El Heredero Del Caos

Momentos atrás, Brent había cedido todo el control de su cuerpo a Brett, el «verdadero heredero de Okuros». Jenna y los otros nunca habían visto que su amigo se rindiera tan fácilmente, por lo que no sabían qué pensar ante la situación que tenían frente a ellos, aunque la aparición del hermano pequeño del moreno podría representar un peligro debido a lo errático que solía comportarse.

Jenna quería pensar que Brent  una buena razón para haber dejado a cargo a su lado caótico, algo como un plan entre manos; en, lo más inquietante era que el Señor del Caos tenía puesta su mirada en Mike y su hermana. Incluso dejó a un lado a Umar, el otro descendiente de Lefuto.

Umar estaba al tanto de los ojos de aquel colosal ser con la apariencia de un dragón, sabiendo bien que está no era su verdadera forma, sólo algo que era entendible para la vista de un ser humano común y corriente.

Aunque comenzó a inquietarse todo el poder generado por Okuros y su nieto. Después de todo, los magos oscuros eran unos buenos detectores de energía caótica, por lo que él podía sentir la presencia una gran concentración de dicha energía por rededor de aquel par. Con los dientes y puños apretados, gruñó en voz baja.

«Sabía que el enclenque era muy fuerte, pero no tanto. Además, si no tiene cuidado, nos puede poner en peligro», meditó el muchacho que portaba unas gafas.

Brett era sin duda alguna, una poderosa presencia del Caos. Podría incluso rivalizar con  los líderes de las variadas Sectas elementales si se lo llegaba a proponer. Así que para su abuelo era un motivo de orgullo verlo frente a frente por vez primera.

Por su parte, y en el centro de todo este escenario, Mike tiritaba ante la incertidumbre del momento. A pesar de encontrarse asustado, estaba dispuesto a luchar para proteger a su hermana menor. No le importaba mucho si tenía que enfrentarse a Brent o a Brett con tal de evitar perder a alguien más de su familia como pasó con su hermano.

«Es lo correcto», pensó.

Por su parte, la chica se había prendido del brazo derecho de su consanguíneo, preocupada por Brent. Su hermano era bastante desagradable.

Y por último, se encontraba el moreno de ojos rojos. Él había decidido acudir al llamado de su abuelo, haciendo buen uso de la palabra para convencer al Heredero Del Caos Y El Orden de dejarlo salir. Tenía muchas cosas en mente ahora que se encontraba cara a cara con su antepasado, además de que era grato verlo por vez primera.

—Sigo esperando la respuesta, nieto mío —dijo Okuros al jovencito—. ¿Por qué has decidido viajar con aquella bichos mugrosos?

—¡Eso es asunto de esa sabandija que me mantuvo encerrado! —manifestó el chaval—. ¡Incluso me ha pegado sus estúpidas ideas y formas de pensar!

»¡Lo odio tanto, abuelo! —profirió como un niño pequeño.

—Todavía no respondes a mi pregunta, Bretley —impugnó el ser más caótico de la existencia en un tono muy seco y cortante—. ¿Cuál es tu motivo para mantenerlos con vida?

—Ya lo he dicho —contestó Brett, mientras observaba a los jóvenes magos del fuego—. Necesitaba que ese idiota confiara en mí para que me dejara salir de una buena vez, abuelo.

El jovencito observó directamente a Okuros, el Señor del Caos, y yayo suyo. Una sonrisa maléfica se dibujó rápidamente en su rostro. Parecía estar dispuesto a traicionar a los amigos de Brent con tan de salirse con la suya.

—Ahora que ya no los necesitas más, te sugiero que los elimines inmediatamente, muchacho —señaló el Señor del Caos, en una forma que parecía más una orden—. Será la única forma en la que me daré cuenta de que tan leal eres a Lefuto, o a mí, Bretley.

Los magos del fuego del orden se quedaron petrificados, mientras esperaban la respuesta de Brett. El nieto de Okuros asintió, sonriendo de par en par, lo que llenó el ambiente de un pesado miedo y pánico. El vato comenzó a caminar en dirección a Mike y Susanne, llegando a ser interceptado por una bofetada que le había lanzado Jenna.

—¡¿Qué rayos pasa contigo?! —protestó Brett—. ¿Te das cuenta de que yo no soy tu patético amigo?

—¡No me importa! —bramó la muchacha—. ¡A ti qué rayos te importa lo que yo quiera hacer, perdedor!

»¡Tú eres mejor que esto! —Esto último lo dijo a Brent, no a su hermano pequeño.

Brett fingió hacer caso omiso de lo último dicho por la chica. Jenna era realmenre hermosa, pero era alguien que era muy lejana para él.

—No puedo creer que te hayas rendido tan fácil, Brent —prosiguió la chica—. ¡Regresa, por favor!

»¡No soporto al imbécil de tu hermano!

Las palabras de la muchacha eran muy hirientes para el corazón del menor de los hermanos de Brent. El aludido sabía que estaba actuando como un verdadero idiota, pero así le gustaba comportarse. Lo hacía sentir que tenía su propia personalidad que lo diferenciaba de sus hermanos; no obstante, era muy doloroso para él el hecho de no tener un cuerpo propio para hacer amigos, buscar una novia, incluso para buscar otros modelos de comportamiento. Todo esto era imposible. Brent no lo sabía del todo, pero él le quitó la posibilidad tanto a Brenton como a él de tener una vida propia.

—Él ya no existe —declaró el moreno con los ojos cerrados—. Dejó de existir en el momento que me cedió el control.

—¡Mientes! —gritó Jenna, dando otra cachetada al pibe—. ¡Yo sé que Brent existe! ¡Los he visto cambiar una y otra vez!

»¡Ahora te ordeno que devuelvas a mi querido amigo, ya que tú eres un ser horrible!

«Así de terrible debió de sentirse él con todos en El Reino Central», meditó el chico, recordando que su hermano era molestado constantemente por otros por ser diferente.

—Esto es distinto —afirmó Brett, sobando gentilmente la mejilla que recibió el impacto del golpe—. Él decidió ceder ante el llamado de Okuros —dijo seriedad—. Por eso se ha convertido en un ser caótico en su totalidad, y ese ser soy yo.

—Él dice la verdad —interrumpió Umar, caminando sin problema alguno hasta ellos—. No puedo sentir al enclenque.

»Únicamente, puedo notar una gran concentración de energía caótica que emana de ese «otro enclenque». —Miró con despreció al ojirrojo.

Brett arqueó la ceja derecha al momento de escuchar la ofensa dirigida hacia él por parte de Umar, pero este sonrió con un aire engreído que hizo que el moreno se sintiera atacado.

«Todos aquí me detestan», caviló con desánimo.

Los demás estaban impactados ante lo comentado por el mago de la oscuridad y el hermano del Heredero Del Caos Y El Orden. ¿De verdad Brent se había esfumado para siempre? Los amigos del chico se negaban a creerlo. Ellos no podían creer que el jovencito al que conocían hubiera desaparecido de esa forma. Aquello representó un duro golpe para la muchacha. Oswald ya no estaba con ellos tras una discusión que hubo con Brent. Él había conocido a Brent desde el jardín de niños, y se había vuelto su mejor amigo, y ella, los conoció tan sólo unos cuantos años antes de este evento, pero se había vuelto cercana a ambos. Una pesadez capturó su alma. Se le hizo un nudo en la garganta, y comenzó a llorar.

Nuevamente, ella se dirigió a Brett, exigiéndole que le devolviera a su verdadero amigo; empero, no consiguió más que una gran burla por parte del morro. El nuevo Heredero Del Caos se pitorreaba de los amigos de su hermano, aquellos que lo despreciaban a él por no ser Brent.

—¡Ya les dije que esa sabandija pendeja ya no existe más! —exclamó con una mirada socarrona.

Jenna recordó aquel momento en el que conoció al chico al que tanto quería. Se le había caído su lápiz en el salón de clases al que recién había llegado, y Brent, tan amable como era,  se levantó de su asiento para ir por este, sonriendo y presentándose de una forma tan enérgica que se ganó miradas de extrañeza y otras fulminantes luego de dar un espectáculo solamente para darse a conocer ante ella.

Jenna sintió vergüenza en aquel momento. Mucha gente ya le había dicho pestes de aquel jovenzuelo, pero ella creía que era mejor conocerlo antes de juzgarlo.

«Y aún así, le dije cosas tan terribles poco antes de que perdiera a sus abuelos», caviló con remordimiento, pues tal vez no lo volvería a ver jamás.

Aprovechando el momento de distracción, Brett avanzó hacia Jenna. Ella intentó abofetearlo de nuevo, pero el chico la detuvo, y usó una suerte de encantamiento que la dejó fuera de combate. Umar decidió seguir observando al otro lado de su estudiante, por lo que el muchacho tenía el camino libre para poder llegar con Mike y su hermana. Incluso las legiones de Kendall se habían marchado, pues sabían que el Señor del Caos no les permitiría intervenir en un asunto de su nieto.

El mago del fuego dio un paso hacia adelante, colocándose frente a Sue.

—¡Vete de aquí! —ordenó a su hermana.

Ella negó con la cabeza.

—Juntos podemos tener una mejor oportunidad de enfrentar al nieto del Señor del Caos —afirmó, mostrando los dientes y apretando los puños en señal de que estaba lista para enfrentar a aquel tipo repugnante.

—Será un placer enfrentar a ambos —comentó Brett, mofándose de los amigos de su hermano mayor—. Nunca creí divertirme tanto.

Volvió a esbozar la sonrisa engreída para proseguir con su plan con el que pretendía alzarse con la victoria.

—¡Fogo Enereo! —exclamó Mike.

De repente, una gran ráfaga de fuego envolvió al hermano de Brent. De manera sorpresiva, el muchacho invocó a Tigrein para disipar el fuego. El tigre blanco espiritual usó su cola para crear un gran ventilador, logrando anular el hechizo de Mike.

—Tan increíble como soplar las velas de un pastel de cumpleaños —comentó Tigrein con orgullo—. Nunca creí darle ese uso a mi cola.

Rugió y se echó a los pies de su joven amo, mientras esté le acicaló la oreja.

—Te lo agradezco mucho, mi fiel compañero —dijo el moreno para el feroz gato sobredesarrollado—. Eres un gran amigo.

»Regresa a tu mundo, que yo me encargo del resto. —Abrazó al animal, pero realmente se sentía triste ante tanto desprecio—. Si te necesito de vuelta, te llamaré.

El tigre blanco espiritual se marchó sin haber protestado. Mike nunca había visto que Brett usara a uno de los dos espíritus elementales de Brent, así que comenzaba a creer que el chico había dejado de existir como lo confesó su carnalito.

—¡Himbrotum! —chilló Brett.

Un enorme dragón hecho de fuego oscuro apareció frente a los hermanos. El joven mago del fuego se negaba a la idea de tener que enfrentar a Brett. Él prefería pensar que Brent se encontraba en alguna parte, buscando una forma de retomar el control de su cuerpo y evitar un desastre mayor.

Volvió a recordar y comparar al tato que perdió tiempo atrás, uno tan parecido al chico que debía enfrentar.  Resultaba imposible querer hacerlo.

«¡De verdad no quiero hacer esto!», reflexionó Brett, pero no había marcha atrás.

Solamente deseaba que todo saliera de acuerdo a lo planeado. De todos modos sabía que los amigos de su hermano lo odiarían de todos modos.

—¡Ahora! —exclamó Brett.

El dragón de fuego oscuro lanzó una gran llamarada en contra de Mike y Sue. El lado caótico de Brent avanzaba en dirección a los magos del orden, y después, Okuros volteó la mirada en dirección a Umar, el siguiente objetivo que ordenaría al chico eliminar.

En tanto, Mike había creado un hechizo protector para él y su hermana. El impacto del fuego en aquella barrera creó un humo que imposibilitò a Okuros observar lo que estaba sucediendo allí. Aprovechando la situación, Mike no logró darse cuenta de que algo más sucedía cerca de su ubicación.

—Okuros está distraído ——dijo el chico a los amigos de su carnal—. Les sugiero a ti y a tu hermana que finjan que los he vencido. Deben de hacerlo rápido.

»Mi loco abuelo no tardará en darse cuenta del plan que tengo en mente.

«Aunque me odien, háganlo, por favor», pensó el moreno.

—¿De qué carajos estás hablando, maldito idiota? —preguntó Mike con aire desafiante—. No olvides que le hiciste daño a tus amigos.

La mirada del mago del fuego se posó sobre Jenna, quien inconsciente, le hizo pensar que Brett le hizo daño.

—¿Cómo esperas que confíe en ti si tú le hiciste daño a la chica de la que tu hermano está enamorado? —demandó el chico de ojos anaranjados.

—Jamás la dañaría —mencionó el hermano de Brent, quien también la amaba—. Lo único que hice, fue conocer bien un hechizo que hace que las personas se duerman por unos pocos minutos.

»Se necesita un leve contacto para que funcione. —Intentó mostrarse tranquilo—. Confíen en mí.

»Fue una difícil decisión que tuve que hacer para que Okuros creyera que estoy de su lado.

«Es lo único que puedo hacer por ahora», caviló ansioso.

Brett parecía preocupado ante las miradas de los jóvenes magos del fuego. Mike nunca lo había visto de esa forma. Al poco tiempo, le pareció ver los ojos de Brent en lugar de los de su hermano pequeño, algo que le hizo confiar más en el muchacho.

De hecho, Brent también había sido mandado a dormir, ya que Brett sabía bien que su hermano pensaría que su plan tenía muchos riesgos y seguramente querría intervenir, echando a perder el plan que había trazado.

—¿Qué está pasando? —preguntó la voz de Okuros—. Esto ya se está demorando demasiado.

—Por favor, confía en mí. —Pidió Brett a Mike—. ¡No hay tiempo!

Mike y su hermana se tiraron dramáticamente bocabajo sobre el suelo. Mientras, Brett comenzó a reírse como loco, además de anunciar que se había alzado con la victoria.

Aquel ser que invocó antes desapareció finalmente, tras cumplir con el trabajo al que fue llamado.

—¡Lo has hecho! —exclamó la propia encarnación del Caos—. ¡Lo has hecho!

—¡Claro que lo hice, abuelo! —respondió el muchacho, alzando el pecho con orgullo.

Okuros comenzó a reírse, pero en ese momento, el chico comenzó a tener un mal presentimiento, y tuvo toda la razón. El Señor del Caos le dio un gran golpe con la punta de su cola. El moreno se quedó sin aire por unos segundos, observando al colosal dragón negro con desasosiego.

—Realmente no salió tan bien tu plan, muchacho —comentó el abuelo de Brett—. Créeme que estuve más pendiente de lo que tú crees.

»Soy el rey del engaño y la manipulación. ¿De verdad me crees tan estúpido?

»Habla ahora, insecto desgraciado. Te daré una oportunidad para explicar tu plan, o de lo contrario, yo mismo te enviaré a un lugar peor a lo que los humanos llamaron «infierno» en el pasado.

Brett había usado en su hermano el mismo hechizo que utilizó en Jenna, por lo que Okuros y Umar no habían sentido la presencia del chico en el momento en el que su lado caótico tomó el control, pero el nieto del Señor del Caos no estaba dispuesto a compartir ese secreto con su reptiliano yayo.

—Ese es mi secreto, abuelo —replicó el jovencito—. Lo lamento, pero me has descubierto. Nunca tuve pensado unirme a ti. Soy libre de tomar mis propias decisiones.

»De hecho, debo de admitir que me das asco con tu aspecto de una enorme lagartija con alas espantosas.

—¡Nadie me traiciona, muchacho insolente! —afirmó Okuros en un tono amenazante—. Verás que has tomado la peor decisión.

»Te obligaré a cambiar tu forma de pensar, sin importar que tenga que descargar mi furia en ti, gusano.

Brett se quedó paralizado. Él intentaba moverse sin éxito alguno. Ninguno de los músculos en su cuerpo le respondía. En ese momento, el chico se dio cuenta de que Okuros había realizado un potente hechizo en él. El Señor de todo lo caótico utilizó su largo culo de reptil para golpear sin piedad al muchacho, y su objetivo ni siquiera se podía mover del lugar en el que estaba parado. Mientras tanto, el abuelo del muchacho parecía estar disfrutando de sus acciones, ya que reía a carcajadas mientras seguía amedrentando físicamente al jovencito, quien solamente podía gruñir de dolor ante el castigo que estaba recibiendo.

—Es una pequeña probadita de todo lo que está por ocurrir por tu insolencia, mocoso desgraciado —mencionó Okuros entre risas—. ¡Fis!

El pibe sintió que alguien invadía su mente. A él llegaron imágenes de Jenna y Oswald muertos. También fue obligado a visualizar algunas en las que Okuros devoraba a Mike, Sue y Umar. Además, el Caos en carne le mostró repetidas veces la forma en la que murieron sus padres.

—¡Es suficiente! —suplicó el chaval con ojos llorosos—. ¡Ya basta!

—¡No lo creo! —advirtió Okuros a carcajadas—. La muerte de tu madre fue un gran ejemplo de lo que sucede con los traidores. De eso se encargaron todos sus hermanos.

»Te dije que a mí nadie me traiciona, estúpida sabandija rastrera.

Segundos más tarde, el abuelo de Brett usó su cola para sujetar y apretar fuertemente al chico, obligándole a observar a los amigos de su hermano mayor.

—Sé que en el fondo también los consideras tus amigos —mencionó el Señor de todo lo caótico—. Tendré que comenzar la masacre con ellos.

»Los eliminaré uno a uno —advirtió el ser más caótico del universo—. ¿Cuál de todos ellos te importa más, nieto mío?

Brett no podía elegir entre ninguno de ellos. Eso le daría un poder mayor a Okuros, algo que él no estaba dispuesto a permitir. Se sacrificaría por ellos.

«Brent, Brenton, pido perdón por el plan que tengo, ya que los tres nos iremos para siempre», meditó mientras seguía siendo atacado por su yayo.

—¡Ya sé! —expresó la representación del caos—. ¡La chica!

»¡Ella le importa mucho a tu otra parte!

Aquel ser se refería a Jenna.

—¡Es a mí al que quieres, abuelo! —chilló el ojirrojo.

De inmediato, Brett comenzó a moverse de forma desesperada para intentar detener a su yayo, aunque todo el cuerpo le dolía ante el esfuerzo, ya que el hechizo al que fue sometido seguía activo. Él no iba a dejar que el ser más caótico del universo dañara a la muchacha. Después de todo, Brent y Brett compartían algo en común, es decir, los dos estaban enamorados de la misma persona.

—¡Eres un sucio bastardo! —gritó Brett con rabia—. ¡Nunca me uniré a ti si los dañas a ellos!

»¡Eres una maldita lagartija desgraciada! —bramó, buscando obtener la atención de su ancestro—. ¡Ahora entiendo la razón por la que mamá dejó de trabajar para ti!

Aquello llamó el interés de Okuros, ya que dejó tranquila a la amiga de su nieto. Mike y Sue permanecían en el suelo, observando lo que sucedía. En tanto, Jenna comenzó a despertar finalmente.

—¡Vaya momento más oportuno! —expresó Okuros, seguido de una risa macabra—. Tus amigos verán el castigo que te has ganado por tu traición.

El Señor del Caos lanzó a su nieto contra un edificio abandonado. Jenna soltó un grito de terror, y Mike se quedó en shock. De nueva cuenta, Okuros utilizó su culo de lagarto para sujetar al pibe, únicamente para arrojarlo contra el suelo, para después golpear repetidamente al muchacho quien gritaba de dolor ante el daño recibido.

—¡Deténgase! —clamó Jenna—. ¡Por favor, deténgase! ¡Él es su nieto!

»¿Acaso no me preocupa lastimar a su propia sangre?

—Para nada, señorita —respondió con frialdad.

Sue lloraba de forma desconsolada, y Mike la abrazaba, al mismo tiempo la cubría para que ella no pudiera ver lo que el caos encarnado hacía a Brett. Umar permanecía inmóvil, pues así no atraería la atención de aquel ser.

De pronto, el mayor se armó de valor, y vociferando algunas palabras, una bola de fuego llegó a su mano, misma que lanzaría contra el colosal animal; mas, este creó una barrera de energía para evitar interferencias.

—Tu turno llegará pronto, puta escoria. —advirtió Okuros al amigo de su heredero, mirando a este con total desprecio—. Pero ahora, estoy ocupado con mi nieto.

De hecho, a los pocos segundos detuvo su ataque, mostrándose sorprendido de ver que Brett se encontraba de pie, aunque malherido debido a los golpes que recibió.

Hilos de sangre recorrían todo su cuerpo, y su ropa estaba llena de cortes y agujeros. Tenía moretones en todas partes y jadeaba con dificultad.

—Nunca me has dejado de sorprender, chiquillo —aseguró el Señor del Caos con una gran sonrisa llena de malicia—. ¡Pero me da igual!

El poderoso dragón negro que representaba a Okuros escupió cuatro púas gigantes que atravesaron los hombros y pies de su nieto. El chico hizo un leve ruido de dolor, tratando de ocultar su verdadero sufrimiento. Se podía notar muy debilitado, al mismo tiempo que observaba a todos los amigos de su hermano mayor.

—Les pido disculpas por todas las molestias de hace un momento y las anteriores también —bosticó  débilmente Brett para los amigos de su carnal.

—Creo que ha llegado tu fin, basura —expresó el yayo del moreno de ojos rojos—. Debo admitir que tu valentía es increíble.

»Quizá nunca fuiste el poderoso heredero que se me prometió, pero si fuiste muy valiente e imbécil.

Cuando Okuros estaba por escupir una púa más, algo más llamó su atención de manera repentina. Un enorme brillo que provenía de algún lugar cercano. Se trataba de una figura misteriosa que cargaba una caja. El abuelo de Brett comenzó a sentir que algo lo jalaba con fuerzas, y de inmediato, intentó luchar contra esa fuerza que quería absorberlo, aunque no consiguió liberarse. El mismísimo Señor de todo lo caótico fue metido en lo más profundo de una caja muy extraña y que era fácil de cargar con dos manos.

Las púas que atravesaron los hombros y los pies de Brett desaparecieron, y el muchacho cayó bocabajo totalmente inconsciente. De inmediato, Jenna corrió en su ayuda, y usó el mismo hechizo que usó en Brent la vez anterior.

—Quiero intentar algo —pidió Sue—. He estado trabajando en hechizos curativos. ¡Fogo Seo!

Una pequeña ráfaga de fuego curativo cubrió a Brett. En ese momento, el personaje misterioso apareció frente al muchacho y al resto de los allí presentes, trayendo consigo aquel peculiar artefacto.

—¿Eso es...? —cuestionó Mike al observar aquel objeto hecho de madera de roble.

—Una de las cajas de las ciudades elementales que sirve para anular los aspectos del Señor del Caos —respondió el extraño—. No les puedo decir más —aseveró el desconocido personaje—. Pero si me acompañan a Ciudad Valentía, les contaré todo lo necesario.

—¿Y tú quién eres? —interrumpió el joven mago del fuego, desconfiando de aquel que recién apareció.

—Un amigo de Umar —anunció el sujeto, y en ese instante, Brett observó que este vestía una túnica de múltiples colores con una capucha que cubría su rostro—. Por esa razón no los ayudó en nada durante el combate.

»El pobre tipo necesitaba usar un potente hechizo de comunicación para mantenerme al tanto de lo que estaba ocurriendo sin levantar sospechas.

»Afortunadamente, pude encontrar una de estas cajas, misma que fue fabricada en esta ciudad en decadencia, por si a algún imbécil se le ocurría invocar uno de los varios aspectos del Señor del Caos.

Umar lo fulminó con la mirada luego de aquel discurso.

—Al menos demostrarme que puede ser de utilidad —gruñó el de lentes—. Sigan al idiota al lugar que les dijo, fin del comunicado.

—¿Tú no irás con nosotros? —cuestionó Jenna.

—Claro que iré con ustedes —respondió Umar en un tono cortante—. Ya se han perdido muchos días de escuela, y alguien debe de asegurarse de que estudien.

»Además, todavía debo de enseñarle a mi pupilo a no ser tan imprudente.

Echó una mirada de reproche a su joven estudiante.

En ese momento, Brett comenzaba a despertar, pero ahora se trataba de Brent. Jenna estaba contenta de verlo una vez más, pero al mismo tiempo, ella estaba furiosa con él, razón por la que le dio una bofetada.

—¡Eso fue por toda la preocupación que nos hiciste pasar! —gritó la chica tras asestar aquel golpe—. ¡No tienes idea de lo asustados que estábamos!

»¡Aunque me alegra que hayas vuelto! ¡Creí que…!

Ella soltó en llanto, mientras se aferró al pecho del chaval. Por dentro, Mike sentía mucho alivió de ver a salvo a aquel chico. Tal vez Brett había mentido para llevar a cabo lo que había planeado.

«Creo que lo juzgué bastante mal», pensó con tristeza.

Por su parte, el moreno de ojos negros no parecía estar muy animado de volver con los suyos. Había sido testigo en parte de los último momentos de la batalla en la que su hermano menor estuvo bastante cerca de perder la vida.

—Tuve que usar parte de mí energía para salvar a Brett —declaró ante sus amigos.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Sue con aires de desconcierto—. ¿Acaso él estuvo…?

—Cuando me regresó el control, vi que él se desvanecía, así que tuve que ayudarle a sobrevivir. —expusó el moreno de ojos negros, lleno de preocupación por su también hermano—. Me pidió disculpas, y por primera vez en la vida, lo vi llorar.

»No me puedo imaginar qué hubiera sucedido con él y mi otro hermano en caso de su muerte. —Recordó el rostro lleno de arrepentimiento en Brett—. Creo que no lo veremos en un buen tiempo.

Los amigos de Brent se quedaron en silencio, en lo que Umar les dio la espalda a los demás.

—Si no se mueven ahora con rumbo a Ciudad Valentía, podremos volvernos a encontrar con más esbirros de Okuros en lo que siguen hablando bonito sobre el «amor y la amistad», profirió el mago oscuro del orden.

»También será un buen lugar para que mi pupilo consiga nuevos avances.

El chico podría proseguir con su entrenamiento allá, y tal vez, descansar un poco de sus perseguidores. Además, la magia del elemento aura tenía cierta afinidad con la magia astral, así que el moreno podría aprender algo que le fuera de utilidad.

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