Capítulo 1: Invitación
–Ah, ah, ah.
Sentía mi respiración agitada mientras corría intentando esquivar a cientos de personas.
– ¡Rápido, preparen las armas!
Escuche de parte de un hombre, cuando repentinamente una explosión resonó, destruyendo un muro y haciendo que los escombros volaran golpeando a los demás estudiantes.
– ¡Atravesaron las defensas! ¡Todos prepárense para la invasión!
Trague saliva mientras me levantaba del suelo limpiando el polvo de mi cara, mire alrededor sintiendo que mis oídos zumbaban.
Mi escuela, parte de un castillo construido sobre un islote cerca de la costa de una ciudad, antes sus muros y torres blancas se alzaban majestuosamente, pero ahora solo podía ver como unos disparos de magia empezaban a derribarlos. A mi alrededor los alumnos y soldados intentaban alejarse o prepararse para la entrada de tropas enemigas.
Giraba mi cabeza intentando buscarlo, entonces lo vi, con su pelo negro y su uniforme blanco con decoraciones de jade.
–Roe.
Susurre su nombre mostrando una sonrisa de alivio, pero ya no quedaba tiempo.
– ¡Mierda! ¡Luna, barcos voladores!
Escuche de parte de uno de mis compañeros haciendo que levantara la mirada hacia uno de los muros, trague saliva al observar una enorme nave de madera y metal parecido a un barco el cual carecía de velas en su lugar portaba enormes propulsores, sus cañones apuntaron hacia las principales estructuras del castillo. Gire de vuelta hacia Roe para advertirle.
– ¡Rooooeeeeeee!
Grite a todo pulmón solo para ser ahogada por los disparos naranjas de los cañones.
– ¡Noooooooooooo!
Con un fuerte y estridente grito me levante de la cama extendiendo mi brazo derecho hacia el frente queriendo alcanzarlo.
Pero ya no estaba en aquel lugar, no, estaba en mi cuarto, en la noche con mi pijama.
Respiraba agitada sintiendo que mi corazón se saldría de mi pecho, sudaba frio, mire mis manos viéndolas temblar, de inmediato empecé a abrazarme a mí misma intentando tranquilizarme. Había sido una pesadilla, o más bien un recuerdo.
–Hace mucho que no tenía alguna pesadilla...
Suspire colocando mi mano derecha sobre mi rostro, suavemente empecé a masajear mi sien mientras me levantaba de la cama, mis pies descalzos tocaron el frio suelo de madera, no me importo mucho, solo empecé a caminar hacia la ventana de la habitación abriéndola para ver hacia el exterior.
Frente a mí se encontraba una enorme torre alzándose en medio de una ciudad de grandes proporciones cubierta por el manto de la noche, apenas iluminada por la luz de las estrellas y de la luna menguante, así como algunas lámparas mágicas escasas alumbrando los caminos principales.
–Hace dos años que no lo veo en persona.
Pensé recordándolo, aun me preguntaba como había podido sobrevivir a aquel ataque.
Cruce mis brazos apoyando mi cuerpo contra el marco de ma ventana.
–Y pensar que elegí quedarme aquí para hacerte compañía.
Miraba hacia el oeste de la ciudad, lo sentía tan cerca y tan lejos, casi me sentía prisionera en este lugar, pero tenía mis propios motivos.
Cerré mis ojos llevando mi mano hacia mi pecho intentando concentrarme, pero no logre nada, aun me faltaba fuerza para encontrarlo.
–Debo volver a dormir, mañana será un día pesado.
Bostece mientras cerraba la ventana para volver a la cama.
***
La mañana llego más rápido de lo que esperaba, ya me había colocado mi túnica blanca la cual cubría todo mi cuerpo, tenía largas mangas con bordes rojos. Tras ello peine mi largo cabello blanco colocando mis dos listones rosados, el primero era el más grande ubicado en mi nuca mientras que el segundo estaba a la altura de mis hombros.
Camine hacia mi espejo encontrándome con mi reflejo.
–Se nota mucho que no he dormido muy bien.
Suspire notando las bolsas de bajo de mis ojos verdes, rápidamente tome algo de maquillaje para intentar ocultar aquellas imperfecciones.
– ¡Luna! ¡Abre la puerta! ¡No seas dormilona!
Escuche alguien llamándome desde la puerta mientras al mismo tiempo la golpeaba con su puño.
–Ya voy ¡No soy tan dormilona!
Exclame abriendo la puerta encontrándome con una chica más baja que yo, era de cabello castaño y corto con grandes lentes circulares que ocultaban unos ojos cerúleos. Ella era mi compañera de clases Samanta Burgos, y al igual que yo era una maga blanca.
Sin embargo al verme puso una cara seria.
–Luna Unitri, ¿Por qué tan elegante?
Me pregunto llevando su brazo derecho hacia su manga izquierda sacando una varita de madera.
–Solo quería verme bien al recibir el premio de la más inteligente de nuestro año.
Hable con cierta soberbia solo para recibir un chorro de agua en la cara saliendo directamente de la barita de la chica empapando mi rostro y haciendo que mi maquillaje se corriera.
–Sam... ¿por qué hiciste eso?
Pregunte con enojo, ante lo cual ella me miro con una sonrisa burlona.
–Vamos, no iba a dejar que mi mejor amiga saliera pareciendo un payaso o una anciana que no cree que el plomo fue quien le robo su belleza.
Dijo Samanta mientras sonreía entrando a mi habitación para luego pasarme una toalla.
– ¿O lo hiciste porque tú crees que serás la mejor este año?
Dije tomando la toalla para secar mi cara.
–Claro que lo seré, el año pasado me ganaste, pero este yo ganare al manejar el doble de hechizos que tú, además que yo si manejo hechizos ofensivos.
Me hablo mirándome con superioridad, pero justamente vio mis ojeras.
–No, pos, tu si te matas estudiando...
–Llevo una semana desvelándome estudiando misteltein y muralla de luz.
Dije intentando ocultar aquella pesadilla, sin embargo en su lugar escuché a Sam tragar saliva.
– ¿Cómo puede ser que ya estas estudiando hechizos de nivel 2...? ¿no te es suficiente con ser una experta en cura?
Al escuchar sus dos preguntas únicamente le respondí con una sonrisa preparándome para maquillarme más suavemente.
–Vamos Luna, no pueden dejarte aprender esos hechizos si ni siquiera manejas un hechizo ofensivo.
–No me gusta mucho la magia ofensiva.
–Claro, lo dice la maga blanca que usa una espada y le dio una paliza a un escudero.
Bufe con algo de enojo cruzando mis brazos, para luego levantar la mirada mostrándole una gran seriedad asustándola.
–No seas tan engreída Sam, no te sirve conocer más hechizos si solo dominas uno.
Dije en tono de regaño mientras me ponía de pie.
–Bien, ¿qué te trae aquí en esta hermosa mañana de verano?
Le pregunte suavizando más mi voz.
–Claro, la señora Foot quiere hablar contigo... me mando a llamar desde temprano ¿acaso no tiene sirvientes para ello?
Pregunto cruzando sus brazos suspirando con algo de enojo.
–Bueno es porque eres la presidenta del consejo estudiantil.
–Sí, porque tú no quisiste participar, y aun así este año yo ganare aunque me hayan quitado el 50% de mi tiempo de estudio.
Sonreí caminando hacia la puerta con ella siguiéndome.
–Ya lo veremos cuando nos entreguen los resultados.
–Espero que no llores cuando te gane.
Tras decirme esas palabras ambas empezamos a avanzar por los dormitorios de las chicas, al salir de aquella mansión que significaba el dormitorio nos encontramos frente a la escuela de magia, un palacio blanco formado por cinco torres cilíndricas que terminaban en afiladas puntas en espirales, solté un suspiro estirándome antes de continuar nuestro avance entrando a la institución dirigiéndonos hacia la torre principal.
–Mira, parece que hay algunas valquirias practicando junto a algunos jinetes de grifos.
Samanta miraba hacia el cielo observando a un escuadrón de 3 valquirias volando alrededor del castillo con sus pegasos, mientras eran perseguidos por 5 magos montados en grifos realizando maniobras para intentar interceptar a los agiles pegasos, cruce mis brazos mirando con cuidado a ambas partes notando que las valquirias portaban armaduras blancas y doradas, mientras que los magos portaban un uniforme castaño que era similar a las plumas de sus monturas.
–Debieron venir a entrenar a esos jinetes, seguro son de ultimo año.
Hable con poco interés entrando rápidamente a la escuela mientras Samanta me seguía algo confundida.
– ¿De verdad no estas sorprendida? No hay valquirias montadas en este ducado, solo hay en fígaro.
–Claro, y los jinetes de grifos solo se encuentran en Lise y los ducados del sur, ahí se crían esas monturas.
Le respondí, aunque no era algo que nos habían enseñado, pues era algo que me había contado un amigo.
–Oh... pero si hay una clase de jinetes de grifos aquí, supongo que pronto veremos más.
Comento Samanta llevando sus brazos a su nuca mientras me seguía el paso. No tardamos nada en cambiar de tema mientras seguíamos nuestro camino hasta que conseguimos llegar con la señora Nare Foot, la general a cargo de las defensas mágicas de Paradise, así como la maga más poderosa que había conocido.
–Bueno... ¿Lista?
–Nunca lo estoy, ella es intimidante.
Samanta trago saliva mientras nos encontrábamos frente a la puerta de la oficina de la señora Nare, sabía que no estábamos listas, por lo que únicamente di un paso al frente tomando el picaporte, ni siquiera use mi magia para saber si había alguien más ahí. Pero al abrir la puerta me arrepentí de no haber revisado, pues habían dos personas más de las que esperaba, la primera y encontrándose sentada detras a un escritorio estaba una joven, parecía ser una preadolescente de unos 12 o 13 años, pero su mirada era fría y seria, sus ojos eran de color vino, mientras su cabello era color almendra largo y suelto, ella era una Atradishe y efectivamente era la señora Nare.
Entramos de inmediato al verla disculpándonos ambas por la tardanza.
–Miren, son las estudiantes estrella de cuarto año.
Quien hablo nos hizo estremecer con un leve susto, era la segunda en importancia, el director de la escuela de magia, un archimago humano de gran renombre y sabiduría, su nombre era Erabe Topeca, un hombre de edad avanzada, calvo solo de la parte superior de su cabeza, con una gran nariz puntiaguda, ojos color miel el cual vestía con una túnica morada, siempre mostraba una gran sonrisa, al caminar cojeaba con la pierna derecha apoyándose en un largo bastón de cerezo que terminaba abrazando un orbe de cristal rojo.
–Un gusto verlo de nuevo señor Erabe.
–Así es, es un gran placer.
Dijimos ambas haciendo una reverencia lo más educada que podíamos.
–No se preocupen chicas, pueden levantarse.
Nos respondió el señor Erabe amablemente mostrándonos una mirada tranquila.
–Además no es a él a quien deben saludar, si no a nuestra visitante.
Sin embargo Nare hablo con voz seria señalando a la invitada, la tercera persona, era una mujer de mirada seria y penetrante, sus ojos eran celestes y su pelo era castaño claro casi rozando con el dorado, portaba una armadura blanca con toques dorados, parecía ser una valquiria, pero dudaba que fuera así realmente, pues podía notar la magia de una maga blanca en ella, pero a su vez notaba un aura noble a su alrededor, por lo que tanto Samanta como yo permanecimos haciendo una reverencia hacia la invitada intentando no hacerla enojar o ofenderla.
–Un gusto conocerla, mi nombre es Luna Unitri.
Me presente primero recordando los modales para tratar a un noble.
– ¡Es un gran placer! ¡Me iamo S-Samanta Bu-Burgos!
Mientras que Samanta levanto la voz tartamudeando mientras se arrodillaba notándose muy nerviosa. Tras presentarnos, la invitada de la general giro para mirarnos cruzando sus brazos mientras nos analizaba, en ese momento sentí una gran presión sobre mí, algo que me hacía querer correr, instintivamente busque en mi cintura con mi mano derecha, pero solo encontré aire, no había traído mi espada.
–Un gusto, Luna, Samanta, yo soy Camila Harcourt.
Al escuchar aquellas palabras serias sentí como mi piel se erizo, un sudor frio recorrió mi espalda sabiendo de inmediato de quien se trataba, Camila la blanca, heredera del ducado de fígaro y una guerrera excepcional, entre los espadachines ella se le consideraba una prodigio.
–Camila, basta, las estas asustando.
Reclamo Nare con un leve tono de regaño haciendo que Camila levantara las cejas y diera un paso hacia atrás, haciendo que esa sensación aplastante desapareciera, Samanta cayo de rodillas sobre el suelo mientras que yo apenas pude mantener el equilibrio al sentir como mi cuerpo se relajaba, sin dudarlo rápidamente me puse de pie acomodando mi cabello y mostrándole a Camila una mirada seria, pretendiendo demostrarle que no me asustaba.
– ¿Así que ellas son las nuevas reclutas para la orden?
Pregunto Camila con una voz estoica, escuche claramente mientras ayudaba a Samanta a ponerse de pie.
–Así es, yo personalmente puedo dar fe de lo buenas magas blancas que son, Luna es la mejor del curso y una maestra del hechizo cura, casi lo domina a la perfección, mientras que Samanta es la segunda mejor, pero también es la presidenta del concejo estudiantil y la maga blanca con el mayor repertorio de hechizos de su año.
Hablo el señor Erabe con algo de orgullo mientras Camila nos volvía a analizar con mucho cuidado. Nosotras no sabíamos ni siquiera que decir.
–Noto que tienen un gran poder mágico...
Sus palabras fueron serias, pero las corto al desenfundar su espada rápidamente contra mí, apenas pude esquivarla agachándome, cortándome algunos cabellos, sin dudarlo contraataque de inmediato con el puño cerrado apuntando hacia su mentón, pero ella esquivo moviendo su cabeza hacia un lado antes de regresar su brazo derecho con su arma, ni siquiera pude esquivar el golpe que me dio con el pomo de su espada entre mis omoplatos haciéndome caer de rodillas.
–Impresionante, sigues despierta.
Me dijo Camila guardando su espada, mientras me curaba rápidamente usando un poco de magia.
–Tambien soy un espadachín y una maga blanca.
Dije empezando a ponerme de pie con mucho dolor.
–Bien, entonces me llevare a las dos, felicidades chicas, ahora son parte de la orden de las espadas blancas de fígaro.
Mis ojos se abrieron sorprendida por aquellas palabras, debía ser una broma.
– ¡Eso no puede ser posible!
Exclamo Samanta completamente incrédula, yo ni siquiera encontraba las palabras correctas, pues seguía sintiéndome intimidada por Camila.
–Aun somos estudiantes, apenas somos nivel 8, nos falta un año entero para graduar...
Justo en ese momento Samanta se quedó cayada mirando a una Camila confundida quien la miraba con la cabeza de lado.
– ¿Pero? ¿Acaso no sabes que si te unes a una orden de la rebelión prácticamente es como graduarse?
Pregunto Camila intentando explicarnos.
– ¿Cómo es eso posible?
Trague saliva y pronuncie intentando mantenerme siempre a la defensiva, aun no conocía bien ciertas normas.
–Porque al unirte a una orden automáticamente eres ascendido a noble, entonces pasas a servir como parte del ejército, por ello quienes son elegidos por una orden se gradúan de inmediato.
Nos explicó el director mientras se sentaba descansando sus piernas.
–Pueden pensarlo, vayan descansen luego nos dan ambas su respuesta.
Nos habló invitándonos a retíranos.
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