El Viaje A Ciudad Astro

Sauros quedó fuera de combate, mientras Ifero mantenía la vista clavada en Brent después de besarlo. El joven Heredero Del Caos Y El Orden no podía creer todavía lo ocurrido momentos atrás; sin embargo, el muchacho que decía tener procedencia en otro mundo también parecía esconder muchos secretos, aunque estos ya no eran prioridad para el muchacho.

El moreno fue liberado finalmente, y reconoció que Ifero utilizaba algo distinto a la magia elemental. El albino sonrió de una forma un tanto tétrica cuando dos explosiones ocurrieron cerca de ellos dos, anunciando que Joel lo estaba acompañando. El Heredero Del Caos Y El Orden tragó saliva a y aprovechó para preguntar una duda que le vino a la mente.

—¿Me estuviste siguiendo o fue casualidad encintrarnos? —preguntó mientras Ifero lo tomaba de la mano.

—Fue algo bastante sencillo —contestó Ifero, acercándose al otro. Levantó su barbilla y le besó por un par de segundos. Separó su rostro tan sólo un par de centímetros para proseguir—. Joel y yo te seguimos con la ayuda de un buen hechizo de rastreo con el que estuvimos trabajando en compañía de alguien más.

»Los dos somos buenos cambia-formas, así que cuando dimos con este grupo enemigo, fue demasiado fácil, a pesar de que Joel no aprecia mucho nuestra habilidad.

»Además, cuando ese grupito de magos caóticos entró a ese tonto evento, los detectamos fácilmente. Ninguno de ellos se percató de que nos infiltramos con facilidad después. Ayuda mucho que Joel pueda leer mentes también.

—Ya entiendo. —Brent se mordió el labio inferior, pensando mucho en el poder del albino—. ¿Lo que ustedes usan es...?

—Somos usuarios elementales —replicó Ifero, comenzando a avanzar con la mano izquierda del otro aferrada a la suya—. Hablaremos de eso después.

»Primero, tenemos que salir de este lugar y encontramos con el resto.

Brent observó que el otro tragó saliva. Parecía que le era difícil expresar algo. Entonces, fue capaz de meterse un instante en su mente, tal como lo hizo Matt con la suya.

—También te amo, Ifero —pronunció. La boca del mayor se entreabrió mientras sus ojos y cabello cambiaban de color sin detenerse.

—Me tomaste por sorpresa —expresó, riendo nerviosamente—. Estaba pensando en lo mucho que quiero decirte eso, pero en lo difícil que me es expresarlo.

»Tal vez te sorprenda saber que eres la primera persona a la que se lo digo, así que admito que soy nuevo en esto.

»Se siente, no sé, decir que solamente que bien queda corto.

Ifero decidió seguir caminando. Era la primera vez que escuchaba a alguien decir que lo amaba. No poder decir lo mismo lo inquietaba. Apretó su naso. Caminaba tan rápido para que Brent no se diera cuenta de el debate mental que tenía consigo mismo.

Un par de magos caóticos de la oscuridad se percató que los dos jóvenes escapaban. El joven de otro mundo lanzó una rayo de energía contra estos, y luego cambió de forma. Usó parte de su energía para que el Heredero Del Caos Y El Orden también pudiese modificar su apariencia antes de ser vistos nuevamente.

Los dos se habían transformado en hormigas, y debían de avanzar con sumo cuidado para evitar ser pisados por varios sujetos que caminaban con demasiada prisa, además de pasar por otros múltiples obstáculos y bichos depredadores que se les presentaban en el camino. El mayor podía hacer uso de sus poderes para atacar y defender al otro, situación distinta a la de Brent.

Hormiga-Ifero localizó a otro bicho más grande a su derecha, y se dirigió a este, claramente seguido por Hormiga-Brent.

Lo único que el moreno pensaba era que posiblemente Brett estaría gritando un millón de insultos en contra de Ifero por ser transformado en una diminuto insecto, y pensó también que Brenton lo encontraría bastante divertido.

Al llegar con el tercer bicho, Brent se percató de que se trataba de Joel. Los tres siguieron caminando por dos días seguidos hasta que lograron alejarse por completo del séquito de Okuros. El más joven se dio cuenta que ser hormiga era algo bastante admirable. Caminó mucho y sin cansarse. Obtener comida tampoco fue difícil, aunque a Brett le pareció todo lo contrario, ya que lanzó mil y un insultos contra Ifero tal como lo previno. Brenton estaba contento, ya que veía el ambiente de El Todo y La Nada desde otra perspectiva.

Al finalizar el segundo día de viaje, los tres jovenzuelos retomaron sus formas habituales, decidiendo entrar en una cueva abandonada como refugio tras un día lluvioso.

—¡Vaya lío! —gruñó Joel—. ¡Tuvimos demasiada suerte!

—Lo admito, pero me alegra salvar a Brent —comentó Ifero ante el comentario del otro—. Además, no puedo dejar que el Señor del Caos le ponga sus asquerosas manos encima.

»Lo destruiré si se le ocurre volver a tocarlo.

—Sé que ya has dicho que vienes de otro mundo —recordó Brent a Ifero—. ¿Por qué llegaron a este mundo? ¿Qué lo hace tan diferente al de ustedes?

—Lo que hace diferente a este lugar respecto a nuestro mundo, eres tú, Brent —replicó aquel joven con una mueca de alegría, cosa que el moreno tomó como una especie de coqueteo, llegando a sonrojarse—. En nuestro mundo no hay un Heredero de Xamián y Destraik. Hay un Heredero del Bien, y, por otra parte, hay un Heredero del Mal.

»Son fuerzas que hasta el momento no se han combinado.

»Creo que ese tal Joshua es bastante diferente a ti.

—¡Un momento! —exclamó Brent—. ¿Acaso mencionaste el nombre Joshua?

Brent recordó al chico en la biblioteca, y también logró acordarse que él mismo lo había llamado por el que parecía ser su nombre, es decir: ¿Sería una coincidencia?

—Ese es el nombre del Heredero de Xamián, el Señor del Bien —anunció Joel—. Al parecer, ese chico está destinado a combatir a Destraik, mejor conocido como Xonión en este mundo.

—También encontramos información de que en este lado tienen bastante conocimiento sobre el mundo del que Joel y yo provenimos —comentó Ifero, apoyando su mano derecha sobre la espalda del menor—. Hay bastante literatura sobre el tema.

»No entiendo porque tus abuelos ocultaban algo importante.

—¿De verdad hay mucha información sobre su mundo? —cuestionó Brent, desconociendo sí en verdad existían datos del mundo de ese par.

—La hay —respondió el amigo del muchacho, con una calidez que embriagó al moreno—. Me sorprende que ni tus amigos te hablaran del tema, ya que en el colegio al que asistían había libros repletos de información.

Brent recordó que Tigrein se había puesto algo molesto aquella vez que escuchó a Ifero hablando de su mundo.

«¿Acaso había una prohibición por la que no debía de enterarse sobre ese otro mundo?», reflexionó.

—No la hay, Brent —respondió la voz de su hermano mayor en el interior del muchacho—. Es información confidencial que únicamente se da a conocer a los magos elementales.

»Nuestros padres bloquearon nuestros poderes cuando éramos unos bebés, por ese motivo fue que tuvimos que entrar a clases para la gente que no puede usar la magia elemental, lo que también nos negó el acceso a esos datos.

—¿Brett y tú escucharon las clases que tomé en El Reino Central? —preguntó Brent, preocupándose por su privacidad.

—No escuchamos todo lo que ocurre a tu alrededor —contestó Brenton.

—¿Te encuentras bien? —inquirió Ifero.

—Estaba un poco pensativo —replicó el chico con cierto nerviosismo, ya que no sabía cómo explicar lo de sus hermanos—. Es algo difícil de procesar. No me imaginé que mi mundo estuviera lleno de secretos que por alguna razón no se me revelaron.

»Es triste y…

—Creo que debemos descansar —cortó Joel, mientras echaba un vistazo al exterior—. Ya es de noche, y estoy seguro de que esos magos caóticos han de estar buscando al chico que está con nosotros.

»Yo montaré la primera guardia, pues confío en que Lord Ifero será lo bastante ágil para manejar cualquier situación si llego a despertarles a tiempo.

—¿Y la otra ayuda que dijiste que tuviste para dar conmigo, Ifero?

—Le pedí que nos encontrara más adelante cuando los vi transformado en hormigas —contestó Joel en lugar del albino.

—Ya veo, y eso es un alivio para no exponerlo al peligro —replicó Ifero—. También estoy de acuerdo en que deberíamos dormir un poco.

Brent durmió como piedra, al parecer, los otros dos estuvieron rolando turnos para montar una vigía. El joven Heredero Del Caos Y El Orden se sentía muy agradecido con aquel par. De nuevo lo habían salvado, y sin razón personal alguna. Después, el muchacho se dio cuenta de que necesitaba replantear sus próximos movimientos, y lograr reencontrarse con sus demás amigos.

—Chicos, creo que lo mejor será dirigirnos a Ciudad Astro —afirmó Brent, una vez que llegó el amanecer—. Mis amigos y yo teníamos planes de dirigirnos a dicho lugar.

»Yo quería buscar un mentor que me ayudara a controlar mis habilidades en la magia astral.

—¿Y qué fue de tus amigos? —interrogó Ifero, con una mueca alegre—. ¿Joel y yo también somos parte de tu grupo?

Brent asintió, lo que sorprendió un poco a Joel. En cuanto a Ifero, aquello le pareció algo divertido. Por dentro, Brent sentía la desaprobación de Brett, y la aprobación de su hermano mayor. Por alguna razón, el menor todavía no llegaba a confiar en el amigo que decía provenir de un mundo, al parecer, paralelo.

—De acuerdo, iremos contigo, Brent —expresó Ifero, no sin antes de que Brett protestara nuevamente.

—¿Iremos? —inquirió Joel, con una expresión de sorpresa, y un poco de desacuerdo.

—Lo haremos —señaló el chico que provenía de otro mundo—. Quiero ver que Brent se vuelva más fuerte. Espero que no haya olvidado lo que le dije la vez pasada.

»Yo quiero enfrentarme a él. Quiero probar su fuerza.

»Es el chico que amo, y al que además de proteger, quiero que se vuelva más fuerte, ya que puede que un día sea la esperanza de este mundo.

—¡Y la probarás! —declaró el joven mago del caos y el orden—. Todavía no olvido aquella promesa, y en el momento en el que complete mi entrenamiento, te venceré.

»Yo también te amo, pero no me vaya dejar derrotar por eso.

Nada podía poner más de acuerdo que ese par, aunque Joel todavía mostraba desconfianza hacia el Heredero Del Caos Y El Orden. Por otro lado, el moreno se preguntaba si sus amigos lo buscarían en otra ciudad, o si posiblemente ya lo habían dado por muerto.

Lo único de lo que Brent podía estar seguro, era de que él tenía un gran deseo de reencontrarse con ellos, sin saber que mientras se disponía a viajar a Ciudad Astro.

Luego de otra noche llena de lluvia en la que el vato y compañía estaban descansando dentro de una cueva más, la sensación de frío se volvió muy fuerte. El muchacho temblaba mucho, y prácticamente estaba muriendo por la crueldad y frialdad del clima, además de la preocupación por sus amigos. ¿Qué pasaría si no se reencontraba con ellos? ¿Y si ya lo habían dado por perdido? ¿Serían capaces de atacarlo, creyendo que se convirtió en alguien peligroso? ¿O qué tal si…? No. El muchacho no le veía sentido a eso. Él sabía que sus amigos serían lo suficientemente listos para huir de cualquier grupo de mugrientos magos caóticas.

El miedo era una sensación que el chico experimentaba cada vez más con una frecuencia mayor. Su pasado estaba lleno de bromas y cosas tontas al lado de Oswald, problemas con sus profesores, e incluso con los directores de su colegio. El chamo extrañaba tanto meterse en problemas, ser regañado en casa por su abuela, que el dolor de jamás volver a vivir esa experiencia era algo que lo dominaba. La tristeza inundaba su corazón como una especie de manto oscuro.

—Lloras —mencionó Ifero a Brent, mientras le observaba con curiosidad—. ¿Qué sucede?

El chaval se dio cuenta de que, en efecto, él estaba llorando. Le daba mucha vergüenza hacerlo enfrente de Ifero y Joel. Ellos parecían ser mucho más fuertes, y eso le hacía admirarlos bastante, pero se sentía más débil y pequeño por hacerlo cerca de ellos.

—Se trata de una basura en el ojo —respondió el muchacho—. No es nada serio.

—¡Mientes! —reprochó Joel—. Extrañas tanto a los tuyos, a tu pasado, y anhelas recuperar lo que te hacía sentir muy cómodo.

El chico quedó impactado ante tales palabras. Joel tenía mucha razón, pero lo perturbador era que él podía leer sus pensamientos y sentimientos como podría hacerlo Matt. Era algo que lo hacía sentir expuesto a cualquier cosa.

—¡Basta, Joel! —se quejó un enfadado Ifero—. No estamos aquí para hacerle la vida difícil a Brent.

»¿Olvidaste qué nosotros le ofrecimos nuestra ayuda?

—¿Por qué le importa tanto? —demandó aquel muchacho con una expresión de furiosa en su mirada—. ¿Por qué debe importarnos tanto alguien de un mundo distinto al nuestro?

—Este no es nuestro mundo, y debemos proteger a mi amado de las garras de un enemigo que puede representar una amenaza para el nuestro —mencionó Ifero, cambiando su color de cabello a blanco—. Necesitamos conocer parte de este mundo, y también a las personas que lo habitan para sobrevivir.

»Recuerda que podemos poner en jaque a todo el lugar del que venimos.

El moreno se quedó algo confundido ante lo expresado por su... ¿novio? ¿A qué se refería con qué Okuros podía ser un posible enemigo del mundo de aquellos muchachos? ¿Formaría parte de algún plan?

—Disculpa todo esto —manifestó el albino tras una fuerte exhalación—. Es simple, Joel y yo provenimos del mundo paralelo a este, lo que ya sabes.

»Nuestro lugar de origen se rige por Destraik y Xamián, dos entidades que tienen una presencia menos poderosa en est regido por Okuros y Lefuto.

»Si nosotros permanecemos sin alterar mucho de lo que hay en este ambiente, no alteramos las cosas, entonces se puede mantener el equilibrio de ambos mundos.

—Eh… Igual no entiendo —expuso Brent, totalmente apenado.

—Si algo te pasara, el equilibrio de este mundo se alteraría bastante —contestó Ifero con una expresión tranquila—. Aunque no es la única razón por la que te ayudamos.

»Lo hacemos debido a que fuiste el primer y único amigo que he hecho en este mundo, con lo cual estoy muy agradecido.

»Con el tiempo, y cada vez que nos encontramos, surgió algo. Eso me da más razones para cuidar de ti, Brent.

El moreno se quedó dormido al poco tiempo, y tuvo sueños bastante extraños. Volvió a soñar con dos espadas que danzaban en círculos, pero esta vez lo hacían a su alrededor. Soñó con la muerte de sus padres, y con una enorme serpiente que volaba libremente por los cielos. También escuchó una voz que le aterraba y al mismo tiempo le helaba la sangre. Se trataba de Okuros, el Señor del Caos.

—¿Crees que me rendiré muy pronto, pequeña sabandija nada agradecida? —preguntó el ser más caótico al muchacho—. Tu madre existió gracias a mí.

»Prácticamente le debes la vida a ella, y ella a mí. Tu existencia fue posible por mi hija, y a pesar de su traición, yo la dejé vivir.

»Fueron los estúpidos de mis otros hijos los que provocaron su muerte, mi intención siempre fue que se volviera a mí, sin importar los orígenes de su apestoso esposo.

—¡No te creo! —recriminó el muchacho, con una expresión con la que trataba de desafiar a la máxima autoridad del caos.

—¡No te preocupes por eso, Brent! —expresó Okuros, seguido de una enorme carcajada—. ¡Pronto tendrás que unirte a mí, pequeña cucaracha!

La risa cesó, y el chico despertó abruptamente. Ifero y Joel seguían durmiendo. Brent comenzó a llenarse de una enorme sensación de preocupación. Tenía la sensación de que algo saldría mal, muy mal. Sin embargo, el muchacho decidió dejarlos dormir hasta que finalmente todos despertaron.

—Debemos irnos —pidió Brent a los dos jóvenes que lo acompañaban—. Debemos de hacerlo pronto. Creo que Okuros está por pisarnos los talones nuevamente.

—Es increíble su persistencia —declaró Ifero con una voz muy calmada—. Tengo una idea.

Ifero sacó un extraño frasco muy delgado, y se lo entregó a Joel, y después, le pidió a Brent que invocara a uno de sus espíritus elementales. El chico accedió  con plena confianza en su ¿amigo, y, segundos después, Tigrein apareció afuera de la cueva, muy contento por ver nuevamente a su amo.

—¡Es bueno volver a verlo! —exclamó el tigre blanco espiritual con gran felicidad—. ¿En qué puedo ayudar a mi amo?

—Permíteme explicar —sugirió Ifero a su amigo—. Le pedí ayuda a Brent porque necesitamos una distracción.

»Uno de mis amigos tiene una poción atrapa esencias y necesitamos capturar algunas para despistar a nuestros enemigos. Lo único que pido es un pelo de tigre blanco espiritual, uno de tu amo, y uno mío.

»Si los que buscan a Brent también tienen rastreadores de esencias, entonces, con eso nos será bastante fácil distraerlos.

—Me parece una buena idea —manifestó Tigrein—. Es bastante peligroso, pero puede funcionar.

—¡Un momento! —interrumpió Joel–. ¿Qué es lo que haré yo?

—También eres un cambia-formas —le recordó Ifero—. Tendrás que usar tu habilidad para ayudarnos.

Joel no estaba muy de acuerdo con el plan, pero el mayor del grupo se lo volvió a decir a manera de orden. Después de eso, el muchacho no tuvo más alternativa que aceptar la idea. Ifero tomó las muestras de cabello y después las introdujo en el frasco de la poción, mezclándolas por cinco segundos, para luego, pedirle a Joel que las bebiera. Este último aceptó a regañadientes, ya que no iba a enfrentarse a su camarada.

Después, los otros dos subieron al lomo del gran tigre blanco espiritual con el amigo de su amo al frente. Justo unos segundos más adelante, Joel salió de la cueva para transformarse en ellos tres. Brent quedó sorprendido debido a que nunca había visto a un cambia-formas que fuera capaz de tomar tres formas a la vez.

—¡En marcha! —gritó Brent.

Tigrein, y el falso Tigrein salieron a toda marcha. Los dos estuvieron lado a lado.

—Nos vemos luego, Joel —mencionó el albino.

El falso espíritu elemental avanzó por la derecha, mientras que el verdadero lo hizo a la izquierda. El moreno sintió un leve dolor en la cabeza, también algo de escalofríos que recorrían gran parte de su cuerpo, acompañados por un ligero mareo. El muchacho se estaba enfermando.

—¿Qué sucede, amigo? —inquirió el albino—. Estás algo distraído

El rostro del menor dio sobre la espalda de Ifero, lo cual llenó de sorpresa al muchacho. Al voltear, se dio cuenta de que algo no iba bien con el Heredero Del Caos Y El Orden.

Ifero tocó frente de su amigo, notando que Brent tenía mucha fiebre.

—¡Maldición! —chilló el muchacho de otro mundo—. ¡Esto no puede estar pasado!

—Iré lo más rápido posible —comentó Tigrein—. Usaré mi cola para sostener al amo, no se preocupé.

»Él es fuerte, y confío en que llegaremos pronto a Ciudad Astro, yo sé el camino para llegar a la ciudad, después de todo, allá se encuentra el tipo de energía que yo poseo.

De momento, la única opción era confiar en las palabras del tigre blanco espiritual de Brent.

Dos horas más tarde, el felino seguía su andar a toda velocidad, mientras que el amigo de Brent sacaba un pequeño frasco de energía caótica de su bolsillo derecho del pantalón. Por alguna razón, el joven de otro mundo sabía que dicha energía le haría bien al chaval de ese lugar, empero, también sabía que usar mucha de esta en él podía resultar… peligroso. Así que también dudo de hacerlo.

Ifero sabía que necesitaba controlar sus sentimientos. Brent le comenzaba a importar más con cada día que transcurría, pero no podía pensar con calma.

El albino se sentía abatido por lo que tenía por Brent, aunque no abandonaría al chico a su suerte. Él fue la primera persona con la se encontró en un mundo desconocido para él, y eso le hacía sentirse… ¿agradecido? Definitivamente, era muy temprano para encontrar la palabra adecuada a lo que Ifero sentía por Brent

Por su parte, el moreno también podía sentir que sus hermanos también estaban enfermos. Algo los había afectado a ellos también. Brett batallaba con un fuerte dolor muscular, y Brenton con una terrible jaqueca. Eso era altamente extraño, debido a que ambos no tenían un cuerpo físico, y de todos modos parecían estar en condiciones muy similares.

Brent también escuchaba varios nombres y voces que por alguna razón se le hacían familiares. Los nombres que él escuchaba eran Jack, Jake, Dante, y por último… ¿Joshua? Ese último resonó bastante en su cabeza. El muchacho recordó al chico con el que se cruzó en la biblioteca. Él no tenía idea de lo que sucedió en ese entonces, pero no iba a negar que sintió una afinidad con el tal Joshua. Al recordarlo, sintió una especie de energía muy cálida que nunca pudo sentir en el pasado.

Un brillo dorado apareció frente a él. Se encontraba frente a un Lefuto con la apariencia del chofer de la familia de Oswald. El joven Heredero Del Caos Y El Orden podía recordarlo muy bien en aquella ocasión en la que se topó con… Joshua.

—¿Qué está sucediendo? —cuestionó Brent—. ¿Por qué otra vez escuchó ese nombre?

—Seguro que ya empiezas a comprenderlo, jovencito —contestó la relajada voz del Señor del Orden—. Lo único que puedo decir, es que tú compartes algo muy especial con ese chico. ¿Cuál era su nombre?

—¡Joshua! —gruñó Brent, al no poder creer que su antepasado no recordara ese detalle.

—¡Claro! —exclamó el Señor del Orden—. Joshua tiene una gran afinidad con tus poderes, debido a situaciones altamente especiales, y si te interesa saber, puedo decirte más.

Brent volvió a sentir una sensación de calidez, aunque esta vez, parecía provenir del mundo exterior, no de un mundo con el que podía hablar con Lefuto.

—A él también le importas, y mucho —mencionó Lefuto, seguido de un chasqueo de dedos, y de una imagen de Ifero abrazando a Brent para protegerlo de un ataque enemigo, y cambiándole la apariencia de su rostro gracias a su habilidad especial—. ¿Qué tenemos aquí?

»Un cambia-formas muy extraño para este mundo. Digo, ya no parece tener algún sentido ocultarte más la existencia de otro mundo.

Para Brent tampoco tenían mucho sentido que se lo ocultaran, así que se preguntaba qué otras cosas más le impidieron saber sobre el otro mundo, uno paralelo al suyo.

—¡Hay algo extraño! —expuso el antepasado de Brent, al observar aquella escena en la que Ifero protegía a Brent de algunos ataques de un grupo de magos caóticos del fuego—. Ese chico y tú también tienen poderes afines, pero por alguna razón, hay un extraño conflicto interno en ese chico.

»Creo que hay cosas que se le dificultan mucho.

—¿Cómo qué cosas? —demandó Brent.

—Algo tan sencillo como lo es tener afecto por otras personas —afirmó Lefuto, tocando el hombro izquierdo de su heredero—. Él te aprecia bastante, y hay algo muy cercano a la alegría que siente al recordar que fuiste la primera persona a la que conoció en este mundo.

Tigrein también luchaba contra algunos magos caóticos, y en ese momento el falso Tigrein apareció, cambiando de forma a un dragón drosae muy similar al de Mike. El falso lagarto con alas golpeó con su cola al grupo enemigo. Sauros y Kendall hicieron su aparición con su respectivas sectas elementales. Brent, Ifero y Joel estaban rodeados, y con muy pocas señales de salir con suerte, aunque…

—¡No cederé terreno! —gritó Ifero—. Nunca nada me ha salido mal, y no dejaré que un grupo de imbéciles le pongan una mano encima a Brent.

La mirada del moreno mostró cierta malicia. Brent se quedó impactado al verlo. Aquel jovenzuelo ingirió la botella de energía caótica que había sacado de uno de los bolsillos de su pantalón, y su mirada se volvió todavía más maligna. Sus ojos se tornaron de un rojo muy brillante, y entonces, comenzó a transformarse.

Brent había leído algunos textos de como las personas del mundo de los países y continentes describían a los demonios, y pudo ver a su amigo convertirse en algo muy parecido. Tenía un aspecto reptilano, con cuernos enormes en la cabeza, pezuñas en lugar de pies, y un par de enormes alas de murciélago.

—Mi energía total está en un 80% —aseguró Ifero, con una voz que le helaba la sangre a Brent—. ¡Atrévanse a meterse conmigo, grupo de idiotas!

—Ese chico es algo peligroso, Brent —advirtió Lefuto—. Aunque creo que estarás muy bien a su lado.

»Además, puede que le ayudes un poco a comprender lo que es tener afecto por otros.

»Aunque lo que me aterra, es detectar una especie de energía maligna en él.

—¿Energía maligna? —preguntó un preocupado Brent.

—Puede ser por toda esa energía caótica que bebió, en combinación con las dos energías dominantes de su mundo, ya que detecto algo más en el fondo de su mente y su corazón.

»Algo bueno.

—¡Onda de expansión aural! —bramó el albino, y al instante, un extraño campo de fuerza comenzó a rodear todo a su alrededor, expulsando a los magos caóticos de su interior–. ¡Es el momento! ¡Explosión aural!

Sauros y Kendall emprendieron una rápida retirada, pero aquellos que no pudieron escapar, tuvieron un final trágico. Más de trescientos hombres y mujeres fueron asesinados por el impacto.

—¡Eso es terrible! —gritó Brent, y entonces, Ifero soltó un rugido bestial, y se abalanzó contra Joel, quien todavía tenía la forma de un dragón drosae—. ¡Joel, no!

El moreno despertó de golpe, y todavía algo adolorido, corrió hacia Ifero. Dos alas espectrales aparecieron en su espalda, y comenzó a sentirse bastante bien. Comprendió que Lefuto lo había curado para detener a su amigo.

Joel fue lanzado brutalmente al suelo, y nuevamente el albino iba a cargar en su contra, siendo detenido por Brent.

—No permitiré que le hagas daño a Joel, él es tu amigo —dijo un asustadizo Brent—. Yo también soy tu amigo, y yo…

»Yo quiero que seamos más que amigos. ¡Se mi novio, Ifero!

Brenton habló desde su interior, pues él tenía un plan para liberar a Ifero de aquella energía caótica que había ingerido.

—Voy a absorber toda esa energía que lo puso así —aseveró el hermano mayor de Brent.

Brent aceptó, cediendo rápidamente su lugar al mayor de sus dos hermanos. El chico del orden dio un puñetazo al amigo de su hermano sándwich, y este se sacudió la cabeza.

Luego, el mayor de los tres hermanos lo tomó por los hombros, cambiando su identidad por la de Brett, quien absorbió aquel poder extra que estaba dentro del albino, y más tarde, Brent retomó el control de su cuerpo. El amigo del muchacho también retomó su aspecto normal, abrazando fuertemente al moreno. También se dio cuenta de que había atacado a Joel, aunque algo más había ocurrido.

El actual grupo de Brent había arribado a Ciudad Astro, el lugar de origen de la magia astral.

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