Capítulo 6: El virus
Acababa de amanecer. Hacía mucho frío fuera y todavía quedaban unos pocos charcos después de la tormenta que hubo ayer. Serían alrededor de las 7 de la mañana. Salí de la tienda de campaña dispuesta a buscar los materiales que me dijo Sam que tenía que encontrar, cuando me di cuenta que tenía la mano con un enorme corte; ¿cuándo me hice eso? Ignoré la herida y caminé por Quiet buscando algo que me fuese de utilidad para cortar la hemorragia. Estaba empezando a escocer y se me nubló la vista. Cuando estaba a punto de desmayarme vi una figura de una niña. ¿Quién era ella? Empezó a decir:
-Ey, te estás muriendo. ¿Quieres que acabe con tu sufrimiento?-dijo mientras sonreía malévolamente.
-Ja, ja, muchas gracias.-le respondí con ironía. Aún trataba de recomponerme del mareo.-Pensaba que todo el mundo había muerto, ¿cómo te llamas?
-Me llamo Sarah.-dijo, poniendo una sonrisa más amable.
Luego desvió la mirada y preguntó:
-¿Quieres que te eche una mano? Ven, sé de un lugar donde encontraremos una venda para tu brazo.-dicho esto me guió hacia un pequeño cuartel a las afueras del pueblo el cual se mantenía aún en pie. Me giré para darle las gracias a Sarah, pero en ese momento me percaté que no estaba.
-Que raro.-pensé mientras me ponía la venda en el brazo. Además, al lado del armario donde había encontrado las vendas, se encontraban algunos de los materiales que necesitaba para construir el globo. Que suerte estaba teniendo.
Cuando llegó la noche me reuní con Sam y le conté todo sobre la chica que había conocido ese mismo día. El pareció inquietarse mucho, y me respondió con voz trémula:
-¿Sabes que te acabas de condenar a una muerte casi segura?-me susurró con tono de seriedad.-Esa chica que has visto...Es sólo tu imaginación. Es parte de un virus muy peligroso que estoy estudiando. Está por todas partes. Y tú ahora lo tienes.
-¿Q-qué quieres decir?-pregunté asustada.-No puede ser que me haya imaginado a Sarah, la he visto con mis propios ojos.
-Si, lo sé.-afirmó-Pero lo que en realidad crees que es una niña inocente, es el virus que se ha manifestado de forma humana. La enfermedad tiene varios procesos: Pérdida del conocimiento en repetidas ocasiones, despertarte sin recordar qué ha pasado, pesadillas, mente de psicópata, hasta que... Acabas matando a todo el mundo que se cruce en tu camino. Todavía no le he encontrado una cura, pero la encontraré, te lo prometo.
-Bueno... ¿no querías que te trajese los materiales para hacer el globo? Pues aquí tienes algunos.-dije cambiando rápidamente de tema.
-Muchas gracias. Qué rápida has sido.-respondió él, contemplando cada uno de ellos. Luego se giró y me dijo:
-Ven, ayúdame a montar la primera parte.
Estuvimos trabajando toda la noche, hasta que los primeros rayos del alba aparecieron. Luego se despidió de mí y yo me fui a mi tienda a descansar un poco, pero no pude dormir muy bien. Cada dos por tres tenía horribles pesadillas, así que decidí darme un paseo. Pasé por enfrente del cuartel al que me había llevado Sarah el día anterior, cuando me di cuenta de que había un periódico de 1999 que decía:
Se encuentra el cadáver de un niño de 5 años en una casa en Quiet
El cuerpo del chico tiene heridas causadas por un cuchillo de cocina y por puñetazos. Aún no se ha encontrado el padre. Se sospecha que fue él el causante de la muerte del pequeño y que luego escapó. Se llamaba-
-¡Aaaaaah!-chillé mientras unas manos se posaban en mis hombros.
-¡Aaaah! ¡Qué susto me has pegado! ¡Sólo quería darte un sustito!-gritó Sarah.
-T-tu... ¡Aléjate de mi, asqueroso virus! ¡Por tu culpa voy a morir!-le grité muy enfadada. Creo que se ofendió un poco.
-¡C-como que virus! ¡Cómo te atreves a llamarme así!
-¡Porque lo eres! ¡Solo eres un producto de mi maldita imaginación! ¡Déjame en paz!
Ella me miró con una mezcla de odio y rabia y salió de la habitación muy enfadada. Quizá fuese real y yo hubiese explotado.
-Lo siento...-murmuré, corriendo en busca de ella. Ésta estaba sentada en un escalón desgastado que había al lado del cuartel.
-¡Tú otra vez! ¿Quieres seguir metiéndote conmigo!- me dijo muy enfadada.
Yo suspiré y le respondí:
-Perdóname, es que Sam me había dicho que eras fruto de mi imaginación por la enfermedad que tengo y...
-¿Quién es Sam?-preguntó Sarah.
-Ah, es un compañero que conocí hace unos días. Estamos construyendo un globo para salir de aquí.
-¿En serio? ¡Yo también quiero ir con vosotros!-exclamó eufórica.
Yo asentí con la cabeza y le expliqué todo lo que conocía sobre la catástrofe. Ella parecía estar muy entusiasmada. Seguro que cuando le explicase todo a Sam, lo entendería. Era un error, ¿cierto? Claro que sí. Sarah no era ningún virus.
Sarah me explicó además que ella no vivía en Quiet. Me dijo cómo eran todos sus amigos, las aventuras que había vivido allí, etc. Me encantaría conocerlos a todos y quedarme allí por un tiempo. Parecen unas personas muy agradables.
Cuando ya anocheció le pedí a Sarah que viniese conmigo a conocer a Sam. Se cayeron muy bien y estuvieron charlando un rato. Después se acercó a mí y me dijo:
-Esto va peor de lo que yo pensaba.
-¿Por qué?-pregunté.
-¿No lo ves? Ella es un virus, pero parece que no ha querido matarte. Le caes bien. Pero seguramente no dudará en matar a los demás. No puede venirse.
-¡Ella no es un virus! ¿Entonces cómo es que puedes verla?
Él se tapó la cara con las manos y me respondió con voz entrecortada:
-Eso significa que yo también tengo el virus.
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