CAPITULO 3 VOLVERTE A VER

Unos ojos grises se clavaron en otros color miel , Draco había olvidado lo preciosos que eran....

-¿Qué quieres Draco?- preguntó Hermione con la voz ronca, pero sexy tal como la recordaba.

-Para empezar me gustaría entrar un momento - refutó el rubio.

-¿Por qué te dejaría entrar?

Draco suspiró cansado al notar que la castaña seguía siendo tan obstinada como siempre.

-Para no tener que hablar desde afuera - aseveró Draco con obviedad.

-No creo que tengamos nada que decirnos tu y yo - debatió Hermione.

Draco dejo escapar un largo suspiró y cansado contestó - Déjame entrar para que podamos hablar como dos personas civilizadas o me pondré a gritar,
no pienso irme hasta que hayas escuchado lo que tengo que decirte...

Draco hizo una pausa, recordando que no serviría de nada amenazarla.

-¿Quién sabe? - cuestionó Draco haciéndose el interesante - puede que te interese lo que tengo que decir.

Espero que ella hiciera algún comentario irónico o mordaz, pero en lugar de eso... Hermione cerró la puerta y él espero en silencio.

Unos segundos después, oyó que quitaba la cadena de seguridad de la puerta, antes de abrir del todo.

Draco entró y miró alrededor.

El salón era alegre y limpio, con las paredes recién pintadas. pero aquel sitio no era mas grande que los cajones de su mansión.

El edificio era viejo, sin alarmas o conserje y las paredes estaban llenas de pintadas.

Si aquello era lo único que Hermione podía pagar, debía tener serios problemas económicos.

No había ni rastro de su hijo, pero un libro de cuentos sobre la mesita café delataba la presencia de un niño en el apartamento.

-Debío haberlo metido en alguna habitación - pensó el rubio -
talvez por eso se había tardado tanto en abrir la puerta.

Hermione llevaba una cansilla camiseta negra y unos vaqueros gastados que se le pegaban a su cuerpo, sin ser provocativamente ajustados, iba descalza y tenía las uñas de color rosa, además seguía
siendo tan seductoramente bella, como hacia cuatro años.

Tuvo que hacer un esfuerzo para no recordar ese momento en el coche, el sabor de sus lágrimas, el calor de sus labios, sus sinuosa curvas apretadas contra él ....

Había sido un error uno que no había vuelto a repetirse nunca más. Y a pesar de haber hecho todo lo posible por olvidarlo, por
por borrarlo de su memoria, pero olvidar una mujer como Hermione, no era fácil.

Draco se aclaró la garganta -¿Puedo sentarme? - preguntó.

Ella señaló el sofá, claramente incomoda.

No confiaba en él y era comprensible, pero tenía que hacer que lo escuchará, tenía que solucionar aquello, si podía ayudar al hijo de Theo y a la mujer que había amado, entonces tal vez el alma de su hermano lo perdonaría ... y quizás algún día Draco podría perdonarse a si mismo.

Draco Malfoy no había cambiado nada. Hermione estudió sus fríos ojos grises. su mandíbula. el cabello rubio despeinado, con un remolino en la coronilla.

-Si sonriese, se parecería a Theo - pensó Hermione para sí misma, pero nunca había visto a Draco sonreír. al verlo, el pulso se le había vuelto tan loco como el de un animal acorralado.

Draco tenía el rostro del hombre que había amado, pero su corazón era de granito.

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