Un Encuentro

La campanilla sobre la puerta del café resonó, un sonido agudo que se perdió entre el murmullo suave de las conversaciones. Entré con las manos en los bolsillos, buscando un rincón apartado. No era un lugar que frecuentara, pero algo me empujó a entrar esa tarde. Quizás el frío del otoño, quizás el agotamiento de las sombras que cargaba desde siempre.

—¿Primera vez por aquí? —preguntó la barista, una mujer con un tono amable que me pareció casi irritante.

—Algo así —respondí sin mirarla, recorriendo las mesas con la mirada hasta que vi una libre.

Era un rincón perfecto, alejado del bullicio, cerca de una ventana empañada por el clima. Me senté y jugué con el menú entre las manos, aunque en realidad no tenía intención de pedir nada.

Fue entonces cuando la vi.

Sentada en la mesa junto a la mía, una chica con cabello azul oscuro, recogido en un moño descuidado, hojeaba un libro antiguo. Parecía fuera de lugar, como si perteneciera a otro tiempo. Pero no era eso lo que capturó mi atención, sino sus ojos. Grandes, profundos, como si pudieran atravesarte y ver lo que escondes.

No pude evitar soltar un suspiro. No era buena idea fijarme en nadie. La última vez que lo hice, todo terminó en tragedia.

—¿Siempre miras a las personas de esa forma? —su voz me sacó de mis pensamientos.

Levanté la mirada. Me estaba mirando directamente, su rostro impasible, pero con una chispa de curiosidad.

—No sabía que estaba mirando —mentí, apartando la vista hacia la ventana.

—No eres muy bueno mintiendo —respondió con un tono suave, pero directo. Cerró su libro con cuidado y lo dejó sobre la mesa—. ¿Te molesta si me siento contigo?

No esperé esa pregunta. Fruncí el ceño, sorprendido.

—¿Por qué querrías hacer eso?

—Porque aquí nadie parece interesante, excepto tú —respondió sin rodeos.

No tuve tiempo de rechazarla antes de que moviera su taza y su libro a mi mesa. Se sentó frente a mí, con la gracia de alguien que está acostumbrado a hacer lo que quiere.

—Soy Nero, por cierto —dijo, extendiendo una mano delicada.

La miré por un momento antes de estrecharla brevemente.

—Liebe.

—¿Es tu nombre real? —preguntó, arqueando una ceja.

—Tan real como el tuyo —respondí, sintiendo un leve desafío en su tono.

Ella sonrió de lado, como si disfrutara del intercambio.

—Entonces, Liebe, ¿qué haces aquí? Pareces alguien que no encaja en lugares como este.

—¿Y tú sí? —repliqué, señalando su libro con un gesto de la barbilla—. Eso parece más de una biblioteca que de un café.

Su sonrisa se ensanchó.

—Tienes razón. Pero el café tiene su encanto, ¿no crees? —Tomó un sorbo de su bebida antes de continuar—. Además, me gusta observar a las personas. Hay algo fascinante en las historias que no cuentan.

—No todas las historias necesitan ser contadas —respondí, sintiendo que mis palabras llevaban más peso del que quería.

Nero me miró con intensidad, como si intentara descifrar algo en mi rostro.

—Tal vez no, pero eso no significa que no deban ser escuchadas.

Hubo un silencio entre nosotros, cómodo pero cargado. Sentí que esta chica era diferente, como si pudiera ver a través de mí de una manera que nadie más podía.

—¿Qué lees? —pregunté finalmente, señalando su libro para cambiar de tema.

—Historias de tiempos pasados —respondió, girando el libro hacia mí. Era un tomo viejo, con letras doradas en la portada. "Crónicas de Sombras y Destinos".

—¿Crees en el destino? —pregunté, curioso.

Ella inclinó la cabeza ligeramente, pensativa.

—Creo que el destino nos pone frente a decisiones, pero somos nosotros quienes elegimos qué hacer con ellas.

Esa respuesta me dejó un momento en silencio. Era extrañamente... acertada.

Pasamos horas hablando, más de lo que esperaba. No recuerdo la última vez que me sentí tan a gusto con alguien, especialmente alguien que acababa de conocer. Cuando finalmente me levanté para irme, ella me detuvo con una pregunta.

—¿Volverás?

La miré a los ojos, esos ojos que parecían saber demasiado.

—Quizás.

Salí del café sin mirar atrás, pero con una extraña sensación en el pecho. Como si algo importante hubiera comenzado.

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