La Tristeza Más Profunda, Y El Más Sincero De Los Enojos

«—¿Acaso crees que soy demasiado débil para no soportar la verdad —demandó la voz del moreno en la cabeza del chico de cabello negro—. ¡Odio que me subestimen últimamente!

»¡Odio el puto secretismo! —El aspecto de su rostro parecía el de un depredador yendo directo a la yugular de su presa—. Creí que eras mi mejor amigo, pero resultaste ser el ser más bajo que he tenido la chingada desgracia de conocer.

»¡Te desprecio, maldito desgraciado de mierda!».

Y tras recordar aquellas palabras, aquel muchacho hundió su rostro en la almohada. Sus ojos, enrojecidos, seguían húmedos tras una noche de llanto.

La aversión en la mirada del moreno no lo dejó dormir. Sentía que había perdido todo su propósito.

«Lo mejor es que ya no esté aquí con él», caviló con una mirada vacía de fulgor.

La sonrisa que alguna vez juró proteger se había volteado en un rostro repleto de aborrecimiento.

Escuchó que la puerta de su habitación se abrió, pero no volteó si quiera para mirar a su visitante. Sintió que alguien sentó cerca de él. Un dulce aroma a fresas salvajes invadió su sentido del olfato, uno que ya conocía bien.

—¿Cómo estás tú? —cuestionó la voz de la hermana de Mike—. Brent te dijo cosas muy feas, pero creo que fue porque estaba enojado.

El pibe volteó para otro lado, rememorando una vez más lo que su mejor amigo profirió cuando él comentó las sospechas acerca de un posible hechizo de rastreo que usaban para localizarlo.

—No te lo dije antes, porque no estaba seguro, y tampoco quería preocuparte , amigo —enunció Oswald tras contar aquello que lo tuvo pensativo—. Aunque los otros magos del caos sean medios hermanos de tu madre, una conexión sanguínea más directa como lo sería tu otra abuela podría ser más factible, especialmente si estos se están organizando con mayor frecuencia.

Esto fue lo que alcanzó a bosticar antes del reproche del que fue su pana del alma.

—Él ya no me quiere, mucho menos me necesita —pronunció con el alma estrujada por la zozobra.

—Eso no es cierto —replicó Sue, levantándose para buscar la mirada de aquel chico de cabello negro—.No te dijo que te fueras, pero si te respondió muy enojado.

»Hay cosas que tal vez no fueron buenas ocultarle, pero yo creo que ha pasado por tanto, que era como un volcán de emociones cada vez más cercano a hacer erupción.

Hubo silencio por parte del chamo.

»Si tú fueras mi mejor amigo, seguramente te habría gritado igual que él lo hizo, pero en realidad, no te odiaría —Su mano pasó con suavidad sobre la melena ajena—. Tenías algo más que decir, ¿no?

Aquello llamó la atención del chico. Existía otro motivo por el que se había guardado la información que reveló el día anterior.

—Sí —respondió con desánimo—. Estoy, estaba trabajando en un contrahechizo, pero soy tan inútil, que no sirvo para nada.

—No te rindas, Oswald —pronunció la chica, dando un beso en la nuca de aquel chavalo—. Yo confío en ti.

La mina se retiró, dando peculiares saltitos que llamaron la atención de ojinegro, pero este ya había tomado una decisión.

Fue que entonces sintió un gran pesó en su espalda que lo descolocó.

—Te ayudaré —entonó una voz conocida—. En realidad, Joel y yo no nos fuimos.

»Nos transformamos en pequeños insectos para escuchar un poco de lo que decían —aquel rió con malicia—. Tengo mis motivos por los que no quiero que esos tipos se hagan de Brent, así que seré tu tutor, pero seguirás con tu plan de irte como lo tenías pensado.

—¿Y tú cómo sabes lo que...? —Ifero puso su mano en la boca de Oswald.

—En mi mundo, yo soy un usuario aura. —Retiró la diestra—. Es el equivalente de un mago aural aquí.

[...]

Tres días después...

Brent cayó de sentón por quinta ocasión, a causa de lo difícil que le era evitar los ataques de bolas de fuego oscuro que eran lanzadas por Umar. Además, al muchacho le disgustaba bastante lo rudo que era su mentor, por consiguiente, su entretenimiento se estaba viendo afectado entre reproches suyos y reclamos de su maestro, pero también estaba desconcentrado al enterarse de que su mejor amigo se había ido sin previo aviso. Se sentía culpable, además de que Umar no lo había dejado ni un solo momento para ir en búsqueda de su pana.

—¿Todavía no puedes superar a tu ex! —inquirió el chico de gafas con aire engreído y burlesco.

El joven Heredero Del Caos Y El Orden no lograba entender lo que su tutor pretendía hacer con él, cansándose de ser su saco de boxeo y objeto de chanzas.

Tras unos minutos, el muchacho trató de incorporarse, observando que Umar le tendía la mano. Después, el moreno se sujetó de la extremidad de su mentor, y este último le ayudó a levantarse, sólo para darle un puñetazo que lo volvió a derribar al instante.

—¡Ya he tenido suficiente! —se quejó Brent—. ¡Ya me cansé de ser tu tiro al blanco!

Umar le dio la espalda a su alumno, acompañado de un rostro de indignación y de incredulidad, que ciertamente, el menof no pudo apreciar dada la posición de este. Parecía que el joven mago oscuro tenía algo más en mente, lo que tampoco parecía beneficiar a su pupilo debido al silencio y la tensión palpables en el entorno.

—Creí que el legendario Heredero Del Caos Y El Orden sería alguien verdaderamente fuerte —pronunció Umar con una mueca de fuerte repudio hacia su alumno, quien respondió con una hastio—. Hasta una niñita pequeña e indefensa puede mostrar más carácter que él.

Brent se sintió ofendido por el comentario de Umar, pero no protestó, En cambio, Mike sí que lo hizo, y después lanzó un hechizo que provocó una enorme llamarada en contra de Umar. El nombre del encantamiento que usó fue: Ignito-Rebere, o, mejor dicho, Rayo de Energía Extremadamente Caliente. Umar logró evadir el ataque del amigo de Brent con facilidad, y posteriormente, pasó a fulminarlo con la mirada.

—¿Te das cuenta de qué interrumpes el entrenamiento de tu amigo? —demandó el mago de la oscuridad, cubierto por un manto negro que dejó perplejo por unos segundos al chico de ojos anaranjados—. No vuelvas a hacerlo, pues no quiero asesinarte.

»Me daría flojera tener que limpiar el rastro de sangre que dejes, mugroso.

—¡Entonces, entrena a mi amigo de una mejor forma! —berreó Mike, mostrando el dedo medio con la mano derecha—. ¡Deja de usarlo como un maldito saco de boxeo!

—Estoy entrenando muy bien a tu novio —respondió Umar—. Si él no entiende para nada el entrenamiento, no es mi problema.

—¡No es mi novio! —reclamó Mike a todo pulmón, y con la cara roja de furia—. ¡Haz tu maldito trabajo de una vez!

»¡Y claro que es tu problema que mi buen amigo no entienda lo que quieres de él!

Brent miraba con atención la discusión entre aquel chamo y su mentor, dándose cuenta de que necesitaba algo más para mejorar su entrenamiento. Así que él mismo se incorporó, y después, observó que Umar trataba de hacer enojar al mayor.

—¡Ya haz tu maldito trabajo de una vez! —ordenó el mago del fuego a Umar. Aquello era justo lo que Brent debía de sentir. Recordó que sus emociones parecían estar ligadas a su poder.

—Lo haría, pero sigues interrumpiendo el de tu chico —mencionó Umar, observando con una enorme indiferencia al compañero de su pupilo—. Me estorbas, así que te daré una última oportunidad para que te quites de mi vista, mugriento bicho asqueroso.

Mike se enojó todavía más, por lo que apretó su puño derecho y cargó contra el joven de lentes. En tanto, mientras Brent seguía observando la escena, se percató de algo más, decidiendo advertir al de... ¿hermosos ojos de un tono anaranjado?

—¡No lo hagas, Mike! —Por lo que, inmediatamente, aquel chico se detuvo tras escuchar la voz de su joven panita—. ¡Comienzo a entender lo que Umar pretende!

«También debo de buscar una forma para que mis hormonas no me controlen todo el tiempo», pensó, luego de encontrar bastante atractivo al hermano mayor de Sue.

Segundos más tarde, el muchacho llevó su mirada al rostro de su mentor.

—Estás tratando de hacerme enojar para que te de un buen «putazo en la carota, ¿Verdad? —inquirió el moreno—. Esto que haces, supongo que es parte del entrenamiento.

Umar sonrió ante el cuestionamiento lanzado por su aprendiz.

—Así es, bellaco —replicó este. Respiró profundo—. Eres demasiado emocional por lo que he notado.

»Te será más fácil aprender conforme te des cuenta de los sentimientos presentes en ti.

—Pudiste habérselo dicho, ¿no crees? —interfirió Mike, en tanto que Umar negó con la cabeza.

—Estoy seguro de que Brent trataría de forzar su estado emocional, lo que haría más complicado el entrenamiento —respondió el joven de lentes—. Tenía que darse cuenta por su propia cuenta.

»Como dato extra, gran parte de la magia caótica de los novatos proviene del enojo —comentó Umar, golpeando el rostro de Mike—. Tú también eres en parte un mago del orden, por lo que considero necesario observar tus respuestas ante el enojo.

—Entonces, tenemos un problema —señaló Mike con un poco de preocupación por el ritmo que debía de seguir el entrenamiento de su pana—. Este chico, aunque no lo conozco tan bien como el que se nos fue, no creo que se enoje mucho con facilidad.

»Puede ser a veces un poco molesto, travieso, terco, baboso, estúpido, engreído, cabezota, y/o un verdadero dolor de cabeza, pero necesita de algo fuerte para que haga explosión.

«Para amigos así, la verdad es que no quiero enemigos, a parte de los que de seguramente quieren mi culo», meditó el más joven de los morenos.

Bajó la cabeza en señal de vergüenza. Umar observó aquella expresión de alumno en una forma tan calculadora, que parecía tomar notas mentales sobre las reacciones y movimientos propios del muchacho.

—El entrenamiento termina por hoy, cucarachas inferiores —anunció el joven a los dos chicos—. Brent, debes de pensar en algo que te haga enojar, y mañana por la mañana, trabajaremos en eso. —Volteó en dirección a Mike—. Tú volverás a estar presente en el entrenamiento.

»Parece que me puedes brindar información que será útil.

»Los voy a estar esperando a ambos mañana bien temprano. El que falte se queda sin desayunar, y será castigado de una forma altamente dolorosa.

El de lentes fue cubierto por segunda ocasión por aquella energía tan oscura como los ojos de Brent, provocando escalofríos en este y el otro chavalo.

—Muevan ese trasero, que los quiero fuera de mi vista —proclamó Umar.

De esa manera, los tres muchachos dejaron el estacionamiento abandonado que el chico de las gafas decidió utilizar para entrenar al moreno,  y posteriormente, subieron al noveno piso de un hotel que también estaba abandonado casi por completo. El lugar se había convertido en el hogar y centro de investigación para el mago oscuro. También era el refugio temporal de Brent y sus amigos para que no estuvieran a la intemperie.

Al llegar a la novena planta, Jenna y Sue esperaban por Brent y los otros dos chicos. La joven maga del fuego no tardó en correr a abrazar al Heredero Del Caos Y El Orden, provocando que este cayera de sentón por sexta ocasión en el día.

—Creo que ese fue un adiós para mi culito. —expresó el moreno, sintiendo un tremendo dolor en su retaguardia. Una lágrima de dolor se escapó por su mejilla derecha al momento de levantarse—. Y yo que quería hacer algo de trasero en los siguientes meses.

—¿Qué le pasó a tu ojo izquierdo, cariño? —cuestionó la hermana de Mike, mientras volvió a rodeas con sus brazos al muchacho—. ¿Te hicieron daño, amor mío?

Brent había quedado lleno de moretones tras su entrenamiento del día, por lo que dedujo que a esto se refería la pregunta de la chama.

Jenna apartó bruscamente a ese par de jóvenes «no enamorados», y las chicas volvieron a discutir una vez más. Brent comenzó a sentirse un poco avergonzado, ya que parecía que Umar estaba algo molesto por la actitud de sus dos amigas, empero, también le pareció ridículo no haberse dado cuenta de que tenía un ojo morado.

«Además de que ese Umar dijo que no me quería cerca de sus ojos, pero el muy gracioso vino de todos modos», caviló con expresión de hastío.

—Ellas dos son los seres más extraños que he visto en mi vida —mencionó Umar con frialdad, y de inmediato, las dos chicas protestaron.

Él les dió la espalda, y ambas lanzaron todo tipo de insultos en su contra. A Umar le eran insignificantes aquellas palabras, por lo que no les prestó atención a estas.

—La más rara es mi hermana —respondió Mike a modo de broma, pero provocó que Sue se lanzara contra él a los golpes, jalones y mordiscos.

Brent y Jenna decidieron apartarse un poco de aquel par de peculiares hermanos. Las peleas entre los consanguíneos eran demasiado intensas para el par de amigos.

—Ese mago del fuego también es raro —protestó Umar con repudio, aunque Mike y su hermana seguían peleando entre ellos, por lo que no le prestaron atención—. ¡Cómo sea!

»Vayan a dormir todos ustedes. Mañana será un día interesante de entrenamiento con la cucaracha mejor. —Dio la espalda a todos—. Además de que me caen mal todos ustedes, por lo que me largo de aquí.

El joven mago de la oscuridad se retiró de la habitación. Él dormía en el primer piso, alejado de sus invitados, debido a lo ruidosos e insoportables que le habían parecido todos ellos desde su llegada.

«Creo que por eso se fue el otro, asi que no lo culpo», juzgó.

Brent sabía que su tutor estaba en lo cierto cuando indicó que necesitaba dormir, así que comenzó a dirigirse a su recamara, pero justo antes de su retirada, Jenna lo llamó, pero nuevamente, lo invadió un sentimiento amargo al notar que su mejor amigo no estaba cerca.

«Solamente quería que fueras honesto y ya no me ocultaras tanto», reflexionó. Su rostro se infló, y sus ojos se humedecieron. Sintió que alguien tocó su hombro derecho.

—Tengo una sorpresa para ti, Brent —anunció una entusiasta Jenna, mientras corrió con rapidez a su dormitorio, no sin antes pedirle al muchacho que la esperase por un breve momento.

El joven Heredero Del Caos Y El Orden, con completa curiosidad, decidió hacer caso a la petición de la chica, y esta no tardó en volver con una almohada gigante en brazos, dejando al moreno boquiabierto y confundido. Él no sabía qué pensaba hacer su amiga con semejante objeto.

—La encontré en un dormitorio solitario —declaró la morra—. Creo que te ayudará a dormir mejor, ya que sé que te gustan mucho los objetos suavecitos.

»Tengo una parecida en la habitación en la que me quedo a dormir. Así que confío por propia experiencia que tendrás una bonita noche. —Dio un beso en la mejilla del pibe—. ¡Qué tengas dulces sueños, Brent!

El jovencito agradeció el gesto amable de su amiga, aunque también se sonrojó un poco, algo que la muchacha no notó al tener la mirada bien fija sobre la almohada. 

La chica se marchó con un aire jovial, mientras el morro se sentía aliviado de contar con ella para levantarme el ánimo a falta de Oswald. El muchacho sonrió. Tal vez ella jamás sería su novia, pero tenerla como una de sus reales valía la pena. En su corazón hubo perdón ante el comentario hiriente de varios días atrás. Ella había demostrado con acciones que era digna de merecer ser perdonada.

El jovencito dió la vuelta, encontrándose con que Mike y Sue eran los únicos que seguían cerca, ya que continuaban con sus drásticas peleas de hermanos. El moreno resopló. Posiblemente jamás acostumbraría a la actitud de los dos, aunque prefirió retirarse lentamente, en lo que seguían en su enfrentamiento.

Iba directo a su recámara. Pensaba en una forma de enojarse. Intentaba recordar todo aquello que recriminó al Señor del Orden y a su pana; empero, su descargo emocional había sido suficiente. No se enojaba con el simple recuerdo. Ya no era aquella vívida y poderosa emoción de rabia. Al contrario, pensar en su bestie generaba otra horda de emociones.

Trató de rememorar los hechos más recientes que lo llevaron al punto de la desesperación. Tampoco cuadraba. Algo le hacía falta para conseguirlo.

[...]

Con el paso de los minutos, siguió, y siguió intentando, y lo único que consiguió fue quedarse profundamente dormido.

Una vez dentro de sus sueños, el muchacho comenzó a indagar en su mente, en búsqueda de sus memorias más profundas. Su único recuerdo fue el ver morir a sus padres una y otra vez. Brent quería despertar, pero no lo consiguió, y después de varios ensayos que terminaron en error, escuchó una voz que venía de su interior, una que le era familiar. Se trataba de su padre.

Era alto y muy parecido a él. Lucía de unos veinticinco o veintiséis años. Brent lo observó con una expresión repleta de sorpresa, y con las incontrolables ganas de correr a abrazarlo.

—No te rindas, hijo —dijo el padre del muchacho, recibiendo con calidez a su pequeño retoño—. Tú eres fuerte, especial, y único.

»Para controlar la fuerza que tanto te asusta, primero debes dejar de temerle. —El hombre observó que su bendición se relajó al estar cerca de él—. Luego, enfoca tu mente y recuerda el momento que te brindo el más sincero de tus enojos, y si eso no es suficiente, piensa en tu tristeza más profunda.

Brent había captado con claridad las palabras de su papá, aunque no contuvo las ganas de rodearlo enérgicamente con sus brazos una vez más. Era algo que había esperado hacer durante años, y ahora que lo tenía cerca, no podía desaprovechar el momento. Había tantos abrazos con él que faltaban en su vida.

—Te amo, papá —dijo a su progenitor.

El muchacho contuvo el llanto. No quería que nada interrumpiera el momento. Era una situación tan única, que se preguntó si estaba viviendo un profundo sueño. El hombre sonrió.

—Tu madre y yo te hemos visto crecer —su rostro se suavizó, y optó por pasar sus dedos con gentil delicadeza sobre el cabello de su hijo—, así que estamos orgullosos de ti.

—¿Me han estado observando? —inquirió el muchachito.

—Incluso después de nuestra muerte lo hemos estado haciendo, Brent —replicó su progenitor, dándole unas palmadas suaves en el hombro.

»Este lugar especial nos permite hacerlo, hijo mío.

»Es pronto para darte detalles. Ahora que has llegado hasta aquí, confío en que podré verte nuevamente en el futuro.

Finalmente, su padre se despidió con unas palabras en su oído, por lo que pudo dormir con tranquilidad. Tenía razón. Estuvo asustado de su poder. Con enojo, al ser presa de dos sus tíos locos, cedió el control de su fuerza a su hermano, y ambos se salieron de control al no poder controlar sus emociones. Mientras Brett estaba enloquecido aquella vez, él estaba aterrado, pensando que no podría acceder fácilmente a su cuerpo una vez más.

Ahora había encontrado un nuevo motivo. Estaba enojado consigo mismo por alejar a Oswald, y estaba triste porque ya no estaba. Usaría esto como el combustible que necesitaba para avanzar en sus siguientes prácticas.

Las palabras de aliento que recibió en el momento le dieron fuerza. El poder del caos era peligroso y tentador. Necesitaría de equilibrar sus emociones, pero para ello contaría con los mejores recuerdos que tenía de su pana del alma.

El día llegó cuando sonó la alarma a las 6:30 AM. Con determinación, el jovencito estaba por dar un paso importante en su lucha interna.

Durante el tiempo para ir a su encuentro con Umar, se quedó pensando en las palabras de su padre, y un más tarde, comenzó a escuchar pasos que provenían detrás de él. Brent volteó la mirada hacia atrás, percatándose de que muy cerca de él, había un chico idéntico. Este era nada más y nada menos que su hermano Brett, y a pesar de haberlo escuchado caminar, se veía tan transparente, muy similar a un espectro.

—Veo que estás intentando domarme —comentó el malicioso chico caótico de ojos rojos—. Me hieres, hermano tonto.

»Por cierto, papá y mamá me prestaron algo de su poder para al menos comunicarme contigo de esta manera, perdedor.

—No estás aquí para esto —respondió Brent con una mirada desafiante—. Eso lo comprendí hace unos segundos.

»Si estás aquí, es porque respondiste mi llamado, Brett. Yo quiero hacer las paces contigo.

»Quiero dejar de temerte, para que trabajemos juntos como lo que sea que somos. Te necesito y tú me necesitas.

—¿Y para qué te necesitaría? —cuestionó Brett, algo desinteresado en el comentario de su hermano mayor—. Conmigo tengo más que suficiente para sobrellevar las cosas.

»Aunque yo represente una parte caótica tuya, yo soy yo.

—Yo sé que tampoco quieres trabajar para Okuros —afirmó el de ojos negros—. Si quisieras unirte a ellos, ya te hubieras revelado, tomado el control de mi cuerpo, y ambos estaríamos en uno de los bandos equivocados.

—Me halaga lo bien que me conoces, Brent —comentó Brett con una combinación de entusiasmo y sarcasmo en su rostro—. Okuros no supo aprovechar su oportunidad de convencerme de trabajar para él; sin embargo, para ayudarte, requiero que accedas a un favor que voy a pedirte.

El moreno accedió a escuchar a aquel otro tan parecido a él físicamente, pero mentalmente distinto.

Necesitaba llegar a un acuerdo con este para lograr ser más fuerte.

[...]

De vuelta al lugar que se estableció para entrenar, Brent y Umar seguían practicando un poco, mientras que Mike observaba el entrenamiento. El Heredero del Caos y el Orden corría de forma más valoz para evadir los hechizos que Umar lanzaba; no obstante, uno impactó contra él, y posteriormente cayó de sentón sobre el suelo como lo hizo el día anterior.

El muchacho de lentes se acercó a Brent, tendiendo su propia mano al chico, pero está vez el tutor se llevó una sorpresa al ser golpeado en el rostro por su alumno, notando que algo extraño sucedía con él. Brent mostraba algo de fiereza en la mirada, y sus ojos se volvieron de un color escarlata.

—Le pedí a esa sabandija que me dejara devolverte el favor —afirmó Brett—. Ese golpe también me dolió mucho, asqueroso bicho rastrero.

—¿Quién eres tú? —exigió Umar, adquiriendo una posición defensiva.

—Mi nombre es Brett, y soy el lado caótico del perdedor que tenías hace unos segundos frente a tus ojos—replicó el muchacho, con la intención de impresionar a Umar y al mago del fuego—. También soy el hermano menor de Brent.

—¿Cómo fue que lo logró? —preguntó Umar, dándose cuenta de que su pupilo volvía a sí mismo.

—Recordando —contestó el moreno—. Recordé la muerte de mis padres, la muerte de mis abuelos, y hablé con mi lado caótico, pero más que nada, estoy furioso conmigo mismo por hacer que mi mejor amigo se fuera, y es lo que me mantiene triste.

»Al parecer, tengo un hermano en alguna dimensión alterna a esta. Todavía no sé los detalles de esto, algo bastante loco, así que antes de volver a perderme en mis emociones, fue necesario hablar con él.

»¡Vaya que me tocó una familia bastante peculiar!

«Y ahora, debo hacer para encontrar a mi amigo», meditó.

Umar observó nuevamente a Brent, notando que algo más le sucedía a su alumno. El chaval cayó al suelo, totalmente inconsciente, ya que invocar a Brett requirió de mucha de su energía, por lo que Mike y su mentor tuvieron que trabajar juntos para llevarlo a su habitación.

Para volver a hacerlo sin desvanecerse, tendría que entrenar bastante, así como aprender a manejar bien su poder.

Desde aquella zona en la que Brett había observado a su hermano antes, dos figuras más aparecieron, colocándose por ambos lados de aquel jovencito. Se trataba nada más y nada menos que de los padres del Heredero Del Caos Y El Orden.

La madre de Brent apoyó su cabeza sobre el hombro izquierdo de Brett, mientas que el padre le dio unas palmadas suaves en la espalda.

—Mamá, papá, hoy pude ver tan sólo unos segundos aquel mundo que habita mi hermano —dijo el joven a sus progenitores—. Brent me volvió a dejar acceder con su cuerpo.

»Ojalá yo pudiera tener el mío también. —Parecía un niño pequeño con la mirada fija en el firmamento.

—A nosotros nos gustaría que tu hermano y tú también pudieran ver aquel mundo, hijo —replicó su madre—. Fue una sorpresa total ver que los dos seguían existiendo aquí, en este otro lugar.

Mientras seguía mirando con atención a Brent, Brett se prometió a sí mismo que haría cualquier cosa por ir a ese espacio que tanto anhelaba. Quería conocer también a Jenna en persona. Aquella chica le atraía bastante.

De pronto, notó algo extraño que transmitió extrañas vibras en su cuerpo. Parecía que cerca del lugar había una presencia caótica de gran poder, además de una del orden.

Lo impactante para él, fue notar una tercera más, una que parecía combinar ambas fuerzas, pero con una gran potencia parecida a la de su hermano en aquel sitio, y al que dormía plácidamente cerca de él.

—Algo está pasando —advirtió el chico con una mirada desesperada, pero sus padres no parecían tan preocupados como él.

Su viejo lo rodeó con uno de sus brazos.

—No pasa nada, Bretley —dijo con un aire tranquilo—. No son malas personas.

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