La Batalla De Dos Corazones

Brent e Ifero, dos almas dispuestas a darlo todo en un combate entre ellos para medir sus fuerzas. Oswald, por su cuenta, era testigo de una inusual determinación en Brent, aunque en Ifero una expresión inquietante. Podría ser también que aquel muchacho lo perturbaba con su sola presencia.

Los dos contrincantes se veían el uno al otro, dispuestos a dar lo mejor de ellos. Lo único que esperaban era que alguien diera la señal para dar inicio a al encuentro. Fue ese instante en el que apareció Mike con una bandera en mano, y luego de un silbatazo y una fresca ventisca, dio el visto bueno al combate.

-¡Estoy listo! -manifestó Brent.

-Prometo que no seré un oponente fácil -advirtió Ifero al chico, dando el primer paso, y corriendo a gran velocidad hacia Brent.

Por su parte, el Heredero del Caos y el Orden veía la posibilidad de recibir un ataque directo de su oponente, por lo que decidió tomar la delantera con un hechizo de protección.

Frisi! -gritó Brent al cielo, y algunas barreras de energía aparecieron a su alrededor-. ¡No me importa que tus poderes sean distintos a la magia elemental!

Ifero parecía despreocupado ante la forma de reaccionar de Brent, de hecho, él desapareció en el aire, materializándose a unos cuatro metros arriba del muchacho. Segundos más adelante, Ifero cargó una energía multicolor en sus brazos, y preparó un rápido ataque en contra de su oponente.

Aura-Cannon! -exclamó Ifero, y un rayo de energía impactó en el lugar en el que Brent se encontraba, creando un estruendo tan sonoro como la caída de un relámpago en la cercanía.

-¡Tampoco seré un oponente fácil de derribar, Ifero! -dijo Brent con un bastón en mano.

Aquel bastón se lo había prestado Brenton, uno de sus dos hermanos. Brent ahora podía controlar más la energía que sus hermanos le enviaban a través de El Todo y La Nada, además de que ellos ya se había hecho más unidos, luego de haber sido vencidos por los magos caóticos en Ciudad Valentía.

Asreo! -bramó Brent, y en ese momento, desapareció de la vista de todos de una forma similar a la de Ifero unos momentos atrás.

-¿Desde cuando Brent controla hechizos neutrales? -Se preguntó Ifero-. Hasta ahora ha entrenado con magos del orden.

El resto de los amigos de Brent también estaban impresionados. Nadie le había visto entrenar antes, por lo que el dominio de Brent en la magia neutral resultó inesperado; sin embargo, Mike tenía la respuesta.

Durante su estadía en Ciudad Valentía, observó en múltiples ocasiones que el chico salía a hurtadillas del hotel en el que se hospedaron. Silente y cauteloso, un día lo siguió hasta un verde parque en el que notó que entrenaba tanto su cuerpo como sus habilidades en la magia elemental, además de que lo escuchó hablar con alguien, posiblemente con Brett.

También lo escuchó decir que entrenaba en un sitio llamado El Todo y La Nada con supervisión de sus padres, así que tenía un representante del Caos y otro del Orden para que supervisaran su progreso.

-¡Vaya que me has impresionado mucho, Brent! -comentó Ifero con una sonrisa engreída-. ¡Te encontré!

En efecto, el muchacho había encontrado a Brent, a pesar de que este se había hecho invisible gracias al uso de la magia elemental. El moreno recibió un golpe en la cara por parte de Ifero, volviendo a ser visible para todos. El chico estaba impresionado por haber sido descubierto por su amigo, ya que durante su entrenamiento en El Todo Y La Nada eso jamás ocurrió con sus hermanos.

Los poderes de Ifero todavía eran un gran misterio para el muchacho, por lo que él sabía que debía de actuar con cautela en el combate amistoso.

-¡Te dije que no seré un oponente fácil! -gruñó Ifero-. ¡Ese truco es demasiado barato hasta para ti, Brent!

«En verdad quiere que dé todo de mí», reflexionó Brent.

Ifero tomó una forma demoníaca. Jenna y Susan chillaron, ambas presas del pánico. Incluso Brent se aterró ante el repentino cambio de forma de aquel muchacho, aunque no tardó en recordar aquella habilidad en su novio, por lo que aquella nueva apariencia de este no lo inmutó para nada.

-No pienso perder ante nadie, lo que te incluye, Ifero -Brent sabía que en este momento, el albino era un adversario-. ¡Yo quiero ganar!

-No esperaba menos de ti, Brent. -Ifero se relamió los labios, buscando intimidar a su oponente.

Él ignoraba que el fuego de la victoria ardía en el corazón del joven castaño. Brent aceptaba su destino como el descendiente de dos fuerzas contrarias. Sabía que algo en su pasado debió ocurrir para evitar caer preso en las manos equivocadas, y ahora, no tenía más que confiar en aquello que le fue dado por sus padres. En sus venas corría la sangre de dos fuerzas opuestas.

«Entrené en compañía de mi familia cuando se supone que debería de dormir en este mundo, lo que me ha permitido aprender mucho desde Ciudad Sombría, y es el momento indicado de demostrar lo que valgo», meditó Brent con suma valentía en su corazón.

Ifero lanzó una exuberante cantidad de fuego por su peculiar boca demoníaca, en tanto que el moreno actuó con rapidez, usando el hechizo Aerio, logrando bloquear la llamarada del albino, lo que hizo posible que usara el hechizo Sonofo Tesda para inmovilizar a su oponente unos cuantos segundos.

Matt quedó atónito ante lo que vio. Aquel encantamiento usado por el castaño era uno de magia aural bastante avanzado, requiriendo años de estudio para lograr usarlo con precisión.

«¿Será esto debido a que Brent es quien es?», caviló el mago aural tras ser testigo del despliegue de habilidades de aquel chico al que enseñó a bailar.

Posteriormente Brent atacaría con el hechizo Fogo Etero para contraatacar a Ifero, logrando crear una gran llamarada que logró cubrir a su oponente por completo. En esa ocasión Mike quedaría boquiabierto al notar un embrujo de fuego usado por Brent.

«Era el que mi hermanito estaba aprendiendo a unas semanas de su muerte. Sería su hechizo insignia elegido», pensó en forma agridulce.

-Mamá y papá me enseñaron que Caos y orden son fuerzas que pueden emanar magia elemental diferente -pronunció un sereno Brent-. Ahora entiendo de lo que soy capaz al ser heredero de ambas fuerzas.

Finalmente comenzaba a entender su verdadera fuerza, una muy superior a la de cualquier otro mago elemental, una más allá de cualquier cosa antes vista. Tres eran sus elementos dominantes, pero esto no querría decir que no pudiera usar más dada su ascendencia; mas, a pesar de su ataque, Ifero salió ileso de su último atawue. Él cruzó sus brazos, creando una especie de equis con estos. Sus extremidades se cubrieron de un manto lumineso en varios colores.

-¡Es el momento de probar mi creación! -Su rostro dubujó una mirada tétrica que perturbó la paz de los observantes de esta contienda.

El albino se movió a una gran destreza y agilidad, derribando a Brent de un golpe con una patada al girar con la pericia de un patinador profesional, dejando al moreno sin aire.

Brent comenzó a entrar en pánico por el daño recibido por el ataque de Ifero, pues le costaba respirar. Tenía que encontrar una manera de recomponerse rápidamente. Fue así que se levantó con lentitud, y con la diestra en el abdomen. Ifero sonrió al observar una vez más su convicción.

Aleas Bore! -rugió Brent, y unos segundos después, una gran ráfaga de viento empujó a Ifero contra los árboles del lugar en el que se encontraban. Incluso, sus amigos tuvieron que sostenerse firmemente de algo para evitar ser arrastrados por el vendaval-. ¡Asto! ¡Astec!

Ifero era asediado por visiones y una realidad distorsionada. Brent había alterado su campo visual con la combinación de los dos hechizos previamente usados. El muchacho ya parecía dominar bien la magia aural.

Un par de segundos adelante, volvió a lanzar el hechizo Fogo Etero, con la esperanza de infligir algún daño a su rival.

-Lograste que volviera a mis cinco sentidos con eso. -Aplaudió Ifero-. Ya usaste ese hechizo antes, y no te funcionó tan bien como esperabas.

El ojirrojo estaba en lo cierto. Pese a haber aumentado su repertorio de hechizos, Brent todavía no era el gran experto en magia elemental que quería ser. Sus mejores encantamientos eran aquellos que provenían de magia astral y la oscura. Todavía tenía que mejorar en la aural para lograr la habilidad de Brenton en este campo. A pesar de estos sentimientos,

-¡Me alegra tu espíritu de batalla, Brent! -manifestó Ifero, volviendo así apariencia normal-. ¡Lamento decirte que es momento de que pierdas!

»¡Vamos, Apocalipto!

El cielo comenzó a llenarse de nubes grises, como si una gran tormenta estuviera por caer. El resto de los muchachos veían el cielo con cierto temor a los minutos por venir. Comenzaron a caer rayos a distancia, y el viento se intensificó. En ese momento, Brent divisó una silueta oscura con ojos rojos brillantes que lo miraban. Un escalofrío se apoderó de todos su ser. Le heló desde los huesos y le dio mala espina.

Su guía observaba a distancia, e incluso él quedó atónito ante la aparición de aquella peculiar criatura. Se trataba de un caballo negro de ojos rojos, los cuales tenían un resplandor maligno. Ese era el espíritu elemental de Ifero, y a la vez, era un ser espeluznante.

-Esa cosa tiene un aura que me asusta -manifestó Brent. Todo su cuerpo tiraba de temor-. Hay algo malo, algo que no me gusta.

»Tengo, tengo... -Le fue difícil expresar el terror que sentía. No era algo normal-. ¡Tengo miedo!

-Apocalipto es un espíritu elemental como ningún otro -comunicó Ifero a Brent-. Su aspecto es lo de menos. Lo que lo hace especial es su forma de distorsionar lo que ves.

»No es un caballo tan aterrador, pero la energía en su interior hace que lo veas tan temible, que incluso tiemblas de miedo. Es una pena decir que ganaré debido a este tonto truco.

Aquello dicho por Ifero sobre el aspecto de su compañero era cierto. Jenna y Oswald no había caído en su efecto. Ellos veían a un caballo negro común, a pesar de que la energía que emanaba tampoco les inspiraba confianza. Oswald tuvo un plan que posiblemente ayudaría a su mejor amigo.

-¡Brent, usa a tus espíritus elementales también! -gritó el pelinegro para su pana-. ¡Es posible que ellos no estén bajo la influencia de Apocalipto!

-¿Mis espíritus elementales? -preguntó Brent, todavía preso del miedo que la presencia de Apocalipto me provocaba-. ¿Qué debo hacer con ellos?

»¿Por qué tengo tanto miedo? -inquirió con los ojos cerrados-. Quiero estar al lado de mi papá y mi mamá.

-¡Lo siento, tengo miedo!

-Nosotros lucharemos a su lado -replicó la voz de Tigrein dentro de la mente de Brent-. ¡Nosotros lucharemos por usted, amo Brent!

-¡Detendremos al enemigo! -mencionó la voz de Nerostic.

-¡No se rinda, amo Brent! -anunció una tercera voz.

-¡Por favor, ayúdenme! -chilló el moreno con desesperación.

Tigrein, Nerostic y un caballo marrón aparecieron frente al muchacho. El nombre de ese caballo espiritual era Carcon, el tercer espíritu elemental de Brent. Era la primera vez que los tres estaban juntos al lado de su joven amo.

Con la aparición de los tres espíritus elementales de Brent, sin duda alguna, la batalla dio un cambio inesperado. Era la primera vez que el muchacho reunía a sus tres camaradas al mismo tiempo; empero, él seguía siendo atacado por el efecto de Apocalipto. Era una desventaja mental, y eso no parecía importarle a Ifero, pues ordenó a su caballo elemental que atacara al moreno. A pesar del esfuerzo del caballo negro, este fue detenido por las garras de Tigrein, el tigre blanco espiritual de Brent, quien rugió victorioso al proteger a su amo.

Al ser atacado, Apocalipto, el caballo negro espiritual de Ifero cerró los ojos, y por fin Brent se recuperó de los efectos de su presencia y lo vio finalmente como un equino negro normal.

«Entonces, es posible que Ifero tenga otros trucos así bajo la manga. Debo ser cuidadoso», reflexionó Brent, cuya respiración se estabilizó.

Lo único que a Brent se le ocurrió en ese instante, fue recurrir a cambio de consciencia para usar la fuerza y agilidad de Brett, por lo que le cedió el lugar a su hermanito.

-¡Saludos! -Brett-. Creo que tú eres el tal Ifero.

»Soy Brett, hermano menor de Brent.

«Y aunque si me parezcas guapo y seas el novio de mi hermano, debo ser cuidadoso. Hay algo en ti que me perturba hasta a mí, un ser caótico», pensó Brett para sus adentros, ya que no quería compartir aquello con Brent.

Ifero no parecía sorprendido, de hecho, él deseaba ver a los hermanos de Brent en aquel combate, pues los tres eran como uno solo.

-¡Déjate de rodeos! -exclamó Ifero-. ¡Es hora de ver de lo que estás hecho!

Brett dio un gran saltó, y usó el hechizo Depetorus en contra del albino, pero este lo evadió rápidamente aquella llamarada oscura invocada por Brett, para más tarde atacar con algo a lo que llamó Rayo Aural, fue así que un rato de una energía multicolor se dirigió en dirección al moreno de ojos rojos. Brett dio una pirueta para evitar ser golpeado. Volvió a atacar con el mismo hechizo de antes, y así Ifero se dio cuenta de que Brett lo estaba probando, por lo que decidió comenzar a utilizar sus mejores estrategias.

-¡Ya me cansé de jugar, Brett! -Gritó Ifero-. ¡Es momento de que comience a utilizar lo mejor de mi repertorio!

»¡Misiles de Aura Oscura!

El albino lanzó una gran cantidad de pequeños proyectiles hacia Brett. El l hermano de Brent usó el hechizo Himbrotum para invocar una lanza que tanto le gustaba usar para los combates. Giró dicho objeto con suma habilidad para usarla de escudo mágico ante los misiles de Ifero; sin embargo, uno de estos objetos logró impactar en su persona, dejándole unos cuantos raspones, además de aturdimiento y dolor.

-¡Eso sí que fue bastante molesto! -bramó Brett mientras se incorporaba-. ¡Lástima que yo ya he descubierto mucho de ti en tan poco tiempo

»¡Jaeron!

Dos rayos oscuros se dirigían hacia Ifero a una velocidad vertiginosa, tomando la forma de un dragón. El muchacho de otro mundo comenzó a correr a su derecha, pero aquellos dos dragones sombríos lo perseguían hasta que lograron impactar con él. Ifero a duras penas logró ponerse de pie, cuando Brett lanzó por tercera vez su hechizo Depetorus para distraerlo.

-¡Yo también comenzaré a dar lo mejor de mí! -anunció Brett-. ¡Sopreor!

Varias esferas de energía oscura aparecieron en el campo de batalla. Ifero corría y se movía a toda prisa, pues aquellos artefactos eran controlados a voluntad por su contendiente.

El hermano caótico comenzó a atacar a diestra y siniestra al albino. Aunque esto dio espacio a Ifero para observar sus movimientos.

-¡Lo tengo! -anunció Ifero-. ¡Clones de Aura!

De inmediato, Brett comenzó a captar al novio de su hermano en distintos lugares. Al tener la misma habilidad de Brent de poder leer los pensamientos y sentimientos de otras personas, aquello lo hizo sentirse aturdido, aún así, era buen momento para lanzar un contraataque.

Sopreor!

Nuevamente aparecieron una gran cantidad de esferas de energía oscura. De pronto, el moreno notó a sus espíritus elementales luchando contra el de Ifero.

«No hubo orden de ataque por parte de Brent», caviló.

-Apocalipto tuvo que llamar la atención de esos tres para evitar que los uses en batalla -pronunció Ifero, con una sonrisa malévola en el rostro-. Este baile es entre tú y yo, Brett.

Brett recibió un gran golpe por otro Ifero que se encontraba espaldas de él. Adolorido, su peor debilidad, fue que Brett decidió retirarse de combate, haciendo relevo con Brenton, el mayor de sus dos hermanos.

-¡Es mi turno de luchar! -enunció Brenton, con gran ánimo-. Tuve que pedirle a Brett que me cediera su lugar para conocerte, Ifero.

»Brent y Brett me han contado mucho sobre ti, bueno, al menos lo que ese par sabe de ti.

»Yo no confío en ti como esos dos los hacen.

Petardos de Aura Destructora! -bramó Ifero a todo pulmón.

Un par de aquellos o jetos se dirigió contra Brenton, dándole apenas el tiempo suficiente de desviarlos con el hechizo Rafaedar, pero uno de ellos dio a un metro de distancia de su espalda, provocando una leve explosión que hizo caer bocabajo a Brenton.

-¡Caray, todavía no me presento ante ti! -gruñó Brenton-. ¡Soy Brenton, el hermano mayor de...!

A Ifero ya no parecían importarle las formalidades, pues usó junto a sus clones los Petardos de Aura Destructora junto a los Misiles de Aura Oscura. Brenton no quedó ileso ante los dos ataques, no había gran forma de evadirlos, por lo que decidió concentrarse en la defensa y buscar un punto de ataque.

Aurare Tenebre! -expresó Brenton.

Los demás misiles y otro par de petardos impactaron contra la barrera creada por Brenton, pero fueron desviados a los clones y al Ifero real. Ni el propio albino pudo prever una situación así.

Auora Rebere! -gritó Brenton.

Un rayo de energía astral impactó con Ifero, dejándolo en el suelo, parecía derrotado, pero comenzó a reírse de tal forma que Brenton quedó anonadado.

-¡Llegó el momento, Apocalipto! -ordenó aquel muchacho-. ¡Demuestra tu segunda habilidad especial!

El caballo oscuro relinchó sombríamente, y un gran viento comenzó a azotar el campo de batalla. Un aura oscura rodeaba al caballo espiritual de Ifero, mientras los tres espíritus elementales de Brent desaparecían del campo de batalla.

De pronto, Apocalipto lanzó un rayo oscuro al cielo, sorprendiendo a todos, a excepción de Ifero. Algo más estaba por suceder. El cielo se tornó completamente gris, y varios rayos de energía comenzaron a caer en todo el campo de batalla. Algunos de ellos impactaron en contra de Brenton, provocándole gran daño.

Brenton observó que el caballo espiritual de Ifero desaparecía poco a poco conforme caían aquellos rayos de energía, cayendo uno justo encima del animal. Brenton se encontraba de rodillas sobre el pasto marchito, cuando observó que Ifero se acercaba a él con una sonrisa triunfante.

-Creo que voy a ganar esto -anunció el abono demoníaco-, pero antes, voy a explicarte lo que sucedió.

»Mi espíritu elemental recibía golpes por parte de los tres tuyos, pero lo que no sabías es que él absorbía la energía utilizada por sus oponentes, para luego amplificarla por cuatro.

»La segunda habilidad de mi espíritu elemental es absorber y expulsar esa energía en contra de mis oponentes, en este caso, se trató de ti, Brenton.

Una columna de una luz negruza cayó justo encima del moreno. Oswald decidió ir para allá, empero, notó que una cuerda de energía de magia oscura le impidió moverse.

-No subestimes a la sabandija de tu amigovio lo que sea de ti -indicó Umar.

-No eres el único con trucos, Ifero -dijo el moreno-. ¡Seperis!

Un aura brillante cubrió a Brenton por completo. Ifero quedó expectante de su siguiente movimiento, pues eso no parecía un encantamiento de ataque o de defensa. Lo que había hecho Brenton era un poco complicado, pero sanó gran parte de las heridas que le causó el ataque del caballo espiritual.

-El hechizo que acabo de usar cura un setenta por ciento del daño del último movimiento de mi oponente, aunque requiere una gran energía del orden -explicó Brenton a Ifero-. ¡Llegó una vez más tu momento, Brent!

Brent agradeció a sus hermanos por haberle dado la oportunidad de poder estudiar los movimientos de Ifero, razón verdadera por la que había dejado la batalla en sus manos.

Ifero cerró los ojos, burlándose de la situación. Se había dado cuenta de que había sido estudiado por Brent.

-¡Ya pierde! -gritó un impasible Brent-. ¡Ataleo-Dorpe-Durentis!

Brent comenzó a acumular una gran cantidad de energía de todo lo que había en su interior y alrededores, pero Ifero no cedería. El usó un movimiento llamado Aura-Absorbente para hacer lo mismo que Brent.

La batalla entre estos dos contendientes no tardaría en concluir de acuerdo a lo que Umar observó. Ambos seguían cargando una gran concentración de energía que los rodeaba en un semicírculo luminoso. Brent era apoyado por sus hermanos, mientras que Ifero tenía una gran determinación para no perder ante el moreno, deleitado por la nueva fuerza mostrada por este.

Finalmente, los ataques estaban listos. Ifero lanzó una esfera de energía que acumuló hacia Brent, y este respondió haciendo lo propio. La colisión de ambos movimientos provocó una explosión y una ventisca fuerte que hizo que Mike y Matt crearan una barrera para proteger al resto.

¿Acaso hubo un ganador?

Jenna y Oswald abrieron rápidamente los ojos, preocupados por el bienestar de su amigo. Era la primera vez que lo veían luchar con destreza.

El polvo levantado tras la explosión se fue disipando segundo a segundo. Mike y Sue tampoco podrían estar tranquilos. Brent se había vuelto importante para ellos. Nico y Ulises escuchaban el sonido del viento, atentos a cualquier movimiento.

Finalmente fue posible ver el campo de batalla, ambos contendientes yacían bocabajo sobre un agujero de forma ovalada en el suelo. Ambos se movían con lentitud y con el cuerpo ardiendo el dolor tras el daño recibido.

-¡Es suficiente! -indicó Mike-. Ambos lucen patéticos, por lo que no veo razón por la que esto deba de continuar.

-¡Olvídalo! --gruñó Brent todavía en el suelo-. ¡Todavía me falta dar mucho de mí!

-Yo tampoco me he rendido -replicó Ifero-. Esto termina hasta que deba de terminar.

»Todavía no es el momento.

De pronto, ambos muchachos se levantaron nuevamente. Los dos jóvenes prepararon una vez más aquellos embrujos. Oswald se percató de que la energía acumulada ahora era mucho menor. Las cosas podrían salir mal si ambos se sobrepasaban.

-Eso es algo tonto -profirió Oswald-. Realmente no veo el caso de que sigan el combate.

»Ya no pueden soportar tanto.

El impacto entre los movimientos no tuvo el mismo impacto que antes. Ambos se quedaron sin más magia o energía. La contienda prosiguió a puño limpio.

Brent luchaba para demostrar su valía, mientras que Ofero lo hacía para probar a Brent tras ver aquello de lo que KR pudo ser capaz de hacer.

-¡Alto ahí! -chilló una voz rasposa y senil-. ¿Qué creen que están haciendo?

Sin prestar atención a la voz, los puños de Brent e Ifero impactaron en sus rostros. Los dos cayeron al suelo sin poder continuar.

-¡Les hice una pregunta! -rugió la desconocida dicción-. ¿Qué es lo que están haciendo?

Brent, cansado, intentó mirar a su alrededor sin conseguir ver algo inusual.

De pronto, un ruido se escuchó a unos cuantos árboles a la derecha de Brent. Alguien apareció en medio de los dos muchachos. Se trataba de un anciano andrajoso con un bastón en mano. Brent pudo sentir que el viejo tenía el rostro tan rojo como un tomate y una intimidante mirada.

-¿Acaso no se dan cuenta del peligro en el que pusieron este lugar? -demandó el anciano con mirada inquisidora-. ¡Han abierto una Distorsión del Espacio y el Tiempo por aquí!

»¡Dentro de muy poco tiempo pueden ocurrir cosas anormales en este lugar, idiotas insensibles!

Nadie de los presentes entendía aquellas palabras dichas por el hombre.

El impasible viejo no parecía nada satisfecho. Tenía que hacer algo para darles una lección a aquellos jóvenes impertinentes, o tal vez, evitar que volvieran a hacer algo peligroso de forma definitiva.

Resto-Serto-Tempo! -exclamó el anciano. Una bola de luz se posó sobre su bastón.

El anciano tomó el objeto con ambas manos, mismo con el que apuntaría a Brent. De pronto, el Heredero del Caos y el Orden comenzó a encogerse. Umar decidió hacer algo por su alumno y utilizó el hechizo Domaeri para destruir el bastón del anciano con un rayo sombrío.

-¿Por qué le hiciste eso a mí bastón? -cuestionó aquel anciano fulminando a Umar con la mirada-. ¿No has visto lo peligrosos que pueden ser ese par?

-No puedo permitir que usted extermine al tan famoso Heredero del Caos y el Orden -advirtió Umar al anciano-. Sería una verdadera molestia esperar a la llegada de otro más.

-A mí no me importa lo que es o sea -bufó el anciano-. ¡Es momento de exterminarlos a todos ustedes!

Joel atacó al anciano con su Aura Cannon, mandándolo a volar por los aires. Ifero miró a Brent, notando que el muchacho tenía la apariencia de un niño de cuatro años.

-¿Dónde están mi abuelito y mi abuelita? -inquirió Brent con voz infantil y comenzando a sollozar a cántaros-. ¡Me duele todo!

»¡Quiero a mis abuelitos!

Aquello de inmediato llamó la atención de todos. Oswald tenía la impresión de que el hechizo de aquel anciano había tenido un efecto de retroceder el tiempo en su objetivo, por lo que Brent había tomado algo más que esa apariencia.

-Tranquilo, Brent -Oswald bajó hasta la altura del rostro del pequeño-. Estamos de campamento, y ese chico llamado Ifero que se encuentra frente a ti nos dijo que te caíste de un árbol.

»Tus abuelitos nos pidieron que te cuidemos muy bien porque iban a pelear con un oso que les robó un regalito para que querían darte.

«El pobre Brent era muy crédulo siendo pequeño. Muchas veces lo molestaban con mentiras para luego burlarse de él. No me siento bien haciendo esto», pensó el peligro.

-¡No están haciendo muy bien su trabajo! -chilló Brent entre lágrimas-. ¡Quiero a mi abuelito y a mi abuelita!

Oswald abrazó a Brent, para tratar de tranquilizarlo. Ifero se levantó de aquel lugar. El haber empatado contra el moreno no le había agradado, y mucho menos por la aparición de ese anciano que lo había convertido en un niño llorón.

-Tengo que descansar luego de... -dijo Ifero.

-De jugar a las escondidas con Brent -intervino Oswald-. Ya les dije que subirse a los árboles es peligroso.

«Ni se te ocurra decir que pelearon», meditó el muchacho de cabello negro con la mirada puesta en Ifero, y este último lo ignoró.

El chiquillo no tardó mucho en quedarse dormido en los brazos de su mejor amigo y este lo cargó para llevarlo con los otros. No podían dejar que Brent se quedase de esa forma, y mucho menos, quería contarle los detalles de lo que había sucedido con sus abuelos, porque podía ser algo mucho más que devastador para alguien que volvió a ser tan joven.

-¿Y ahora qué? -cuestinó Sue al ver al moreno en la condición antes mencionada.

-En Ciudad de los Vientos hay una biblioteca enorme -enunció Nico.

-Puede que encontremos información que sea útil para devolver a la normalidad a nuestro amigo -prosiguió Nico.

-Debemos de pensar en algo para mantener oculta la verdad, pues parece que no tiene recuerdos de lo que pasó antes de esto -comunicó Oswald con el aludido en sus brazos.

-Estoy de acuerdo contigo -pronunció Sue al frotar con suavidad la mejilla izquierda del moreno-. También creí que te ves muy tierno cuidando de Brent, Oswald.

Oswald parecía una sandía luego del comentario de la chica. Mike no tardó en bromear, por lo que el par de hermanos nuevamente comenzó con sus peleas habituales.

-Brent si que tiene sueño pesado -dijo Matt al notar que el ruido no inmutó al referido-. Bueno, tanto él como Ifero necesitan descansar ahora.

Los demás estuvieron de acuerdo. Ahorita tendrían un viaje más para descubrir cómo devolver a la normalidad al Heredero del Caos y el Orden, pero Ifero no podía dejar de pensar en lo dicho por el viejo.

«Pronto tendré que buscar respuestas por mi cuenta» reflexionó.

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