho aprecio, pero no quería verlos heridos o muertos a causa suya.
La ansiedad comenzó a apoderarse de su ser, hasta que sintió un abrazo de su querido y más antiguo amigo.
—Calma, mi panita —vociferó el joven de cabello negro—. No vamos a dejar que esos sujetos se salgan con la suya.
—El destino decidió que estemos juntos una vez más —mencionó Jenna, sujetando la mano derecha del moreno—. Difícilmente te librarás de nosotros, Brent.
La chica sonrió para el menor.
Los ojos del jovencito se abrieron cuando a sus oídos llegaron tales palabras de sus amigazos del alma. Estaba conmovido, y a la vez, agradecido con la vida por tenerlos a su lado nuevamente.
A pesar de sentirse un poco solitario, la vida parecía empeñarse en demostrarle todo lo contrario. Seguiría acompañado de las personas que más apreciaba y un par de nuevos amigos.
«¿En qué carajos estaba pensando cuando dije que iba a estar solo?», meditó el joven.
Mike volteó a ver al chico que era parecido a su hermano pequeño. Le alegraba verlo más animado.
—Tienes unos buenos amigos, Brent —pronunció el mago del fuego con total calma—. A pesar de que a veces se pelean tanto entre ustedes, puedo ver la camadería.
»En momentos como los que has estado pasando, no hay mejor compañía que ellos.
—¡Mi hermoso Brent, hay que tener una cita un día! —interrumpió la hermana de Mike, apartando a este con su mano—. Solitos tú y yo en lo oscurito, claro está.
—¿Cómo es posible que te guste alguien tan parecido a tu hermano? —cuestionó Mike a Sue, dándole un coquito en la frente—. Están bien mal de la cabeza.
—Él no es Ethan —replicó la chica, mostrando el dedo medio al mayor—. Además, Brent es guapo, no como mis cavernícolas que tengo por hermanos.
»Por tu culpa, Ethan fue tan raro como lo eres tú.
Los dos magos del fuego comenzaron una guerra de insultos, ya que no se atrevían al enfrentamiento físico mientras estaban sobre el lomo de Dragtor.
Por su parte, el drosae bufó un poco y rugió en señal de que ya estaba acostumbrado a las discusiones entre su amo y la hermana de este.
En tanto, Brent sentía curiosidad por saber qué rumbo tomaría su vida tras escapar una vez más.
—¡Estás bien menso! —El muchacho creyó escuchar una voz parecida a la suya haciendo reproches.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top