Un Encuentro II
Los días pasaron sin mucho cambio, pero algo había quedado marcado en mí desde aquel encuentro en el café. La sensación de que algo había comenzado, aunque no pudiera identificarlo bien, me perseguía. A veces, en los momentos de calma, mi mente volvía a esos ojos carmesíes, a la forma en que su mirada parecía leer cada rincón de mi alma.
No volví al café de inmediato. El ritmo de mi vida seguía su curso, marcado por el trabajo y las responsabilidades. Pero cada vez que tenía un respiro, una pequeña parte de mí se preguntaba si debería ir, si ella estaría allí. Me costaba admitirlo, pero no solo por la curiosidad, sino porque había algo en Nero que me hacía querer estar cerca de ella, como si nuestras vidas estuvieran de alguna manera conectadas, aunque aún no lo entendiera.
Una tarde, después de una reunión de negocios que se alargó más de lo necesario, me encontré frente al café. Miré hacia la ventana empañada, como la vez anterior. No sabía qué esperaba, tal vez solo ver si el lugar aún tenía el mismo encanto. Pero, al dar un paso hacia la puerta, la campanilla sonó, y allí estaba ella, sentada en su mesa habitual, con el libro en las manos, ajena al mundo que la rodeaba.
Mi corazón dio un pequeño salto, pero lo disimulé, como siempre lo hacía. Me acerqué a su mesa, sin planear mucho más.
—Nero —dije, simplemente.
Ella levantó la mirada, su rostro iluminado por una sonrisa que no pude evitar devolver.
—Pensé que no volverías —respondió, con la misma indiferencia que la vez pasada, pero esta vez había un matiz en su voz, una ligera expectación.
—¿Por qué? —pregunté, un poco desconcertado.
—Porque no parecías el tipo de persona que vuelve a un lugar por algo más que por curiosidad —respondió, dejando el libro a un lado.
Me senté a lado de ella, como si fuera lo más natural del mundo, aunque en el fondo sabía que algo estaba cambiando. Había algo en su presencia que me hacía sentir que no estaba solo, incluso en los momentos en los que las palabras sobraban.
—¿Y tú qué haces aquí, siempre con tus libros? —pregunté, con una sonrisa juguetona.
—Yo... busco respuestas en las historias de otros —contestó, mirando fijamente el borde de su taza. —¿Y tú? ¿Qué buscas?
No respondí de inmediato. En realidad, no sabía qué buscaba. Había pasado tanto tiempo buscando algo que ni siquiera entendía. Pero en ese momento, con ella frente a mí, me di cuenta de que tal vez no tenía que buscar más. Tal vez todo lo que necesitaba estaba justo allí, en esa mesa, con la mujer que había entrado en mi vida como un susurro, pero que ahora parecía estar marcando mi destino.
—Creo que busco... comprensión —respondí, las palabras saliendo casi sin pensarlo.
Ella levantó la vista y me miró con esa intensidad que había comenzado a conocer. Como si sus ojos pudieran ver más allá de lo que decía, de lo que mostraba.
—La comprensión no siempre llega, Liebe —dijo, su voz suave, pero con un toque de verdad que me hizo estremecer. —A veces tenemos que aprender a entendernos a nosotros mismos antes de esperar que los demás lo hagan.
Sus palabras me calaron profundo. De alguna manera, parecía que estaba leyendo en mi alma, como si supiera lo que llevaba años sin querer enfrentar. Pero en vez de alejarme, como habría hecho antes, sentí que algo en mí se abría, dispuesto a explorar lo que había comenzado entre nosotros.
La tarde pasó entre palabras y silencios, entre miradas y sonrisas que no necesitaban explicación. Cuando llegó el momento de irme, no pude evitar sentir que este encuentro no sería el último. Algo había cambiado, y no solo porque ella estuviera allí, sino porque yo también estaba dejando de lado las barreras que había levantado durante años.
—Hasta pronto, Nero —dije al levantarme, mirando una vez más esos ojos carmesíes que parecían seguirme incluso cuando ya no estaba allí.
Ella sonrió de una forma diferente, más cálida, como si compartiera un secreto entre nosotros.
—Hasta pronto, Liebe.
Salí del café con el corazón latiendo más rápido de lo normal. Sabía que algo había comenzado, y aunque no entendiera completamente qué, estaba dispuesto a descubrirlo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top