Capítulo 2

¿En serio crees que me irá bien? Es muy difícil... ¿y si me rechaza?

La noche ya había caído en los Clanes de la Pradera, pero a pesar de la poca luminosidad en el bosque, los ojos de Ciprés brillaban de risa como dos pequeñas nubes naranjas.

—Eres un ridículo, hermano —maulló, intentando calmar al atigrado marrón—. Por supuesto que no te rechazará. Todo el Clan sabe cómo se tratan ustedes dos. No pasará absolutamente nada.

Brinco de Conejo suspiró.

—Lo sé, lo sé. Pero igualmente no puedo dejar de dudar. No puedo hacerlo. Soy un cobarde —añadió, negando con la cabeza.

La mirada de Ciprés emanaba una comprensión que solo Brinco de Conejo había reconocido en su hermano menor. Es tan parecido a nuestro padre...

—No lo eres. Cuando nuestros padres murieron, tú me ayudaste a soportar el dolor —el tono de su voz era profundo y sabio—. Llegaste muy lejos, y no pararás ahora. Vas a ir.

El joven guerrero suspiró. Desde la muerte de Bigotes de Tulipán y Relámpago Raudo, las cosas se habían vuelto complicadas para los dos hermanos. Él había sido un aprendiz cuando aquel desafortunado accidente ocurrió; pero Ciprés tan solo un cachorro. Tuvo que madurar antes, y volverse una figura algo paterna ante su hermano pequeño, y enfrentar la desgraciable realidad. Quizá por aquel evento, el pequeño cachorro se había vuelto bastante inteligente y hábil a su corta edad, mostrándo cualidades propias de cualquier guerrero. No pasará muchas lunas de guerrero antes que lo nombren lugarteniente.

—Tienes razón. Iré ahora mismo —con un movimiento de cola, se dirigió a la salida del campamento—. ¡Deséame suerte!

Ciprés ladeó la cabeza.

—¿Crees que aún no te la deseo?

***

La noche ya había caído por completo cuando Brinco de Conejo se empezó a acercar al río en el que se encontrarían. Sus zarpas hormigueaban de emoción, y su cuello estaba un poco erizado. Los Lunares ahora gobernaban con su totalidad el cielo, con sus misteriosas pero hermosas luciérnagas blancas, paralizadas en el horizonte.

Espero que Resplandor de Niebla acepte mi propuesta...

Para distraerse, empezó a olfatear los alrededores en busca de algo que cazar. Un campañol rollizo sería un buen obsequio para ella, ¿cierto?

Un mordisqueo llamó su atención. Con velocidad, sus orejas ubicaron una ardilla marrón, que se veía platinada bajo la luz de la luna y que estaba cerca de un gran y ancho árbol, intentando desenterrar con sus pequeñas pero rápidas patas delanteras una bellota, que había ocultado hace no mucho, adivinó el guerrero. Inmediatamente, el atigrado marrón se agazapó. Parece de buen tamaño.

El viento iba a su favor; la ardilla no lo había sentido. Lentamente, Brinco de Conejo comenzó a acercarse un poco más a su presa hasta que fuera el momento perfecto para saltar sobre ella, mientras se fijaba en no pisar ni la más mínima rama que pudiese llamar la atención del roedor.

Después de poco tiempo, la distancia entre él y la ardilla era suficiente, y con un rápido movimiento, el joven guerrero dio un gran salto, y antes de que la ardilla se diera cuenta; unos colmillos se enterraron en su cuello y murió inmediatamente, sin oportunidad siquiera de lanzar un chillido. Con una oleada de conformación, Brinco de Conejo se levantó con la ardilla recién cazada colgándo de sus fauces, y continuó su camino hacía el río.

No pasó mucho tiempo antes de que el sonido de la corriente fuera audible, y a través de las ramas, Brinco de Conejo pudiera sentir la presencia de Resplandor dd Niebla, que desde atrás parecía una sombra plateada. ¡Si está!

El joven guerrero continuó avanzando, mientras intentaba ocultar su nerviosismo. Los árboles y helechos terminaron, y dieron paso a una no muy ancha franja de tierra cubierta de pasto; y no muy lejos un lecho de juncos dorados entre otros algo más negros por la estación sin hojas.

Una vez Brinco de Conejo se recostó al lado de la guerrera gris, esta comenzó a hablar, sin despegar su vista del paisaje.

—Es verdaderamente hermoso, ¿no? Me encanta como se ve la Cima del Cielo desde aquí.

El joven no podía de ninguna manera oponerse a eso. La Cima del Cielo destellaba hermosa en el horizonte nocturno, mientras las estrellas resplandecían a su lado, como si quisiesen entregarle aún más destellos.

—Es precioso —dijo el guerrero, mientras sus patas hormigueban, y sus nervios aumentaban. Esperaba que Resplandor de Niebla no lo notara, pero la guerrera lo conocía demasiado bien.

—¿Te pasa algo, Brinco de Conejo? Parece que estuvieras temblando —maulló mirándolo a los ojos, con una nota de preocupación verde en ellos. Brinco de Conejo suspiró. ¡Tengo que hacerlo ahora! ¡Es mi oportunidad!

—Resplandor de Niebla —comenzó el guerrero, intentando que su voz saliera sin dudas—. No se si tú sientas lo mismo, pero yo.... yo.... yo te amo. ¿Quisieras ser mi pareja?

Una vez las palabras salieron, el joven sintió alivio recorriendo todo su cuerpo. Aún no procesaba lo que acababa de decir. Y lo mejor de todo, era que esta vez estaba seguro que no era un sueño. Sus emociones eran reales.

Los ojos verdosos de Resplandor de Niebla se iluminaron, y antes de que pudiera decir algo, se acercó a Brinco de Conejo para restregar el hocico con el de él.

—Brinco de Conejo, yo también te amo. ¡No sabes cuanto tiempo estuve esperando que me dijieras eso! —chilló, mientras el corazón del atigrado marrón amenazaba con salir rebotando de su pecho.

—¿Entonces aceptas mi propuesta? -soltó Brinco de Conejo, emocionado.

La mirada de Resplandor de Niebla se oscureció, y bajó la cabeza para mirarse las patas. De pronto; el sueño que estaba viviendo el joven empezó a tornarse pesadilla.

—N-no puedo... —soltó la gata—. No me mereces...

Brinco de Conejo sintió su alma cayendo a sus patas.

—¿P-po-por qué? —maulló en un hilo de voz el guerrero, sin saber que pensar.

Los ojos de la hermosa gata brillaban de dolor.

—Yo.... ya tuve una pareja.

El corazón del joven guerrero se paralizó. Ella jamás había tenido una pareja en el Clan de la Ribera. Nunca compartía lengüas con un gato que no fuera él o su hermano, Mordisco de Granito, y si hubiera tenido pareja en el clan, Brinco de Conejo claramente lo hubiese notado. Eso solo dejaba una opción. No.... no puede ser.... ¡Resplandor de Niebla nunca haría algo así!...

—¿Recuerdas todas esas "cazas solitarias" que realizé durante mi aprendizaje y hace unas cuantas lunas? Pues... era para encontrarme con Paso de Búho, un guerrero del Clan del Pétalo.

Ahora, todo se unía en la cabeza del joven, y de repente, tornaba una figura espeluznante de la cual Brinco de Conejo no sabía que pensar. Resplandor de Niebla... sus cazas solitarias... lo feliz que se veía después de esas cazas, y la poca cantidad de presas que traía... ¿¡Cómo jamás me di cuenta!?

—Nos conocimos como aprendices... —prosiguió la gata, sin mirarlo—. Y empezamos a visitarnos... y a enamorarnos —esa última palabra rasgó el corazón del guerrero con más fuerza que cualquier herida de batalla que hubiera sufrido en toda su vida—. Pero hace un tiempo.... Paso de Búho descubrió que era parte de la profecía de los Solares, y partió en busca de "el felino del manto de nieve"... La última vez que nos vimos, me dí cuenta que cambió.... ya no era aquel amable gato que había llegado a amar, si no que algo había crecido en su interior.... ambición. Quería ser líder de su clan, al ser parte de un presagio. Le dije que lo amaba, pero que era diferente.... él me llamó imbécil... y se marchó.

A pesar de lo molesto que se sentía con Resplandor de Niebla, Brinco de Conejo comenzó a lamerle las orejas. No dejaría que su furia ahogara su amor hacia la guerrera gris.

—No temas. Hiciste algo mal, eso es verdad, pero tú no eres una imbécil. Eres inteligente, cariñosa, bonita y una gran guerrera—. La reconfortó el felino—. Pero yo no soy como Paso de Búho. Jamás te dejaría, fuera lo que fuera que pasara. Sí, estoy molesto contigo, me hubiera gustado que me contaras antes, pero yo te amo. Y si me necesitas, estaré disponible para tí.

Brinco de Conejo se levantó. Se sentía cansado y decepcionado; solo quería recostarse en su lecho y dormir, aunque sabía que aquella noche quedarse dormido sería una tarea difícil. Pero mientras se dirigía hacia los árboles, una voz decidida sonó por detrás de él.

—¡Espera! —cuando el joven se volteó, vio a Resplandor de Niebla de pie, con una mirada segura en el rostro—. Si me perdonas algún día, quiero ser tu pareja.

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