Riesgo A Tomar
Jenna y Brent corrían a toda velocidad. Los dos eran perseguidos por la secta oscura, un grupo conformado exclusivamente por magos caóticos de la oscuridad. El resto del grupo se había disuelto para llamar la atención de otros de los integrantes de dicha agrupación, pero fue un descuido el que provocó que Brent y su amiga fueran descubiertos por Kendall, uno de los líderes de aquella secta elemental. El sujeto era un tipo alto y con un cuerpo bien trabajado. Era poseedor de un par de ojos rojos, cabello blanco y desaliñado, usaba una camisa negra desabotonada que dejaba al descubierto parte de su pecho y abdomen, unos jeans oscuros, y llevaba puestas unas deportivas blancas sin agujetas. El tipo también presumía ser hijo del Señor del Caos, por lo que significaba que era otro tío loco del muchacho.
Kendall era demasiado rápido para un humano promedio, y tenía una extraña personalidad. Hablaba como un tipo totalmente chiflado, y gritaba órdenes a «sus legiones». El mago oscuro del caos intentaba buscar una forma de separar al jovencito y a la chica, ya que su objetivo principal era capturar a su sobrino, cosa que no paraba de procurar al utilizar como medio de ataque un sinfín de bolas de fuego oscuro.
Al llegar a un callejón sin salida, Brent volteó a ver de frente a su oponente. Todo en él se agitaba con pánico, debido a que no quería poner a Jenna en ningún riesgo. El morrito sabía que su mejor oportunidad para enfrentar a Kendall, era el hecho de pedir la ayuda de su hermano menor.
—¡Aléjate, Jenna! —exclamó el moreno—. Puede ser peligroso que estés a mi lado.
—¿Acaso te volviste loco? —cuestionó la muchacha con indignación—. No pienso dejarte a solas con ese tipo, así que no creo que sea sabio enfrentarlo.
»Ese hombre dijo que es uno de los altos mandos de su secta, por lo que te pondrás en peligro si lo enfrentas tú solo —afirmó Jenna con inquietud al ver a su amigo.
—No tengo otra opción —declaró Brent con la mirada baja—. No me podría perdonar si algo te pasa.
»Jenna, ya sabes que puedo ser terco cuando se trata de ayudar a mis amigos, y no quiero que salgas lastimada de ninguna forma.
»Te pido nuevamente que te marche para que no salgas herida.
Él quería proteger a su amiga, ya que seguía sintiendo algo muy profundo por ella. Perderla, era algo que nunca se iba a permitir en la vida, incluso si ella jamás le correspondía. Era algo que le dictaban su propia alma y corazón. Estaba dispuesto a protegerla.
—¡De ninguna manera te dejaré solo! —chilló Jenna con algo de fiereza en su mirada—. Tú eres muy importante para mí, y yo quiero decirte que... ¡Eres mi mejor amigo en todo el mundo!
Brent se quedó sin aliento, llegando a pensar que la mina estaba por decirle algo más, llevándose una nueva decepción que le caló en todo su ser. Kendall comenzó a carcajearse ante lo que había escuchado recientemente. Habían enviado a la friendzone a su sobrino.
—¡Vaya que eso debe ser algo duro, Brent! —dijo Kendall entre risas—. Se nota lo enamorado que estás de la chica, pero ella te ve como a un amigo.
»¡Vaya trágica historia de amor no correspondido! —El hombre volvió a pitorrearse de la tragedia del muchacho, y este trataba de ocultar la vergüenza por la que el hombre lo hacía pasar.
—¡No estoy enamorada de Brent! —protestó Jenna con total furia—. ¡Ya dije que él es mi mejor amigo!
»¡Él es menos menso a comparación de Oswald!
—¡A ese ni siquiera lo conozco! —acotó el hombre.
Brent cerró los ojos con tristeza y pena al escuchar a la chica y al mago del caos discutiendo sobre él, sintiendo un terrible deseo de esconderse en lo más profundo de un océano para no escuchar más la conversación que ponía su humor más allá de los suelos.
«¡Trágame, tierra!», meditó.
—¡Lo qué sea! —gritó Kendall, señalando con el dedo al moreno—. ¡Ha llegado el momento de llevarme a ese mugroso mequetrefe lejos de ustedes!
»¡Será instruido para convertirse en un gran mago caótico!
—¿Quieres ver a un verdadero mago caótico en acción? —preguntó Brent, usando una mirada con la que claramente desafiaba a Kendall—. ¡Pues llegó el momento de que lo conozcas!
—¡No lo hagas, Brent! —clamó Jenna.
Desafortunadamente para la piba ya era demasiado tarde. El chamo había cedido su lugar a su carnalito.
Los ojos de Brent pasaron de un negro oscuro a un rojo brillante. Su rostro, antes lleno de preocupación, esbozó una sonrisa. El albino pudo sentir un aumento de energía caótica en su sobrino, lo que llamó su atención.
Brett salió a la luz, utilizando un hechizo de un aura oscura que lanzó contra Kendall; sin embargo, el mago caótico de la oscuridad evadió por completo este y otros encantamientos lanzados por el chico. El hermano menor de Brent lanzó bolas de fuego oscuro contra su rival, lo que provocó que su oponente se molestara todavía más.
—¿Utilizas en mi contra Deperton y Rafaedar? —demandó Kendall con una gran indignación—. ¿Te atreves a atacarme con hechizos de magia oscura para principiantes, muchacho?
El hombre rugió en señal de completa indignación al supuesto poder de su sobrino, ignorando que se trataba de alguien completamente diferente, y que Brett lo atacaba de esa forma para llamar su atención y provocarlo. El hermano menor se había percatado que su oponente parecía ser alguien inestable y confiaba que generarle un desequilibrio lo llevaron al triunfo.
—¿Y tú no te has dado cuenta de que voy iniciando mi entrenamiento del día? —cuestionó el moreno con indignación—. ¡No se trata únicamente de eso!
»¡Le he dicho al gusano de Brent que me deje hacerme cargo del entrenamiento! —Escupió mientras fulminaba con la vista al al mago oscuro del caos.
Kendall miraba con bastante confusión al escuchar a Brett hablar mal de Brent. Después de todo, este sujeto desconocía que el chico tenía otras dos distintas entidades dentro de su ser.
—¡Ya me fastidié de jugar contigo! —gruñó Kendall con una perturbadora mirada—. ¡Llegó el momento de tu rendición, Brent!
El albino se carcajeó nuevamente, viendo como a un mero gusano insignificante al muchacho que era también su sobrino.
—¡Mi nombre es Brett! —se quejó el chaval—. ¡Yo no soy ese debilucho sujeto!
—Entonces, veamos lo que hace ese sujeto cuando yo decida atacar a su amiga. —comentó Kendall clavando una mirada asesina en la chica, e invocando dos lanzas de energía oscura que aparecieron en sus manos—. ¡Temed al poderoso hechizo de la muerte conocido como Treoformum!
El hombre rugió con fuerza y lanzó aquellas lanzas en dirección a la muchacha. El pibe corrió para protegerla, y de inmediato desvió unos de estos artefactos con su hechizo Rafaedarion, logrando detener el otro artefacto con sus dos manos. Exhaló con entusiasmo al saber que evitó que algo le ocurriera a la chica de sus sueños, para posteriormente, colocarse frente a ella y adquirir una pose defensiva.
—¡A ella la dejas fuera de tus asquerosas jugarretas, apestoso de mierda! —amenazó el chico. Sus ojos, rojizos, le brindaban un porte serio.
—¡Esto se pone cada vez más interesante! —comentó Kendall entre risas y saltos, dejando desconcertado al menor—. Ahora, veamos si puedes desviar esto, puta sabandija.
»¡Himbrotum!
Kendall contrajo su cuerpo, tomando bastante aire y soplando con todas sus fuerzas. De su boca emanó una gran cantidad de fuego oscuro que dio forma a un dragón. El alado lagarto se elevó por los aires yendo directamente al jovencito. Era mucho más grande que Tifeo, el Rey de las Tinieblas. Brett quedó boquiabierto al ver el tamaño de aquel colosal lagartijo pero decidió no retroceder con el objetivo de cuidar de la chica que estaba detrás suyo.
El dragón giró, moviendo su larga cola en dirección a los dos jovencitos. El moreno empujó al suelo a la chama para protegerla del golpe, al mismo tiempo que usó parte de su fuerza interna para crear un escudo para protegerse, pero solamente resistió un par de segundos antes de resquebrajarse.
El lado caótico de Brent recibió el impacto, por lo que decidió dejarle una vez más el mando al menor de sus hermanos mayores. El dolor era algo a lo que no estaba acostumbrado. Tenía un miedo terrible a sentirlo, por lo que regresó a ese mundo en el que podría estar juntos a sus padres. A pesar de esto, el muchacho de ojos rojos recibió parte dek daño tras el ataque de Kendall debido a que fue su cuerpo físico el que recibió la mayor parte de las consecuencias.
—¡No quiero asesinarte a ti, mocoso malagradecido! —berreó Kendall, observando con reproche al joven Heredero Del Caos Y El Orden—. ¡Quiero deshacerme de tu estúpida amiga!
»¡Ella interfiere con tu camino lleno de rectitud en el uso de la magia caótica!
—¡No la dañarás! —Indicó Brent con fiereza y cansancio a la vez—. Primero, tendrás que matarme a mí, antes de hacerle daño a Jenna.
—¡Déjate de terquedad! —gritó el mago caótico de la oscuridad, y nuevamente, dos lanzas aparecieron en sus manos—. ¡Treoformum!
Brent no contaba con la misma habilidad y destreza que su hermano, pero igual manera, se decidió a proteger a su amiga, sin importarle que su hombro derecho fue atravesado por una de las lanzas, al igual que su pierna izquierda por la otra.
Chilló adolorido. Su vista se tornó borrosa y sus ojos, vidriosos, eran un manifiesto del daño adquirido.
Cayó de rodillas, y el artefacto atravesó más la extremidad inferior del pibe. Emitió un rugido, al ritmo que apretó los dientes para evitar gritar con más fuerza. A pesar del suplicio, soportaría hasta el final.
—¡Mira lo que me has hecho hacer, estúpido mocoso! —manifestó un frustrado Kendall, señalando con el dedo al chamo—. ¡Tú vales mucho más con vida, enano estúpido!
»¡Mi hermana fue una gran maga caótica, sobrino mío! ¡Así que tú, su repugnante hijo, eres como el oro perdido para tu abuelo!
Al vato le costaba mucho el tratar de incorporarse y gritó de dolor a causa de los objetos que atravesaban sus extremidades. Su cuerpo se estremecía a causa del daño sufrido. Su respiración estaba agitada, y sus ojos comenzaron a humedecerse una vez más. Miraba con desprecio a aquel hombre poco cuerdo.
—Mi madre abandonó ese bando —replicó el chico—. Encontró el verdadero amor en mi padre, algo que ustedes son incapaces de comprender.
»Ella fue una mujer valiente que supo estar con su verdadera familia hasta el final. —Sus fuerzas parecían mermarse a cada segundo—. Ustedes únicamente se ven como armas, meros artefactos. No sirven si no destacan entre los demás.
—¡Ya cállate, pedazo de mierda de dragón! —rugió Kendall. Soltó una gran bola de energía oscura que dio a dar contra su joven sobrino.
El chaval estaba a nada de desplomarse. Sentía que su vitalidad estaba a nada de caer a cero, pero pronto, quedó en una especie de parálisis que parecía mantenerlo con vida.
Jenna quedó horrorizada por ver que su amigo perdía la batalla, pero más le asustó de saber que él pudo salvarse si ella se hubiese marchado tal como se lo pidió con anterioridad.
—¡Tornatur! —gritó Jenna con todas sus fuerzas.
Una gran ráfaga de un viento verdoso se disparó contra Kendall, y este último, por descuido, salió lanzado por los aires como si fuera un muñeco de trapo.
La preocupada chica se acercó a Brent. El muchacho se veía cansado y muy adolorido, pero seguía vivo de puro milagro. Jenna casi entraba en pánico, aunque decidió usar su magia elemental para retirar las lanzas del brazo y pierna de Brent.
Al retirar el primer objeto, siendo este el del miembro superior del chico, Jenna observó que su amigo lloraba sin consuelo alguno. Una vez que la segunda lanza fue retirada, la muchacha sostuvo la cabeza del moreno con sus manos, y nuevamente usó su magia elemental para limpiar un poco las heridas de Brent.
—¡Ae Firito! —exclamó la morra en un par de ocasiones sobre las heridas del pibe.
Brent pudo sentir como un aire cálido aminoraba su dolor, y también reparaba todo el daño provocado por el ataque del mago caótico en su persona e integridad física. Todavía tenía mucho por aprender, ya que la jovencita de la que estaba enamorado logró vencer a Kendall con facilidad, muy a diferencia suya.
Comenzó a sentirse decepcionado de sí mismo, además de cuestionarse si llegaría a ser tan fuerte como sus amigos y hermanos. Se autopercibía como alguien débil.
Jenna notó la inquietud en los ojos del chico, ahora escazos de brillo, así que para distraerlo, pidió a Brent su camiseta para elaborar con ella un par de torniquetes sobre sus heridas, aunque claro estaba que ella no sabía si eso ayudaría a su amigo. Se había quedado agotada y necesitaba descansar un poco antes de curar lo que faltaba.
—A veces me pregunto si vale la pena seguir viviendo —comentó Brent en un aire triste y pensativo—. Yo quiero que todo esto termine de una buena vez.
»Me cansé de que quieran que me convierta en un arma para su lado , y de no sentirme libre de vivir sin miedo o rechazo.
»Siento que no tengo un lugar para tener un descanso de esos tipos. —Su mirada parecía perdida—. ¿Cómo es que me encuentran tan fácilmente? De verdad estoy agotado de todo esto.
»Ya no siquiera siento el deseo de tomar el riesgo de enfrentar a esos engendros.
—Brent, no estás sólo, no se te olvide—mencionó Jenna, mientras ayudaba al chico a incorporarse—. Nosotros estaremos para ti para ayudarte a enfrentar estos peligros.
»También te pido que seas valiente. Debes ser la persona que le ponga fin a todo esto, porque yo confío en ti.
»Tú eres el Heredero Del Caos Y El Orden —aludió con una resplandeciente sonrisa que trajo de vuelta el brillo en los ojos del pibe—. Pero más que nada, tú eres Brent, mi amigo al que quiero mucho.
En ese momento, el jovencito se desmayó, y para sorpresa de Jenna, Ifero y Joel aparecieron como por arte de magia.
—Debí suponer que algo pasaría —expresó Ifero, mientras Jenna lo veía con desconfianza, ya que parecía saber mucho más de lo que decía—. Así que decidí regresar a este lugar con tal de ayudar un poco.
»¿Estás listo, Joel? —Sus ojos rápidamente se clavaron en aquel chico de tez ligeramente aperlada.
—¡Lo estoy, Lord Ifero! —declaró Joel.
Los dos muchachos misteriosos se acercaron al moreno, y colocaron sus manos sobre las heridas de este. Luego, una extraña aura oscura comenzó a rodear a Brent, por lo que Jenna intentó apartarlos de su amigo, pensando en que estaban realizando algo que sería perjudicial para él.
—Te diré algo, sabandija —gruñó Ifero, al tiempo que prosiguió con su acción—: hemos traído algo de energía caótica para salvarle la vida a Brent, y tú tratas de evitar que lo salvemos.
—¿Y qué planeas hacer con esa energía en mi amigo? —interrogó la muchacha, dirigiendo una mirada repleta de escepticismo al par que decía ayudar al moreno—. Si ustedes dos hacen algo en contra de Brent, se las verán contra mí.
—Parece que ella ignora que este lugar está lleno de energía oscura y caótica que Brent puede utilizar a su favor —mencionó Joel con una fría expresión en el rostro—. No necesita abrazar el Caos en su totalidad, pero si lo puede aprovechar para muchas cosas, especialmente para sobrevivir.
Poco tiempo después, las heridas de Brent se curaron, y el propio jovenzuelo despertó aturdido tras lo ocurrido. Se sentía mucho mejor y parecía que había recuperado sus fuerzas por completo.
—¿Qué sucedió? —preguntó, viendo el rostro de Ifero cercano al suyo.
—Te hemos salvado, amigo mío —comentó Ifero—. No pienso dejar atrás lo que te dije la última vez. Habrá un día en el que nos enfrentemos para ver lo fuerte que eres.
»Por el momento, he venido a asegurarme de que no haya inconvenientes.
El pibe trigueño se lanzó al otro chico para abrazarlo. Comenzó a sollozar sobre el pecho del albino, y este colocó sus brazos en la espalda del menor.
—¡Gracias por la ayuda! —chilló el de ojos negros—. ¡Pero es que soy tan débil!
—No lo creo —replicó el de orbes rojizos—. Te mantuviste con vida a pesar de terminar malherido, lo que nos permitió ayudarte, Brent. —Volteó la vista a diferentes lados—. Veo a Jenna, pero, ¿y Oswald? —cuestionó, aunque sabía que él no estaba con el moreno.
—No lo sé —respondió Brent entre sollozos y la voz entrecortada—. ¡Él se fue luego de que le dije cosas horribles!
Ifero no soltó a Brent. Lo dejó desahogarse. Había algo en su mente que le decía que era lo que el chico necesitaba para hacerlo sentir mejor.
—Estoy seguro que se volverán a ver y tendrán tiempo para resolver lo que los separó —declaró el albino con una sonrisa que hipnotizó al castaño—. Si es tu mejor amigo, se reunirán.
—Eso espero —vociferó el chico de tez trigueña—. Lo extraño mucho. Siempre ha sido como un hermano para mí.
Por un momento, pensó en Brett y Brenton. No los conocía muchos. Eran sus verdaderos hermanos, pero sentía que no encajaba con ellos, pues se conocían mejor de lo que él a ambos. Era triste pensarlo.
—¿Pasa algo, amigo? —inquirió Ifero.
Brent negó con la cabeza.
—Me siento mejor por ahora, sólo que todavía todo esto es difícil de procesar. —Se encogió de hombros.
—Creo que entonces llegó el momento de que Joel y yo nos retiramos —anunció el vato albino, lo que llamó la atención de nuestro protagonista.
—¿En serio? —preguntó cabizbajo nuestro protagonista—. Digo, es que... —su rostro se enrojecía.
—Tenemos cosas para investigar en este mundo para ayudar al nuestro —respondió Ifero—. Te volveré a ver pronto, y tal vez un día te pida que me acompañes a mi mundo.
El moreno asintió, aunque la chica que lo acompañaba presentía que algo andaba mal con el misterioso amigo del castaño. Había algo desconocido en él que la hacía desconfiar.
Ifero y Joel emprendieron la marcha.
Por su parte, Brent no pensaba tan diferente a Ifero. Fue un error creerlo loco cuando lo conoció. Parecía conocer mejor el mundo en el que se encontraba, además, el aura enigmática de chico era algo que cada vez más le agradaba, en realidad, le atraía, lo que acompañaba al rostro juvenil y atractivo.
—Brent, estás sonrojado —dijo Jenna, atrayendo la atención del moreno—. Sé muy bien que también te atraen los chicos, pero, no me lo tomes a mal. Ifero no me agrada mucho, así que lo te enamores de él, por favor.
—¿Qué? —cuestionó Brent con incredulidad—. Ifero, él no me... A lo mejor si me gusta un poco, o mucho. No lo tengo claro todavía.
»De todas formas, él me ha ayudado bastante en diferentes ocasiones. Se ha ganado mi confianza, Jenna.
»Y aunque desconfíes de él —prosiguió, pensando en los ojos y sonrisa de su amigo albino—, yo quisiera entenderlo mejor, acercarme nuevamente a él. —tomó y soltó aire—. Yo he recibido el rechazo de otros, y me han dicho cosas que me han lastimado bastante, por lo que entiendo lo que es sentirse apartado. No me parece justo que lo juzgues sin conocerlo más a fondo.
—Tienes bastante razón, Brent —admitió la chama—. Siento lo que dije.
No quiso preocuparlo, pero había una poderosa sensación parecida a un fuego dentro su cuerpo que no la dejaba confiar de lleno en Ifero, era más bien, como un repelente.
Podría tener razón, ya que no era de su saber, por el momento, que aquel chaval no era lo que aparentaba. También desconocía que Brent estaba en su radar constantemente, bajo el objetivo de alejarlo de los Caos y Orden primigenios.
Y aunque Ifero tal vez seguía sin entender lo que sentía, había una cierta atracción que se hacía presente cada vez que se fijaba en el moreno. No era una simple fascinación que sentía con el hecho de posar sus ojos en él. Era también la afinidad en las ascendencias de ambos, algo que el Heredero Del Caos Y El Orden también estaba comenzando a sentir, al no tener más aquello que le provocó un bloqueo en sus poderes.
¿Y qué era exactamente aquello que no lo dejaba usar su magia elemental en un pasado no tan remoto?
[...]
Varios años atrás
Las palabras fueron dichas. Bajo una desolada habitación subterránea en una parte abandonada de El Reino Central, enormes raíces se extendían por el suelo. El padre de Brent veía con desconcierto las enormes y secas ramas de lo que era un gigantesco y antiguo un antiguo árbol que fue plantado por las cuatro fuerzas dominantes cuando decidieron dar una oportunidad más a los seres humanos de seguir llevando a su especie a una cúspide de avances que solamente ellos podrían lograr.
Temían también el regreso de un ser todavía mayor y que representaba un gran peligro para el universo entero. Este ente era uno que se decía que estaba sellado en el planeta tierra. Por ende, dieron nueva forma al mundo, e hicieron que la civilización humana comenzara a construir todo desde cero, con tal de mantener a raya a la amenaza.
Respecto al árbol, este era el árbol de maná, la fuente de la energía y magia elemental, al igual que lo eran los poderes brindados por Bien, Mal, Caos y Orden.
Mientras tanto, la mamá del chico terminaba una mamila que además de leche, contenía un polvo hecho con parte de las raíces del árbol.
Ellos habían pedido a Lefuto su ayuda para realizar un ritual que les ayudaría a sellar los poderes de su pequeño retoño, del que no querían que fuera un blanco de los magos del caos. Anhelaban que pudiera tener una vida libre de preocupaciones y conflictos entre dos de las fuerzas más dominantes de las cuales era descendiente.
—¿Estás segura de esto, amor? —inquirió el padre de Brent—. Podríamos estar quitando una posibilidad de que nuestro pequeño sea el que cargue con el destino de enfrentar al hermano de Lefuto.
—Es un riesgo a tomar, pero estoy convencida de que es lo mejor para él. —Sus ojos miraban dulcemente a su hijo. Ella esbozó una sonrisa, y acercó sus labios para dar un beso en la frente del bebé.
»Con esto, también pondremos a nuestro pequeño lejos de los radares de mi padre, hermanos y sus hombres.
»Necesitamos que Brent lo consuma cada cierto tiempo para que no pierda su eficacia y así esté completamente a salvo. —Sonrió para su hombre. La decisión era difícil, pero pensar más en el nuevo futuro de su hijo, la llenaba de una esperanza de una vida que no pudo vivir.
—Pero, es el destino de nuestro hijo ser un Heredero Del Caos Y El Orden —mencionó el hombre, observando con preocupación a su esposa e hijo—. De verdad me aterra pensar que Brent no tenga la oportunidad de defenderse.
—Lo pero que podemos hacer, es dejarlo bajo los radares de mi padre —aseveró la mujer—. Aunque no lo parezca, él y mis hermanos se vuelven mejores con sus formas e rastrear a sus objetivos con el tiempo.
»Me aterra bastante cuando pienso que las sectas se vuelven cada vez más organizadas también.
—Entiendo, cariño —respondió el padre del bebé Brent, y besó en la frente a su pequeñín—. Tengamos fe en que esto lo ayudará a conseguir la la libertad que merece.
Fue así que dio a tomar la leche con aquel polvo al pequeño, esté comenzó a beber. Su padre observaba atentamente, esperando alguna señal de la efectividad del brebaje.
«Me gustaría saber lo que opinarían mis padres, pero ha sido difícil el alejarme de ellos porque no aceptan el amor que tengo por mi esposa», meditó el atractivo hombre.
El bebé terminó con su comida, y de pronto, fue llevado a la altura del hombro de su madre para ayudarlo a eructar. Regurgitó un poco de su almuerzo sobre la ropa de su madre.
—Lo bueno es que traje una muda extra por si llegaba a suceder —dijo la fémina.
—Fue bastante leche la que tomó —pronunció Brent padre—. Es algo que iba a pasar.
De esa forma, la familia de Brent emprendió la retirada de la sala del antiguo árbol que alguna vez fue el símbolo de nuevas oportunidades para todo el mundo. Ahora parecía un moribundo remanente de un pasado lejano y de un futuro incierto.
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