Capítulo 8: Construyendo el globo
Era un día soleado. Era muy temprano. Yo estaba despertándome. No tenía muchas ganas de salir a estas horas, pero Sam había decidido que a las 7 de la mañana nos encontraríamos todos en la playa. Me levanté como pude y, mientras bostezaba, me fui a la playa caminando medio dormida. En tres ocasiones, mientras caminaba, me tropecé con ladrillos que había en la calle. Cuando por fin llegué a la playa, Sarah y Sam me estaban esperando desde hace un buen rato.
-Heh, buenos días dormilona. ¿Has dormido bien?-dijo Sam mientras esbozaba una sonrisa burlona, por la cara de sueño que tenía.
-¿Cómo demonios vosotros no estáis cansados?-les dije, algo mosqueada. Los dos se encogieron de hombros.
-Agh, da igual. ¿Por qué nos hemos reunido a estas horas?-pregunté yo.
-Hoy vamos a construir el globo.-respondió Sam.-Cuanto antes terminemos, mejor.
-Yo os echaré una mano en lo que pueda.-añadió Sarah.
-Está bien. ¿Tenéis todo lo necesario para construirlo?
-Claro. En ese cuartel abandonado encontré todo lo que os faltaba.-dijo Sarah.
-Pues entonces, ¡vamos a empezar!-respondió Sam, con mucha énfasis.
Yo me encargué de hacer la gran cesta de mimbre, Sarah se puso a coser un montón de telas para hacer el globo y Sam se encargó de ir uniendo todas las piezas y de hacer el quemador.
-No sabía que supieses coser.-le dije a Sarah.
-Pf, me enseñó mi madre. No me gusta nada coser, pero esto es una emergencia, así que... Habrá que aguantarse.-me respondió Sarah.
Estuve haciendo la cesta gigante de mimbre toda la mañana. Era bastante difícil hacerla, pero no me quejé ya que las tareas de Sam y Sarah eran todavía más difíciles. Además, yo no sabía coser ni tampoco sabía de ingeniería.
-¡Terminé!-exclamé, feliz por haberlo conseguido.
-A ver, déjame ver... Parece resistente. Felicidades.-dijo Sam echándole un vistazo rápido a la cesta.-Ahora, intenta ayudar a Sarah. Aún le queda trabajo por hacer.
-Está bien.-le contesté.-Lo intentaré.
Fui hacia donde estaba Sarah. Ella seguía cosiendo. Se le daba muy bien. Sin embargo, yo no sabía cómo ayudarle. Entonces le pregunté:
-¿Me puedes enseñar a coser? Es que ya he terminado y Sam me ha dicho que te ayude.
-Claro. Ven aquí y siéntate. No es muy difícil.
Le costó toda la tarde enseñarme. Yo era muy patosa, y más de una vez me tuve que echar agua porque me había pinchado con la aguja. Pero al final lo conseguí.
-¿Ves como no era tan difícil?-me contestó después de que yo consiguiera coser bien.
-Noooo, por supuesto que no es tan difícil.-le dije en tono irónico.-Pero ya le voy pillando el truco a esto.
Cuando ya estábamos terminando de coser el globo, un grupo de cadáveres se acercó a donde estábamos. No tenían muy buenas intenciones.
-¡Ahhh!-grité, asustada. Eran los mismos seres que me habían intentado matar ayer.
-Maldición. Sabía que no tardarían en venir.-murmuró Sam.
-...
Entonces, uno de los muertos vivientes cogió a Sam del brazo, dispuesto a matarlo. Sam intentó zafarse del ser. Pero, como yo había comprobado anteriormente, eran demasiado fuertes.
Yo estaba en shock. Empezaron a rodearlo. No tenían muy buenas intenciones.
Sam suspiró. Sabía que ese iba a ser su final. No podía moverse y el bicho le estaba intentando morder, mientras que los demás monstruos venían a por él. Cerró los ojos y esperó a su muerte.
...
-¡Crack!
De repente, Sam oyó el sonido de unos huesos crujiendo al lado suya. Abrió los ojos, giró la cabeza y se encontró con un espectáculo un tanto perturbador. Beatrice le había dado una puñalada en la cabeza al cadáver que le estaba sujetando hace unos momentos atrás. Ahora su sangre estaba empapando a Sam, mientras que éste veía en el ser una mueca de dolor y horror. Beatrice tenía una sonrisa de psicópata. Su ojos se habían tornado de color rojo, y sus pupilas eran muy pequeñas. Le asestó otra puñalada al monstruo, y otra, y otra, hasta haberlo despedazado por completo. Los demás cadáveres huyeron, aterrorizados por la escena. No había ni rastro de Sarah.
Sam dio un paso hacia atrás horrorizado; el miedo le cegaba cuando, de repente, Beatrice habló.
-P-perdón, ¿te he asustado?-dije yo, recuperando la cordura. Estaba temblando. Mis ojos volvieron a ser de color marrón y mis pupilas se agrandaron. Entonces vi que estaba manchada de sangre; ¿qué había pasado?
-Lo siento.-me respondió Sarah.-He controlado tu cuerpo por unos instantes para salvar a tu amigo.
-Bueno, si ha sido por eso, entonces no pasa nada.-le contesté.-Pero, ¿por qué estoy cubierta de sangre?
-...Bueno, he tenido que matar al bicho ese que lo estaba sujetando. No había opción.
Entonces me fijé en Sam. Ya se había recuperado del susto y se acercaba a nosotras.
-Me habíais asustado. Pensaba que Beatrice se había vuelto loca.
-Lo siento.
-Nah, no pasa nada. Menos mal que los muertos no han roto nada.-dijo Sam, cambiando de tema.
-Cierto.-apunté yo.
-Bueno, sólo me queda unir las piezas. Si queréis podéis iros.
-¿Para que te maten esos bichos andantes? No gracias.-replicó Sarah.
-Está bien, si queréis quedaros...
Al fin terminamos el globo. Estábamos bastante cansados, así que decidimos salir mañana por la mañana. Por fin nos iríamos de este infierno.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top