Capítulo 10
La luz de la luna platinaba cada pelaje reunido en torno a el Montón de Rocas. A juzgar por la cantidad de gatos, Brinco de Conejo supuso que eran los últimos. El joven guerrero caminó junto a Resplandor de Niebla, y los dos lograron encontrar un apretujado espacio entre la masa de felinos.
Estrella Diminuta, sentado cerca de Estrella de Olivo, entornó los ojos anaranjados con curiosidad.
—¿Por qué se demoraron tanto? -inquirió el líder pequeño.
—Estaba llevando a cabo una ceremonia —dijo seriamente la líder del Clan de la Ribera, aunque con un brillo alegre en los ojos—. En nuestro clan tenemos un nuevo guerrero, Corazón de Ciprés.
Brinco de Conejo buscó con la mirada a su hermano pequeño, y cuando lo encontró junto a los aprendices de los otros clanes, sintió una oleada de orgullo recorriéndolo de las orejas a la punta de la cola; a la vez que los demás gatos estallaban en felicitaciones. Hinchando el pecho de felicidad, el guerrero atigrado soltó un sonoro ronroneo.
Resplandor de Niebla, en cambio, tenía la mirada fija en el Montón de Rocas, y tenía la cola suavemente puesta sobre sus patas delanteras. Ella nunca era así cuando se anunciaban nuevos guerreros en las Reuniones, incluso cuando estos eran de otros clanes. Brinco de Conejo ladeó la cabeza, confuso.
—¿Qué pasa? —inquirió el atigrado de ojos anaranjados.
Resplandor de Niebla apuntó con su cola a Estrella de Castor, quien estaba sentado cerca de Estrella de Olivo.
—Mira como está Estrella de Castor. No para de mirar a Estrella Resonante. Algo malo pasó en esa batalla. Esta Reunión me da muy mala espina.
La gata plateada tenía razón. El líder del Clan del Monte tenía una mirada molesta clavada en Estrella Resonante, a la vez que meneaba la cola fastidiado de un lado a otro. Sin embargo, la gata atigrada anaranjada parecía inconsciente de aquellos ojos azulados fijados en su pelaje, y miraba el horizonte con seriedad. ¿En serio no se ha dado cuenta de cómo la mira Estrella de Castor? ¿O está fingiendo?
—Bienvenidos a la Reunión. Este encuentro es nuevamente perteneciente a los Lunares, y según dicen nuestras tradiciones, la próxima será de los Solares —comenzó con voz solemne Estrella Resonante—. Que los gatos elegidos para las ofrendas avanzen, por favor.
Mientras Nube de Cernícalo avanzaba, Brinco de Conejo intentó buscar el pelaje oscuro de Pluma de Cormorán, aunque no logró distinguirlo en ningún lado. Me encantaría contarle las nuevas noticias...
Una vez todos los guerreros hubieran depositado las presas bajo el Montón de Rocas, Estrella de Castor avanzó un paso en su lugar, indicando con la cola si podía hablar primero. Los demás líderes asintieron con la cabeza.
—La estación de la hoja nueva le hace muy bien al Clan del Monte —comenzó animado como siempre, aunque con una leve expresión cautelosa—. Nuestros guerreros se fortalecieron, y en media luna, Pequeño Raíz, uno de nuestros cachorros, será nombrado aprendiz —se calló un momento, y escupió las siguientes palabras con desagrado—. Prosperamos bien después de aquella derrota que nos provocó el Clan del Pétalo.
Inmediatamente, los guerreros del Clan del Pétalo comenzaron a soltar bufidos y siseos en su contra, erizando los pelajes. Justo cuando unos cuantos gatos del Clan del Monte empezaban a desenvainar las garras de furia, Estrella de Olivo azotó el suelo con su cola. Sus ojos se mantenían serenos.
—Silencio. Escuchen a sus líderes —maulló en voz baja, aunque todos la escucharon.
Estrella Resonante inclinó agradecida la cabeza ante la gata gris de manchas oscuras, para luego empezar a hablar.
—Estrella de Castor —comenzó seria la gata atigrada anaranjada.— Hasta donde sé, fuiste tú el que nos atacó. Tú te adentraste en nuestro territorio.
Los del Clan del Pétalo abrieron la boca para apoyar a su líder, pero la gata de ojos verdes negó con la cabeza antes de que pudieran decir algo.
—Te pedí que nos entregaras un poco del territorio que bordea el lago, y tú te negaste —dijo el gato marrón, con los ojos llameantes y el lomo erizado—. Lo admito, nos ganaste, pero eso no era un motivo para que nos quitaras territorio a nosotros.
Los gatos del Clan del Pétalo soltaron bufidos de indignación, mientras los guerreros del Clan de la Ribera y del Clan de la Aulaga se mantenían más silenciosos que las estrellas que adornaban la noche. ¡No es posible! Estrella Resonante siempre ha sido tan bondadosa... no es del tipo de líderes a los que les gusta robar territorio...
—Algo está muy mal aquí... —murmuró a su lado Resplandor de Niebla.
A pesar de la incomidad del ambiente, Estrella Resonante logró mantener la calma, y una vez los murmullos cesaron, dijo con voz neutra:
—Nosotros no te hemos robado territorio. Las fronteras se han mantenido iguales desde que yo nací. Y confío en mis guerreros lo suficiente para saber que estás mintiendo.
La cola de Estrella de Castor se erizó por completo, y el líder de ojos azul grisáceos le mostró los dientes a Estrella Resonante, a la vez que un gran gruñido escapaba de su garganta.
—¡La mentirosa eres tú, asquerosa bola de pel—
—¡Deténganse!
Brinco de Conejo se giró sorprendido hacia el origen de aquella voz autoritaria, fuerte como una cascada. Una figura atigrada gris estaba recortada contra el cielo nocturno. Sus músculos estaban delineados en su figura poderosa, y había algo en sus profundos ojos verde oscuro que le causaba escalofríos al guerrero atigrado marrón. Algo en su pelaje le parecía conocido. De repente, sintió como si se hubiera tragado una roca helada, y esta había bajado a su pecho. No puede ser. No puede ser...
Resplandor de Niebla soltó un chillido aterrorizado. Sus preciosos ojos verdes estaban dilatados, y apuntaban directamente al musculoso gato.
—¿Paso de Búho? —musitó Estrella Resonante, incapaz de responder algo más, impresionada como si su alma se hubiese salido de su cuerpo.
El atigrado gris asintió orgulloso con la cabeza. Inmediatamente, los gatos explotaron en vitoreos emocionados, pero otros tantos se quedaron mudos de la sorpresa. Brinco de Conejo y Resplandor de Niebla se habían quedado callados. Pero no de la impresión, sino de horror. E-es imposible...
—¿Encontraste al gato blanco de la profecía? —preguntó rápidamente Cervatilla, agitando los bigotes de nervios.
—Sí —maulló Paso de Búho, pero antes de que alguien pudiera comentar algo más, continuó—. Tuve que seguirlo un largo tiempo. Y cuando lo encontré, me dijo: "Regresa por tus cenizas, y prepara tu corazón por lo que va a venir".
Cervatilla y todos se quedaron en completo silencio, boquiabiertos. Todos entendieron lo que aquel misterioso gato blanco había dicho. Paso de Búho era el gato que perseguiría el sendero de cenizas. ¿Y si Resplandor de Niebla es "la niebla que el pasado ya borró"...?
—Verás, Paso de Búho... —comenzó Estrella Resonante—. Mientras tú no estabas, recibimos otra profecía, pero esta vez de los Lunares.
El guerrero atigrado gris entornó los ojos con curiosidad, pero no dijo nada.
—La profecía decía: "el sendero de cenizas el gato perseguirá, para encontrarse con la niebla que el pasado ya borró". Y por lo que tú nos cuentas, creo que tú eres el gato que perseguirá el sendero de cenizas. Sin embargo —continuó la líder del Clan del Pétalo, echándole una mirada culpable a Estrella de Castor.— Creo que deberíamos dejar la Reunión está aquí. Esto ha tomado un giro inesperado, y eso desagrada a nuestros ancestros. Muchas gracias por venir —y con un ágil salto, la atigrada anaranjada descendió del Montón de Rocas, seguida de Paso de Búho.
Brinco de Conejo no sabía que hacer. Miles de pensamientos rondaban alocadamente por su cabeza. Si, había pensado en si algún día aquello pasaría, pero no sabía que hacer en caso de que pasara, como en ese momento. Finalmente, optó por quedarse ahí mismo, con el pelaje pegado a Resplandor de Niebla, que temblaba como si estuviera en medio de una nevada.
Tan internado en sus propios pensamientos estaba, que apenas percató cuando Paso de Búho paso caminando cerca de ellos, y se sentó.
—Hacen una bonita pareja —maulló el atigrado gris, pasándose una zarpa por una oreja.
El guerrero marrón emitió un gruñido molesto y mostró los dientes, poniéndose en una posición defensiva al lado de su pareja, que tenía los ojos abiertos como platos.
Paso de Búho agitó las orejas de risa y soltó un ronroneo ronco.
—No te preocupes, amigo. Ni que quisiera matar a tu pareja. Pero bueno, adiós. Nos vemos en la próxima Reunión.
Brinco de Conejo se estremeció cuando sus ojos se adentraron en su mirada verde oscuro. Había algo tenebroso en ella, que le causaba escalofríos.
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